La confesión.
Jesucristo estaba acostado junto a Emilio cerca de su
hombro, en un movimiento que hizo puso su mano en el pecho del profesor que al
sentir el roce no pudo evitar que se excitara y su pene comenzara a crecer.
–Mira como me pones con apenas tocarme. -El interior se
quedó pequeño y estaba tenso. -Voy a quitarme el interior.
–No, no haga eso, no hay necesidad. –El muchacho vio aquel
pene enorme y grueso y tragó saliva. En su vida había visto aquellas
dimensiones tan de cerca.
Emilio contrajo el esfínter e hizo que su pene lubricara y
corriera una gota por todo el tronco.
–Tócalo.
–No. -Decía Jesucristo que no le quitaba la mirada. –Por eso
es que no quería venir, yo sabía que usted quería otra cosa y yo de bobo le
hago caso.
Se sienta en la cama y a Emilio se le va la erección.
–Ya tranquilo, no te pongas así, discúlpame. -Se subió el
interior y buscó un bermuda.
–Ven, ven acá. –Le tomó de la cara. –Mira chamito, tú me
gustas desde hace mucho tiempo, me encantas, estoy enamorado de ti, pero sí,
eres menor de edad pero hasta hoy. Quisiera empatarme contigo. Me tienes
loquito.
–No, pero no me diga esas cosas, yo soy un niño para usted,
además usted está casado, y yo no estoy enamorado de usted, disculpe que se lo
diga así, yo lo quiero a usted mucho, ha sido mi mejor amigo desde que lo
conocí y siempre ha estado a mi lado apoyándome, pero yo lo veo como un hermano
mayor, el que no tuve ¿entiende?.
Emilio lo soltó y se apartó unos centímetros de él, cerró
los ojos, sus labios temblaban.
–Ok, ok, Cristo, tienes razón, esto es una locura, vamos a
vestirnos y te llevo a tu casa.
Al llegar al edificio, Emilio apagó el carro.
–Quiero que me disculpes por lo de esta tarde, no quise
incomodarte y que te sientieras mal, es lo menos que deseo chamito, yo te
quiero bonito y te quiero alegre. Si no eres para mi pues ni modo. Yo seguiré
siendo tu profe, tu amigo, tu confidente, tu hermano mayor si quieres.
–Gracias Emilio, yo a usted lo quiero mucho ¿sabe? Y no quiero perder su amistad por esto que pasó hoy.
–Gracias Emilio, yo a usted lo quiero mucho ¿sabe? Y no quiero perder su amistad por esto que pasó hoy.
–Eso no va a suceder, anda sube que tu familia te espera.
Jesucristo se le acercó y le dio un beso en la boca. –Quiero
que suba conmigo, yo necesito que esté ahí a mi lado para cuando dé mi
discurso.
–¿Discurso?
Llegaron al apartamento y ambos saludaron a todos. La
familia de Jesucristo conoce a Emilio desde que el muchacho estaba en el
colegio. Saludó a su mejor amigo Fabián, a sus primos, tios y a su amiga
Esperanza. Le dio un beso a sus padres.
Brindaron con champaña, repartieron pasapalos y dulces.
Minutos antes de la medianoche, Jesucristo pidió la atención
de los presentes.
–Quiero dar unas palabras con motivo de esta celebración y
es que quiero aprovechar para dar otro anuncio.
Esperanza lo vio y le abrió los ojos. Le escribió al
celular.
–<¿De verdad lo vas a hacer?>
Jesucristo revisó el mensaje, vio a su amiga y movió la
cabeza ligeramente afirmando.
–Bueno hoy finalmente me gradué de bachiller, a pesar del
gran cambio que fue el venirme a Caracas con Ia familia y descubrir que esta
ciudad es un monstruo indomable y sin riendas que si uno se descuida te come,
me costó adaptarme a la ciudad, al colegio y a mi entorno donde vivo pero
gracias a los amigos que conocí todo fluyó y pude atravesar obstáculos, hoy mi
nuevo reto es ser odontólogo y sé que lo que viene será más dificil pero lo
superaré.
Quiero agradecer primero a mi familia, a mami y a papi que
me han dado el mejor ejemplo y la mejor educación que un niño pueda tener, los
amo, a mi profesor Emilio que desde que llegué al colegio con apenas 10 años me
ayudó a adaptarme sin ni siquiera darme clases, él estuvo en el momento
correcto, a usted Fabián mi apoyo, mi cómplice, el que me sacaba a la calle
cuando estaba triste y me arrancaba una sonrisa a pesar de que su vida a estado
en muchos aspectos no muy optimista. Yo a usted lo quiero con el alma. A mis
primos que luego de años sin verlos llegaron a esta ciudad a lo mismo, a vivir
nuevas experiencias y aquí de nuevo juntos y finalmente a usted Esperanza mi
gran amiga, mi cable a tierra, la que me baja de la nube a cada rato, la loca
del colegio, la mejor amiga que un hombre pueda tener.
–USTEDES VAN A SER NOVIOS. –Gritó Diógenes, el papá de
Jesucristo. Todos rieron menos el muchacho, Esperanza y Emilio.
–Hoy cuando ya tengo 18 años, una incipiente mayoría de edad
quiero contarle a mi familia, amigos y al mundo entero, que desde que entré al
colegio a los 10 años, sabía que algo pasaba en mí y con los años lo supe. Soy
homosexual.
La copa de champaña que cargaba el papá de Jesucristto cayó
al suelo. –¿que dijo? ¿Homosexual o heterosexual?
–Diógenes es gay, tu hijo es gay. -Le dijo una tia política
del muchacho.
–¡Bravo carajo bravo! Ese es mi pana, ¡valiente no joda! –Fabián
se acercó a su amigo y lo abrazó con fuerza por varios segundos.
Jesuscristo se puso a llorar y su familia y amigos se
acercaron para abrazarlo. Emilio estaba apartado llorando, esperando para
también abrazarlo.
Diógenes, su papá seguía en shock.
–Mi hijo es gay, ¿gay? Pero si yo quiero ser abuelo, tuve un
hijo para tener descendencia, ya no voy a ser abuelo.
–Mi amor es tu hijo, acaba de realizar un acto de valentía
frente a su familia, sí, nuestro hijo es gay, hay que celebrar que tenemos un
hijo inteligente, sano y valiente. –Le hablaba Maria Corina, la madre del
muchacho.
–Si claro, claro coño, mi hijo se graduó de bachiller. -Se
apresuró para abrazarlo y cargarlo y darle varios besos en la mejilla.
–Hijo a usted lo quiero mucho, usted va a ser grande, va a
ser el mejor odontólogo de este país y yo lo voy a ayudar. Se le acercó y le
habló bajito. –Yo espero que eso de ser gay no le dure mucho ¿oyó? Yo quiero
nietos, no me puede dejar sin nietos.
–Papi, ser gay no es algo de quitar y poner, me gustan los
hombres, eso no va a cambiar.
–Ay mijo, ¿cómo le van a gustar los hombres? Eso no puede
ser, eso es muy raro. Eso…ahí atrás no es para meter cosas, de ahí sale lo que
ya no sirve,
–¡Papá! No hable de esas cosas. ¿No me diga que usted ahora
me va a rechazar?
–No, como voy a hacer eso, usted es mi hijo. Pero me va a dejar
sin nietos, sin nuera, sin boda, yo lo quiero ver casado y con muchachos
correteando y ya eso no se puede.
Se le quedó viendo a los ojos, los suyos se inundaron de
lágrimas.
–Vaya, vaya a celebrar con sus primos y amigos.
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