Se escuchó un disparo. Todo quedó en
silencio. La bala impactó en la puerta y pegó en la pared del baño. El corazón
me palpitaba a gran velocidad, extrañamente seguía con el guevo parado.
–Si sobrevivimos a esto, vamos a celebrarlo.
–me susurró Rafael mientras volvía a ponerse en 4. Lo penetré, el cuerpo me
temblaba pero comencé a embestirlo, su cabeza golpeaba en la pared y yo le daba
duro. Él se abría las nalgas. Estábamos sudando, el sonido de mi cuerpo golpeando
el suyo se intensificaba con la humedad de la piel. Comenzó a gemir.
–Sigue coño, que rico, que rico ese
guevo, dale. –Lo tiré al piso y me lo cogí acostado boca abajo. Cada centímetro
de mi guevo lo sintió dentro de él en esa posición. Intentaba aferrarse a las
cerámicas de la pared, el dolor y el placer lo estaban volviendo loco.
Mientras seguía cogiéndolo se escuchaba a
alguien caminando entre los restos en el piso, se escuchaba que rodaban cosas.
Hasta que escuché mi nombre a lo lejos.
–François, François, ¿dónde estás
François?.
–Chamo alguien dice tu nombre allá afuera.
-Hablaba en voz baja Rafael. Nos vestimos y nos quedamos escuchando. Se
escuchaban muebles rodarse, suponíamos que eran los anaqueles, sonaba metálico.
–FRANÇOIS, FRANÇOIS.
–¿Salimos? –Me dijo Rafael. Por un
momento pensé que podría ser jack, ¿pero cómo?, bueno, él está en todos lados,
puede ser él.
–Vamos a salir, pero sin hacer ruido.
–Abrimos la puerta despacio. Imposible, la bisagras chirriaban, en eso
escuchamos a la persona que se regresaba corriendo, abrimos la puerta completa
y lo que había allí parecía una zona de guerra.
Estantes en el suelo, mercancia esparcida
por el piso, personas al parecer muertas. Dedujimos que la persona que estaba
al lado de la puerta con un tiro en la cabeza era la que quería entrar. Ambos
nos asustamos hasta que del pasillo apareció un hombre vestido de negro y un
pasamontaña.
–Mosca con ese tipo, nos va a matar. –Mientras
Rafael decía eso yo corrí hacia Jack y lo abracé.
–Coño, estas vivo carajo. ¡Me metiste un
susto enorme! . –Me solté del abrazo y lo besé. Jack puso sus manos en mis mejillas
y respondió al beso.
–Mi pana, muy romántico el beso y que
bonito que te rescate el novio, pero hay que salir de aquí. Mientras Jack me
besaba abrió los ojos y apuntó con su arma a Rafael. Le disparó a los pies y
luego lo apuntó en la cabeza. Rafael entendió que tenía que irse, pero antes se
fue al baño a buscar las latas de leche. Jack me dejó a mitad del beso y fue
tras Rafael.
–Deja eso ahí y te arrancas sino quieres quedarte aquí con
los otros muertos. –Le dijo mientras le clavó el arma en la nuca. Rafael tiró
las latas y se fue del automercado, bueno lo que quedaba de él
Todo se quedó en silencio, la calle
estaba sola, no pasaba gente, ni autos, nada, parecía una escena de The Walking Dead, daba miedo.
–¿Pero qué pasó aquí?
–La gente se volvió loca y más loca la
Guardia Nacional que hizo disparos y gente que estaba armada dentro del local
también disparó. Hay 8 muertos de los que vi. Saquearon los locales que están
alrededor y los carros que estaban en la calle, todos les robaron algo, cauchos,
baterías, reproductores.
–¿Cómo sabías que estaba aquí adentro?
–Nunca te vi salir y tu carro no se ha
movido del estacionamiento. -Lo miré con cara de extrañesa. –Lo tengo
monitoreado con GPS, deja de poner esa cara.
–Pero ¿por qué no hay gente ni policías?.
–Se les fue de las manos, allá afuera hay
policías y Guardias muertos. En cualquier momento esto vuelve a estar minado de
policias, hay que irnos de aquí.
