lunes, 18 de enero de 2016

MALAS INFLUENCIAS. Mi madre me calma, mi entrepierna me mata.


Mi mamá no dejó que la buscara al aeropuerto, el chofer de su novio la iba a buscar y dejarla en casa.


Cuando llegó me abalancé, nos quedamos abrazados un buen rato, el mismo rato estuve llorando. Le conté con lujo de detalles todo lo que había pasado desde aquella fatídica fiesta de boda hasta el día del funeral.  Luego de dejarme hablar hasta el final me dio un beso en la frente, me tomó de los hombros y me habló como nunca lo había hecho.



–Estas echando tu vida a la basura, viviendo una montaña rusa sexual, casi todos los días teniendo sexo ¿hasta cuándo crees que te va a durar eso? ¿qué te ha dejado el sexo fortuito aparte de alguna enfermedad venérea que te contagien? ¿No quieres formar una familia? ¿quieres ir de cama en cama hasta el día que tengas que pagar por sexo porque nadie quiere contigo porque estas viejo, arrugado y decrépito.

Eres un profesional, independiente ¿Qué coño te pasa?. Necesitas ir al psicólogo de nuevo y hacer terapia y hablarlo, contarle todo, que te ayude para que te ayudes y salgas de donde estás.Te recomiendo que visites una bruja también y te lo digo en serio.

En cuanto a ese hombre misterioso deberías hablar con la policía.

–¿Y si me mata? Te recuerdo que es un sicario mamá.

–Algo habrá que hacer con eso. ¿Seguro vas a estar bien? Mira que a más tardar pasado mañana me tengo que ir y regresaré a Caracas en 3 meses.

–Si estaré bien mamá, me hacía falta hablarte y escucharte.

–Ve al psicólogo que te di, es muy bueno y mira –sacó un frasco redondo color ambar– estas son unas pastillas naturales no adictivas para que puedas dormir, tómatela 1 hora antes de dormir y verás que duermes y amaneces descansado.



Las 36 horas que mi mamá estuvo en casa no se despegó de mi, los celulares los mantuve apagados, vimos películas, hablamos de sus planes en Panamá, cocinamos y dormimos juntos. Me hizo mucha falta desconectarme de todo, pero el problema seguía ahí y tenía que afrontarlo. Mi problema no era el sexo, era las consecuencias de eso, yo quería seguir tirando las veces que quisiera, pero todo se complicaba luego de horizontalizarme con alguien.



El día que se fue mi mamá la bajé al aeropuerto, estuve con ella una hora. Me recordó que regresaría en 3 meses y que llamara al psicólogo. Ya cuando iba a buscar el carro aproveché antes para ir al baño. De 6 urinarios y sólo funcionaban 2, el último estaba ocupado por un señor que caragaba una maleta, era probable que estuviera llegando de viaje. Se me quedó viendo y sin dejar de hacerlo se echó para atrás dejando ver su guevo fuera del pantalón que lo sacudía mientras seguía creciendo. Se metió en el cubículo que estaba detrás de él y esperó a  que yo entrara.

-“¿Qué te ha dejado el sexo fortuito aparte de alguna enfermedad venérea que te contagien?” Se repetía en mi cabeza la frase que me dijo mi madre. Entré al cubículo y me senté en la poceta. Entre la maleta y nosotros 2 no había mucho espacio pero igual se lo mamé. Su guevo olia a perfume, a limpio, un pene rosado pálido y unos vellos casi rubios se asomaban entre el cierre del pantalón, me dedique a lamer su glande luego de retraer por completo el prepucio para luego jugar con el, era algo grueso pero no tan largo. Mientras lo mamaba me acariciaba la cabeza suavemente, de repente la suavidad se convirtió en tensión, su mano aprisionaba mi cabeza, era indicio que estaba a punto de correrse, cuando pensé que lo haría dentro de mi boca lo sacó y acabó en la pared.



Salí del cubículo y me dijo que lo esperara afuera pero no lo esperé, me fui a buscar el carro para irme a casa. En el camino me detuve en una licorería y compré una botella de ron. La abrí y comencé a beber por el camino, poniéndola en mis pies para que ningún policía o guardia no me la vieran.



