jueves, 25 de agosto de 2016

A QUE NO TE ATREVES 4


Resistencia al cambio.

Eduardo abre los ojos y se estira, al extender sus brazos se da cuenta que no está solo, había olvidado que Victor se había quedado a dormir.
Se levantó de la cama despacio y se quedó observando al muchacho.
Una piel blanca sin un vello en todo su cuerpo, las cejas perfectamente delineadas y las uñas brillantes y bien cuidadas igual que sus pies. Un rostro hermoso, de porcelana igualmente muy blanco.

Eduardo lo detallaba y se sonreía. –Este carajito es lo contrario a lo que busco y me encanta. –Pensaba mientras jugaba con su pene que se estaba levantando. Se acercó a sus nalgas, las acarició y bajó su cara hasta estar frente a ellas. Las abrió y metió su lengua hasta tocar su ano que tenía un color rosado pálido con un agradable olor que excitó más a Eduardo que siguió lamiendo y mordiendo la zona.
–¿Por qué no me lo metes? – Dijo, aún con sueño reflejado en su cara y su voz.
–No me quedan condones.
–Busca uno en mi bolso. -Eduardo se levantó y su pene ya estaba totalmente erecto listo para el sexo. Buscó el preservativo y se lo colocó, pero antes volvió a lamer el ano del muchacho mojando bien todo.

Eduardo se arrodilló frente a Victor mientras este permanecía acostado durmiendo, le abrió las nalgas y le introdujo el pene. El muchacho se tensó pero después se relajó y el pene se deslizó rápidamente. A partir de ese momento Eduardo no se detuvo y le dio con todas sus fuerzas mientras lo tenía tomado del cabello. El golpeteo de su pelvis con las nalgas se escuchaba fuerte lo que hizo que se enrrojecieran enseguida. Seguía embistiendo con fuerza y rapidez y no dejaba que Victor levantara la cabeza.
Dejó de moverse y empujó, le haló más el cabello. Estaba corriéndose, otro empujón y sacó el pene. El preservativo colgaba de lo cargado que estaba.
–Me dejaste el culo adolorido.
–Te vas a tener que acostumbrar porque así te voy a coger casi siempre.
Victor se sonrió y se fue el baño con el preservativo en la mano para botarlo. Eduardo se fue a hacer un desayuno rápido.

Mientras preparaba el desayuno Victor se le acercó por la espalda y le cogió el pene ya flácido que estaba humedecido.
–Todavía huele a semen, a sexo, que rico, puedo mamarlo
–Si. -Se agachó y jugó con el pene pasando la lengua por todos lados, se levantó.
–Qué rico. –Le fue a dar un beso en la boca.
–Nooo coño, que asco, no seas cochino ve a lavarte la boca, no me vas a besar con la leche.
–¿No te gusta?
–No mi pana.
–“Mi pana” ¿no me puedes llamar de otra manera? Yo no soy tu pana. Antes me dijiste que me tenía que acostumbrar porque así me ibas a coger siempre, ¿eso quiere decir que vamos a ser novios?
–Siéntate, toma tu huevo frito, ahí tienes pan y jugo. Primero no pretendas que te llame mi amor, gordi, bebe, esas mariqueras no me gustan y segundo lo de ser novios, vamos a ver, no te vuelvas loquito. Te dije que te iba a seguir cogiendo no que íbamos a ser novios.
–Esta bien.
Se sentaron a desayunar y Victor le montó el pie en el pene para tocarlo y apretarlo con los dedos.
–Aay Victor, tú como que quieres llevar palo de nuevo, lástima que tenemos que irnos.
–Son las 8:30, yo entro a las 10 y tú también…
Luego de desayunar se agachó frente a la silla de Eduardo y volvió a mamarlo hasta ponerlo duro de nuevo. Repitieron.

Al finalizar Victor entró de nuevo al baño y de su bolso sacó un cepillo de dientes, terminó de arreglarse y salió.

