Alberto no paraba de enviarme mensajes suplicándome no decirle nada a Tomás, ya me tenía con las bolas acatarradas. Al despertarme al día siguiente, mi desayuno fueron 4 mensajes, 3 de Alberto con lo mismo y uno de Ernesto.
–<Epa guevón buenos
días, ¿puedo acercarme a tu casa?> -El mensaje era de las 7 de la mañana,
eran las 8.
–<Epa, si vente
y desayunas conmigo>
Me duché rapidísimo
y me fui a la cocina a montar unas arepas pero en el Tostyarepa, saqué pavo, queso amarillo, para rallar, jugo,
mantequilla y cheez whiz. Saqué uno
huevos para hacer revoltillos o fritos a gusto del visitante.
Llegó Ernesto y me
ayudó con lo que faltaba para sentarnos a
desayunar.
–Tengo que
contarte una vaina. -Yo y mi encanto de atraer a la gente que me quiere contar
sus problemas.
–¿Qué pasó?.
–Es queeee…con el
carajo que estoy saliendo, ¿sabes? El que conociste el día de la marcha de los
gais.
–Marcha gay
Ernesto, tú también eres gay, aja ¿que pasó con él? ¿te dejó?.
–No, no, es que
llevamos varias semanas que nada de nada, bueno, yo…no se me para, entonces me
he tenido que dejar coger, pero es que no se me para ni un poco.
–Esas cosas pasan.
–¿Desde hace casi
3 semanas? Todos esos días?.
Me sorprendí con
lo que me dijo y me contó que se había visto con otro tipo por Grindr y tampoco
funcionó. Realmente estaba preocupado y le dije que fuera a un Urólogo para
descartar o simplemente tendría un bloqueo , no aceptación de ser gay, no sé.
–¡No chamo! ¿Qué
Urólogo? A mi se me para en las mañanas, lo tengo duro cuando me levanto. –Me
dijo eso y se me paró el guevo, ya lo mío es patológico. Hoy cuando vaya al
Psicólogo en la tarde necesitaré horas para contarle todo lo que me pasa.
–Ah bueno,
entonces la vaina no es física, hay otra cosa. –Ernesto se me quedó viendo a
los ojos.
–¿Qué pasa? ¿ Que
tengo?. Mámame el guevo y si se me para te cojo, quiero probar.
–¿QUÉ? -Dije “que”
para extender la conversa pero mi güevo ya no me cabía en el boxer. Ernesto se
bajó el pantalón para que se lo mamara…y bueno, me agaché. Comprobé que no
tenía problemas de erección pues aquel guevo crecía en mi boca. Me lo tragaba,
se lo mojaba bien de saliva, le lamía el glande y recorría mi lengua hasta sus
bolas. Cuando me las metí en la boca, Ernesto me detuvo.
–Pélame ese culo
que te quiero coger. –Sacó un condón de su pantalón y yo me eché saliva en el
culo y en su güevo. Me apoyé en el mesón y él se levantó de la silla. Me abrió
las nalgas y comenzó a meterlo.
–La verdad que
impotencia no tienes.
–Y tu culo está
divino guevón.
–Dale duro pues, a
ver si ese guevo aguanta.
Ernestó me agarró
por los hombros y comenzó a darme duro, a ratos lo sacaba y volvía a meter.
–¿Te gusta ese
culo?
–Uf chamo, rico
ese culo, marico se siente divino ahí adentro. –Le apreté el guevo –¿Y ahora?
–Waaao, coño. Tu
eres bien puta ¿no?
–Estabas tu
chiquito –Se lo volví a apretar y ese hombre se corrió aferrándose a mis
hombros y empujando como si quisiera entrar él en mi culo.
Se retiró. Me subí
el boxer, él se quitó el condón y se subió el interior con el panatlón. Sonó el
celular, el otro.
–¿Y ese celular?
Un vergartario ¿qué haces con eso?
–Para cuando salga
a la calle y si me lo roban no me angustie tanto. <Buenos días fransuá, no te lo he dicho
pero no sigas por ese camino del alcohol, te va a ir muy mal, cuídate, puedo
ayudarte con eso. Jack>
<Jack yo
todavía no entiendo porque haces todo esto, pero no quiero tenerte cerca de mi,
siempre pasa algo. Te libero de toda responsabilidad>
–Chamo ¿y con
quién te escribes? –me dijo, las manos me temblaban y lo único que pensaba era
en alcohol, busqué una cerveza en la nevera.
