Una semana despues del suceso con Abel,
ya estaba recuperado aunque todavía llevaba el cabestrillo. Jack me escribió
toda la semana –y aún lo hace– preguntándome como esta “el muchacho”.
–<No sé como haces para estar en
todos lados y resolver todo> -Le escribí.
–<No siempre soy yo el que te cuida,
pero procuro hacerlo, yo tambié trabajo>
–<Si matando gente. Y de que no eres
tú siempre me quedó claro>
–<Para eso me pagan, créeme, no es
gente buena y por eso me pagan muy bien>
–<Eso no te exculpa>
–<No, pero es la vida que escogí>
–<¿Estás consciente que puedes morir
n cualquier momento?>
–<Desde que me levanto y aún
durmiendo lo tengo en la mente, ahora mismo puedo caer muerto>
–<Espero conocerte vivo y no en la
morgue>
–<Me vas a conocer vivo, tranquilo,
no comas ansias. ¿Por qué quieres conocerme?>
–<Porque me intrigas, me das miedo,
me pones nerviso cada vez que apareces> -Lo siguiente que pusé lo pensé mil
veces antes de escribirlo, pero lo hice. -<Porque pienso en ti y me excito,
me da morbo sentir que alguien me vigila y me protege y además saber como es,
porque te sentí cuando te abracé en la moto>
–<Jajaja No te confundas conmigo
François, las cosas no son como las estás pensando>
–<¿Y cómo son?> -La conversación
se detuvo y no hubo manera de que respondiera.
Le conté a Humberto que Jack o quien
quiera que fuese mató al tipo que le disparó a Abel, me preguntó si se lo dije
a la policía y le dije que no, que no sabía que había muerto el malandro. Y
antes que se fuera al trabajo, que ya iba tarde, le pregunté por Arlindo.
–¿Arlindo?
–No te hagas el loco. Arlindo es mi
exjefe y es el tipo que estaba en el camión de osos en la marcha gay y me
mostró tu foto en su celular. ¿Estás saliendo con él.
Humberto resopló y cerró los ojos
mirando para el techo. Dejó el maletín en el sofá y me miró.
–A ver, si, nos conocimos por una
aplicación de estas que hay.
–Si, si, si Grindr, aja. –Estaba
molesto y no sé porqué me puse así en aquel momento.
–¿Estas molesto? Bueno, me acabo de
enterar que era tu jefe y que te lo tiraste, pero…ustedes no son nada, buen,
una relación de empleado/jefe y tiraron pero ya, no veo porque te tienes que
poner así.
–No estoy molesto –mentí –simplemente
me da curiosidad, ¿va en serio? ¿Ya tiraron?
–No sé François, ¿a que viene este
interrogatorio? Estamos saliendo, punto. No, no hemos tirado.
–Bueno no te interrumpo más, ya vas
tarde. -Me entró un fresquito saber eso…en fin.
Tenía que acomodarme para acompañar a
Tomás a buscar sus exámenes y a consulta. Los gemelos se quedarían en casa
solos hasta la noche que volviera su papá o yo. Les dejé comida hecha.
Busqué a Tomás por su casa y nos fuimos
al Centro Inmunológico. El gentío era impresionante pero sólo era para entrega
de exámenes, esperamos 15 minutos y nos dieron los resultados, salimos de ahí y
abrimos el sobre.
–¿Qué coño será esto? ¿Estaré bien?
Mira aquí dice 20.000 mil copias. ¿Qué esto? Será grave?
–No sé Tomás, si quieres bajamos y le
preguntamos al doctor de allá abajo, lee el otro.
–No, no quiero bajar ya vamos donde el
doctor Henríquez y que él nos diga, a veeer, este dice…mierda, tengo los
valores por debajo de lo normal.
–¿mucho?
–No, no sé, la verdad no sé que será
mucho para estos rangos normales, ay mierda esto parece chino.
Agarré a Tomás por los hombros y lo
puese frente a mi.
–A ver, mírame, deja la angustia, no te
mortifiques antes de tiempo. ¿Tú te sientes enfermo? ¿te duele algo? ¿estás
débil?
–No.
–Entonces quédate tranquilo, el tipo
este nos dirá lo que pasaa y si tienes que tomar pepas pues te las tomas y
punto, si eso te va a hacer bien, te sale tomar pepas como una vieja. –Logré
sacarle una sonrisa a Tomás y nos fuimos al carro, ya íbamos tarde a consulta.
–¿Te sigues tirando a mi doctor?
–¿Esa pregunta es de curiosidad o de
celos? –No respondió, asumí que quería mi respuesta. –No me lo he tirado más.
–Bien.
–¿Bien que?
–Bien, bien…que ok
–ok, porque en cualquier momento me lo
cojo de nuevo.
–Que animal eres, ¿tú sólo piensas en
sexo durante todo el día?
–No, también acompaño a mis amigos a
consulta para que no se sientan solos, guevón. Si me gusta tirar como loco, ¿cuál
es el peo? Relájate.
–A veces me pongo a pensar como me pasó
por la cabeza quererme empatar conmigo.
Frené el carro en seco. –¿Tú crees que
no sirva como novio de alguien?
–Me extraña tu pregunta François, tú el
que dice que eso es una farsa, que los gay se montan cachos, que el ser humano
es infiel por naturaleza, bla, bla, bla.
–Arranqué el carro y no hablamos más
hasta llegar al consultorio.
–¿Estás nervioso?
–Un poco. ¿Tú te empatarías conmigo
sabiendo que soy vih+
–¿Me estás haciendo una pregunta tan
estúpida que voy a ignorarla.
–Respóndeme.
–Tomás hay condones.
–¿Y si fuera otro tipo y no yo, el que
te dice eso, que tiene vih?
–Lo mismo, no me importa eso, eso es lo
de menos en una relación, ¿hay que ponerse capucha? Pues se pone y listo a
disfrutar del sexo.
–Entonces si te empatarías conmigo.
–Aaaay Tomás estás ladilla, voy a
tomarlo como que andas nervioso por los exámenes, entra.
Nos sentamos y erámos lo octavos para entrar,
así que nos quedaban unas horas ahí porque además habían unos visitadores
médicos por ahí… Uno bien bueno por cierto.
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