Jugando
con fuego.
Una y otra vez llegaba a su mente el
momento en que Yovana lleva su mano a su entrepierna. En su cama dormida se
retorcía mientras revivía esa escena. Su mano se fue directamente a su vagina
para tocarse y eso la despertó enseguida.
Con la frente brillante por el sudor y la
respiración agitada se queda sentada en la cama.
–¡Dios! ¿Qué me pasa? ¿Qué hora es?.
Al ver el reloj eran las 10 de la mañana,
llamó a Jesucristo para verse y terminar unas diligencias. Luego le escribió a
Clemente.
–<Hola, ¿cómo estas?>
–<Hola preciosa, que sorpresa, bien,
trabajando.
–<Ah que bien, mira ¿será que nos
podemos ver hoy, en la tarde?>
–<Claro preciosa, me desocupo a las
cinco de la tarde, tu dime el lugar y ahí nos vemos.
Se encontraron en la misma cafetería donde va
con Jesucristo, a las 5:30 de la tarde ya estaban ahí.
–No imaginé que me llamarías tan pronto
para vernos, te confieso que me encantó ver tu mensaje.
–Si bueno, para que retrasarlo tanto.
-Esperanza quería sacarse la idea de que es lesbiana de su mente y estar con un
hombre para despejar cualquier duda. –Dudé en hacerlo porque tienes novia y me
da pena que dejes todo y vinieras a la cita.
–Terminé con ella el día que nos conocimos,
eso no iba a ninguna parte.
Esperanza estaba sorprendida con la
noticia. –No habrás terminado por mi. O sea, no quiero dármelas de importante,
pero es como loco que justo ese día termines con tu novia.
–No vale, terminé con ella porque no
tenemos nada en común. -Mintió, conocer a Esperanza le dio el empuje para dejar
a su novia. Ver a Esperanza vulnerable y desprotegida ante el atraco lo
conmovió y enamoró.
–Ah bueno, me quedo más tranquila, pero me
alegro que hayas terminado, bueno quiero decir, que mejor no seguir con algo
que no funciona, ¿no?
–Si, ella es una ricachona pretensiosa sin
nada en el cerebro, sin futuro, un futuro que tiene asegurado con todo el
dineral de su familia.
Esperanza se puso roja y encogió los
hombros.
–¿Qué pasó? ¿Dije algo malo?
–No, bueno…es que…yo también tengo dinero,
mis papás. Mi mamá es una de las dueñas de las empresas Caruao.
Clemente la vio sorprendido. –Wao.
–Creo que no te hizo mucha gracia.
–No, no vale, jeje es que me sorprende,
pero tú no tienes nada que ver con ella, a Úrsula sin hablar se le nota lo
fresa y millonaria y eso ya no me gusta.
–Vamos a dejar de hablar de ella y hablemos
de nosotros.
–Yo encantadísimo de comenzar una relación
contigo.
–Ya va, ya va jejeje vamos con calma.
En ese momeno suena el celular de Esperanza
que cuando lo ve, no reconoce el número pero atiende.
–Disculpa. –<Aló>
–<Hola Esperanza, ¿cómo estás? Soy
Yovana, la otra vez te fuiste de la tienda y no supe de ti. Tu número me lo dio
Sara. Quisiera verte, hoy, ¿puedes?
Esperanza se puso nerviosa y se levantó de
la mesa haciéndole un gesto a Clemente que le diera un chance.
La muchacha titubeó unos instantes para
luego responderle a Yovana.
–<Si, pero, más tarde, como en un par de
horas ¿si?>
–<Si, no hay problema, puedes venir a mi
casa, bueno al apartamento donde vivo, estoy alquilada en una habitación pero
puedes venir. Tengo que hablar contigo de algo>
–<Ok, pásame la dirección por
mensaje> Esperanza se pasó la mano por el ojo y se peinó el pelo, se puso
nerviosa. Se despidió y colgó.
–Disculpa, era una amiga, para vernos más
tarde.
–Tranquila preciosa, ¿tienes tiempo para
otro café?
–Si.
–Luego te llevo donde quieras.
–Tengo carro.
–Que lástima, me hubiese encantado
llevarte.
Siguieron conversando de sus familias y de
odontología, Luego la acompañó hasta su auto para despedirla.
–Me encantaría verte de nuevo pero más
tranquilos e invitarte a cenar.
–Claro, quiero verte de nuev… –Un beso en
la boca la enmudeció. Clamente puso su mano en la mejilla de ella y la acercó
hacia él. Espernza se dejó llevar, su piel se erizaba a medida que el beso
continuaba. Se separaron.
–Discúlpame por robarte un beso, pero
quería hacerlo, chao preciosa, avísame cuando estés en tu cita y luego en tu
casa.
–Esta bien, chao. –Esperanza estaba roja y
su cuerpo temblaba. Entró a su carro.
Llegó al edificio y Yovana la esperaba en
la entrada.
–Gracias por venir, ven subamos.
Llegaron al apartamento, tenía 3
habitaciones que estaban alquiladas a otras personas pero en ese momento no
había nadie.
–Quiero disculparme por lo de la otra vez,
fue un impulso, un arrebato, pero es que me gustas.
–Tranquila, no hay problema, discúlpame tú
a mi por irme así de esa manera, me puse nerviosa, yo…es…la primera vez que una
mujer me besa y yo…no soy lesbiana.
–Yovana la volvió a besar y esta vez Esperanza
no puso resistencia y la abrazó y se entregó al beso.
–Comenzaron a desnudarse, ambas se
deshicieron del sostén y Yovana le tomó las tetas y comenzó a lamerle los
pezones. Esperanza estaba excitada, sentía como su entrepierna se humedecía y
ahora era ella que lamía los pezones de Yovana y comenzó a desabotonarle el
pantalón..
–Ya va, ya va, ya va, Esperanza, ya va, no.
Espera. Perdóname, vamos a detenernos aquí.
Esperanza tenía la piel enrrojecida de la
excitación y la respiración acelerada.
–¿Qué pasó? ¿Por qué? Yo quiero seguir.
–Tengo que decirte algo, Yovana se levantó
del sofá.
–Si tienes novia, lo puedo entender, no hay
problema, podemos ser amantes, yo me adapto.
¿Qué estoy diciendo? Espera que hable, Dios esta mujer me dejó mal, ¿cómo se le
ocurre detenerse?.
–No, no es eso, estoy soltera.
–¿Entonces? No entiendo.
–Soy una mujer transgénero.
Esperanza la vio directo a los ojos como si
le hubiesen dicho algo que no entendió.
Yovana se desabotonó el pantalón, se lo
bajó a medio muslo junto con su ropa interior.
–A esto me refiero. Soy una mujer atrapada
en el cuerpo de un hombre, soy mujer aunque no me he operado y no me interesa
hacerlo, esta soy yo.
Esperanza comenzó a marearse no sabía donde
enfocar la vista pues veía luces blancas, tuvo que sentarse.
–Ya va, que estoy mareada. No sé que me
dijiste, tienes un pene, pero eres mujer, te ves como una mujer.
–Soy un mujer Esperanza, necesitaba decirte
esto desde el primer día.
–Yo me tengo que ir, yo me voy, no me
siento bien.
Yovana, se arregló el pantalón, estaba
visiblemente afectada y con lágrimas en los ojos. Le abrió la puerta a
Esperanza y solo se limitó a verla bajar por las escaleras.
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