lunes, 29 de febrero de 2016

MALAS INFLUENCIAS 5. El novio de Papá.


Ya habían pasado 15 días desde que Jack me besó aquella noche en la calle, no sé si era el mismo Jack que estaba en el Pullman, la borrachera no me dejaba pensar bien. Lo cierto que ese beso me dejó mal. Los mismos 15 días soñando con él, que tiramos en todas partes, viajamos, paseamos, pero no tiene rostro, no sé quién es, sigue siendo un misterio.


También 15 días sin saber de Jack y sin sexo y me estaba volviendo loco. Las vacaciones habían terminado, los gemelos en clases y yo en mis clases de ingles en las empresas y en los colegios. La semana de arriba comenzaría con las particulares incluídos los gemelos.

Yo volvía a estar en mi casa, aunque Humberto me pidió que me mudara con ellos definitivamente, lo estuve pensando.



Había llegado de dar clases desde la mañana. Eran las 2 de la tarde y estaba entrando a mi casa agotado, me quité la ropa y me tiré en la cama.

Sonó el timbre de la casa, vi por el ojo mágico. Era Jack, el corazón se me aceleró.

–Abre sé que estás ahí. -Esperé unos segundos, el cuerpo me temblaba. Abrí.

Cargaba una franela negra y un chaqueta de cuero también negra y el pasamontañas, de la cintura para abajo sólo tenía un interior blanco.

–Vine a cogerte.

–Te pierdes por tanto tiempo y ahora pretendes venir a cogerme.

–Si, lo estás deseando desde que me conociste. -Se quitó la chaqueta y la franela. Unos pectorales que parecían 2 montañas cubiertas de vellos rebajados. Su interior aguantando la tensión de un guevo totalmente erecto.

–Quítame el interior y mámalo.

Me agaché a mamar, no habían pasado ni 3 segundos y me levantó, me bajó el pantalón y me volteó. Me penetró, fue tan rápido que el dolor lo sentí segundos depués, comenzó la embestida, cuando iba el tercer empujón me vine.



Brinqué de la cama con la respiración agitada y sudando, miré para los lados y luego a mi entrepierna, tenía el interior y mi guevo manchados de semen, acabé un chorro, aún mi güevo estaba parado y el corazón acelerado. Vi la hora, eran las 3:30, me duché y volví a vestirme, tenía que buscar a los gemelos en las clases de natación y llevarlos a su casa.



–Mijo estabas perdido, si no es así ya no nos vemos. -Decía Abel.

–Deja la tontería, estaba en miles de vainas, organizando las clases de inglés y las suyas para empezar la semana que viene.

–Que ladilla, otra vez -Dijo Cáin. –Mira, nos tienes unos cuentos pendientes ahí, unas tiradas que tuviste.

–Si, si, si cuenta cuenta.

–jajajaj ok, vamos a comer algo y les cuento.



Llegamos a un local de hamburguesas en Altamira, pedimos 3 con unas merengadas Oreo® y agua mineral para pasar aquel engrudo luego. Les conté primero lo del paramédico.



–¿Quééé? ¿Transexual?  ¿Con rolo e tetas y un pipí colgando? Que asco.

–jajaja noooo, transexual hombre, era mujer, tiene cuca. Peluíto y papeaíto.

–¡Diooooos que morbo! Lo mejor de dos mundos en un cuerpo.

–¿Y a ti desde cuando te gustan las mujeres? -Le preguntó Abel a Caín.

–Nunca, pero me da curiosidad, debe ser excitante eso, ¿qué tal te fue con el tipo?

–La verdad que fue como raro pero lo disfruté, me lo cogí por ambos lados, estuvo bueno.

–Que asco, una cuca que parece un mejillón húmedo todo el día, asco, asco.



–Bueno, el otro tipo fue un cura, el del bautizo.

Dije cura y Abel se le dilataron las pupilas y le hirvieron las homonas. Cuando le conté lo que hicimos no paró de hablarme.



–Preséntame al cura, anda, llévame, siempre me ha dado morbo que me coja uno con la sotana puesta. Llévame, me ofreces así como una virgen para que la desfloren.