–¿Va sa tomar una
cerveza ahora?
–Me provocó. -Me
la bebí de un golpe.
Ernesto no
entendía porqué funcionó conmigo y con otros no, yo tampoco entendía pero no
estaba en ese momento para analizar la situación eréctil de mi amigo.
–Yo creo que
contigo hay confianza y química, disfruto el sexo contigo. -Ya llevaba 3
cervezas y Ernesto seguía hablando.
–Deberíamos empatarnos
tú y yo.
–Deberías irte
Ernesto, tengo cosas que hacer.
–Estás bebiendo
como mucho ¿no? A ti no te gusta la cerveza.
Como pude saqué a
Ernesto del apartamento y bebí 2 cervezas más, entré a Grindr, cuadré con un
chamito de 21 años, tenía ganas de someter a un pasivo.
Cuando llegó a
casa ya me había pasado al whisky, me lo cogí borracho, creo que hasta lo
golpeé y le hice daño en el culo. No acabé y el chamo se fue, dicendo un poco
de vainas que hasta el sol de hoy no recuerdo que dijo, yo también lo insulté.
Terminé de beberme el trago y me metí a duchar, me
vestí, tomé un café cargado con dos ibuprofenos y salí rumbo a la cita con el
psicólogo. Recibí otro mensaje de Jack.
–<Ve con
cuidado, te estoy vigilando. Jack>
Miré por el
retrovisor y no vi a nadie y de repente una moto grande pasó a toda velocidad
al lado de mi carro y se frenó 2 carros más allá, volteó y me saludó, el casco
no me dejaba ver su rostro.
Llegué al
consultorio “Dr Bruce Johanson” era el mismo nombre de la tarjeta que me dio mi
mamá. Me puse a llenar mi historia, por ser la primera. Mientras la llenaba,
llegaron 2 personas, una mujer y un hombre alto, moreno, que me llamó la
atención, era papeado, la mujer era su esposa o novia, no sé, seguí llenando la
historia, ellos hicieron lo mismo.
–Disculpe
señorita, ¿dode hay un baño?
–Salga del
consultorio y a la derecha, al final del pasillo.
–Gracias. -Me fui
al baño, me estaba orinando.
Ya en el urinario
entró una persona, era el hombre que llegó con la mujer, pero se había quitado
el saco.
–Hola…¿es primera
vez que vienes a este psicólogo?
–Hola -Dije. –si,
me lo recomendaron.
–Dicen que el tipo
es gay, pero es muy bueno, tiene muchos pacientes.
Yo bajé la mirada para verle el güevo. No estaba
orinando, sólo se tocaba el guevo que lo tenía algo parado, y grande por
cierto. Se guardó aquello y se fue a lavar las manos.
–Mi esposa me
espera. Suerte.
El tipo me dejó
con el guevo prensado y ni siquiera me lo vio ni intentó nada. Un
calientapollas como dicen en España.
Luego de 45 minutos
me tocó a mi, la secretaria me dijo que pasara. Entré.
El hombre hablaba
por el celular, mirando por la ventana, se volteó y me dijo que lo esperara haciendo
un gesto con los dedos. Cuando se volteó por completo seguía hablando por el
celular y creo que con la esposa, decía mi amor y hablaba de los niños; otro
enclosetado. Cuando me fijé en él sabía que lo había visto en algún sitio. Él
levantó la mirada y cuando me vio a los ojos, abrió los suyos como plato y
terminó la llamada. –Hablamos ahora cariño, tengo un paciente.
–Hola buenas
tardes, ya nos conocemos, wao qué sorpresa.
–¿Ah si? Bueno si,
no recuerdo de deonde pero tu cara me es conocida.
–Me mamaste el
güevo en el baño del aeropuerto. –Mi cara debió ser un poema porque se rió.
–Pero relájate,
tranquilo podemos terminar lo que empezó en ese baño. –Se acercó a poniendo
frente a mi cara el cierre del pantalón que bajó lentamente.
Seguimos luego.
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