Apenas se fue Humberto me fui al cuarto de los gemelos para despertarlos e irnos. Luego de escuchar la conversación con Susana no tenía ánimos de nada pero ya me había comprometido con los chamos.
Desayunamos unas
arepas con huevos revueltos, jugo y café con leche para irnos con energía al
lugar donde íbamos. Caín estaba contento pero Abel estaba emocionadísimo,
parecía que se iba a estrenar en el sexo y ya lleva bastantes kilómetros
recorridos.
Llegamos al sauna
y la cara de los gemelos cambió al ver la entrada del lugar.
–Pero esto es una
mierda.
–De eso se trata,
un lugar asqueroso, inmundo donde ocurren toda clase de morbosidades y
perversiones y en el peor lugar.
–Si tu lo dices.
–Les advierto que
estén pendiente con quien se juntan aquí entran desde recogelatas, malandros,
policías, guardias nacionales y amanecidos.
–Vaya, lo vamos a
pasar bien
–Se los certifico
que sí.
Entramos y la cosa
empeoró a los ojos de los gemelos. Me tocó engrasarle la mano al encargado pues
al verlos me dijo de una vez que menores de edad no podían entrar. El paseo me
salió caro.
No pedimos cabina
pues era casi lo mismo que cambiarnos afuera. Nos pusimos la pequeña toalla
cada uno y entramos a los cuartos. Había gente a pesar de que eran las 8 de la
mañana. 3 hombres maduros, un negro que lo tenía en la mira, unos tipos de mal
aspecto y unas 4 loquitas ventiañeras.
–Entren pero los
tengo vigilados. -Por otros recovecos había más gente.
El negro se fue a
las duchas, yo me quité la toalla y fui hasta allá. Estaba duchándose dándome
la espalda, tenía un culo de infarto; unas nalgas redondas grandes y duras. Se
volteó. Un morcillón que a duras penas se veía no por lo pequeño sino por lo
oscuro, aquello era una manguera de cisterna.
Me vio y me agarró
por el brazo y me metió en la ducha.
–Mama. –Así sin
más y bueno, me agaché. Aquello crecía en mi boca y parecía que no iba a
detenerse y todavía tenía las santas bolas de empujarme la cabeza.
–Vamos al sauna,
te quiero coger. -Me susurró.
Cuando entramos al
sauna Abel tenía frente a él 3 tipos que se turnaba para mamarles el guevo, su
hermano se lo cogía, la gente los rodeaba, me imagino por el morbo que da ver a
unos gemelos tirando entre ellos.
Yo le dí un condón
al negro pero no creo que le sirviera.
–Esto no me cabe.
–Dijo. –Póntelo hasta donde te entre. –Bueno le llegó a la mitad y a duras
penas.
–Ponte ahí y
agáchate. El negro me apoyó el guevo entre mis nalgas.
–¿Lo quieres todo
adentro?
–¿Tú que crees?
–El negro me abrió esas nalgas y empezó a empujar, empujar, empujar y zuas el
culo se abrió y entró aquella anaconda. Ese negro me agarró de las caderas y
como si no fuera suficiente las dimensiones de su guevo arremetía contra mi
intentando sacármelo por la boca y así estuvo unos minutos.
Se me acercó Abel.
–Te están dando duro ¿no? –me dio un beso en la boca, yo estaba aguantando el
dolor.
El negro sacó el
guevo y salió sin el condón. SE ME QUEDÓ EL CONDON ADENTRO. Me fui de ahí al baño a ver como me sacaba el
látex del culo. Al salir fui al locker, no sé por qué pero quería revisar el
celular.
Tenía un mensaje.
–<Te estás
metiendo en un peo con esos carajitos metidos en ese sauna, SAL YA DE AHÍ,
viene gente de la alcaldía a hacer una fiscalización, vete ya. Jack>> Guardé el celular y fui a
buscar a los chamos.
Cuando estoy
llegando al sauna de nuevo oigo unos fuertes gemidos, por mi paso hay gente
teniendo sexo oral, entro y veo a Abel que lo tiene el negro pegado a la pared
y dándole duro. Eso me dio un morbo, el pobre tenía una cara y no podíía
moverse. Caín se estaba cogiendo a una de las loquitas que también chillaba,
parecía una niña, otro le tocaba el culo con ganas de cogérselo pero este no le
paraba bola.
