A la mañana siguiente, desperté temprano, los gemelos aún dormían y Humberto también, tenía una parazón y dolor de cabeza, no me cuadraba, busqué en la nevera una cerveza y me la bebí de un golpe, fui a orinar y se me calmó el muchacho. Me regresé a la cocina a prepararme algo para desayunar.
Ya desayunado me
senté en la mesa del comedor con la laptop de Humberto bebiendo mi tercera
cerveza de la mañana, eran las 9:30. Chequeaba mi correo. Contesté algunos
mensajes.
Mientras leía
pensaba en lo de ayer, me había dado la cola Jack, no sé quien es, no sé que
hace, no le veo la cara pero esta vez lo tuve muy cerca, abrazado, lo poco que
recuerdo es que es fuerte, hace pesas. Se me volvió a parar sólo de pensar en
ese tipo que era todo un misterio para mi.
Moví la cabeza y
volví a concentrarme en el mensaje que estaba leyendo, de pronto sentí dos
manos en mis hombros que me sacaron de la concentración, era Humberto.
–¿Qué haces
bebiendo a esta hora?
–Necesitaba una
cerveza. ¿cómo estás? -Me levanté y le di un beso en la boca.
–Hay dos botellas
en la cocina, ¿necesitabas 3?
–Tranquilo yo
compro ahora.
–No, no es porque
te las hayas bebido, te puedes beber todas, es la hora.
–Ay Humberto, son
3 cervezas, ya
–Ayer llegaste
borracho, me dijo Caín.
Lo vi a los ojos y
le dije que nos sentáramos a hablar. De nuevo eché el cuento desde el día del
bonche.
Humberto no podía
creer lo que estaba escuchando. Me repitió lo que dijo mi mamá que denunciara
al “tal Jack” y le repetí lo mismo, me daba
miedo.
–¡François, te
tiraste al hermano de Susana! ¿Y luego un rayo lo mató? Esto me lo cuentas y no
te lo puedo creer, además la lluvia, ustedes teniendo sexo en el foso y donde
enterramos a Susana…no…es algo tan retorcido y tan espeluznante. François, ¿en
qué coño estabas pensando?.
–Hay algo no te he
dicho.
–Ah coño, hay más.
–Jack me mandó a
mi casa…la cabeza de…Susana. –Agaché la mirada y escuché que Humberto se
levantó del sofá, se agarraba la cabeza, la sacudía se puso a llorar, maldijo,
llegó hasta decirme que si no estaba yo involucrado en el asesinato de Susana.
–A ver…Jack me
involucró, o sea, al mandarme…la cabeza me hice cómplice de todo esto tan
absurdo.
–¿ABSURDO?
¿ABSURDO FRANÇOIS? La decapitación de una mujer y la muerte de una persona por
un rayo que encima te tiraste y era mi cuñado, tú lo catalogas de absurdo. A mi
todo esto me parece una atrocidad, una vaina del demonio, de una mente
retorcida y estoy hablando de ambos, tanto el tipejo ese como tú, ambos son
unos retorcidos. Bueno y si me voy más allá te tiraste a mis hijos que son
menores, no te digo más.
–Llevo semanas sin
poder dormir Humberto, semanas pensando en los muertos que tengo en mi
conciencia, se me aparecen en las pesadillas. Bebo para olvidarme de eso y
poder dormir borracho y no despertar ni pensar.
–¿Y tú crees que
bebiendo vas a solucionar las cosas?
–No…pero…de
momento duermo…-Arranqué a llorar, Humberto me abrazó y me calmó. –Tienes que
ir u a un especialista, un psicólogo.
–Esta semana voy a
uno que me facilitó los números mi mamá. –Seguíamos hablando abrazados, se me
estaba parando el guevo y Humberto se dio cuenta y me soltó.
–Estás enfermo
François, necesitas ayuda y cuentas conmigo para lo que quieras.
–Y con nosotros
también –Dijeron los gemelos que bajaban las escaleras y se acercaron a
saludarme, Caín me estrechó la mano y me guiñó el ojo, Abel me abrazó.
