Esa noche llegamos a mi casa. Llamé a Humberto para decirle que estaba con Tomás en mi casa que se sentía un poco down. Hablé con los gemelos que se arrecharon conmigo porque les había dicho que iba a jugar con ellos PlayStation.
–<<Seguro vas a tirar con Tomás,
no le veo otra explicación y me debes un cuento>>. Chao. -Me trancó el
teléfono Abel.
–Los gemelos que se ponen celosos.
¿Quieres comer algo? ¿tomar?. –Tomás se me vino encima y me dio un beso en la
boca. –Wao sin preambulos. -Lo abracé y comenzamos a besarnos, le quité la camisa y él la mía. Se acercó y me lamió
las tetillas mientras me desabrochaba el pantalón. Se agachó y me bajó el
interior y comenzó a mamarme el guevo desesperadamente, lo levanté.
–Espera, espera, estás como
desesperado, cálmate, lo vamos a hacer pero relájate disfrútalo.
–Te tengo ganas y quiero hacerlo coño,
tengo tiempo que no hago nada.
–Mira, ya, con calma. -Lo besé
suavemente y profundo para que se relajara, nos fuimos a la cama.
Lo recosté de la cama y le quité los
zapatos, las medias y el pantalón. Terminé de desnudarme y me puse sobre él sin
acostarme encima. Comencé a besarle el cuello, dándole suaves mordiscos, al
igual que en las orejas, lo beso y comienzo a bajar por su pecho haciendo lo
mismo, busco sus tetillas y las muerdo, gime, se estremece y sigo bajando. Su
ombligo pequeño y poco profundo recibe mi lengua y mis dientes, sus vellos que siguen
hacia su pene los recorro con mi nariz y labios.Me paseo por sus muslos y
muerdo su parte interna para luego llegar a la rodilla y también morderla,
cuando bajé a la pantorrilla, escuché un grito ahogado y de repente siento en
mi cara algo caliente, Tomás había acabado y mucho, comenzó a temblar.
Aproveché y me puse un condón, tenía
que cogérmelo, le levanté las piernas y escuché a Tomás.
–Quiero que me lo metas y ya. -Lo hice,
lo penetré hasta el fondo y comencé a moverme despacio, lo sacaba y lo metía. Tomás
no había perdido la erección y comenzó a masturbarse, sentía mi pene caliente,
la cara de Tomás era otra, estaba como poseído, se notaba que estaba
disfrutando el sexo. Lo volteé y se lo metí boca abajo, el hombre me apretó el
guevo y logró que acabara pero seguí cogiéndomelo cuando lo puse en 4, quería
que acabara de nuevo. Y lo hizo.
Se quedó callado y a los segundos
comenzó a reirse.
–¿Qué pasó?
–Wao François me hiciste acabar sin
tocarme, lo que hiciste me encantó.
–Para que veas que lo mio no es sólo
tirar y que no sólo que te penetren vas disfrutas del sexo. -Me abrazó y así
nos quedamos dormidos hasta el día siguiente.
En la mañana aprovechando que estaba en
casa y ya se había ido Tomás luego de desayunar, me puse a revisar mi correo.
Recibí uno de una amiga del colegio que tenía añales que no sabía de ella.
Me envió la invitación para el bautizo
de su hija, era el sábado de esta semana en La Lagunita. Iglesia Santa Ana a
las 11 am
Salí a comprarme un traje pues el que
tenía ya estaba casi desteñido y pasado de moda.
Ese sábado Tomás no podía ir porque
tenía otro compromiso, Ernesto iba a estar en Margarita, le dije a dos amigos
más y nada. Humberto y los gemelos iban a irse de paseo. Decidí ir solo y
punto.
Era sábado me había puesto mi traje
beige y una corbata vinotinto y una camisa de rayas azul celeste delgadas. Eran
las 9:30 de la mañana y no había llegado nadie, me pareció raro, saqué la
invitación que imprimí. 11 am.
–Que
ladilla, llegué antes. -Arrugué la invitación.
Me puse a recorrer la iglesia alrededor,
era hermosa. Me voy por la parte de atrás y hay como una pequeña casa, supongo
que del cura, oigo ruidos y me acerco, al asomarme veo aun tipo que viene sin
camisa. Musculoso pero no al extremo, unos pectorales que lo adornan unos vellos
rebajados. Estaba en bluyín, el cabello castaño oscuro y la cara limpia sin
barba ni bigotes, hermoso.