Eduardo llegó a la tienda y vio hacia la puerta. “CERRADO POR INVENTARIO”
–Mierda verdad, que hoy no abrimos y yo me traje el uniforme, que vaina.
Entró y su compañero Rodolfo estaba desayunando, estaba en mono y camiseta. Al verlo Eduardo se sorprendió, nunca lo había visto con ropa ligera. Se le veían unos brazos trabajados y se le marcaban algo los pectorales, el pecho algo velludo, unas buenas nalgas y por delante el bulto se marcaba más de lo habitual.
–Mijo, quien te ve piensa que me estás buceando y me quieres coger.
–Coño chamo no sabía que tenías ese cuerpazo y menos tú que eres así todo afeminado.
–Ay que básico eres, eres como bruto, pero a veces me encanta lo bestia que te pones.
–Jaja ¿andas quesúo? Nunca me habías hablado así y además tienes una cara…
–Algo, amanecí con ganas, ni me puse interior, se bajó el mono por detrás y dejo ver una nalga ligeramente cubierta de vellos. Rodolfo lo miró a los ojos y se mordió el labio inferior.
–Mi pana, tienes mucho pelo pa mi gusto.
–¿En serio? Mira. –Se bajó más el mono y salieron  unas nalgas redondas y paradas, no eran tan velludas como se imaginaba Eduardo, que ya tenía una erección.
Terminó de bajarse el mono y al voltearse le vió el pene que era bastante más grande que el suyo.
–Tranquilo esto no lo uso, me dieron demasiados centímetros para un pasivo como yo. –Se acercó a Eduardo y le desabrochó el pantalón.
–Marico puede venir alguien.
–Parece que fuera la primera vez que hacemos inventario, no viene nadie, solo tú y yo, -le bajó el pantalón.
–Wao, pero tú tienes lo tuyo, mira esto. –Lo tomó entre sus manos y comenzó a besarlo, Eduardo lubricaba en exceso. Rodolfo se lo metió en la boca.

Buscó su mono y sacó un preservativo del bolsillo.
–Pero tú ya venías preparado.
–Yo sabía que no te ibas a negar a esto, te dije que eres demasiado básico.
–Dame que yo me lo pongo.
–No, no, quédate quieto, déjame ponértelo.
Terminó de quitarse el pantalón y ambos estaban desnudos.
–¿y ahora que me vas a hacer?
Eduardo lo volteó y lo pegó contar el espejo que está entre 2 estantes.
–Ahora voy a darte duro por ese culo mariquito para que veas lo básico que soy.
Le pasó la mano llena de saliva por entre las nalgas y lo metió, sin pensar, sin esperar.
–AAAH, AAAH coño, ¿cómo sabías que me gusta el sexo rudo?
–Porque tienes cara de puta y te voy a dar más duro.
Con cada empujón Rodolfo empañaba el vidrio con su aliento, su piel mojada por el sudor quedaba pegada al vidrio.
Eduardo separaba las nalgas para poder empujar con más fuerza y penetrarlo completo. Rodolfo apretaba el esfínter lo que hacía que Eduardo se estremeciera.
Unos minutos después Eduardo estaba a punto de correrse y Rodolfo le dijo que aguantara.
Se volteó y se agachó quitándole el preservativo para recibir todo el semen en la boca. No lo tragó sino que se levantó y sin decir nada se le abalanzó a Eduardo besándolo, tomándole la cabeza con fuerza.
Eduardo se resistió hasta que sintió como entraba el semen en su boca, lo tibio y el dulce sabor le quitó lo tenso que estaba y respondió al beso blanco.

Se tumbaron en la alfombra a descansar.
–Nunca había probado la leche ni siquiera la mía, me parecía asqueroso, pero me gustó. Y me gustó tu culo. Te sabes mover
–A mi me encanta.  Tú también tiras divino. ¿Sigues con el noviecito de la peluquería?
–No es mi novio, pero sigo con él, anoche durmió en mi casa.
–Ah pero la cosa va en serio, de quedarse en casa y todo, se me adelantaron.
–¿Qué? Ay no marico, no me jodas que estás enamorado de mi.
–No vale, es jodiendo, a mi no me gustas tú, eres un bruto, en el sexo si me gusta, me refiero en la vida. Tiras rico pero hasta ahí. -mintió, su intención de tener sexo con Eduardo era para terminar de darse cuenta que le gusta y efectivamente le gusta ahora más.
Comenzaron con el inventario y terminaron 6 horas después.
Eduardo se fue al metro con Rodolfo pero iban en direcciones contrarias. Eduardo se montó en su tren, Rodolfo se quedó en el andén viendo como se iba y poniendo cara de decepción al ver que lo del chico de la peluquerías seguía viento en popa.

Eduardo llegó a su apartamento y comenzó a quitarse la ropa, estaba agotado, entró al baño para ducharse y se vio al espejo, se vio los músculos, las nalgas, cogió su pene y lo revisó –Hoy has tenido actividad guevón jeje. –Levanta la mirada y ve el vaso que está en el lavamanos.
–¿Y este cepillo de dientes? Mierda esto es del marico este, ¿pero que se cree el carajito que va a instalarse en mi casa? –Lanzó el cepillo a la basura y se fue a duchar.

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