martes, 15 de marzo de 2016

MALAS INFLUENCIAS. ¿Quién coño es Jack?.


Se escuchó un disparo. Todo quedó en silencio. La bala impactó en la puerta y pegó en la pared del baño. El corazón me palpitaba a gran velocidad, extrañamente seguía con el guevo parado.
–Si sobrevivimos a esto, vamos a celebrarlo. –me susurró Rafael mientras volvía a ponerse en 4. Lo penetré, el cuerpo me temblaba pero comencé a embestirlo, su cabeza golpeaba en la pared y yo le daba duro. Él se abría las nalgas. Estábamos sudando, el sonido de mi cuerpo golpeando el suyo se intensificaba con la humedad de la piel. Comenzó a gemir.

–Sigue coño, que rico, que rico ese guevo, dale. –Lo tiré al piso y me lo cogí acostado boca abajo. Cada centímetro de mi guevo lo sintió dentro de él en esa posición. Intentaba aferrarse a las cerámicas de la pared, el dolor y el placer lo estaban volviendo loco.



Mientras seguía cogiéndolo se escuchaba a alguien caminando entre los restos en el piso, se escuchaba que rodaban cosas. Hasta que escuché mi nombre a lo lejos.

–François, François, ¿dónde estás François?.

–Chamo alguien dice tu nombre allá afuera. -Hablaba en voz baja Rafael. Nos vestimos y nos quedamos escuchando. Se escuchaban muebles rodarse, suponíamos que eran los anaqueles, sonaba metálico.

–FRANÇOIS, FRANÇOIS.

–¿Salimos? –Me dijo Rafael. Por un momento pensé que podría ser jack, ¿pero cómo?, bueno, él está en todos lados, puede ser él.

–Vamos a salir, pero sin hacer ruido. –Abrimos la puerta despacio. Imposible, la bisagras chirriaban, en eso escuchamos a la persona que se regresaba corriendo, abrimos la puerta completa y lo que había allí parecía una zona de guerra.

Estantes en el suelo, mercancia esparcida por el piso, personas al parecer muertas. Dedujimos que la persona que estaba al lado de la puerta con un tiro en la cabeza era la que quería entrar. Ambos nos asustamos hasta que del pasillo apareció un hombre vestido de negro y un pasamontaña.

–Mosca con ese tipo, nos va a matar. –Mientras Rafael decía eso yo corrí hacia Jack y lo abracé.

–Coño, estas vivo carajo. ¡Me metiste un susto enorme! . –Me solté del abrazo y lo besé. Jack puso sus manos en mis mejillas y respondió al beso.



–Mi pana, muy romántico el beso y que bonito que te rescate el novio, pero hay que salir de aquí. Mientras Jack me besaba abrió los ojos y apuntó con su arma a Rafael. Le disparó a los pies y luego lo apuntó en la cabeza. Rafael entendió que tenía que irse, pero antes se fue al baño a buscar las latas de leche. Jack me dejó a mitad del beso y fue tras Rafael.

–Deja eso ahí  y te arrancas sino quieres quedarte aquí con los otros muertos. –Le dijo mientras le clavó el arma en la nuca. Rafael tiró las latas y se fue del automercado, bueno lo que quedaba de él



Todo se quedó en silencio, la calle estaba sola, no pasaba gente, ni autos, nada, parecía una escena de The Walking Dead, daba miedo.

–¿Pero qué pasó aquí?

–La gente se volvió loca y más loca la Guardia Nacional que hizo disparos y gente que estaba armada dentro del local también disparó. Hay 8 muertos de los que vi. Saquearon los locales que están alrededor y los carros que estaban en la calle, todos les robaron algo, cauchos, baterías, reproductores.

–¿Cómo sabías que estaba aquí adentro?

–Nunca te vi salir y tu carro no se ha movido del estacionamiento. -Lo miré con cara de extrañesa. –Lo tengo monitoreado con GPS, deja de poner esa cara.

–Pero ¿por qué no hay gente ni policías?.

–Se les fue de las manos, allá afuera hay policías y Guardias muertos. En cualquier momento esto vuelve a estar minado de policias, hay que irnos de aquí.



Nos montamos en su moto y salimos de ahí sin rumbo, tan sin rumbo que sin darme cuenta estábamos en la autopista de Oriente. Llegamos a Boca de Uchire.

–¿Qué hacemos aquí?

–Te traje hasta aquí para sacarte de ese infierno que es Caracas.

–Ah, que bien ¿y nos vamos a quedar aquí en medio de la nada.

–Abrázate a mi, no hemos llegado. –Aceleró por una carretera recta como de 3 kilómetros, llegamos a una zona de varias posadas. Detuvo la moto en una de esas, parecía que no hubiese nadie ahí y efectivamente, estaba cerrada.

Jack abrió la puerta y entramos. El lugar estaba acomodado, no parecía abandonado.

–¿Aquí no hay gente?

–No, en temporada baja cierran por 15 días, cerraron ayer. Vamos a una habitación. Arriba.

Entramos en la habitación, estaba caliente y oscura, enciendo la luz y Jack la apaga.

–¿Por qué la  apagas, creo que hoy es un buen día para conocerte y saber quien eres.

–Yo te dije que pronto sabrás quien soy, pero hoy no es el día. Hoy es el día para hacerte el amor.

 Cerró la puerta y aquel cuarto quedó totalmente oscuro. Jack comenzó a desvestirme. Me quitó todo, pasó sus manos por mi cuerpo y yo me estremecí. Él se desnudó, tomó mis manos y las puso en su cara.

