Quitándose un peso de encima.
–No chico, le estoy contando de una película a Esperanza.
–Bueno, yo me voy, es tarde y no me gusta
manejar de noche. Felicidades corazón y eres un puto valiente jeje.
–Ay Esperanza, que manía al suya de hablar
con groserías, si su madre supiera.
–Mi amor yo tengo unos cuentos de la gran
María Antonia Vollmer de Linares que te quedarías loco.
–No hable así de su madre que ella es una
dama.
–No chico si yo amo a mi mami, pero tiene
sus cuentos jajajaja. Bueno me voy, chao Fabián, chao mi amor, nos hablamos
mañana.
–Me encanta Esperanza, ella toda una
princesa, con dinero, de una familia importante en el país y ella es toda
relajada.
–Igual que usted, si no me dice que es
millonario pienso que es cualquier hijo de vecino.
–Sabes que a mi no me importa el dinero, lo
uso para ayudar a la gente que necesite.
–Por eso usted es mi amigo, por buena
gente, humilde y colaborador.
–Con una piedra en los dientes te debes dar
tú con la familia que tienes, que te apoya y te quiere y mira, más fue el susto
que otra cosa, ahí viene tu mamá. –Fabián se puso nervioso.
–Fabián en el cuarto le puse una toalla por
si se quiere bañar. ¿me deja hablar con mi hijo un momento a solas?
–Claro María, voy a cambiarme.
María Corina de López , madre de
Jesucristo, 38 años, es asistente al Director de una empresa de productos
químicos. Viene de un pueblito de Mérida y por esos accidentes de la vida queda
embarazada a los 20 años y se casa con el responsable de ese embarazo. En
realidad no estaba enamorada de Diógenes sino que fue una emoción del momento,
era virgen y él la deslumbró dejándose llevar por sus palabras. A los años se
mudan a Caracas a continuar con sus vidas. Desde hace varios meses Fabian , el
mejor amigo de Jesucristo se ha acercado más a ella, aunque se conocen desde
hace años. Ella no le desagrada pero está casada y le debe respeto a su esposo.
–Mi amor hoy usted ha sido muy valiente
confesando eso que dijo, estoy muy orgullosa de usted y cuentas con mi apoyo
siempre, esos, yo no quiero verlo en escándalos raros, ni en drogas ni que me
deje los estudios por estar embochichándose con los noviecitos.
–Tranquila mamá, además no tengo novio, no
he tenido…soy virgen.
–Si pero en cuanto usted deje la virginidad
en el pasado todo se complica, la gente se pone como loca.
–No mamá, yo no soy así, a mi esas cosas no
me gustan, la promiscuidad, tener sexo por tenerlo no va conmigo. Quédese
tranquila.
Mami, ¿mi papá está bravo conmigo? No lo vi
más.
–No mi amor, está un poco triste, pero no
porque sea gay, él tenía la ilusión de ser abuelo, eso es todo, pero ya se le
pasará, vaya a la habitación y hable con él.
Jesucristo entra a la habitación de sus
padres.
–Permiso papi, ¿puedo pasar? ¿está
despierto?
–Si mijo, pase, venga para acá, déjeme
abrazarlo. –Diógenes lo abraza fuerte y se le agüan los ojos, Jesucristo responde
el abrazo.
Diógenes López, comerciante, tiene 60 años.
Hace 20 años tenía negocios en Mérida, todas las semanas iba para allá, en uno
de esos viajes conoce a María Corina que tenía apenas 18 años. Cada vez que la
veía la cortejaba, le invitaba un jugo en la bodega, le regalaba flores.
Conocía al padre pues hacían negocios juntos.
Tanto insistió Diógenes que la muchacha se
entregó a él sabiendo que era virgen. Tuvieron una relación a distancia por 2
años, cada vez que iba se veían y tenían relaciones, hasta que un día María
quedó embarazada.
No le quedó más remedio que contarle a su
familia y su padre por vergüenza, la obligó a casarse con Diógenes, que le
pareció excelente idea pues le gustaba la muchacha e iba a tener descendencia.
Él se la lleva a la capital y comienzan una nueva vida.
–Papi, pensé que estaba molesto conmigo por
lo que dije anoche.
–No mijo como crees, si me impresionó que
dijeras que eres homosexual, pero ya, como no voy a quererte, eres mi hijo.
–Yo sé que usted quería ser abuelo pero bueno
de momento no puede ser, pero igual le puedo dar un nieto, buscamos un vientre
y con una inseminación pues listo.
–No, no esas cosas pre fabricadas no me
gustan, yo quería verte casado con una mujer y con hijos pero si no se puede,
no se puede. Sea feliz muchacho, cuidado con quien se mete mire que hay mucho
desviado por ahí que quiere hacer daño.
–Tranquilo papá, yo me cuidaré, yo no tengo
novio y soy virgen todavía, no estoy pendiente de eso, mi prioridad ahora son
mis estudios.
–Que bueno, pero tampoco se me achante y
llege virgen a los 30 años, vaya y
disfrute pero usando la cabeza y el condón.
Diógenes le dio un beso en la frente y se
fue a acostar ya eran las 2 de la mañana.
Jesucristo se fue a su habitación, Fabian
estaba acostado viendo la televisión.
–¿Usted se duchó?
–Si, hace un rato, ¿que tal con tus papás?
–Bien, todo bien, estoy contento y aliviado
que ambos lo tomaron con naturalidad.
–Como tiene que ser. Mira y ahora aquí
entre nos, ¿cuando te estrenes que vas a querer? ¿Que te cojan o coger?
–¿Qué preguntas son esas Fabián? Yo que sé,
no lo he hecho para saber, a lo mejor me gustan las dos cosas.
–Vas a gozar si te gustan las dos cosas
jajaja ¿te imaginas? Te estás cogiendo a un carajo y otro te coge a ti.
–Vamos a dormir que es tarde, usted tiene
esa mente cochina.
Jesucristo se acerca a la cama y un
muchacho lo espera abriéndose las nalgas. Se monta en la cama y lo penetra. “Disfrute pero usando la cabeza y el condón”
recordaba las palabras de su padre, igual lo penetró sin usar protección. Cuando
ya comenzaba a moverse, ve que alguien detrás de él separa sus nalgas y hace lo
mismo que estaba haciéndole al otro muchacho. Siente como lo van penetrando y
comienza a gemir, igual que el muchacho que el penetra.
–AAH, AAH, AAH.
Fabián se levanta y se da la vuelta a ver
a Jesucristo, que está con los ojos
cerrados y retorciéndose en la cama, enciende la lamparita de la mesita de
noche y lo ve.
–AAAh AAH AAH siga, siga, siga.
De repente Jesucristo se pone tenso y el
boxer comienza a humecerse y aparece una enorme mancha de semen sobre la tela. Se
relaja y su respiración está agitada. Abre los ojos.
–Maaaarico, ¿qué estarías haciendo en ese
sueño? Mira como acabaste.
–¡Oiga déjeme! ¿qué hace usted viéndome?
¡Voltéese y déjeme en paz!
El muchacho se levanta y se va al baño a
limpiarse. Se ve al espejo y se sonrie.
–Eso
estuvo muy bueno ¿verdad? Pero me gustó, me gustó.
Terminó de limpiarse y se fue a la cama.
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