Una semana después de haberme confesado
lo del vih, Tomás pidió 15 días de vacaciones en la empresa para poder hacer
con tranquilidad todas las diligencias médicas.
Lo primero que hicimos fue ir para que se
hiciera el examen confirmatorio. Eso fue el lunes siguiente luego de la
confesión. Efectivamente dio positivo, cuadramos la cita con un médico privado y
fuimos a la consulta.
El médico, que era infectólogo,
tranquilizó mucho a Tomás hablándole del cuidado y protección que debe tener él
y para sus encuentros sexuales. Le mandó a hacer 3 exámenes, un perfil 20,
Carga viral para saber cuanto virus hay en la sangre y el tercero de Población
linfocitaria, para saber con que cuenta el organismo para contrarrestar el
virus.
Dependiendo de los valores, se verá si
comienza un tratamiento o se posterga para más adelante.
El médico nos preguntó si eramos pareja,
yo le dije que no, un brillo en los ojos particular se le vio al hombre. Le
dije que tuvimos 2 encuentros sexuales pero con proteccíon pero yo seguía
negativo.
–Es bueno tener el apoyo de un buen amigo
y de la familia, no sé si se lo has contado, pero creo que es lo mejor para que
te ayuden. No es fácil para la familia enterarse de eso y menos si no saben que
eres gay.
–Yo le recomendé doctor que no hablara
con su familia hasta saber exactamente cual es el estatus de su condición, para
luego poder hablar y explicarles bien.
–Me parece una decisión acertada, aquí
tienen mi tarjeta por si necesitan hacerme una consulta o lo que sea, no hay
problema.
Charlamos unos minutos más sobre la
crisis de los medicamentos y la situación del país y luego nos fuimos, se
despidió, le dio un apretón de mano a Tomás y a mi también pero apretándome más
fuerte colocando su otra mano sobre la mía que tenía agarrada, aprovechó que Tomás se volteó y me dijo en voz baja
–Llámame– .
Nos fuimos de ahí y le dije para ir a
casa de los gemelos para que los conociera y así se distraía. Aceptó.
Llegamos al apartamento, nos abrió Abel
que me abrazó y me dio un beso en el cachete, al ver a Tomás se lo
presenté, él es Tomás un buen amigo.
–Hola Tomás, me llamo Abel, mi hermano
Caín ya baja, somos gemelos, igualitos –se mordió los labios.
–Abeeeel.
–Caín y Abel, qué cómico. –Dijo Tomás.
–Siéntate en el sofá yo voy al baño. –Tenía
unas ganas locas de beber , me traje un carterita, entré al baño y me bebí
medio envase. Sonó el celular.
–<Me gusta que ayudes a tus amigos,
cuida mucho a Tomás, él si es buen tipo. Jack>
Cada vez que recibía un mensaje de este
tipo me entraba un escalofrío.
–<¿Y quiénes son los malos?>
–Tu psicólogo y yo, no te fies de él. Jack>
–<Pero de ti si me puedo fiar, eres un
asesino>
–<Puedes confiar en mí con los ojos
cerrados. Jack>
–<Tú me asustas Jack, cada vez que te
apareces se me mete el miedo en el cuerpo>
–<Me parece bien que sientas miedo,
eso te mantiene alerta y pendiente de todo. Estoy más cerca de ti de lo que
parece y estoy tan lejos de ti que no sabrás quien soy…por ahora. Jack>
Me bebí toda la carterita de ron y
respondí. -<Quisiera conocerte, saber de ti, ver tu rostro, hablar
contigo>
No recibí respuesta, me puse a orinar. Me
fui a la sala.
–¿Y tú eres solo amiguito de François, no
han tirado? Abel le puso la mano cerca de la entrepierna.
–Abel, deja al carajo tranquilo, Tomás se
estaba poniendo nervioso.
–Ustedes son demasiado confianzudos.
–Yo diría que bastante. –Me acerqué a la
sala.
Abel deja a Tomás él ahora está pasando
por una situación difícil.
–¿Tomás quieres cocinar algo? Yo voy a
recostarme un ratico, tengo dolor de cabeza, aquí hay de todo. –En realidad
quería encerrarme y beber, me fui al
cuarto de Humberto y agarré una botella de whisky y me acosté en la cama a beber
y me quedé dormido luego de media botella.
Mientras tanto en la cocina –esto lo supe
luego, cuando me contó Tomás–Mi amigo estaba cortando unos vegetales en el
mesón, frente a él estaban los gemelos, Caín
estaba apoyado en una saliente de la pared y Abel lo besaba en la boca, cuello
y pecho. Tomás levantaba la mirada y volvía a bajarla para seguir cortando.