–Ay Abel que marica eres –Dijo Caín.

–Jajajaja no te voy a llevar todavía, cuando seas mayor de edad, ya bastante tiene con que tire el hombre y ahora se coja a menores.

–Ay si, seguro ya lo ha hecho, lo que pasa es que no quieres llevarme para que no me coja a mi y te coja a ti.

–No seas bobo Abel.



Llegamos al edificio y subimos al apartamento.

–Yo me voy a duchar que huelo a cloro. -Dijo Caín.



–François, siéntate aquí, quiero hablar contigo.

Abel se puso serio y eso me preocupó.

–Yo sé que te pido que me cuentes tus aventuras sexuales y me gusta oirlas, pero me da celos, cuando las oigo me entra una arrechera, porque quiero que todas esas aventuras fueran conmigo -una pausa dramática que cortó con algo contundente­–Tú me gustas, más bien, estoy enamorado de ti…yo sé que tú eres muy puto y yo también pero no sé, yo puedo cambiar si tu acepataras…

–¿Empatarme contigo? Ya va Abel, escucha, -Cuando volteo hacia la escalera está Caín sentado en un escalón escuchando, me hace un gesto con el dedo que no diga que está ahí –Primero tienes 16 años, ahora es que te falta conocer gente, tirar y enamorarte, no estás enamorado de mi, tú lo que tienes es una admiración, una emoción conmigo pero no estás…-Me cayó con un beso en la boca que duró varios segundos.

–No hables de lo que no sabes. -Me hablaba a escasos centímetros de mi boca.

–Eres un carajito y menor.

–Ya me has cogido, no sé a que viene ese razonamiento.

–Abel ya lo hemos hablado y sabes que no me gustan las relaciones de pareja.

–Estás enamorado de Tomás.

–No vale, Tomás es mi amigo.

–¿De mi papá?

–No, tu papá es el mejor hombre que he conocido, pero no estoy enamorado de él.

–Entonces es el tipo ese misterioso que te persigue, te protege.



Me quedé callado, mi silencio me delató. –No sé de que hablas.

–Te quedaste mudo, te gusta ese tipo, claro es todo grande fuerte, te cuida y yo no tengo nada de lo que tiene ese tipo, ni siquiera madurez. –Se le agüaron los ojos a Caín que se acercó donde estábamos.

–Vengan acá muchachos, coño, yo los quiero mucho, son mis hermanitos menores, no jodamos esto que tenemos.

–¿Nunca nos vas a abandonar? -Me preguntó Caín viéndome a los ojos, al verlos a los dos juntos como dos gotas de agua, exactos, me conmovió, se me hizo un nudo en la garganta.

–Vamos a jugar un rato PlayStation®.

–Lo voy poniendo -Dijo Caín.



–Yo sé que soy un carajito, pero quiero que tengas claro lo que siento por ti. No le respondiste a Caín si nos ibas a dejar.

–Yo siempre estaré con ustedes, no los pienso dejar, vamos a subir y a distraernos

-Nos levantamos y Abel me tomó del brazo.

–Abrázame. –Lo abracé y Abel se puso a llorar, yo también. Subimos



Ya en la noche luego de estar jugando por casi 4 horas, cenamos y nos preparábamos para ir a dormir,

–¿Puedo dormir contigo esta noche? -Me dijo Abel, yo miré a Cían y movió la cabeza aprobando y sonrió. Sé lo que Caín también siente por mi pero no quiere ver sufrir a su hermano, pero no hacemos lo correcto para evitarlo.



Humberto aún no llegaba, pero me envió un mensaje.

–<Avísame cuando estén todos acostados, voy con Arlindo a la casa pero no quiero que lo vean>

–<Ya te puedes venir, ya estamos en cama>

–¿Quién te escribe a esta hora?

–Tu papá, que viene en un rato.



Abel se desnudó y se metió en la cama, me abrazó pero yo no quería responder el abrazo pero mi guevo no me paró bolas y se despertó.

–Hazme el amor François.

Bastó que dijera eso y me volteé para hacer lo que me pedía. Tomé un condón y lubricante. Frente a frente me acosté sobre él separándole las piernas y comencé a meterlo.

