martes, 19 de enero de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Las canitas de Alberto.


A la mañana siguiente, desperté temprano, los gemelos aún dormían y Humberto también, tenía una parazón y dolor de cabeza, no me cuadraba, busqué en la nevera una cerveza y me la bebí de un golpe, fui a orinar y se me calmó el muchacho. Me regresé a la cocina a prepararme algo para desayunar.


Ya desayunado me senté en la mesa del comedor con la laptop de Humberto bebiendo mi tercera cerveza de la mañana, eran las 9:30. Chequeaba mi correo. Contesté algunos mensajes.

Mientras leía pensaba en lo de ayer, me había dado la cola Jack, no sé quien es, no sé que hace, no le veo la cara pero esta vez lo tuve muy cerca, abrazado, lo poco que recuerdo es que es fuerte, hace pesas. Se me volvió a parar sólo de pensar en ese tipo que era todo un misterio para mi.

Moví la cabeza y volví a concentrarme en el mensaje que estaba leyendo, de pronto sentí dos manos en mis hombros que me sacaron de la concentración, era Humberto.

–¿Qué haces bebiendo a esta hora?

–Necesitaba una cerveza. ¿cómo estás? -Me levanté y le di un beso en la boca.

–Hay dos botellas en la cocina, ¿necesitabas 3?

–Tranquilo yo compro ahora.

–No, no es porque te las hayas bebido, te puedes beber todas, es la hora.

–Ay Humberto, son 3 cervezas, ya

–Ayer llegaste borracho, me dijo Caín.

Lo vi a los ojos y le dije que nos sentáramos a hablar. De nuevo eché el cuento desde el día del bonche.

Humberto no podía creer lo que estaba escuchando. Me repitió lo que dijo mi mamá que denunciara al “tal Jack” y le repetí lo mismo, me daba  miedo.



–¡François, te tiraste al hermano de Susana! ¿Y luego un rayo lo mató? Esto me lo cuentas y no te lo puedo creer, además la lluvia, ustedes teniendo sexo en el foso y donde enterramos a Susana…no…es algo tan retorcido y tan espeluznante. François, ¿en qué coño estabas pensando?.

–Hay algo no te he dicho.

–Ah coño, hay más.

–Jack me mandó a mi casa…la cabeza de…Susana. –Agaché la mirada y escuché que Humberto se levantó del sofá, se agarraba la cabeza, la sacudía se puso a llorar, maldijo, llegó hasta decirme que si no estaba yo involucrado en el asesinato de Susana.

–A ver…Jack me involucró, o sea, al mandarme…la cabeza me hice cómplice de todo esto tan absurdo.

–¿ABSURDO? ¿ABSURDO FRANÇOIS? La decapitación de una mujer y la muerte de una persona por un rayo que encima te tiraste y era mi cuñado, tú lo catalogas de absurdo. A mi todo esto me parece una atrocidad, una vaina del demonio, de una mente retorcida y estoy hablando de ambos, tanto el tipejo ese como tú, ambos son unos retorcidos. Bueno y si me voy más allá te tiraste a mis hijos que son menores, no te digo más.

–Llevo semanas sin poder dormir Humberto, semanas pensando en los muertos que tengo en mi conciencia, se me aparecen en las pesadillas. Bebo para olvidarme de eso y poder dormir borracho y no despertar ni pensar.

–¿Y tú crees que bebiendo vas a solucionar las cosas?

–No…pero…de momento duermo…-Arranqué a llorar, Humberto me abrazó y me calmó. –Tienes que ir u a un especialista, un psicólogo.

–Esta semana voy a uno que me facilitó los números mi mamá. –Seguíamos hablando abrazados, se me estaba parando el guevo y Humberto se dio cuenta y me soltó.



–Estás enfermo François, necesitas ayuda y cuentas conmigo para lo que quieras.

–Y con nosotros también –Dijeron los gemelos que bajaban las escaleras y se acercaron a saludarme, Caín me estrechó la mano y me guiñó el ojo, Abel me abrazó.



