Ya estaba de vacaciones escolares y solo tenía las clases de inglés lunes, miércoles y viernes en la mañana en dos empresas.
Humberto el papá de los gemelos habló
conmigo para que me encargara de ellos mientras él estaba trabajando, que me
pagaría un sueldo por los meses de vacaciones. Los gemelos no podían estar más
contentos, bueno, yo también pero por otras razones que no tienen que ver con
el sexo. Esos chamos me caen bien y están muy solos.
Tanto me insistieron –sobre todo Abel–
para ir a un sauna, que me convencieron pero teníamos que ir a uno que no
pusieran tanto pero por ser menores, en el caso que se dieran cuenta -que se
iban a dar al ver las cédulas-, pues le pagaba algo extra al hombre.
–Es un sauna asqueroso pero es el que
podemos ir y vamos a llevar condones, ni se les ocurrar tirar sin ellos.
–Si, si tranquilo, ¿Cuándo vamos?.
Fuimos el jueves así que le pedi permiso
a Humberto para quedarme en su casa el miércoles en la noche –Para aprovechar
el día– y así salir apenas él se fuera al trabajo, mientras más temprano
llegáramos mejor, el sauna es casi 24 horas.
Ese miércoles no me libré de tirar con
Humberto, pero antes que llegara él de trabajo ya yo me enccontraba en el apartamento
y por supuesto tuve nuestro Ménage à trois con los gemelos.
Estos carajitos
son muy creativos y en el sexo más. Abel compró un rosario anal para que yo se
lo metiera mientras que Caín me cogía. Algo goloso, se compró uno bien largo y
comencé a metérselo uno a uno, poco a poco.
Caín me estaba
cogiendo y al ternaba con un dildo. Cuando le introduje todo el rosario –No
paraba de decir Dios, que oportuno–me puse frente a él y, todavía en cuatro comenzó
a mamarme el guevo mientras su gemelo le iba jalando el rosario. Cuando lo sacó
todo le metió el guevo y luego el dildo. Abel se devoraba mi verga.
Caín se salió y le
dijo a su hermano que se lo mamara, yo me puse el condón y comencé a cogerme al
gemelo, cuando ya estaba a punto de venirme escuchamos unas llaves que abrían
la reja. Brincamos de esa cama y nos vestimos lo más rápido que pudimos. Yo
entré al baño de afuera y esperé unos segundos, me lave las manos, bajé la
poceta y salí. Tenía la respiración acelerada.
–Hola chicos
buenas noches –Les dio un beso en la mejilla a cada uno y a mi un apretón de
mano. –¿Les pasa algo? Están como
agitados, rojos.
–Es que estabamos
jugando Playstation y recién terminamos. –Le dije.
–Mmmmm bien, vamos
a cenar, les preparo algo. -Creo que no se lo creyó mucho. –Voy a cambiarme y
bajo con ustedes. François ¿puedes venir un momento a mi cuarto?
Abel me miró y se
sonrió.
–Vayan sacando el
pan, queso, pavo, tomates, lechuga, bueno, lo que quieran ponerle que ya bajo.
–¿Ya bajo? Estos
van a tirar, seguro se tardan un par de
horas. –Le susurró Abel a Caín.
–¿Qué tal
François? ¿cómo está todo? ¿ cómo te trataron los demonios estos?
–Bien vale, yo me
siento bien con ellos, repasamos un poco de química no mucho porque ya están de
vacaciones pero para memorizar algunas fórmulas.
–Me parece bien.
¿Qué van a hacer mañana?
–Quiero llevarlos
a varios sitios en el centro para que conozcan algunos museos y sitios
históricos que creo que no conocen
–Ah bueno, tengan
cuidado. ¿Necesitas plata para eso?
–No Humberto,
tranquilo, yo corro con los gastos, un placer.
–¿Te estás tirando
a los gemelos verdad?
En ese momento
sentí como se me congeló el cuerpo y no podía moverme ni hablar.
–Mmmmm, no, bueno,
eh.
–Sólo te voy a
decir algo François, ellos son menores de edad pero no son ningunos guevones,
yo tuve sexo la primera vez a los 14 años. No les hagas daño, no les enseñes lo
peor de este mundo y del mundo gay y no los corrompas. Esos carajitos te
aprecian mucho y si estás aquí en casa es porque ellos me lo pidieron. Ese par
es lo único que yo tengo en la vida, ya mis papás no están, mis dos hermanos
están fuera, uno en Australia y el otro en China, imagínate, así que somos
nosotros 3.
Si Humberto
supiera que esos niños ya estaban enviciados cuando los conocí…
–Tranquilo
Humberto, yo los voy a cuidar mientars tu no estés cerca, te lo prometo.
Mientras hablábamos,
Humberto se quitaba la ropa y se ponía un boxer y una franelilla, y yo estaba
que me moría ahí mismo.
–Vamos a bajar
para preparar unos sanduches y unos Toddys
Bajamos y los gemelos
estaban en la cocina lavando los platos, se sorprendieron al vernos bajar tán
rápido.
–Bueno, bueno,
bueno, vamos a ponernos pilas a preparrar la cena.
