Retomando el cuento de antes, seguí al guía de La Estancia que se dirigía al baño que está en la parte de atrás de la casa. Esperé unos segundos y entré, me puse a su lado en el urinario contiguo.
Me saco el guevo
lentamente para que él me vea, y me vio. –Hola -Le dije –Hola
No podía perder
tiempo pues los gemelos estaban solos. –Tú te conoces esto, tienes tiempo
trabajando aquí, vamos a un sitio que quiero cogerte.
–Ahora no puedo,
estoy trabajando.
–Si puedes, va a ser
sólo un momento -mentira-. –Yo te sigo.
El muchacho se
subió el cierre y me dijo que siguiera por la parte de atrás en el pasillo de las
fotos de Chávez. Así hice. Abrió la puerta de vidrio que da a la galería
principal que estaba cerrada porque montaban una nueva exposición pero ahora no
había nadie. Volteé si no había nadie viendo y entré, el carajito cerró la
puerta de nuevo.
–Vamos a un
pequeño depósito, ahí no va a entrar nadie ahora si es que viene gente.
Entramos, era un
pasillo angosto como de 4 metros de largo y a los lados estantes con materiales
y latas de pintura, no había manera de acostarse. Se bajó el panatlón y se agarró de los estantes. Hice lo mismo y
me puse el condón, él se volteó y al verme el guevo parado abrió los ojos.
–Eso me va a doler
dame despacito.
–Aguanta que no
tengo mucho tiempo pa dilatarte, ponte flojito, además eres bien perrita, no te
hagas.
Me eché bastante
saliva en el guevo y luego le puse a él. Comencé a metérselo y no hacía más que
quejarse y aferrarse al estante pero estaba ahí aguantando, iba empujando,
empujando hasta que le entró –Ya te lo tragaste todo ¿ves que sí puedes?.
Ahí comencé a
darle duro, con la agitadera se movían los estantes que tenía a los lados.
Tenía unas nalgas blaaaancas y esponjosas que se movían con cada empujón que le
daba que venía acompañado de un gemido. Empecé a darle duro. Las cosas pequeñas
que estaban en los estantes se caían.
–No hagas ruido
dame despacio
–Cállate y saca la
mano de ahí –Ponía su mano en mi guevo para que no lo metiera todo. Le estaba
reventando ese culo. Con la fuerza que
agarraba el estante, parecía que lo iba a doblar. De repente me pega un olor a
mierda, me detengo y saco el guevo.
–Chamooo mira
esto.
–Verga que pena,
es que no estaba preparado.
–¿En serio?
Quítame el condón y limpia esto. –Salió del cuartico y trajo unas toallitas
húmedas que agradecí. Me limpió y me quitó el condón. –Sácame la leche con la
boca
Lo puse a mamar
como Dios manda, lo atragantaba, por cochino, le empujé el guevo hasta el
fondo, le daban arcadas y los ojos llenos de lágrimas. Quería acabar. Le agarré
la cabeza y empecé a cogérmelo por la boca. No me importaba si le gustaba o no.
Cuando estuve a punto de venirme me detuve. -¿Te la tragas?
–Como pudo
respondió no y le acabé en la boca. Se ahogó y escupió todo el semen.
–Coño, te dije que
no, no me gusta eso.
–Disculpa que
pena, no agaunté y me vine.
El carajito se
arrechó y me fue a abrir la puerta. –Que no te vea nadie –me dijo.
Salí y me fui a
buscar a los gemelos que estaban al finaaal del jardín haciendo ¿yoga? con unas
personas pero fuera de la programación habitual.
–Chico, ¿qué
hacen?
–Nos invitaron a
hacer yoga, ven.
–Ya nos vamos.
–¿Dónde estabas?
–preguntó Abel
–No preguntes.
–Estabas tirando.
–Dejó la postura en la que estaba –una pierna y un brazo estirados– Se levantó.
–¿Por qué no me
avisaste, yo quiero verte tirar y bueno que me cojan a mi.
Caín se levantó de
Yoga pad que les prestaron –Verga Abel estás ladilla, deja al profe tranquilo,
ya te cogieron hoy.
–Bueno vámonos, si,
estás ladilla Abel, lo agarré por la cabeza y lo despeiné.
Los invité a
merendar unas tortas con café con leche y de ahí nos fuimos a casa.
Al llegar al
apartamento de los gemelos nos econtramos con la peor de las sorpresas
-para los gemelos–
Había vuelto Susana.
–Hola chicos,
estoy de vuelta. Como fui yo quien te contrató, estás despedido.
–Tu esposo me
contrató para estar con los gemelos así que olvídalo. En eso bajó Humberto.
–Bueno ya veo que
se enteraron que Susana volvió, está arrepentida me pidió disculpas y ahora les
va a pedir disculpas a ustedes –Se refería a los gemelos–.
–Disculpen todo lo
malo chicos, quiero empezar de cero con ustedes.
