¿Reordenando la vida?.
De lo poco que quedó en el apartamento, estaban las llaves
del maletero. Bajó para sacar un bulto lleno de ropa para regalar y utilizarla
mientras compraba nueva. Por el tiempo guardada olía a húmedo pero tuvo que usarla
así, la otra la enviaría a la lavandería.
Era jueves y estaba agotado física y mentalmente, entre
poner la denuncia, cancelar tarjetas de crédito y sacarse la cédula, lo que
quería era sentarse hasta el día siguiente.
Decidió ir a tomarse un café y comerse una torta, mejor eso
que irse a comprar una botella y beberla hasta perder la conciencia.
Antes de llegar a la cafetería fue a un centro de
comuicaciones y llamó a Jesucristo para contarle.
–Ay Dios mio Emilio ¿cómo va a ser eso? Que terrible, déjeme
hablar con mis padres para que se quede unos días en mi casa y así pueda estar
cómodo>.
–<No, no quiero incomodar>
–<Usted no incomoda, ademas está pasando por una dificil
situación>
–<Esta bien, te llamo más tarde>
Llegó a la cafetería y se sentó en una de las mesas.
Lo atendieron y pidió un café y una torta Red Velvet.
–¡Ay bueno haz lo que te de la gana vale, no te insisto más,
quédate en tu adorada oficina trabajando chao!. –El muchacho que hablaba por el
celular, visblemente molesto dio la vuelta y tropezó con Emilio que se dirigía
al baño.
–Disculpa, au perdón.
–¿Te golpeaste?
–Ay si…me di con la pata au, au, au.
–Ven acá, siéntate aquí para verte la pierna.
–No vale tranquilo, ya me iba. –El joven percibió un olor a
humedad pero le restó importancia debido al golpe que recibió.
–Relájate, estás molesto, te invito un café para que te
calmes y charlemos así me haces compañía.
El muchacho se sonrió y se fue un momento al baño con la
promesa de sentarse a tomar un café.
–Estabas molesto cuando hablabas por teléfono.
–No suelo ponerme así y menos en público, es que mi pareja
me saca la piedra, prefiere matarse trabajando que estar conmigo, Siempre pone
de primero su trabajo y sus cosas que yo que soy su pareja y tenemos cinco
años.
–Wao que bien, bueno, digo lo de los cinco años.
–Si, hemos durado, pero de unos años para acá estamos medio
mal.
–¿Y estan haciendo algo al respecto?
–Yo sí pero el no quiere poner de su parte, lo suyo es trabajar
como un burro para independizarse de una vez y vivir solo.
–Pero eso está bien.
–Si claro pero no a costa de sacrificar su relación, sino
que me diga y terminamos y yo no quiero terminar.
–Siéntense a hablar, es lo mejor para sacar todo lo que
tienen ahí agarrado.
–¿Y tú? ¿Tienes pareja? Que loco todo esto, yo contándole a
un extraño mi vida.
–¿Te duele la pierna?
–Un poco pero va pasando.
–No, estoy soltero, hay alguien que me gusta pero nada
serio.
–Pero eres muy guapo, deberías tener novia.
–No tengo novia.
–No te dije, yo soy gay.
–Me lo supuse cuando dijiste que tu novio quiere vivir solo.
Yo tambien soy.
–¿Qué?
–Gay, soy gay.
–Ah ya. –Lo miró a los ojos y se sonrió.
Emilio le contó por lo que estaba pasando y por ahí
comenzaron a hablar.
–Llevamos rato hablando y no me has dicho tu nombre, ni yo
tampoco jajaja.
–Gilberto Vera, soy contador.
–Mucho gusto, Emilio Cáceres, profesor de inglés y francés.
Te parece si vamos a otro sitio a tomarnos algo más fuerte.
–Mmmm no sé, estoy esperando a mi novio.
–Le dices donde estás, a lo mejor ni te llama, no quiero ser
aguafiestas lo digo por lo que me has contado.
–Bueno sí, vámonos, que tanto, si quiere que llame, yo
también tengo que hacer mis cosas.
Fueron hasta las Mercedes a Paseo Las Mercedes, un centro
comercial donde hay un centro cultural con teatros, salas de cine, galeria de
arte, restaurantes y librería.
Pidieron unos cocteles y siguieron hablando, cada uno
contando sus penas de amor, se confesaron, se desahogaron y ya parecía que eran
amigos de toda la vida.
–Mira, son las 9 de la noche y el pajúo este no me ha
llamado, que bolas tiene
–Déjalo, ¿no la estás pasando bien?
–La verdad que sí, que se joda. -Sonó su celular. –Lo
reventamos, mira, Pablo, así es que se llama el marido mio jejeje.
–<Aló>
–<Hola amor, estoy saliendo de la oficina, estoy mamao,
discúlpame, me voy a casa>
–<Dale mi amor tranquilo yo ando con un pana echándomes
unos palos>.