Los 4 nos pusimos a preparar 8 sanduches y una
jarra de Toddy, era pura risa y jodedera. Cuando me aparté un poco de ellos vi
a los gemelos reirse con su papá. Siempre los veo contentos, pero la risa de
hoy era genuina, estaban disfrutando ese pequeño momento con su padre y eso me
hacía feliz. Ya, listo se acabó el momento
familiar y aleccionador. Sigamos.
Tarde en la noche
nos despedimos para dormir. Los gemelos, cada uno en su cuarto, Humberto en el
suyo y yo en la habitación de huéspedes.
Luego de una hora
acostado estaba entre dormido y despierto, en eso oigo que abren mi puerta, solo
veo una silueta pues la luz de afura no me deja detallar bien quien era, pero
por el tamaño me imaginé. Enciendo la lamparita de la mesita. Era Humberto,
estaba sólo en boxer, mostrando aquel matorral en el pecho que ya hizo que el
guevo se me moviera.
–Quiero que subas
a dormir conmigo, vente. -Se fue y yo salté de esa cama para subir. Entro al
cuarto y Humberto está tumbado en la cama desnudo, sólo la luz de la mesita lo
ilumina y sus vellos brillan. Me quito el boxer y la franela y entro en la
cama.
Se acerca a mi y
me abraza, cuando siento esos pelos en mi pecho se me eriza la piel.
–Esta noche no
quiero sexo, quiero decir penetrarte, quiero que estés a mi lado abrazándome y
duermas conmigo.
Me abrazó y me dio
un beso en la boca. Su mano se fue a mis nalgas y sus dedos a mi culo, me
apretó más a su pecho, yo le agarré su guevo. Cuando me soltó bajé a mamárselo,
entonces se puso boca arriba y dejó que hiciera lo que tenía que hacer.
Ese guevo rodeado
de pelos me estaba volviendo loco, yo se lo mamaba completo, lamía el glande y
bajaba por todo el guevo hasta llegar a las bolas y más allá.
–Móntate que
quiero mamártelo.
Un 69 glorioso,
ese hombre se tragaba mi guevo, yo disfrutaba del suyo. Nos pusimos de lado y
comenzó a meterme un dedo en el culo, luego 2 y 3, me estaba excitando cada vez
más entre los dedos en mi culo y mi guevo en su boca iba a estallar. Le avisé.
Sacó el guevo y le
acabé en aquella felpa, yo seguí mamando hasta que el también se corrió en su
barriga. Me volteé y me acosté sobre él y sobre todo ese glaseado. Nos besamos
y luego a la ducha.
Le enjaboné ese
pecho. Creo que Humberto gasta una pastilla de jabón cada vez que se laba el
pecho y la barriga. Terminamos de
ducharnos, nos secamos y así desnudos nos fuimos a la cama. Humberto volvió a
abrazarme y mi cabeza se acomodó en ese pecho acolchado. Fue la primera vez en
muchas semanas que no dormía tan bien. No tuve las pesadillas recurrentes con
el sicario. Me sentí bien, cómodo, tranquilo.
A las 5 de la
mañana suena el despertador. Humbero brinca a la ducha, al salir me encuentra
sentado en la cama viendo la televisión y se sienta a mi lado.
–Quiero que te
mudes a esta casa.
–¿Perdón?
–Lo que oiste.
Quiero que vivas con nosotros, nos hagas compañía.
–Humberto, ya va,
espera, yo…yo no quiero nada serio, no quiero que esto se convierta en una
relación, que seamos exclusivos.
–Sólo quiero que
vengas a vivir aquí, más nada, luego tú haces con tu vida lo que quieras. Pero
te quiero cerca de mi familia. ¿Es mucho pedir? .
Le di un beso en
la boca. –¿Lo puedo pensar?
–Mañana me das una
respuesta, duerme . Me dio otro beso y se fue a vestir.
Sonó su celular.
–Es Susana.. ¿qué
querrá? ¿Le contesto?
–¿Para qué,
despues de tantos días que va a querer?
<<Aló, ¿qué
quieres Susana? Voy rumbo al trabajo>>
<<Quiero que
hablemos, quiero volver, no me puedes dejar así, te necesito, estoy sola, mi
mamá no me quiere en casa, ayúdame>>
–Humberto se sentó en la cama y agachó la cabeza.
<<¿Y me
llamas sólo por eso? Para que te ayude y te de dinero>>
<<Te
amo>>
Humberto comenzó a
llorar <<Yo también te amo, pero me hiciste daño, mucho daño>>
<<Vamos a
hablar y te explico todo, perdóname mi amor ¿sí? No puedo vivir sin ti>>
<< Ok, esta
tarde nos vemos –Humberto se limpiaba los ojos y la nariz con la toalla. Colgó.
Me dijo lo que le
había dicho.
–¿Y piensas volver
con ella?
–Me va a explicar,
me dijo que no puede vivir sin mi y yo tampoco puedo vivir sin ella.
–No puede vivir sin
tus reales Humberto.
–Disculpa por lo
que te dije de venir a vivir aquí, me precipité.
–No, tranquilo,
pero creo que te estás precipitando con ella, no has hablado y ya la estás
perdonando y pensando en que te la traes para acá otra vez.
–Me voy a vestir que ya es tarde. Avísame
cualquier cosa de lo que hagas con los chicos ¿si?. Gracias por quedarte
conmigo esta noche.
–De nada,
Humberto, me encantó.
Terminó de
vestirse, iba descompuesto.
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