jueves, 29 de octubre de 2015

SE ME ANTOJA QUERERTE 4 Temporada Final. #SMAQ


Débora y Rendel.

Solo en el apartamento, su mamá estaba de viaje, lo acompañaba una botella de anís, tres rayas de cocaína puestas en una lámina y su pistola. La sala oscura, sólo iluminada por una lámpara en una esquina. Eran las dos de la mañana.

Bebió un buen trago de la botella y se aspiró la cocaína de la mesa, guardaría el resto para más tarde. Esperaba la llamada de uno de sus amigos. Hoy era la noche de su venganza.

Sonó su celular.

–<<Listo bro, ya estamos abajo>>

Cogió dos juegos de llaves. Llegó a planta baja y se encontró con sus dos amigos.

Rendel estaba eufórico.

–Entramos a la casa te vas a un cuarto y tu al otro les ponen las capuchas, las amarran y nos llevamos todo lo que podamos, registramos todo. Ah y le tapan la boca antes con esto.

–¿Y tú que vas a hacer?

–Vigilo y los apoyo cualquier vaina y también me llevo vainas.

Entraron al apartamento con la llaves que Rendel le quitó a su mamá, cerraron despacio y sin hacer ruido cada uno fue a una habitación.

Primero les taparon la boca para que no gritaran y les pusieron la capucha. Débora forcejeaba pero el hombre le dio un golpe que la tumbó y aprovechó para amarrarla. Con Desiré fue más fácil. Terminaron de amarrarlas y las dejaron en el cuarto mientras los tres desordenaban la casa buscando cosas de valor.

–Mira esto, dólares je, je, je 2.000 verdes. Esta tipita está forrada.

–Guarda eso y sigue buscando.

Se llevaron cadenas y zarcillos de oro, una laptop, ropa, electrodomésticos, y dos televisores.

En dos viajes se llevaron todo sin que nadie los viera.

Agarraron a las mujeres y se las llevaron caminando sin zapatos. Los tres estaban encapuchados también.

Las montaron en la camioneta y arrancaron.

–Quítales la capucha pero ustedes no se quiten el pasamontañas –les dijo Rendel que manejaba la camioneta.

–Hola Arquímedes sorpresa, hola Desiré. –Débora se tensó y comenzó a gritar pero tenía la boca con un teipe plomo, Desiré no paraba de llorar. –Vamos a dar un paseo y a disfrutar los tres de esos cuerpitos. Quítale el teipe a Arquímedes que creo que me quiere decir algo.

El hombre que tenía al lado le arrancó la cinta de un trirón.

–ERES UN DESGRACIADO, MALDITO, CONFIÉ EN TI, PENSÉ QUE HABÍAS

CAMBIADO Y AHORA NOS QUIERES MATAR, COBARDE.

–Tranquilo mi rey, que todo esto es culpa de mi primito que me cayó a golpes cuando supo que te di la cola, bueno le dije también que estábamos saliendo –Sacó una bolsita y aspiró

un poco de cocaína.

–¿Y POR ESO VAS A MATARNOS?

–Deja la angustia, que todavía eso no va a ocurrir, no te pongas ansiosa.

–SUELTA A MI MAMÁ Y ME LLEVAS A MI, DÉJALA AQUÍ SI QUIERES PERO NO LE HAGAS NADA.

–No, no, no, ustedes vienen en combo, madre e hijo. Un hijo que juega a ser mujer y se atrevió a cortarse la verga para ponerse una cuquita. Malo, malo, malo Arquímedes.

–LIBERA A MI MAMÁ RENDEL, HAZ LO QUE QUIERAS CONMIGO PERO A MI

MAMÁ NO LA TOQUES.

–Precisamente por eso te traje para hacer lo que me de la gana con ustedes dos.

Salieron de la autopista en el primer desvío y llegaron a un terreno abandonado. Frenó el carro.

–Sáquenlas del carro y las desnudan. Le tapan la boca a este.

Con unas navajas les cortaron la bata y el piyama que traían cada una y quedaron desnudas y atadas.