–Buenos días ¿qué se le ofrece?
–Ah disculpe es que vengo para un
bautizo y llegué algo temprano y me puse a caminar y conocer la iglesia que es
muy bella.
–Así es. Mucho gusto me llamo Carlos y
soy el cura de esta iglesia.
Yo creo que en ese momento acabé sin
darme cuenta. Ni en mis fantasías más perversas había aparecido un cura así.
Se estiró para tomar algo de una repisa
que estaba alta y me oriné al verle marcados los oblícuos.
–Vaya, nunca me habría imaginado que
fueras tú el cura. -Se agarró el paquete, no sé para qué, pero lo hizo.
–¿Por qué, porque tengo cuerpo de
gimnasio, soy joven y apuesto.
–Que bueno que destaques tus virtudes
externas. -Le dije
–Pasa ven a tomarte un café mientras
esperas por la gente. Quítate el saco que hace calor. ¿No te importa? -Se
desabrochó el panatlón y se quedó en boxer, los flojos, eran de la cara de bugs
bunny pequeñita repetida por toda la tela, era tan mata pasión que me dio
morbo. Tiene un culo que debe estar bendito.
–No que va, que me va importar estás en
tu casa o bueno en la del Señor, no creo que se moleste.
Fue a buscar el café, trajo una bandeja
con 2 tazas, una jarrita de leche y unas galletas, me pareció un poco marica
eso pero bueno, ya el ambiente se prestaba. Se sentó al lado mio en el mueble
doblando una pierna encima del sofá, se le veía una bola, no sé si fue a
propósito pero se la acomodó con la
mayor de las lentitudes.
–Ponte cómodo mientras te sirvo el
café.
Me quedé igual que él pero en
interiores cortos. –Tú tampoco tienes mal cuerpo y El Señor te dotó de un buen
instrumento. –Dijo eso y me entró un calor que ya estaba sudando.
–¿Has escuchado de Sodoma? –este carajo era un
enfermo y me gustaba.
–Si -Le dije.
–Bueno, vas a llevar guevo por ese
culo. –Me dijo eso y se tiro encima de mi No sé en que momento pasó pero él ya
estaba sin boxer y yo con su guevo en mi mano. Me quitó el interior y empezó a
mamarlo. El curita sabía lo que hacía, lo veía mamar y veía sus hombros bien
formados, se detuvo y me dio un beso. –Tienes un guevo hermoso y divino, huele
rico, que Dios lo bendiga –Qué manera de ponerme cachondo diciendo esas cosas–.
–Te cojo con condón o sin condón.
–Siendo cura debería confiar en ti,
pero tienes pinta de ser un bicho, así que ponte condón.
–Como quieras, igual te voy a coger. -Abrió
el paquete, estiró el condón y se lo puso de una en un guevo nada despreciable,
se echó lubricante y ahí tirados en el sofá me penetró. Me levantó las piernas
y comenzó a darme con fuerza, sus abdominales se marcaban con cada empujada que
me daba y yo quería gritar. La respiración la tenía entrecortada.
–¿Te gusta como te cojo?
–Dios, si.
–No es Dios quien te coge, soy yo,
Carlos. –Y me dio más duro, se levantó del sofá y fue a un cuarto. Regresó con
el alzacuellos puesto.
–Para que te acuerdes que te cogió un
cura. Agárrate de mi cuello. -Lo hice y me alzó para volver a penetrarme.
–Mírame a los ojos mientras te cojo.
Iba caminando mientras me tenía
ensartado, abrió una gaveta y sacó… UNA HOSTIA, me la puso delante de mi –El
cuerpo de Cristo.
–Amén. -Eso terminó de volarme los
tapones.
–Coño termina de darme duro, me dijiste
que esto era Sodoma.
Le dije eso y el tipo me puso en el
piso acostado para luego levantarme y ponerme la espalda en línea recta y con
mi cabeza en el piso, me abrió las piernas y él parado comenzó a cogerme. Aquel
guevo encontró, apenas entró, mi próstata y la estaba tocando, yo me vine
enseguida, la leche me llegó a la cara pero ese hombre siguió. Me puso en 4 en
el sofá y cada vez que empujaba movía el mueble. Lo llevó hasta la pared.
Siguió empujando hasta que se detuvo y
lo sacó. –Ponme la cara, ponme la cara, dale.
