lunes, 4 de enero de 2016

MALAS INFLUENCIAS 3. El papá de los gemelos.#FrançoisSomosTodos



Toqué la puerta y entré. El hombre estaba en el borde de la cama, que tenía las sábanas revueltas y las almohadas en el piso.  Él, con la cabeza agachada sosteniendo una botella de whisky -18 años nada menos– En el poco rato que estuvo solo se había bebido media botella, ya debería estar ebrio. Me acerqué.
–Disculpe señor Franco –Se llama Humberto –No nos conocemos, soy François Gota, el profesor de sus hijos.

–Ven muchacho, siéntate aquí a mi lado, ¿quieres beber? Bebe.

–No, no gracias.

–Bebe coño acompáñame, viniste hasta aquí por algo así que comparte mi borrachera Se levantó de la cama y fue al vestier a buscar otra botella,. –Toma esta y yo me bebo esta nueva.

–No debería estar bebiendo así.

–Después e ver a mi mujer como se la cogía otro tipo ¿tú crees que no merezco beber hasta olvidarme de todo esto? Yo amaba a esa mujer, le di todo, hasta la mantenía y ella me paga tirando con este tipo.

–Este tipo y otros más -Me salió del alma lo que le dije, me miró con una cara que sólo verla ya me dijo que le contara. –Bueno las veces que he venido a darle clases a los gemelos ella recibía a un técnico distinto para revisar cualquier cosa y ahí pasaba horas con el tipo.

–Una zorra, no va a recibir ni un céntimo más de mi. ¿Y ahora yo que hago? Solo de nuevo.

–No está solo, allá abajo tiene dos hijos que demandan su atención, aproveche y comparta más con ellos -Bebió un trago de la botella y yo hice lo mismo, sentía que el esófago se me incendiaba, tosí.–Son unos muchachos inteligentes y muy divertidos pero quieren estar con su papá.

–Los tengo olvidados, pensé que ella los atendía y salía con ellos pero ya veo que no.

–Salga de ese dolor y dedíquese a sus hijos, por ellos es que usted tiene que luchar y seguir trabajando, las mujeres van y vienen.

–¿Es verdad lo que dijo la zorra esa de mis hijos? –Me hice el loco y pregunté de que hablaba.

Humberto escuchó cuando Susana había dicho que sus hijos eran gais y que yo me los cogía. Al principio dudé en decirle al padre lo de sus hijos luego que ellos me contaron lo que decía de los gais pero se lo solté, había que aprovechar el momento y dejar todo claro. El hombre ya llevaba prácticamente una botella bebida.



–Sí, sus hijos son gais, ellos me los confesaron,  le tienen miedo por lo que usted les dijo alguna vez sobre la homosexualidad.

–¿Y tú? -Se movió hasta ponerse frente a mi y mirarme a los ojos –Te tiraste a mis hijos.

Yo tragué saliva y parecía que me había tragado una bola de plástico y trataba de bajarla por mi garganta, pero respondí.

–No señor, ¿cómo cree? Son unos niños, menores de edad, son mis alumnos. –Me puso la mano en el hombro y bebió, yo también.

–Yo les dije eso porque me da miedo que sufran, que los maltraten, los discriminen, los humillen por ser gais, desde pequeños fui recio con ellos con ese tema, para que tuvieran miedo.

–¿De que sirvió eso Humberto? –Me tomé algunas licencias y comencé a tutearlo, ya estaba bastannte tomado y yo iba por el mismo camino. –Si tus hijos van a ser gais lo serán por más imposición, regaño o que seas severo con ellos, eso es inevitable. Apóyalos eso es lo que tienes que hacer. –Volvió a beber y buscó otra botella, este hombre estaba dispuesto a destruir su hígado hoy mismo, me dio lo que le quedaba de la botella y abrió la nueva. ¡Qué manera de beber!

–Ay François –Me abrazó –He sido un cobarde toda mi vida, desde carajito. Soy un lince en mis negocios, exitoso, he hecho mucho dinero, pero en mi vida personal soy un desastre. Nunca asumí lo que verdaderamente me gusta y amo. Siempre hice lo que los demás querían y así estaban felices y yo me creía que también era feliz pero me hundía cada vez más y cometí la tontería de casarme.



Me dijo eso y me recorrió un escalofrío en el cuerpo, la poca borrachera que ya se asomaba en mi se esfumó y me bebí lo que quedaba en la botella, fondo blanco y esperé el desenlace de su historia.

–Tuve a esos maravillosos hijos que es lo más grande que tengo no me arrepiento de eso, los amo. Pero lo que yo más quiero en este mundo es estar aquí en mi casa viviendo con mi pareja, sea quien sea pero un hombre –La botella se me cayó al piso y le quité la de él y volví a beber.

–Soy gay

–Si, ya, me quedó claro Humberto

–Creo que lo que sucedió hoy me hizo abrir los ojos de una vez, creo que tardé pero ahora sé lo que quiero.

–Nunca es tarde Humberto, es muy valiente hacer lo que vas a hacer, pero si te digo, que en el mundo gay no dista de ser distinto a lo que tú has vivido hoy.