Los acompañe un
rato y me fui a mi casa quería descansar, pero en realidad quería beber y antes
de llegar a casa compré unas botellas. Al llegar a casa me serví un trago de whisky
en las rocas, encendí la laptop y me tiré en el sofa de la sala.
Abrí mi Facebook,
al ver a las personas que tal vez conocía, me sugirió a Alberto y lo invité. Y
como si estuviera esperando que lo invitara, aceptó de una vez y me escribió.
Chateamos un rato
y le dije que estaba solo en mi casa bebiendo y lo invité a tomarse unos tragos
conmigo, no había pasado una hora y ya estaba llegando a mi casa.
Abrí la puerta y
traía una botella de Coca Cola, 2 bolsas de maní, de merey y cotufas. Lo invité
a pasar y le serví un vodka con naranja y puse en un bowl lo que trajo y nos
sentamos en la sala. Brindamos y nos pusimos a charlar hasta que me hizo una
pregunta.
–¿Y eso que me
invitaste?
–No te hagas el
gafo, que tú sabes para que te invité y sabes a que viniste. –Dejó su vaso en
la mesa y se me vino encima a besarme. Comenzamos a desvestirnos.
–Chúpamelo. –Me
dijo
Me lo metí en la
boca, no era un pene grande pero estaba aceptable, lo tuvo él más complicado
cuando le tocó meterse el mio en la boca.
–Coño, tienes un
vergón.
–Si, que ese
culito se va a comer todo.
Pero primero él me
iba a coger, busqué condones y lubricante y le lancé ambas cosas, se puso el
condón y le pregunté como quería cogerme.
–Ponte como lo
disfrutes más. –Me puse en 4 sobre el sofá y me penetró. No tenía tamaño aquel
guevo para lo que hacía Alberto, Dios, se movía como un experto, me daba
nalgadas, movía las caderas, lo sacaba y lo volvía a meter, me apretaba las
nalgas y las abría.
–Ahora ponte tú
que te voy a coger.
–A mi también me
gusta en 4. –Me dijo.
–Yo quiero que te
acuestes mejor boca abajo.
Lo empujé
acostándolo, me puse sobre él, le cerré las piernas y poco a poco fui metiendo
mi guevo entre sus nalgas apretadas y sentía como su culo iba abriéndose,
Alberto me decía que le dolía pero no le hice caso, seguí penetrando,
penetrando, penetrando, hasta que mi guevo desapaerció dentro de su culo..
húmedo, caliente, estrecho, aquella cavidad te invitaba a quedarse ahí por
siempre. Mientras me movía bebía de mi
vaso, hasta que no hubo más y tomé la botella. Le levanté el tronco y lo puse
en 4 y así comencé a darle mientras bebía de la botella.
Alberto se abría las nalgas para que le diera
duro y se lo metiera completo. Lo volteé boca arriba y cuando lo volví a coger
le dije que se masturbara, aproveché que tenía los ojos cerrados y le tomé una
foto procurando que se viera la cogida y su cara. También se veía mi sofá así
que era perfecto.
Alberto se corrió
y yo saqué el guevo y el condón y le acabé encima. Se quedó unos segundos acostados
y lo moví.
–Bueno, ve a
ducharte y te vas..
–¿ya? Pero no nos
vamos a quedar charlando?
–¿Charlando? – Me
bebí otro trago de la botella -Te quería en mi casa para cogerte, más nada,
anda al baño y lávate.
Regresó y se
vistió. –Pensé que querías hablar.
–No chico, ¿de
qué? Eres el novio de mi amigo ¿de que quieres hablar? De cómo le vas a decir a
Tomás que tiraste conmigo?
–¿Tas loco? Será
para que me mate. Mosca y tú le dices. -No hablé. –Marico, cuidado con una
vaina, no me vayas a joder.
–Mmmm pero tú si
puedes joder a Tomás que está ilusionado contigo.
–Tenemos días que
no tiramos.
–Ay conchale te
entiendo, estabas quesúo, dale, buenas noches Alberto.
–Mosca y no le
digas nada por favor.
–Chaaaao. -Le
cerré la puerta en la cara.
A lo mejor iba a
ser peor el remedio que la enfermedad, pero había que salir de dudas.
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