Ya estábamos en la ambulancia rumbo a la clínica. Había llamado a Humberto y a Caín. Abel no reaccionaba, estaba inconsciente y había perdido sangre.
–Aguanta Abel, aguanta. –Yo no paraba
de llorar y uno de los paramédicos me puso la mano en mi hombro.
–Va estar bien, ya vamos a llegar. –Me
dijo. Le vi a los ojos y sonreí, él quitó su mano del hombro y bajó la mirada.
Al rato caí en cuenta que mi carro lo había
dejado en el estacionamiento del centro comercial.
Llegamos a la clínica y entramos a
Emergencias yo los seguí, una vez que lo estaban estabilizando para entrar a
quirófano le puse el escapulario que me regaló Jack. –No se lo quiten. -Le dije
a la enfermera. –Para que lo proteja.
–Me sonrió y siguió en lo suyo.
Salí y llegaba Humberto con Caín que apenas
me saludaron y entraron a Emergencia.
A los pocos segundos salieron pues iba
directo a quirófano. Le expliqué a Humberto lo que sucedió y me agarró de los
hombros -Yo estaba sin camisa– y me zarandeó.
–¿POR QUÉ LO DEJASTE SOLO?
–Papá déjalo, ya te explicó lo que
pasó.
–Tú cállate, cada vez que dejas a tu
hermano solo, le pasa algo.
–¿En serio?. -Les dije, Caín afirmó con
la cabeza. En 3 oportunnidades pasó, cuando eran niños, Caín dejó a su hermano
solo en el parque y el columpio donde estaba montado se partió y se dio un
fuerte golpe. A los 11 años Caín se fue a una fiesta de cumpleaños pero Abel no
pudo ir pues estaba castigado, le dio sarampión y casi se muere. A los 14 años
–esto no lo sabe Humberto– Explorando por primera vez el sexo se fueron a un
baño. Abel comienza a mamarle el guevo a un tipo como de 35 años y Caín se sale
del baño pues hay mucha gente. El hombre intentó violarse a Abel y lo golpeó,
pero los gritos de Abel lo salvaron, Caín lo sacó corriendo del lugar antes que
llegaran los vigilantes.
Uno de los médicos que estaba
atendiendo a Abel sale y nos dice que necesita sangre para el chamo pues ha
perdido mucha. Humberto no puede donar pues le dio hepatitis y Caín es menor de
edad.
–Doctor sáqueme la sangre que necesite,
toda la que necesite.
–Vamos a ver, necesitamos reponer
busquen donantes y usted vaya al banco de sangre ya.
Llegué al banco de sangre y tuve que
mentir en la planilla, pues si uno es gay es persona promiscua y de alto
riesgo, en mi caso estaban en lo cierto, pero necesitaba dar sangre y yo estaba
sano.
–Sáqueme 2 bolsas.
–Sólo se le va a extraer una bolsa.
–Le dije que me saque 2 yo asumo el
riesgo, yo firmo lo que tenga que firmar. -Tanto insistí que accedieron. Luego
de sacarme la sangre me tuve que quedar una media hora acostado, me trajeron un
jugo 3 en 1 para recuperar fuerzas. Entre la espera llegaron 3 personas más
para donar sangre.
Al salir de ahí me fui a la cafetería
para comer algo. Seguía mareado pero nada para preocuparse. Me coseguí de
frente al paramédico que venía en la ambulancia.
–¿Cómo sigue el muchacho? ¿es tu hijo,
sobrino?
–No, no, es un alumno al que le doy
clases particulares, al parecer estable, más tarde lo bajan a la habitación.
–Qué bueno, ¿vas a tomar algo?
–A comer, doné sangre.
–Ah bien, bueno te invito, tienes que
alimentarte.
–No chico, acompáñame nada más.
David se llamaba el paramédico. Comenzó
a preguntarme si estaba casado, si vivía solo. Me veía a los ojos.
–Soy químico y profesor y soy gay
David, no le des más vueltas.
–Ah que bien. Me encantaría conocerte
más pero hoy me provoca hacer otra cosa.
Le dije que yo también y me dijo que
fuéramos al 5to piso que está en obras y hoy no hay obreros que podíamos
hacerlo ahí. Le escribí a Humberto para saber de Abel y que estaba con un amigo
conversando que ya regresaba. Afortunadamente Abel estaba estable y en un par
de horas más bajaría a la habitación.
Llegamos al 5to piso y fuimos hacia la
izquierda, estaba oscurísimo, cuando caminamos unos pasos se detuvo y se volteó
a darme un beso. Como pudo me metió la mano por dentro del pantalón y tocó mi
guevo.
