El día que recibí la cabeza de Susana en mi casa, me fui a casa de los gemelos, iba en el carro mareado. Al llegar al edificio volví a vomitar.
Al llegar al
apartamento estaba pálido, me recibió Abel que se acostó conmigo en la cama de
huéspedes, me quitó la ropa.
–¿Quieres algo?
¿Un analgésico, un té?
–Una manzanilla
por fa -Le dije. Me quedé dormido un par de horas. Cuando desperté estaba Abel
durmiendo al lado mio que cuando escuchó que me levanté se despertó.
–¿Estas bien?
AAAAAAH –se estiró y bostezo- me quedé dormido.
–Si, ya me siento
mejor. ¿Y tu hermano?
–Debe estar
jugando en su cuarto. Seguimos solos, es raro que la tipa esta no haya llegado,
seguro está tirando por fuera, como ahora no puede hacerlo aquí.
“Está muerta Abel” -Lo dije en mi mente…
Un par de horas
después llegaba Humberto.
–Hola chicos, hola
François. ¿Susana está aquí?
–No papá, ella se
fue una hora después que tú y no hemos sabido de ella.
–Le escribí en la
mañana y al mediodía y me contestó, ahora le escribo y nada, no la llamé porque
andaba ocupado.
–Seguro está con
sus técnicos.
–Caíííín. -Le dije
abriendo los ojos.
Humbero lo vio con
cara de odio mientras llamaba por el celular a Susana.
–<¿Aló?> -me sorprendí cuando ví que alguien contestó
el teléfono.
–<¿Quién es?,
por favor con Susana> -Humberto se puso pálido y cerró la llamada.
–François,
acompáñame al maletero un momento por favor. Ustedes se quedan aquí, no se
muevan.
Llegamos al
maletero, yo comencé a sudar frío y me estaba mareando, cuando abrió el
maletero cerré los ojos. Humberto encontró el cuerpo de Susana decapitado y la
cabeza a un lado. Estaba desnuda y en su abdómen tenía escrita una frase:
“Así terminan
los narcos cuando traicionan al cartel”
Tenía metidos unos
dediles en la vagina, varios. Humberto se apoyó al carro con una mano en la
boca, estaba llorando. Lo único que pude hacer fue abrazarlo. Se limpió la cara
con su brazo.
–Tengo que llamar
a mi abogado y ahí hacer el resto, cuando llegue. No me dejes solo François.
–Tranquilo, no me
iré. El corazón me bombeaba a 1000 por segundo.
Recibí un mensaje
del otro celular pero no lo vi hasta que llegó el abogado y estaban distraídos.
–<Tranquilo,
Humberto no lo van a involucrar, el expediente de esta mujer está en la
policía, ya tiene antecedentes gracias a mi. Jack>
–<¿Por qué
haces esto y de gratis, no me conoces>
–<De gratis no,
250 mil verdes. Tu amigo me dijo lo mal que te la hizo pasar cuando estudiaban
juntos y que lo comprendiste cuando se reencontraron, yo también sufrí en el
colegio y te entiendo. No me cuesta nada ayudarte cuando mi pana del alma
minutos antes de morir me pidió protegerte. Jack>
Ese mensaje no se si
me tranquilizó o me puso peor, pero ya quería conocer a Jack.
–<Ya llegará el
momento> –Me escribió.
Una semana después
estábamos en la funeraria. Los padres y hermano de Susana no podían creer que
su hija era una narcotraficante del cartel del Sur. Hablaban con Humberto que
tampoco daba crédito a eso, pero las investigaciones arrojaron esos detalles.
Los gemelos
estaban entretenidos hablando con varios de sus compañeros del colegio.
El hermano de
Susana se me acercó para preguntarme si era familia de Humberto o de los
gemelos. Le aclaré que era el profesor de química de los muchachos. Sergio, el
hermano de Susana tendría como 22 o 23 años, se parecía a su hermana así que
era guapo, su camisa desabotonada delataba un pecho velludito, se le notaban
unos brazos trabajados en el gym así que supuse que tendría buen cuerpo.
–Me disculpas, voy
a caminar un poco, voy a ver si visito
la tumba de mis abuelos si la consigo.
Comencé a caminar,
me puse a pensar en lo que le pasó a Susana, fue exagerada la manera de morir,
un secuestro o una sensatez de Humberto hubiese sido la mejor salida, pero
bueno lo que pasó pasó. No sabía si decirle a Humberto la verdad, siendo como
es, impulsivo y a veces correcto y con un abogado que es un zorro viejo, capaz
termino yo preso.
Mientras seguía
caminando vi a mi derecha al fondo bajo un árbol un hombre parado apoyado en el
tronco, vestido de negro, cuando me pongo a detallar mejor que me detengo,
alguien me asusta.
–¡Hola!.
–¡Coño! Me asustaste, ¿qué más?
–¿Disculpa,
conseguiste la tumba de tus abuelos?
Cuando volteé al
árbol ya no estaba el hombre. –No, sigo en eso, ¿me acompañas?
Seguimos
caminando, el cementerio estaba solo. Se puso a hablar de su hermana cosas que
ni me interesaban y ni le pregunté.
–Tu hermana le
montó cacho parejo a su esposo, no me la pongas tan buenesita.
–¿Y tú? Eres
buenesito?
Aaaaay ya con eso
que me dijo sabía que venía por sexo. Llegamos a un foso que me imagino que a alguien
iban a enterrar en cualquier momento, habían unas palas y unos mecates
olvidados ahí.