Me acerco a Abel
para decirle que nos tenemos que ir. El negro me quita la mano del brazo del
chamo.
–DEJA LA VAINA,
ESTE CULO ES MIO Y NO HE TERMINADO SAL PA’LLA
–Mi pana, él vino
conmigo y nos tenemos que ir. ABEL termina ahí. Vamos Abel
–Que te dije que
no mamaguevo, no quisite que te siguiera cogiendo jódete, pero no me jodas la
culiá. –El negro le estaba dando con todas sus ganas a Abel que no hacía más
que gemir pero le gustaba. Me tocó esperar que el negro acabara. Retiró el
guevo del culo de Abel que parecía que le hubiesen metido un bate, no terminaba
de salir. El negro le acabó en las nalgas. Así mismo lo halé y junto a Caín
salimos de ahí.
–Pero ¿qué pasó?
Yo queria seguir?
–Yo también -Dijo
Caín.
–Tenemos que
irnos, me dieron el pitazo de que vienen a fiscalizar el sitio.
Nos vestimos
rápido y al ir hacia la puerta entraban 2 tipos vestidos de rojo. Se me
pusieron las bolas, los riñones y los pulmones de corbata.
–Vamos a salir
como si nada, vengan.
Al pasar al lado
de ellos nos vieron.
–¿Y estos dos? Son
menores, su identificación.
–Saquen las cédulas.
-Les dije para ganar tiempo y pensar, pero en eso entra un hombre todo vestido
de negro con la cara tapada le da dos cachazos a ambos funcionarios y los tumba
al piso.
–Salgan y se van
de aquí corriendo. Yo me encargo de estos. Tú no has visto nada guevón. –Le
dijo el encapuchado al encargado.
El cuerpo me
temblaba, tomamos el metro hasta la plaza Altamira. Los gemelos me preguntaron
que había pasado, quien era ese tipo que entró y nos sacó. Les dije que no
sabía nada –Un ángel guardián– les dije –Ay mariquito –me dijo Caín –Tú conoces
a ese tipo marico. Cuéntanos.
–Anda sí
cuéntanos, tienes un superhéroe que te proteje y se oculta tras esa ropa.
–Tú si eres parcha
hermanito.
Les conté la
historia desde la boda. Abel estaba impactado y emocionado con el enmascarado.
–¿Te lo tiraste?
–Ni siquiera lo
conozco, sólo sé que se llama Jack o por lo menos firma así.
–Ay que emoción
eso, si te lo tiras me avisas y me llevas yo quiero que me coja un superhéroe.
–Abel no seas tan
marica, que coño de superhéroe ¿no escuchaste que es un sicario? Mosca profe y
te joden, esa gente es peligrosa, de verdad que no me gustaría que te pasara
algo, eres demasiado pana.
–Si François,
mejor que te cuides, pero si te lo tiras me dices. -Me susurró Abel.
–Chicos, su papá
me dijo que me fuera a vivir con ustedes.
Abel empezó a
brincar en el carro de la emoción, Caín me puso una mano en el hombro y me
sacudió. –Qué fino profeee.
–Bueno hay un
detalle, pero no quiero que digan nada. Su papá va a hablar con Susana y creo
que va a volver a casa.
–¿¿¿QUÉÉÉ??? Mi
papá se le tostó el cerebro. Esa tipa no va a entrar a la casa, sino nos vamos
–Bueno, cálmense
que todavía no sabemos que va a pasar, él se retractó con lo que me dijo así
que de momento no me mudo.
–Coño nooooo
François, que ladilla, te quedas en casa igual, esté la puta esa o no.
–Esta tipa no va a
vivir con nosotros otra vez Abel deja de decir estupideces.
Nos fuimos a
almorzar a un restaurante y luego a LA ESTANCIA, este par no conocía ese lugar
tan hermoso. Abel estaba fascinado, Caín se acostó de una en la grama al ver
que había gente haciéndolo.
–Dejen que los
lleve a la Hacienda La Trinidad y a los jardines Ecológicos Topotepuy. -Dije
eso y ya se habían ido lejos de mi.
Yo me fui tras un
guía que le tengo ganas desde hace tiempo.
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