-Me volteé y el cura derramó su leche
bendita, y caliente, en mi cara y pelo.
Nos tuvimos que duchar de nuevo, eran
casi las 11 de la mañana. Cuando ya estaba vestido nuevamente, Carlos se puso
la sotana y me dijo –Puedes irte en paz. –Ya mi guevo volvía a despertarse pero
teníamos que ir a la iglesia.
Por mi culpa la misa comenzó tarde, yo
me estaba durmiendo, el cura me dejó aguevoneado, pero valió la pena. Estaba a
4 puestos de donde estaban los padrinos y los papás así que tenía a Carlos
cerca, de vez en cuando me echaba una mirada y yo le picaba el ojo. Al lado
tenía a una señora que debía tener 70 o 75 años.
En un momento en que todos estaban de
pie y yo también, la señora me hala el saco para que me siente.
–Este cura es guapísimo ¿verdad?. -Yo
me limito a sonreir. –La gente de por aquí dice que es gay pero no de esos
enfermos que se acuestan con niños, no, hace sus cosas con hombres de su edad.
También dicen que el cura está bien armado.
–Señora pero usted no debería de estar
hablando de esas cosas aquí en la iglesia –Y
hace una hora me cogió el cura.
–Tú harías buena pareja con él.
–¡Señora! ¿Pero usted está de acuerdo
con que los curas tengar relaciones? ¿Cómo sabe que yo soy gay?
–Claro y se casen con quien quieran,
esa gente ahí reprimida, ¿quién sabe adónde se va todo eso que no sale del
cuerpo?. Lo sé porque yo los huelo cuando están cerca y además te vi entrando
por la parte de atrás donde vive el cura y no saliste de ahí sino una hora
después.
–Señora no vaya a decir nada.
–Tranquilo joven, además como le dije
la gente lo sabe y no dice nada y las mujeres de aquí están contentas con él,
saben que es gay pero no les importa, se ponen cariñosas con y le regalan
dulces, tortas, le traen comida. ¿Quiere saber algo más?
–Cuénteme.
–Muchos de los maridos de esas mujeres,
han estado con el cura.
–Ah mira, que curioso.
–Hace poco nos enteramos en mi familia
que mi nieto, el más pequeño es gay, tiene 16 años, yo hablé con el y le dije
que cuando cumpliera 18 años lo traía para acá con el cura, lo que pasa es que
mi nieto está desesperado por perder la virginidad y yo le voy a regalar eso y
que mejor que con un cura.
–Señora, admiro su mente abierta, más
bien demasiado mente abierta.
–Ay mijo, si yo le contara. -Y me
contó.
–Yo era puta cuando tenía 16 años,
trabajaba en el bar de mi abuelo y me pusieron a hacer eso porque tenía que
llevar plata a casa, cuando cumplí 18 años me fui con uno de mis clientes, un
señor de 32 años muy bueno, padre de mis 8 hijos, nunca nos casamos y enterré a
7 hijos. El padre de mis hijos murió hace 15 años. Yo he visto de todo mijo y
sé como son las cosas, lo que pasa es que ahora todo es más abierto y
pervertido y hay que cuidarse pero desde siempre han pasado estas cosas.
Tanto hablé con la mujer que nos
quedamos solos en la iglesia y ya se había ido todo el mundo.
–Ahí está el cura, vaya a hablar con
él, si está ahí es porque lo está esperando.
–Bueno pero por lo menos dígame su
nombre.
–Mijo confórmese con saber que soy la
mamá de Jack. –En ese momento se acercó Carlos y me distrajo.
–¿Cómo que la mamá de Jack? –Cuando
volteé ya no estaba.
–¿Tu viste a esa mujer?
–¿Qué mujer?
–Llevo rato hablando con una mujer que
estaba aquí sentada.
–Aquí no ha habido ninguna mujer, ¿cómo
es que es tu nombre?
–François, me contó una historia ahí de
su familia, sus hijos, que fue puta, que sabe que eres gay.
–Jajajajaja Mira chico pues va a ser
cierto lo del mito urbano de la señora que se le aparece a la gente cada vez
que hay bautizos. Siempre escuché el rumor pero nadie que me dijera que se le
apareció y ahora vienes tú y me cuentas eso.
–Pero es que me dijo que era mamá de un…amigo
mio, eso me descolocó.
–Acompáñame a tomar otro café,
¿quieres?
Le dije que si, pero en realidad mi
mente estaba en otro sitio.
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