–La verdad no, soy
bastante mal portado. Lánzate en ese hueco.
–No chico, ¿para
qué?
–Te voy a coger
eso es lo que quieres.
–Pero ahí no, ¿qué
es eso?
Lo empujé y luego
me lancé yo.
–Chamo noooo, aquí
no podemos estar, esto me parece creepy
–Creepy es lo te voy a meter. –Me bajé
los pantalones y él se bajó los suyos y el interior. El chamo me vio el guevo
–Verga esa vaina no me la vas a meter.
–Ay voltéate. –Me
puse el condón, salivita y pa’ dentro. Lo tenía ensartado y con la cara pegada
a la tierra que se estaba desmoronando aunque estaba algo húmeda.
–Ay ay, ay me
duele, ay.
–Aguanta, que rico
ese culo, apriétame el guevo anda.
–Ay, Ay, Ay, dale,
dale.
Comenzó a
lloviznar pero yo seguía dándole, la tierra se caía y pequeños hilos de agua
caían al foso, yo seguía cogiéndome ese culo que estaba apretadito, le agarré el
pecho y habían unos pectorales duros y le desabotoné la camisa, lo abracé por
ahí y le di más duro.
–Ponte en 4. –Le
dije
Ahí lo agarré por
las caderas y más duro. Se desató el palo de agua, no me interesaba la lluvia,
estaba disfrutándome ese culo, le abría las nalgas y veía ese hueco abierto y
mi guevo ahí dando la talla.
Yo seguía
dándole. De pronto un relámpago que
iluminó todo y luego un trueno que hasta la tierra tembló y caí en cuenta por
donde nos llegaba el agua; tocaba mis bolas.
–Chamo esto se
está llenando de agua, vamos a salir.
–Ya va, que no he
terminado, quiero acabar. -Lo agarré por los hombros, el palo de agua no era
normal, la lluvia caía como clavos y durísmo, otro relámpago y un trueno que
ahora sí, Sergió se cagó.
–Vamos a salir de
aquí, vámonos.
–Déjame salir y te
ayudo con el mecate ¿ok?. –El agua le llegaba a la cadera, me monté en sus
hombros y de ahí me puse de pie, tuve que impulsarme para poder salir, me
resbalé estando fuera del hueco pero me levanté y fui a buscar el mecate que
estaba apartado, otro relámpago con su trueno, y el palo de agua seguía
fortísimo, tomo el mecate y cuando me volteo un rayo alcanza el foso y le da a
Sergio, la fuerza del rayo me tumba hacia atrás, me di un coñazo en el
coxis que me tuvo unos segundos en la
grama, cuando me levanto y me acerco al foso, el cuerpo de Sergio flotaba, el
rayo pegó en la hebilla de metal. Casi lo parte en dos, el agua tenía un color
oscuro entre el marrón del a tierra y el rojo de la sangre. No podía dejar de
verlo, estaba paralizado.
–¡Yo creo que
mejor te vas de aquí antes que venga alguien y piense otra cosa!. -Era el
hombre de negro que me gritaba pues la fuerza del agua no dejaba oir, Cuando
volví a voltear ya no estaba. –¿Será Jack? –Me dije pero comencé a
correr hacia donde estaba la funeraria. Al llegar, la gente estaba resguardada
bajo techo.
Todavía no había
pasado el trauma de Susana y también vi como moría su hermano, estaba temblando
del frio, en shock y justificando mi ausencia por una hora. Media hora después
todo se despejó, como si ahí no hubiese caído un diluvio.
Se disponían a ir
a enterrar el ataúd. Nadie se explicaba porqué no la incineraron pero bueno.
–¿Han visto a
Sergio? Preguntaba el papá.
–Estabas con él,
lo vi cuando te estaba siguiendo. ¿te lo tiraste? Eres un duro.
–Cállate, no
hables, no digas nada, tu no viste nada, quédate como muerto.
Mientras
esperábamos, vimos llegar 2 patrullas del CICPC, 5 minutos después se acercaba
un encargado del cementerio a informarnos.
–Señor, hubo un
siniestro en la parcela donde va su esposa.
–Explíquese.
–Encontraron un
cuerpo dentro del foso, al parecer un rayo, está parcialmente quemado y
seccionado.
Yo volví a temblar
pero sentía un calor en todo mi cuerpo. Llegó uno de los policías.
–Señores el occiso
se llama Sergio Urdaneta. -Me impactó la delicadeza con que manejó el tema el
policía, la mamá de Susana se desmayó y yo estuve a punto, quería que el día
terminara ya.
2 horas después ya
estábamos frente al foso, no podía dejar
de verlo e imaginarme a Sergio abajo y
yo cogiéndomelo y luego el oportuno rayo. Cuando comenzó a bajar el ataúd a mi me bajaban las lágrimas
y arranqué a llorar, nadie –ni yo– entendían nada.
–Te lo tiraste y
ahora está muerto, ¿por eso estás llorando?
–Abel, ahora no
por favor.
–Ok, ok Caín se está
cogiendo a un compañero del colegio en el baño, no me dejó quedarme.
–Ve a abrazar a tu
papá que está desconsolado.
Aproveché que Abel
se fue donde su papá y me fui a buscar mi carro. Ahí dentro volví a llorar, a los
10 minutos arranqué el carro y me fui a casa a dormir.
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