–Descúbreme. -Dijo. Esa palabra hizo que mi pene se levantara. Recorrí su rostro, notaba su barba de 2 días, raspaba, su cuello era grande y fuerte, los músculos los tenía desarrollados en esa zona, bajé a su pecho y me conseguí 2 piedras de pectorales, las recorrí y eran perfectas y más perfectas aún pues estaban cubiertas de vellos, muchos. Sus abdominales parecían labrados, sentí cada protuberancia, todavía habían vellos en esa zona. Seguí bajando y en su entrepierna toqué algo familiar, su pene era como el mio; largo, grueso, curvo a la izquierda y hacia arriba y prepucio. Me agaché y poco a poco lo fui metiendo en mi boca mientras mis manos recorrían sus bien trabajadas piernas que también tenían vellos, muchos.

De Jack solo escuchaba su respiración fuerte y al fondo, el romper de las olas. El calor nos envolvía. Nuestros cuerpos bañados en sudor resbalaban. Cuando toqué sus pies que eran enormes, se agachó y me alzó.



–Acuéstate en la cama boca arriba. –Sentí que se alejó y escuché el particular sonido del empaque del condón y luego el chillido del latex al estirarlo. Se lo colocó. Usó su saliva para lubricar el condón y mi culo, yo ayudé a lubricármelo y meter un par de dedos para dilatar, Lo que venía era grande.

–Despacio, lo tienes grande.

–Tranqulo, no voy a hacerte daño, lo que quiero es que disfrutes haciendo el amor conmigo. -Poco a poco fue introduciendo su guevo. Su rigidez era asombrosa, entró en mi suavemente pero sin pausa y una vez a dentro sus movimientos iban como el sonido del mar, suave, delicado, despacio. Era una sensación nueva para mi, cada vez que introducía completamente su pene recorría electricidad por mi cuerpo. Era la primera vez que hacía el amor de esa manera. Era amor lo que me hacia ese hombre, estaba entregado, estaba ahí para hacerme sentir bien, para que disfrutara cada segundo. Mientras sus caderas y pelvis se movían a buen ritmo, su boca y su lengua recorrían mi cuello, mi boca, mi pecho.

Levantó más mis piernas y las echó hacia mi cabeza, se montó sobre mí y sin cambiar el ritmo volvio a penetrarme hasta el fondo. Yo no aguanté y me vine sobre mi abdomen. Él se acercó a mi boca y me besó. Su lengua entró por completo. Sus brazos me aprisionaron y supe que él también se había corrido, dentro de mi.



Se acostó a mi lado, me tomó de la mano y así estuvo 10 minutos. Se levantó.

–Voy a ducharme en otro cuarto y voy a preparar algo de comer, pero tú no vas a salir de aquí, te quedas encerrado. –Se llevó la ropa y se puso el pasamnotaña.



A la hora regresa con la comida, luego de pasar la llave toca para que le abra.

–Ahora puedes encender la luz y el aire. –Me dijo, estaba con el pasamanotañas puesto. Había hecho 4 sanduches con todo y trajo 4 cervezas.



–Eso que hiciste hace un rato aquí en esta cama...¿qué significó?.

–Que yo no soy como los otros que te tiras, te desnudas, te los coges, te cogen y ya, se van. Lo mio es esto François, hacerte el amor, conmigo sólo vas a conseguir esto, no te voy a coger por satisfacer una necesidad.

–Me gusta escuchar eso. Tienes un cuerpo hermoso.

–Espero que no te lleves sólo eso, mi cuerpo, ve más allá y verás que te enamoras.

–Eso no es conmigo, pero lo que hicimos hace un rato no lo voy a olvidar, me encantó.

–Que bueno, yo también lo disfruté y te disfruté.

–¿Vamos a pasar la noche aquí?

–Así es y esta noche quiero hacerte el amor de nuevo.



Cuando iba a hablarle de su madre, se fue a recoger la cocina y lavar los platos,  cuando regresó calló mi boca con un beso y volvió a hacerme el amor. Nos quedamos dormidos luego de una hora de sexo.

Amaneció. Al abrir los ojos tenía la ventana abierta y todo el olor a mar entraba al cuarto y se me pegaba en la piel, sonreí y volteé a un lado y Jack no estaba. Revisé a ver si la puerta estaba cerrada y no, la abrí y lo busqué. No estaba, por ningún lado. Regresé al cuarto  y en la mesita de noche había una nota, una bolsa de papel y un jugo.



“Buenos días François, te dejo el desayuno y la ventana abierta para que disfrutes la vista mientras comes. Cuando estés listo llama a este número y pasarán a buscarte para llevarte a la puerta de tu casa. No tienes que pagar nada. Buen provecho.



P.D.  Ayer sacaste de mi a otra persona, más humana, más real, la que quiero ser contigo, espero me lo permitas cuando sea el momento”.



 Se me hizo un nudo en la garganta y un escalofrío recorrió mi columna. Desayuné sentado en la ventana viendo el mar. Al rato llamé al número. Cuadré la hora  y el hombre me buscó en punto. Como no sabía que hacer con el portón pues sencillamente cerré y me monté en la camioneta negra.



Un hombre negro, gordo, más que gordo, robusto y con cara de bravo, le di los buenos días y como si hubiese hablado con el aire.



–Me va a dejar en…

–Ya sé la dirección y sé donde lo voy a dejar. -Me cortó la inspiración.

–¿Usted conoce a Jack? Le pregunté para romper el hielo.

–No conozco a nadie con ese nombre.

–El que lo contrató.

–A mi me dieron la información  para que lo buscara  en la posada y llevarlo a su casa sano y salvo, no sé más nada.

–Entonces no sabe quien le avisó que viniera. –El hombre me agarró de la franela por el cuello y la retorció.

–Usted no haga preguntas, yo no tengo las respuestas, sólo lo llevo a su casa. No hable conmigo.



Decidí echarme a dormir.

No hay comentarios:

Publicar un comentario