–Si esta mujer
vuelve a esta casa yo me voy. –Dijo Caín, Abel volteó a verlo con cara de
asombro y miedo.
–Tú no te vas a
ningún lado Caín, ustedes se quedan conmigo y François los viene a visitar.
–Yo preferiría que
no viniera más mi amor. -Dijo la zorra.
–Él va a venir las
veces que quiera Susana, y punto.
–Yo me voy de
aquí. –Caín se fue a su cuarto, Humberto lo intentó detener pero el muchacho se
soltó.
–Déjalo Humberto -Le
dije.
–Yo me voy con mi
hermano.
–¿QUÉ COÑO DICEN?
¿ADONDE VAN A IR?
–A mi casa
Humberto-Le dije muy serio.
–Tú sacas a mis
hijos de aquí y te meto una demanda por secuestro François.
–Este pervertido
lo que quiere es tener sexo con ellos, eso es un delito, son menores mi amor.
–Cállate Susana,
no te metas en esto, vete al cuarto.
–Amor este hombre
es un enfermo.
Humbero vio a
Susana y ella entendió que debía callarse e irse al cuarto.
Los gemelos
bajaron con una mochila cada uno.
–USTEDES NO SE VAN
DE AQUÍ.
–Papá yo con esa
zorra no voy a vivir, ya me la he calado 2 años y te va a hacer lo mismo
que antes. –Dijo Caín.
Abel estaba callado.
–Abel –Dijo
Humberto –¿Tú te quieres ir de aquí?
–Yo me voy si se
va mi hermano.
–Ustedes son
menores de edad y están bajo mi responsabilidad.
Los gemelos se
pusieron detrás de mi. Me tocaba dar la cara por ellos.
–Eso lo tenemos
claro Humberto, pero tus hijos te están diciendo que no quieren vivir con esa
mujer aquí y ya sabes lo que hizo y lo va a volver a hacer. Saca a esa mujer de
tu vida, divórciate.
–Le voy a dar una
oportunidad, merece una ¿no?
–Ok, estás en todo
tu derecho, pero piensa en tus hijos antes de cometer una estupidez.
–No me digas lo
que tengo que hacer, ya estoy bien grande y tú apenas comienzas a vivir.
–Tienes razón.
Bueno chicos, no se pueden venir conmigo, tienen que quedarse.
–¿François estás
loco? No nos dejes aquí con esta tipa –Me susurró Abel.
–No puedo hacer
nada, ustedes son menores de edad y lo que dice su papá es cierto, sería un
secuestro.
–Bueno Humberto me
voy. Lo pasamos bien hoy, dile a tus hijos que te cuenten.
–¿Mañana vienes?
–Bueno, sí, si no
hay problema.
–No hay ningun
problema
Dejé a los
gemelos. Caín con la arrechera reflejada en su rostro, Abel triste con ganas de
irse conmigo.
Llegué a mi casa y
revisé un mensaje que no había visto. Era de Humberto.
–<Lo sieto
François, quiero rehacer mi vida con la mujer que amo, no sé si estoy haciendo
lo correcto, pero estoy haciendo lo que quiero hacer. Gracias por cuidar a los
niños>
–<Tranquilo
Humberto, es tu vida, lo importante es que queriendo ser feliz tú le hagas daño
a otros a tu familia, descansa, un beso>
Eran las dos de la
mañana No podía dormir pensando en lo que había pasado y bueno también en la
cagada de palo que me hicieron el día anterior. Recibí otro mensaje.
–<Debiste
llevarnos a tu casa, mi papá no te iba a meter preso> -Era Abel.
En la mañana cuando
abrí los ojos eran las 11, les escribí a los gemelos que iba a llegar tarde.
–<Te esperamos,
estamos solos en casa, mi papá en el trabajo y la bruja no sabemos de ella>
Me meto a duchar,
al salir suena el celular, el otro
celular. Entré en pánico.
–<Abre la
puerta de tu apartamento, te dejé un regalo, Jack>
Me entró un
escalofrío en el cuerpo, de repente el cuerpo se me heló, abrí la puerta y
había una caja cuadrada de unos 30 cms de alto, la levanto, estaba medio
pesada. Cierro la puerta, cuando la abro
vomité de una y tiré la caja al suelo.
Las manos me
temblaban y le escribí a Jack.
–<Esto que
hiciste ya es el colmo. No quiero que te
acerques a mi, ya esta vaina me está dando miedo>.
–<François, se
me ordenó protegerte, te dije que lo haría sin tenerme cerca. Te he quitado un
problema de encima. Cuida a los gemelos, te necesitan cerca. Deja todo como
está, no toques nada, yo me encargo cuando te vayas de casa, Jack>
Como pude me vestí
para irme, al pasar por la caja para salir no pude dejar de mirar la caja.
Los ojos de Susana
estaban abiertos y vidriosos. Salí del apartamento. Me comenzó un fuerte dolor
de cabeza.
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