Amor
prohibido.
Diógenes estaba desayunando con su esposa
pero estaba decaído sin ánimos ni apetito.
–¿Usted va a seguir así con esos ánimos?
Tiene que ponerse bien y empezar a trabajar está flojeando mucho. No puede ser
que usted siga triste por lo de Cristo.
–En mala hora a ese muchacho le gustaron
los hombres. -Se quedaron callados unos segundos y Diógenes volvió a hablar. –A
lo mejor es bisexual de esos que el gustan hombres y mujeres, él no ha probado
a una mujer.
–Nuestro hijo es homosexual Diógenes, no
hay vuelta de hoja.
–Yo quería tanto unos nietos. -Sus ojos se
llenaron de lágrimas.
–Usted tiene que distraerse, ¿será que este
fin vamos a la playa que hace tiempo que no lo hacemos?
–No puedo, tengo un viaje pendiente con los
socios de la empresa de Fabián, me voy el fin de semana a la fábrica
–¿Ah sí? -María Corina se puso nerviosa –¿Y
Fabián va?.
–No mujer, si el muchacho aún no entra a trabajar
en las empresas, cuando se gradúe. Ese muchacho si le gustan las mujeres, ojalá
mi hijo tomara ejemplo de su amigo.
–Ya basta, termine de desayunar y lo ayudo
a hacer la maleta. ¿quiere que lo acompañe?
–Me encantaría mi amor pero es que te vas a
aburrir, no voy a estar pendiente de ti.
–Esta bien, pero tenemos pendiente lo de la
playa para ir los tres.
–Seguro mi amor.
Se fueron a la habitación a acomodar el
bolso que se llevaría. Al día siguiente María Corina lo llevaba al aeropuerto
junto con su hijo.
Ya de regreso en la autopista, luego de
pensarlo mucho Jesuscristo le preguntó a su madre.
–Mami, antier cuando fui con Yonaikel a lo
del pasaporte, me dijo algo que no entendí. Me dijo que a mi papá le estaban
soplando el bistec.
A María Corina le entró una repentina tos
que tuvo que colocarse en el hombrillo y frenar.
–¿Qué pasó mami? ¿Se siente bien?
–Si, si, ¿y por qué le dijo eso Yonaikel? Voy a matar a ese motorizado. -Pensó
–No sé, por eso le pregunto si usted sabe a
que se refiere.
María Corina hizo tiempo acomodándose en el
espejo y acomodar la alfombra. –No sé mi amor debe ser un término de los
motorizados, debe ser una cosa sexual, él siempre está con eso, algo de que yo
le soplo a tu padre o algo.
–Que raro eso, está loco ese tipo. Voy a
averiguar eso.
Llegaron al apartamento y Jesucristo salió
con Esperanza, ella le iba a contar lo que le había pasado.
Suena el celular de María Corina. Era
Fabián.
–<Hola, pero usted aparece en los
momentos clave>
–<Exactamente mi hermosa mujer, tu
esposo se fue de viaje a la empresa de mi padre por todo el fin de semana, así
yo la voy a secuestrar para llevarla a Los Roques ida por vuelta>.
–<Usted se volvió loco, ¿cómo me voy a
ir con usted a Los Roques? ¿y con qué dinero? Soy una muj…
–<Una mujer casada, ya lo sé María
Corina. Mañana te busco a las seis de la mañana, nos vamos en mi avioneta>.
–<Le he dicho que no Fabián, no insista>.
–<Ve buscando el traje de baño. El más
bello que tengas.> Colgó la llamada
Este niño está loco, no pienso ir con él a
ningún lado. Se fue al trabajo que ya iba tarde.
Sábado a las seis de la mañana suena el
celular de María Corina.
–<Aló>
–<Buenos días mujer preciosa, ¿ya está
lista o la espero?.
–<No estoy lista Fabián, se puede
ir>.
–<Por qué no se asoma al balcón>.
Se pone una bata y se va al balcón, al
asomarse ve a Fabián con un ramo de rosas rosadas y él apoyado en una limosina.
Llamó.
–Dile a tu hijo que vas a la playa con unas
amigas y te vienes ya.
María Corina buscó un traje de baño, un
bermuda, sandalias, gorro, bloqueador, un pareo y metió todo en un bolso, ella
se puso un vestido ligero y fresco.
–Mi amor, me acaban de invitar a la playa
unas amigas del trabajo. Se queda al pendiente de la casa, si sale, me avisa,
yo voy a llamar a su papá.
–Mmmmmmm ok apague la luz que tengo sueño,
pásela bien. -Le dijo Jesucristo entre despierto y dormido y sin abrir los
ojos.
María Corina pensó que su hijo iba a
preguntarle más sobre la playa, pero siguió durmiendo. Bajó.
–Muy buenos día bella dama, entre usted a
la limosina.
Al entrar vio que adentro los esperaba un desayuno
completo; frutas, cereal, yogurt, jugo, café, leche, galletas, pan, cruasán. Lo
necesario para empezar con energía.
–Yo le voy a decir algo muchachito, que sea
la última vez que usted me hace esto. Si su familia se entera y llega a oídos
de mi esposo, ¿cómo quedo yo?.
–Hoy quedarás con el mejor bronceado y vas
a disfrutar de una de las mejores playas del mundo, vamos a desayunar ¿si?
Suena el celular de Fabián. –Es tu hijo.
–Le hace un gesto con el dedo para que guarde silencio.
–<Epa menor, ¿cómo estás?>
–<Hola Fabián, bien, ¿mire será que nos
vemos hoy? Quería contarle sobre el muchacho que me gusta y decirle que ya
hicimos el amor pero quería contarle en persona.
–¿En serio? ¿Ya te estrenaste? –Le volvió
hacer un gesto a María Corina de que su hijo ya no era virgen.
–<Le cuento en persona>
–<Hoy no puedo, amigo, estoy de viaje,
regreso en la noche, ¿te parece mañana?>
–<Esta bien, qué lastima, hoy que estoy
solo que mi mamá se fue a la playa>
–<Que broma, tranquilo que mañana nos
vemos>
–<Por ciero Fabián, ¿usted sabe que es
que le soplen el bistec?>
Se rió –¿Soplar el bistec? Claro
María Corina comenzó a mover los brazos
diciéndole que no dijera nada
–<A ver ¿qué significa eso?>
–<Eh bueno…> María Corina le quitó el
celular y lo apagó.
–¿Qué pasó?
–No le diga nada a Cristo.
–¿Me puedes explicar que pasa?
–Que Yonaikel el motorizado de mi oficina
le dijo que a Diógenes le estaban soplando el bistec.
Fabián apoyó las manos en sus piernas y
agachó la cabeza.
–Lo siento María Corina, de verdad, mil
disculpas esto fue un grave error.-Levantó el auricular. –Bruno, da la vuelta,
nos regresamos.
–No, no, no Fabián, vamos a Los Roques.
–¿En serio, seguro? No tengo problema en
cancelar todo y te dejo en casa.
–Estoy segura. Necesito olvidarme de todo,
quiero un día sin pensar en nada ni nadie solo yo.
–¿Ni siquiera vas a pensar en mi? –Se
levantó del asiento y se le acercó para darle un beso en la boca que María
Corina no rechazó y respondió.
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