Justicia a su manera. Parte 2.
El Ministro y Presidente de la Corporación Eléctrica Nacional Rojas
Dominguez se volteaba luego de agacharse para buscar la botella de
Cocuy.
Le vio a Virginia el escote que ahora estaba más pronuciado, tragó saliva y se mordió el labio inferior.
-¿Ministro comenzamos la entrevista?
-¿En serio tú viniste a mi oficina pensando que venías a entrevistarme?
-Dígame usted a que vine, si no fue a trabajar.
El
Ministro sirvió los shot y le entregó uno a ella mientras él se bebía
el suyo, se acercó a Virginia, tan cerca que sentía su aliento. Le puso
una mano en la nalga.
-Viniste a sacarme información a cambio te voy a coger.
-No, vine a tener sexo con un Ministro. Me da morbo.
-¿Ah sí?
-¿Te gusto?
-Si
se desnuda y me deja ver que me ofrece a lo mejor me gusta. -Virginia
se echó para atrás y dejó caer su vestido quedando totalmente desnuda.
-Coño...¡Qué buena estás! ¿Dónde coño estabas metida?
-Quítate la ropa quiero ver lo que tienes.
El
Ministro comenzó a quitarse la camisa y la corbata. Sin tener un cuerpo
de gimnasio, estaba bastante bien para su edad. Un pecho velludo y algo
canoso. Mientras se desabrochaba el cinturón miraba a la periodista que
se tocaba los pechos y rozaba sus uñas en la piel.
El pantalón cayó y tenía un bóxer azul nada provocativo, marcaban un pequeño bulto.
-Quítate el bóxer.
-Estás ansiosa.
-Estoy apurada.
El
Ministro Rojas se bajó el boxer dejando al descubierto unas nalgas
planas y escurridas. Su pene, apenas se asomaba entre el abultado
vello púbico canoso, lubricaba y del prepucio colgaba una gota.
-¿Ya lo tienes parado?
-Desde hace rato.
Virginia
se sonrió fue al escritorio de vidrio y lanzó todo al piso, se montó y
levantó las piernas dejandobsu vagina a la vista del hombre que se
tocaba el diminuto pene.
-Yo también estoy lubricando, me tienes excitada.
Rojas
fijó la mirada en la entrepierna húmeda de la mujer y su corazón
comenzó a latir a prisa. Se acercó a ella y sin preámbulos la penetró.
-Tienes esa cuca caliente coño, quema.
-Si maldito quema y va a quemarte todo.
Rojas
no aguantó el ardor y se apartó de ella. Su pene y vello púbico habían
desaparecido mientras el Ministro gritaba del dolor.
La puerta de su despacho se abrió, era la esposa.
-¡MARTAAAA, ME QUEMAAA, ESTA MUJER ME QUEMÓ!
Virginia
se baja del escritorio, de sus piernas escurrían hilos de sangre,
miraba a la mujer y de repente los vidrios de la oficina estallaron
hacia adentro. La esposa se paralizó, se tapó la boca sin poder creer lo
que pasaba.
-¿Estás sorprendida que tu esposo te engañaba? Se acostaba con media Corporación.
Rojas
se elevo en el aire. Marta, su esposa lloraba, su esposo desmayado,
flotaba, ella gritaba. Virginia cerró con llave la puerta de entrada.
Lanzó
por la ventana a Rojas y lo dejó caer. Marta no parba de gritar y se le
abalanzó a Virginia que la cogió por cuello y la alzó.
-Eres igual de corrupta que tu marido muerto. También vas a pagar por eso, pero no hoy. -La lanzó hacia la pared.
La puerta sonaba, la secretaria intentaba abrirla.
Virginia se limpió y se vistió, se peinó y abrió la puerta.
La secretaria estaba nerviosa y casi no podía hablar.
-Tranquila mujer, pronto tendrás nuevo jefe.
-¿QUE HIZO, QUE HIZO?
-¿Llamaste a seguridad?
La
secretaria titubeó. -No, no...-Levantó el teléfono pero Virgina
desconectó los teléfonos y apagó la computadora y cámaras borrando las
grabación.
Bajó por el ascensor haciéndole un gesto a la secretaria para que se quedara tranquila.
En planta baja la gente corría de un lado a otro. Identificaron el cuerpo que cayó al vacío.
Vestido
de mujer, Bernardo recobró su fisionomía y activó las alarmas de toda
la torre para luego hacer estallar el tablero que controla la
electricidad la misma.
Bernardo se montó en su carro y llamó a Oliver.
--¿Donde estás nené? ¿Te busco? Ya hice el encargo--.
--¿Para
eso me llamas?-- Oliver miraba el twitter y de repente lee un titular
donde anunciaban que extraoficialmente el Ministro Rojas Dominguez se
había suicidado.
--¿Mataste al Ministro? ¡Bernardo, lo mataste!--
--Dime dónde estás y te busco.--
Oliver colgó la llamada.
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