Historia basada en hechos reales
De esos días que te sientes
aburrido y navegas por tu face, y de pronto alguien te envía una solicitud de
amistad y tú dices, –¿Quién rayos es?,
pero por curiosidad le das aceptar, de pronto esa persona te escribe y comienza
una escritura mutua, pasan los días y la tensión sexual se siente, comienzan
las escrituras perversas y la imaginación hace lo suyo, comienzan el
intercambio de fotos normales y sexuales y ambos dicen: –hay que conocerse ya–, lo
conoces y luego notas que la cosa no va a funcionar, pero das una segunda
oportunidad, pero te das cuenta que la persona no tiene sitio porque es un Odontólogo
misionero, y lo único que te queda es hacer amistad, él te invita a chequearte
como es normal en todo ser humano, dices: –Si, voy–, estando en el
consultorio de mi amigo cierra la puerta con seguro y de pronto te da un beso
apasionado con lengua y todo, jejeje me quede frio, luego con palabras morbosas
me dijo: (con esa mirada sensual y perversa que cada uno hace para coquetear)
–quieres–, yo me
quede frio digo: –si quiero–, no esperó que yo me quitara la ropa y el
empezó a tocarme con una fuerza brutal que me excitó, nos quitamos la ropa y el
me cargó en el escritorio me dio la mamada que nadie ha podido darme hasta
ahora, me pidió que me sentara en una silla reclinable, y de pronto tocan la
puerta, él con una voz molesta dice: –ESTOY
ATENDIENDO UN PACIENTE–, luego me dice no tenemos mucho tiempo, él se
sienta sobre mí y hace unos movimientos que yo disfrutaba al máximo, me vine y
el me dice –Hijo pero apenas estamos calentando–, jajaja, luego me
dice que me levante, a todas estas no había visto el pene de él, no era muy largo pero era inmensamente ancho,
yo al ver eso dije: –a este muñeco no le va entrar eso–,
y el responde: –solo es un rato y ya–, acepté, de entrada me dolió tanto
que hasta lágrimas saqué, el trató nuevamente y luego vuelven a tocar la puerta,
él sudado y vuelve a gritar: –ESTOY
ATENDIENDO UN PACIENTE–, y me ve con esa mirada fría, y me dice: –lo
vas a volver a intentar o no–, yo no le dije nada pero mi cuerpo le
dijo si, lo senté y me subí, me dolió nuevamente, pero ya había entrado, él
hizo los movimientos correctos y todo era gloria, ambos estábamos disfrutando
mucho, al salir de ese consultorio las miradas eran fuertse, pues yo había
tardado casi una hora en la consulta odontológica, jejeje. Cada lunes a las
11:00 am, ese consultorio nos sirve como desahogo y aprendo más de odontología
con él. Jejeje.
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