–Lo sé, Lo sé. ¿Sabes algo? –Esa pregunta me aceleró el corazón, no sabía con que iba a salir ahora. –No he estado con ningún hombre desde que estaba con Susana, la amaba, la amo, ella me hizo olvidar mi parte gay, suena loco eso pero no me interesaba, pero me doy cuenta que estaba oculto, ahí escondido y ahora quiere salir de una vez. Que bueno que subiste y entraste, necesitaba desahogarme y contar lo que tenía atragantado.

Volvimos a beber y comenzamos a hablar de mi, de mi familia, como lo supo, en que trabajaba, si tengo novio.



Sacó otra botella y la compartimos, nos levantamos y lo ayudé a arreglar la cama –La señora de servicio está enferma y de la limpieza se estaba encargando la zorra esta, pero ahora no está, gracias por ayudarme–.

Nos sonreímos y seguimos bebiendo sentados en el borde de la cama. –Tú eres muy guapo, que raro que estás solo.

–No creo en los noviazgos, las parejitas, prefiero vivir mi vida disfrutar de los hombres tirármelos y ya. ¿Estar empatado para que luego te monten cacho o los monte yo? No tiene sentido.

Se me quedó viendo a los ojos, bebió un poco más y...me dio un beso en la boca. Su lengua recorría cada espacio, se notaba que es un hombre experimentado, yo por supuesto –ya me conocen- respondí al beso y lo abracé. Comenzó a desabotonarme la camisa y yo hice lo mismo con la de él. Aquel pecho amenzaba con mostrarme una selva amazónica. No entiendo porque los gemelos son lampiños, habrá que esperar.

Terminé de quitarle la camisa y frente a mi apareció una alfombra negra con algunos lugares grises por las canas, pasé su mano por el pecho y toqué una de sus tetillas que parecía un tornillo; grande y dura. Comencé a lubricar.

–¿Tú crees que tenga sentido que yo te coja ahora? –esa pregunta me voló los tapones

–Tiene todo el sentido. –el hombre me haló los pantalones y me los quitó sin desabrocharme, me llevó hasta el medio de la cama y me puso boca abajo. Nunca había visto tanto pelo junto en mi vida. Pecho, piernas, guevo, nalgas, un festín de vellos.

Abrió mis nalgas y dejó caer una buena cantidad de saliva. No me preocupé si me cogía sin condón, a él no le importó pues me metió su verga de una. Un buen guevo, grueso y circunciso, entró en mi cuerpo.

Me agarró las manos y las puso arriba de mi cabeza y las aprisionó. El tipo se movía bien, ¡Dios! yo estaba que iba a acabar pero no, cuando bebo tardo más. El hombre se acuesta encima de mi y sigue moviéndose. Cuando sentí como esos pelos húmedos por el sudor tocaron mi espalda, se me erizó la piel.

–Tenía tiempo sin cogerme un culo de hombre y este está bien rico. Lo sacó y me volteó para quedar frente a frente. Me alzó las piernas y volvió a sujetarme las manos, ya me tenía penetrado otra vez. Humberto se puso salvaje y estaba empujando duro, mientras lo veía a los ojos, algo a mi lado requería de mi atención, cuando volteo, eran los gemelos parados al lado de la cama. Veo a Humberto que estaba concentrado y con la mirada le digo.

Pegó un brinco que retiró el guevo dentro de mi y quedó sentadio en la cama.



–Epa¿Quéééépasa, que hacen aquí?

–Desde que subió el profesor hemos estado pegados a la puerta escuchando todo y bueno, decidimos entrar papá, disculpa que hayamos interrumpido esto. Yo no sé si Abel, pero yo me siento triste por lo que he escuchado y bueno, ahora tú sales así del closet de repente y…tienes sexo con nuestro profesor.

–Humberto, se puso a llorar, se levantó de la cama con la sábana tapándose y abrazó a sus hijos. Caín se puso a llorar, en cambio Abel no, aunque estaba emocionado, dejó que su papá abrazara a Caín y él se acercó a François.

–¡Qué bolas te tiraste a mi papá! -Me susurraba.

–Shhh cállate coño.

–Pero tú eres un bichito.

–Cállate que no le dije a tú papá lo de nosotros.

–Yo sé, te escuchamos.

–¿Y que tal tira?

–ABEL  es tú papá, ¿no estarás pensando…?

–Abel se fue hasta donde su papá y lo abrazó. Se quedaron hablando los tres y yo decidí dejarlos solos. Me vestí y me fui.



Cuando agarré mi bolso que estaba en la sala, sonó el celular, pero no el mio, sino el de Jack.

–<Es muy tarde y no estás en casa pero no te preocupes que estarás a salvo desde donde estés a tu casa. Jack>

Lo que sentí fue miedo en vez de tranquilidad, saber que alguien me sigue los pasos y no sé quién es me pone nervioso. Pero igual salí del edificio y tomé el carro. Cuando me monté miré por el retrovisor a ver si veía a alguien seguirme pero no vi a nadie. Arranqué.



Llegué a casa y le escribí a Jack.

–<Ya estoy en casa>

–<Lo sé mi pana, buenas noches>



Me tumbé en mi cama sin quitarme la ropa, en mi mente estaba Jack y la imagen de la familia Franco que me la tiré. Sí, soy un satírico, ¿qué puedo hacer?

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