–Estoy enamorado de ti.

–Eres un carajito muy especial, no quiero hacerte daño, lo que quiero es protegerte.

–Hazme el amor y no hables, métemelo todo.



Cuando ya lo tenía todo adentro, Abel se retorcía de placer, gemía, apretaba los ojos, con su mano se aferraba a la sábana y de repente se puso a llorar, pero no era un llanto, simplemente las lágrimas le corrían mientras disfrutaba el sexo. Verlo así me bajó el guevo.

–No puedo seguir, verte así no puedo Abel, disculpa. -Me apartó echándome a un lado y se volteó para dormir.



Una hora después llegaba Humberto, escuché la puerta. Al minuto toca mi puerta y entra, Abel se había ido a su cuarto.

–Ya llegué, estoy con Arlindo.

–Ok, ¿él sabe que estoy aquí?

–No, no, no quiero espantarlo.

–Ah ok, bien, vas bien ocultándole cosas desde el principio.

–Hablamos en la mañana.



A las 4:30 de la mañana Abel sale de su cuarto y escucha  ruido en el cuarto de su papea, acerca el oído a la puerta y oye al papea hablando, se ima gina que etá conversando por el celular. Baja con cuidado las escaleras y va a mi cuarto.



–¿Me puedo acostar un rato aquí?

–No sé porqué te fusite, vente – se vino al lado mio y nos pusimos de lado abrazados.



Humberto le dice a Arlindo que se vaya el primero, que la puerta de salida la dejó abierta para que saliera sin hacer ruido.

–Parezco un carajito huyendo, bueno parecemos. ¿no podemos hablar claro con tus hijos?

–Ya hablaré con ellos, vete ahora.



Abel se levantó un momeno para ir a la cocina a tomar agua. Arlindo bajaba las escaleras descalzo, cuando tocó el piso vio la luz de la cocina encendida y alguien saliendo, Abel enciende la luz del comedor y lo ve.

-¿QUIÉN ES USTED? ¿QUE HACE AQUÍ?

–Shhh shh shh soy un amigo de tu papá.

–Epa, tú eres el tipo de la marcha gay el exjefe de François.

A Arlindo se le caen los zapatos y Humberto sale del cuarto y baja las escaleras.

–¿Qué pasa aquí?

–Eso es lo que pregunto yo. -Dijo Abel, Caín salío de su cuarto.

–¿Qué es ese ruido? ¿Papá? ¿Quién es este tipo?

–Caín míralo es el oso del camión que le cayó a latas a François y mi papá durmió con él.

–Bueno carajitos ¿qué vainas es? –Dijo Humberto y aparecí yo.

–¿François?

–Mierda -dijo Humberto

–¿Ustedes se conocen?

–Si.

–Aja mi papá y François se tiran al mismo tipo.

–ABEL  CIERRA LA BOCA -Dijo Humberto

–Es verdad, los dos son unas putas y ahora se comparten los machos

–Abeeeeel -le dijo Caín. Humberto agarró por el barzo a Abel y lo haló.

–Lo que haga con mi vida es mi peo, ya estoy bastante grande, ¿entiendes?

–Pues vaya ejemplo que nos estás dando.

–¿Pero que vas hablar tu niñato que te tiras a François.

–YA VA POR FAVOR, VAMOS A CALMARNOS -Les dije –Abel ve a tu cuarto.

–Yo mejor me voy de aquí, que esta familia es medio rara y retorcida.

–Ya va Arlindo, espera.

–No, no, no Humberto, tú tienes pinta de que te tiras a tus propios hijos. –Abel, Caín y yo miramos a Humberto.

–Hey, hey, hey no, no, no ¿qué es eso? Arlindo por favor.

–Hablamos en otro momento.

Se fue de la casa y todos nos quedamos petrificados.

–No se me había ocurrido eso de tener sexo con mi papá -Dijo Abel

Humberto lo vio con cara de pocos amigos pero también se lo había imaginado. Yo enloquecí con la imagen. No se habló del tema en los siguientes días.

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