Los acompañe un rato y me fui a mi casa quería descansar, pero en realidad quería beber y antes de llegar a casa compré unas botellas. Al llegar a casa me serví un trago de whisky en las rocas, encendí la laptop y me tiré en el sofa de la sala.

Abrí mi Facebook, al ver a las personas que tal vez conocía, me sugirió a Alberto y lo invité. Y como si estuviera esperando que lo invitara, aceptó de una vez y me escribió.



Chateamos un rato y le dije que estaba solo en mi casa bebiendo y lo invité a tomarse unos tragos conmigo, no había pasado una hora y ya estaba llegando a mi casa.

Abrí la puerta y traía una botella de Coca Cola, 2 bolsas de maní, de merey y cotufas. Lo invité a pasar y le serví un vodka con naranja y puse en un bowl lo que trajo y nos sentamos en la sala. Brindamos y nos pusimos a charlar hasta que me hizo una pregunta.

–¿Y eso que me invitaste?

–No te hagas el gafo, que tú sabes para que te invité y sabes a que viniste. –Dejó su vaso en la mesa y se me vino encima a besarme. Comenzamos a desvestirnos.

–Chúpamelo. –Me dijo

Me lo metí en la boca, no era un pene grande pero estaba aceptable, lo tuvo él más complicado cuando le tocó meterse el mio en la boca.

–Coño, tienes un vergón.

–Si, que ese culito se va a comer todo.



Pero primero él me iba a coger, busqué condones y lubricante y le lancé ambas cosas, se puso el condón y le pregunté como quería cogerme.

–Ponte como lo disfrutes más. –Me puse en 4 sobre el sofá y me penetró. No tenía tamaño aquel guevo para lo que hacía Alberto, Dios, se movía como un experto, me daba nalgadas, movía las caderas, lo sacaba y lo volvía a meter, me apretaba las nalgas y las abría.

–Ahora ponte tú que te voy a coger.

–A mi también me gusta en 4. –Me dijo.

–Yo quiero que te acuestes mejor boca abajo.

Lo empujé acostándolo, me puse sobre él, le cerré las piernas y poco a poco fui metiendo mi guevo entre sus nalgas apretadas y sentía como su culo iba abriéndose, Alberto me decía que le dolía pero no le hice caso, seguí penetrando, penetrando, penetrando, hasta que mi guevo desapaerció dentro de su culo.. húmedo, caliente, estrecho, aquella cavidad te invitaba a quedarse ahí por siempre. Mientras me movía bebía  de mi vaso, hasta que no hubo más y tomé la botella. Le levanté el tronco y lo puse en 4 y así comencé a darle mientras bebía de la botella.

 Alberto se abría las nalgas para que le diera duro y se lo metiera completo. Lo volteé boca arriba y cuando lo volví a coger le dije que se masturbara, aproveché que tenía los ojos cerrados y le tomé una foto procurando que se viera la cogida y su cara. También se veía mi sofá así que era perfecto.



Alberto se corrió y yo saqué el guevo y el condón y le acabé encima. Se quedó unos segundos acostados y lo moví.

–Bueno, ve a ducharte y te vas..

–¿ya? Pero no nos vamos a quedar charlando?

–¿Charlando? – Me bebí otro trago de la botella -Te quería en mi casa para cogerte, más nada, anda al baño y lávate.



Regresó y se vistió. –Pensé que querías hablar.

–No chico, ¿de qué? Eres el novio de mi amigo ¿de que quieres hablar? De cómo le vas a decir a Tomás que tiraste conmigo?

–¿Tas loco? Será para que me mate. Mosca y tú le dices. -No hablé. –Marico, cuidado con una vaina, no me vayas a joder.

–Mmmm pero tú si puedes joder a Tomás que está ilusionado contigo.

–Tenemos días que no tiramos.

–Ay conchale te entiendo, estabas quesúo, dale, buenas noches Alberto.

–Mosca y no le digas nada por favor.

–Chaaaao. -Le cerré la puerta en la cara.



A lo mejor iba a ser peor el remedio que la enfermedad, pero había que salir de dudas.

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