–Tírenlas al piso. –Rendel se bajó el pantalón y se fue primero donde estaba Desiré. –¿Te gusta? Disfrútalo que ahora voy con tu hijo. VOLTEA ARQUIMEDES Y VE COMO GOZA TU MAMI CONMIGO –Uno de los amigos le volteó la cara a Débora pero ella cerró los ojos.

–Sigue tú que ahora voy con él –Se montó sobre Débora y la penetró con fuerza, ella estaba tensa y su piel enrrojecida, las lágrimas corrían solas. Rendel se le acercó a la cara y pasó su lengua por la mejilla. –No raspa, no se siente como me gusta, todo por quereer ser mujer –Le arrancó el teipe.

–Suelta a mi mamá, te lo pido por favor.

–Sigue tú que me cansé –Aspiró un poco más del polvo blanco y tomó anís, al terminar la botella la lanzó. Se sentó en el piso mientras veía a sus amigos sodomizando a las dos mujeres.

Le volvieron a tapar la boca a Débora.

Rendel se levantó y fue a la camioneta, abrió la puerta de la maleta, sacó una pimpina y la llevó hasta donde estaban las mujeres. Débora al verla comenzó a gritar y moverse con fuerza para soltarse. Rendel le dio una patada en las costillas.

–Quédate quieto. ¿Tú quieres que soltemos a tu mamá? –Débora decía si a través del teipe

–No te escucho bien, te voy a quitar el teipe y quiero que me lo pidas por favor. –Le arrancó el teipe.

Débora estaba agitada, con la respiración entrecortada. –Por favor, por favor suelta a mi mamá, te lo pido.

–Suéltenla.

–¿En serio?

–¡Si coño, suéltala!

Soltaron a Desiré. -Corre suegra, anda, corre.

–Corre mamá, vete, no te preocupes por mi, vete, corre.

Desiré comenzó a correr y se escuchó un disparo.

–¡NOOOOOOOOOOO!

Un disparo en la cabeza y el cuerpo quedó tendido en la tierra. –Trae el cuerpo.

Rendel levantó la pimpina y le quitó la tapa. Comenzó a rociarlas con gasolina.

–Vamos a hacer una parrilla Arquímedes, de pura carne.

Encendió un fósforo y lo lanzó. El fuego las envolvió. Se escuchaban los gritos pero el ruido de las llamas ahogaban cualquier sonido.

Sacó su celular y tomó una foto. Se la envió a su primo Alejo. <<Mira la foto, hice una fogata con tu mujercita y tu suegra primito>>.

De repente apareció un vigilante de una garita cercana, que cuidaba un local vacío.

–¿Qué hacen aquí?

Rendel sacó el arma y le dio un tiro en la frente. Esperaron a que se consumieran los cuerpos.

–Vámonos que todavía tenemos que despachar al niñito este, Asdrúbal. –Lo que le quedaba en la bolsa terminó de aspirarlo. Se montaron en la camioneta y se fueron.

Cuando ya estaban a punto de incorporarse a la autopista Rendel se le nubló la visión pero siguió conduciendo.

–No le des ahora que viene una gandola. –Le dijo el amigo.

–Me da chance, está lejos. –Aceleró y entró a la autopista pero la gandola ya estaba cerca y chocó con la camioneta arrastrándola varios metros hasta que chocó con la defensa del viaducto y se volcó, cayendo 30 metros de caída libre.

La camioneta quedó con las ruedas hacia arriba aplastando a los tres que estaban dentro.

El chofer de la gandola se detuvo y se puso a ver hacia abajo.

–¡Está vivo, hay una persona viva! Vamos a bajar.

Los tres ocupantes de la gandola bajaron por un costado del terreno hasta llegar a la carretera donde cayó la camioneta.

Rendel movía su brazo pero estaba atorado en el amasijo de hierro, los hombres intentaron sacarlo.

–¡Déjalo mi pana, déjalo ahí!

–¡Guevón está vivo! ¿cómo lo vamos a dejar así?

–Tiene las piernas amputadas, mira –El hombre metió la cara por la ventana y al verlo cerró los ojos.

Rendel tomó su pistola y se la colocó en la cabeza.

–NO, NO, NO.

Un disparo terminó con su vida.

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