–Coño…¿qué tienes ahí bajo?
–Un trozo que te voy a meter.
–No chamo es vaina no me la voy a
meter. Sólo te lo voy a mamar.
Le desabroché el pantalón, hasta que
cayó al piso y le bajé el interior. Un pequeña línea de luz que entraba por una
ventana sucia se distinguía una mata de pelo entre sus piernas y el guevo… ¿qué
guevo?.
Brillaba por su ausencia…
…allá abajo había una cuca, vagina,
vulva ¡Dios! Un trans.
–Ya va, ya va, ya va, ¿qué es esto?
–Volví a tocar y no había duda. –¿Eres una mujer?
–Si, pero no me he operado y no lo
haré, he tenido éxito así como estoy. Pensé que te gustaría por eso no dije
nada…
Lo volteé y me puse el condón. –Yo vine
a cogerme a un hombre y eso voy a hacer, así, con el culo peluo igual que el
pecho. -Ahí de pie, le abrí las nalgas y se lo metí. El hombre, o mujer ya no
sabía nada, comenzó a gemir fuerte, le dolía pero lo disfrutaba, cada vez
gritaba más duro y le ponía la mano en la boca pero él se la quitaba, se lo
estaba metiendo completo, el calor era insoprtobable y además vestidos.
Ahí seguíamos de pie y yo partiéndole
el culo a un trans.
–¡Métemelo por la cuca anda, métemelo,
sácalo y mételo por el otro hueco!. -Estaba tan excitado que ya no me importaba
donde lo iba a meter pero me saqué el condón y más abajito lo metí, ahí David
se volvió loco o loca, ya no gemía sino que me formba peo. –¡Dame duro coño,
mételo duro, cógeme!. –Shhh no grites. -Él seguía gritando insultos. Eso me
estaba poniendo mas quesúo. Sentía mi guevo mojado y caliente y ya estaba a
punto, ya teníamos un buen rato en eso y me corrí.
Acabé en una vagina, en mi primera
vagina. El orgasmo de David fue impresionante, de su cuca destilaba el flujo
como un grifo hasta que terminé por sacarlo.
Yo mismo estaba impactado de lo que
había hecho. Cuando levanto la mirada teníamos a un médico y una mujer que
salían de no sé donde, estaban en lo mismo que nosotros. Como si nada, se fueron y nosotros hicimos lo
mismo.
–Fue la mejor cogida que me han dado, verga
que divino y por los dos lados. Eres un bestia, que guevo tienes. Anota mi
número. –Le repiqué, para que tuviera el móo, algo me decía que yo volvería a
ver a este tipo y repetiríamos. De verdad que se siente bien mi guevo dentro de
una vagina, pero una vagina así que la tengo un tipo pelúo. ¡Dios! ¡que
retorcido!.
Regresé al piso 2 y ahí estaba Caín
hablando por su celular. Le pregunté por
la habitación y me señaló la puerta mientras seguía al celular.
En la habitación estaba Humberto y una
amiga de él, Abel estaba despierto hablando con la mujer.
Abracé a Humberto. –Discúlpame por
haberte hablado así antes, estaba nervioso.
–Tranquilo, luego te cuento algo.
–¿Cómo está el que se cree superhéroe?
–Gracias por estar ahí y no
abandonarme.
–¿Pero como te iba abandonar ahí, si
estaba más angustiado que tú? Me moría si te pasaba algo.
–Tú estabas tirando. –Me dijo Abel para
luego toser.
–No estés hablando mucho que te agotas.
–Estabas tirando ¿verdad?. -Me dijo en
susurro.
–Si, luego te cuento, no vas a creer lo
que me pasó.
Un par de días estuvo Abel
hospitalizado. Luego en su casa, me comprometí a cuidarlo. Caín se puso un poco
celoso porque no le prestaba atención, pero la verdad es que a ambos los quiero
y no quiero que les pase nada nunca, en esos días abracé a Caín y se lo dije y
lo que me respondió me dejó frío.
–Yo sé y estoy seguro que Abel está
enamorado de ti, pero es que yo también y no sabes las ganas que tengo que
algún día te fijes en mi para otra cosa más que tirar. Eres el tipo ideal para
empatarse y hacer una vida juntos. Pero si en algún momento escoges a mi
hermano, lo entenderé y me aparto, a mi hermano lo adoro y quiero que sea
feliz.
A mi se me arrugó el corazón y por
primera vez sentí algo distinto a lo que siento cuando tiro con alguien, sentí
algo bonito, sentí que puedo enamorarme, pero es que con los gemelos no me veo
en una relación. Pero lo que me dijo Caín me conmovió.
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