viernes, 17 de febrero de 2017

DE REPENTE TÚ 1. Capítulo 10


La conquista.



María Corina estaba redactando unas cartas que tenía que enviar antes del mediodía y había llegado más temprano de lo habitual al trabajo.

En eso llega a la oficina Yonaikel.

–Buenas buenas mi gente bella, como los tratan. Mi reina bella, cada días te ves más buenota, ese novio tuyo tiene buena mano.

–No tengo novio. –La muchacha se sonríe.

–Entonces toma un dulce mami.

–Diablo ¿que masca? Epa Yofri. Mister voy pa’ llá ahora.

Saludó a otras muchachas y se fue a la oficina de María Corina.



–Buenos días mi jefa hermosa, ya estoy aquí soy todo suyo.

–Buenos días Yonaikel, ¿y ese milagro que llegó temprano?

–Yo siempre llego temprano jefa lo que pasa es que manguareo por allá abajo, bueno y que anoche el junior pasó mala noche y eso fue cagá y cagá y tuvimos que corré pal hospital. Ya de regreso dejé a la jeva en la casa me tomé un café y me vine.

–¿Lo hidrataron? No pueden dejarlo solo al bebé, ¿se quiere ir para que lo cuide?

–Noooo jefa, ahí se quedó la jeva, que lo cuide ella, carajito chiquito jode mucho.

–Pues espere que crezca que los problemas son otros.

–A correazo aprenderá a portarse bien.

–¡Por Dios Yonaikel! Que yo no me entere de que usted le pega a sus hijos.

–No jefa tranquila, eso es de joda a mis chamos no les pego.



________



–Buenos días, usted es la señora María Corina López.

–Buenos días, sí.

–Na guevoná jefa el pana Diógenes se botó con el ramo, deja que te ayude mi pana que esta vaina debe pesá burda.

Cuando lo apoya en el mueble de al lado del escritorio se cae la tarjeta y la recoge. La lee.

“Para una hermosa mujer, hoy que no se celebra nada te celebro a ti, Fabián” Yonaikel abre los ojos pero rápidamente coloca la tarjeta en el ramo.

–Bueno jefa, la dejo, me avisa los movimientos de hoy voy pa’ donde el jefe supremo a ver si quiere algo.



María Corina ve el ramo y se sonríe. Piensa que fue Diógenes y busca inmediatamente la tarjeta. La lee, y en vez de irse la sonrisa, la mantiene pero llama a Fabián.



–<¿Usted que pretende con esto que está haciendo? No ve que me puede perjudicar en mi trabajo si alguien ve la tarjeta. -La rompió en varios pedazos y la botó en la basura.

–<¿Pero te gustó o no te gustó el ramo?>

María Corina se quedó callada y volvió a sonreir. –Si, está hermoso Fabián pero usted no debió…Fabián usted es un niño…y…

–<Soy un hombre y tú una mujer María Corina. Te invito a almorzar>.

–<No puedo hoy>.

–<No te estoy preguntando, más tarde me acerco y te busco, un beso>.



Al mediodia pasó por María Corina.

–Almorcemos cerca de aquí, no puedo tardarme mucho.

–Bruno, vamos a mi apartamento.

–Fabián, ¿qué demonios está haciendo? Yo no pienso ir a su apartamento a estar sola con usted.

–¿Qué piensas que va a pasar?

–Soy una mujer casada.

–Yo no sé que estás pensando tú, yo te invité a almorzar.

Hubo un silencio, Fabián tomó la mano de María Corina, que ella no rechazó.



Al llegar al apartamento ya todo estaba dispuesto para almorzar. La mesa acomodada, una botella de vino blanco y la comida servida.

–Adelante. -Le retiró la silla para que se sentara y luego se sentó él.



–Yo estoy enamorado de ti, eso lo sabes. No voy a hacer nada para irrespetarte, sé que estás casada y eres la madre de mi mejor amigo. Realmente eso es lo que me preocupa.

–Usted está loco Fabián, yo no debería estar en casa de otro hombre.

–Vaya, ahora sí soy un hombre, que bueno. Brindemos por ti, por tu belleza, por tu inteligencia y por ser la mujer que amo.

 Brindaron y hablaron de muchas cosas, hasta de la sexualidad de Jesucristo, pero no de ellos.

–Tú tranquila que ese muchacho no se va a descarrilar mientras yo esté aquí.



Terminaron de almorzar, luego de 2 horas. –¡Es tardísimo! Mi jefe me va a matar.

–¿Tú sabías que tu jefe es amiguísimo de mis tios? Él sabe que estás en un compromiso, te dio permiso de llegar tarde.

–Fabián, Fabián, estás jugando con fuego y te…

El muchacho aprovechó y la besó. Un beso apasionado. Su lengua correteaba la boca de María Corina que se dejó llevar y repondió al beso. En 20 años nadie la había besado así y llegó un muchacho de 21 años a moverle los pilares de su vida cotidiana y casi perfecta.



Se separaron. María Corina quedó impactada y estremecida.

–No lo vuelva a hacer. No vuelva a besarme jamás.

–¿Por qué?

–Porque no sé de lo que seré capaz de hacer.

–Me arriesgaré en una próxima oportunidad. Ahora te llevo al trabajo. Gracias por acompañarme en el almuerzo.

–A usted por invitarme y gracias por las flores.

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