Llegué a casa borracho, el carro no lo estacioné en mi puesto sino en el que estaba más fácil de aparcar. Entré al apartamento y busqué otra botella y la abrí, sonó mi celular, era Abel para formarme un peo porque no sabían de mi desde el funeral, le dje que me iba a duchar y me iba a su casa. Yo estaba peo, como pude me bañé y me vestí, agarré un bolso y metí una muda de ropa y la botella de ron empezada. Bajé y en la calle esperaría un taxi para ir al apartamento de los chicos.



De repente una moto de alta cilindrada se detiene donde yo estoy, yo me sostenía del poste de la luz, estaba parado como si estuviera aguantando que el poste no se cayera y era yo el que me iba a caer. –Móntate que te llevo– Me dijo el motorizado vestido de negro y con un casco más grande que la moto.

–No joda ¿quién coño eres tú, mamaguevo? –Sólo digo esa palabra cuando estoy en las condiciones en que estaba.

El tipo se bajó de la moto y me montó sosteniéndome. –Así ningún taxi te va a llevar, yo te llevo.

–Pero yo no te he dicho a donde voy mamaguevo.

–Abrázame fuerte y aprieta las piernas contra la moto.



Llegamos al edificio donde viven los gemelos.

–Este mamaguevo te trajo salvo, porque sano no estás. -Me bajé de la moto tambaleándome.

–¿Cómo sabías que venía para aca, mamaguevo?. -3 veces la palabrita.

–Porque soy Jack borracho impertinente, quédate a dormir aquí. –Arrancó aquella moto a toda velocidad, el ruido que hizo casi me quita la borrachera, pero fue unos segundos después que caí en cuenta que me había dicho que era Jack o por lo menos eso escuché.



Me abre la puerta Abel, yo tenía la botella en la mano y seguía bebiendo.

–François, ¿qué haces?  Estás borracho.

–¿Y cuál es el peo mamaguevo, tienes algún problema con eso?

Abel me ayudó a entrar y se acercó Caín, me sentaron en el sofá de la sala.

–Como mi papá te vea así te va a formar un peo. ¿Te viniste en tu carro? ¿no habrás manejado así con esa pea?

Me levanté del sofá y comencé a gritar.

–BUENO CARAJITO ¿QUE CARAJO TE IMPORTA A TI COMO VENGA YO PARA ACÁ?

–Porque estás en nuestra casa François y mi papá se va a molestar, ven al cuarto.

–COÑO DEJAME TRANQUILO Y SUELTAME VOY SOLO –Abel intentó tomarme del brazo para ponérselo por detrás de su cabeza pero no me dejé y le lancé un golpe.

–QUE ME DEJES COÑO –Lo tumbé al piso y Caín se me vino encima y me dio un golpe que me tumbó a mi también al piso y me puse a llorar. Me llevaron al cuarto me desnudaron, me metieron en la ducha y luego me acostaron.

Abel tenía el pómulo hinchado, pero con todo y que lo golpeé se quedó a mi lado velando mi sueño hasta que llegara Humberto, Caín preparaba una sopa de sobre para darme algo de comer.

Llegó Humberto pero subió directo a su  cuarto y se encerró, aún no superaba la muerte de Susana, habían pasado 8 días.



Los gemelos me dieron la sopa, yo estaba desnudo en la cama. Caín se fue a hablar con su papá y Abel terminó de darme la sopa.

–No vuelvas a perderte así, estábamos preocupados, fuimos hasta tu casa y no abriste la puerta y pensábamos que no estabas pero nadie te había visto salir.

–Estoy bien Abel, aquí estoy, han pasado cosas, que luego hablaré con tu papá.

–¿Cosas malas?

–Cosas Abel.

–Coño,¿ no me puedes contar? Tienen que ver con el hermano de la tipa esta, la muerta, Susana.

-Tráeme un ibuprofeno por fa, la cabeza me va a estallar. –Abel buscó la pastilla y un vaso de agua.

–Me tenías preocupado y mi papá estaba desdesperado porque quería verte para conversar, sigue muy afectado por la muerte de Susana.

Vi a los ojos a Abel y la visión se me inundó, Abel no puedo haber hecho algo mejor; me abrazó fuerte. –Tranquilo François, esta es tu casa y aquí te vamos a cuidar.



Ese abrazo de Abel lo sentí, me llegó al alma, supe que en esa casa todo iba a estar bien.

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