–<¿Estás borracho?>
–<Un poco, no sé ni cuantos tragos llevo>
–<¿Quieres que te busque? ¿dónde estás?>
–No chico, tú estás mamao, anda a dormir que yo me quedo con
este pana, Él me da la cola>
–<Bueno escríbeme cuando llegues a tu casa y no bebas
mucho coño, que tú no bebes>
–<Ok> “No bebas mucho”, ay sí, el preocupado, no joda,
si es arrecho.
–Estoy muy quesúo, el alcohol me pone a mil.
–¿Pendiente de una tiradita? Te advierto que yo soy pasivo,
pasivo, nada de activo ni versatil.
–¿Quieres tirar?
–Psss jaja no sé, tengo novio, no debería hacer eso.
–No tiene porque enterarse. Aquí cerca hay un hotel, echamos
uno y te dejo en tu casa.
–No me tientes guevón, tú si estás bueno, aunque mi novio
está podrido de bueno, pero es un imbécil.
–¿Vamos al hotel?
–Pidamos otra ronda.
–La pedimos para llevar, quiero cogerte.
Ambos, borrachos llegaron a la habitación tropezando con
todo. Se quitaban la ropa torpemente mientras se besaban
–No debería estar haciendo esto.
–Cállate y déjate coger. –Emilio lo tumbó en la cama y
comenzó besarlo por todos lados mientras sus manos recorrían su cuerpo. Tocaron
las nalgas y sus dedos fueron directo al culo para introducirlos.
–Yo no tengo condón marico.
–Yo tampoco, pero estoy sano. –Se besaron y Emilio le levantó las piernas para darle un
buen beso negro.
–Aay, aay, aaay, no aguanto, mételo, mételo, méteme ese
guevo.
Emilio se detuvo y se puso sobre él, introduciendo su pene
poco a poco en su culo ya dilatado.
–Uuf lo tienes caliente que rico como se siente. Ya lo
tienes todo adentro.
–Dame duro, cógeme.
Emilio se montó sobre él y comenzó a moverse, su pene
entraba y salía, Gilberto gemía. Se detuvo para besarlo.
–Te amo Cristo, te amo, Cristo, eres mío.
–Llámame como quieres pero mételo, anda
Emilio reaccionó y al ver al cara se dio cuenta de con quien
estaba y de la rabia le dio más duro, algo que Gilberto agradeció. Tenía años
que no tenía sexo salvaje y menos con un extraño.
–¿Dónde quieres la leche?
–Donde tú quieras.
–Donde quieras tú, dime, que estoy a punto.
–En el pecho.
Emilio se levantó y se puso de pie en la cama masturbándose
y viendo caer los chorros en el pecho y cara de Gilberto que estaba privado de
la excitación pues el también se corría al mismo tiempo.
Se acostó en la cama, agotado y encendieron el televisor.
–¿A que hora nos tenemos que ir? –Preguntaba Gilberto que
luchaba por no dormirse.
–Pagué para quedarme, pero yo te llevo ahora en un rato.
Unos minutos después se quedaban dormidos profundamente.
La luz del día entraba como un rayo por la ventana cayendo
sobre la cara de Gilberto que abrió un ojo y vio que era de día, el dolor de
cabeza lo retuvo en la cama unos segundos, volteó y vio a Emilio.
–Mierda, mierda, mierda ¿qué hice coño qué hice?
Vio el reloj. Las 10 de la mañana, se vistió y levantó a
Emilio. Revisó su celular y tenía 3 llamadas perdidas de Pablo y 3 mensajes.
–<¿Dónde coño estás?, ¿estás en tu casa?> -No
respondió, los nervios lo atacaron.
–Esto no debio pasar Emilio.
–Bueno pasó deja el estrés, son las 10 de la mañana. Vamos a
desayunar.
Fueron a una panadería. Gilberto estaba con una cara de
vergüenza como si todos los hombres que estaban ahí fueran Pablo.
–Que mal me siento, yo no debí ir a ese hotel vale.
–Ya, Gilberto, ambos quisimos, somos adultos, queríamos
hacerlo.
–No, el alcohol me hizo hacer resto.
–Anoche te entregaste de una manera, se podría pensar que
tienes tiempo que no lo hacías o que no lo hacías así pero lo disfrutaste al
máximo.
–Tenemos meses que no lo hacemos.
–¿Tú crees que tu novio no ha tirado por ahí?
–No, no creo, no sé, no sé, el caso es que yo lo hice y me
siento muy mal, ¿me puedes llevar a mi casa?
Lo llevó hasta su edificio.
–Gracias.
–De nada, si quieres anota mi número, no tengo celular, hoy
resuelvo eso, pero escribeme esta noche.
–No, prefiero que no me des nada, no pienso repetir y menos
verte de nuevo, lo que pasó se dio y ya, no hay replay. Chao y gracias de
nuevo.
Emilio arrancó en su carro.
–Soy un rompe hogares, esa relación no le veo futuro y luego
de esto menos. Cuanto lo siento, él se quiso acostar, yo le di lo que quería. Si
yo no soy feliz pues que se jodan otros también.
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