Abel le quitó la franela a su hermano y comenzó a chupar y morder las tetillas,
iba bajando lentamente hasta llegar al ombligo. Tomás estaba sudando pero no
podía dejar de verlos.
Le bajó el boxer y comenzó a mamarle el
guevo a su hermano, este veía a Tomás mientras cortaba que ahora lo hacía sin
ver, no dejaba de ver a los gemelos. Caín ya lo tenía totalmente parado y
levantó al hermano del suelo para voltearlo y ahora ponerse Abel contra la pared.
Caín lo penetró, Abel gemía y ahora ambos veían a Tomás que estaba parado en el
mesón sin cortar y con la entrepierna abultada.
–Ven acércate, no mordemos, mámamelo a
mi. –Luego de unos segundos Tomás decidió acercarse, se colocó al lado de Abel,
que su hermano seguía penetrando y le agarró el güevo masturbándolo.
–Métetelo en la boca. Tomás se agachó y
lo hizo, estuvo mamando durante unos minutos, su cuerpo no dejaba de temblar y
en su mente pensando que todo eso estaba mal, eran menores de edad y el tenía
vih. Se levantó y Caín le dijo que se bajara el pantalón.
–Quiero cogerte.
–No...no, chamo, eso no.
–Tranquilo, tengo condones.
Tomás se quedó congelado al escuchar eso, se
imaginó que los gemelos ya sabían.
–Ya va, ya va. ¿François habló con
ustedes de mi?
–Si, siempre nos habla de ti cuando viene.
El corazón le latía aceleradamente y la
respiración la tenía entrecortada. –¿No tienen problema que tenga vih
entonces?.
–¿QUÉ? ¿Tienes sida?
Tomás volvió a paralizarse, no podía
creer que 2 adolescentes lo pusieran tan nervioso.
–No, tengo vih, no sida, tengo el virus,
no estoy enfermo.
Abrí los ojos y tenía un fuerte dolor de
cabeza, agarré la botella y me bebí un
trago. Me fui al baño a orinar y revisé ambos celulares.
–<Hola ¿estás en mi casa? En un rato
voy para allá> -Era Humberto, me
asusté y me eché agua fría en la cara. Revisé el otro celular.
–<Tranquilo, que me vas a conocer, me
has visto pero ahora me vas a conocer, pronto>
Bajé a prepararme un café, vi que las
verduras estaban a medio picar, escucho ruidos que vienen del cuarto de
servicio, cuando me acerco oigo gemidos.
Cuando entro veo a Caín que se está cogiendo a
Tomás, lo tenía en 4, Abel estaba en la misma posición al lado esperando, pero
me vio, yo me estaba tocando el guevo y Abel se acercó y me bajó el cierre.
–Métemelo tú, mi hermano me ignora. –Me
dio un beso en la boca y sintió el aliento a alcohol.
–¿Otra vez estás bebiendo? Caín, Caín
François está rascado de nuevo.
Caín se detuvo y la vergüenza de Tomás
era evidente, se taó conlas sábanas.
–Y luego me dices puta a mi, y te estabas
tirando a los gemelos,. LOS GEMELOS SON MIOS MAMAGUEVO, ME LOS COJO YO.
–Profe, profe, profe, deja la gritadera y
vamos a ducharte y te tomas un café. Tomás porfa monta un café fuerte.
–Si, si, ya voy. –Tomás no podía con la
vergüenza, quería irse. Me ducharon, me vistieron y me dieron el café. Me
acostaron en el cuarto de Humberto.
Al llegar Humberto los gemelos le
contaron que me había emborrachado y que estaba en su cuarto, le comentaron de
Tomás que era amigo mio. Subió a su cuarto y se sentó a mi lado en la cama.
Me despertó acariciándome la cabeza.,
cuando abrí los ojos me sonrió.
–Mira carajito ¿hasta cuando vas a
joderte la vida? ¿Quieres morirte con esa bebedera que tienes? Te voy a llevar
aun sitio para que te curen, no pudes seguir así.
–Yo me controlo, solo lo hago para dormir
y no tener pesadillas.
–Esa no es la manera de enfrentar las
cosas por las que has pasado. –Humberto me acariciaba la espalda.
–Ya no he tenido más pesadillas.
–Claro si te la pasas borracho. ¿Y cuándo
lo dejes? ¿qué harás? Te tienes que enfrentar a eso. Necesitas ayuda.
–Necesito sexo, quiero hacer el amor
contigo. –Humberto se levantó y comenzó a quitarse la ropa, al verle el pecho
teminé de erectarme. Se fue al baño a ducharse. Yo me quité la ropa, al sacarme
el pantalón vi la bolsita con el polvo y me le quedé viendo. Me agaché a
recogerla.
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