Nos montamos en su moto y salimos de ahí
sin rumbo, tan sin rumbo que sin darme cuenta estábamos en la autopista de
Oriente. Llegamos a Boca de Uchire.
–¿Qué hacemos aquí?
–Te traje hasta aquí para sacarte de ese
infierno que es Caracas.
–Ah, que bien ¿y nos vamos a quedar aquí
en medio de la nada.
–Abrázate a mi, no hemos llegado.
–Aceleró por una carretera recta como de 3 kilómetros, llegamos a una zona de
varias posadas. Detuvo la moto en una de esas, parecía que no hubiese nadie ahí
y efectivamente, estaba cerrada.
Jack abrió la puerta y entramos. El lugar
estaba acomodado, no parecía abandonado.
–¿Aquí no hay gente?
–No, en temporada baja cierran por 15
días, cerraron ayer. Vamos a una habitación. Arriba.
Entramos en la habitación, estaba
caliente y oscura, enciendo la luz y Jack la apaga.
–¿Por qué la apagas, creo que hoy es un buen día para conocerte
y saber quien eres.
–Yo te dije que pronto sabrás quien soy,
pero hoy no es el día. Hoy es el día para hacerte el amor.
Cerró la puerta y aquel cuarto quedó totalmente
oscuro. Jack comenzó a desvestirme. Me quitó todo, pasó sus manos por mi cuerpo
y yo me estremecí. Él se desnudó, tomó mis manos y las puso en su cara.
–Descúbreme. -Dijo. Esa palabra hizo que
mi pene se levantara. Recorrí su rostro, notaba su barba de 2 días, raspaba, su
cuello era grande y fuerte, los músculos los tenía desarrollados en esa zona,
bajé a su pecho y me conseguí 2 piedras de pectorales, las recorrí y eran
perfectas y más perfectas aún pues estaban cubiertas de vellos, muchos. Sus
abdominales parecían labrados, sentí cada protuberancia, todavía habían vellos
en esa zona. Seguí bajando y en su entrepierna toqué algo familiar, su pene era
como el mio; largo, grueso, curvo a la izquierda y hacia arriba y prepucio. Me
agaché y poco a poco lo fui metiendo en mi boca mientras mis manos recorrían
sus bien trabajadas piernas que también tenían vellos, muchos.
De Jack solo escuchaba su respiración
fuerte y al fondo, el romper de las olas. El calor nos envolvía. Nuestros
cuerpos bañados en sudor resbalaban. Cuando toqué sus pies que eran enormes, se
agachó y me alzó.
–Acuéstate en la cama boca arriba. –Sentí
que se alejó y escuché el particular sonido del empaque del condón y luego el
chillido del latex al estirarlo. Se lo colocó. Usó su saliva para lubricar el
condón y mi culo, yo ayudé a lubricármelo y meter un par de dedos para dilatar,
Lo que venía era grande.
–Despacio, lo tienes grande.
–Tranqulo, no voy a hacerte daño, lo que
quiero es que disfrutes haciendo el amor conmigo. -Poco a poco fue
introduciendo su guevo. Su rigidez era asombrosa, entró en mi suavemente pero
sin pausa y una vez a dentro sus movimientos iban como el sonido del mar,
suave, delicado, despacio. Era una sensación nueva para mi, cada vez que
introducía completamente su pene recorría electricidad por mi cuerpo. Era la
primera vez que hacía el amor de esa manera. Era amor lo que me hacia ese hombre,
estaba entregado, estaba ahí para hacerme sentir bien, para que disfrutara cada
segundo. Mientras sus caderas y pelvis se movían a buen ritmo, su boca y su
lengua recorrían mi cuello, mi boca, mi pecho.
Levantó más mis piernas y las echó hacia
mi cabeza, se montó sobre mí y sin cambiar el ritmo volvio a penetrarme hasta
el fondo. Yo no aguanté y me vine sobre mi abdomen. Él se acercó a mi boca y me
besó. Su lengua entró por completo. Sus brazos me aprisionaron y supe que él
también se había corrido, dentro de mi.
Se acostó a mi lado, me tomó de la mano y
así estuvo 10 minutos. Se levantó.
–Voy a ducharme en otro cuarto y voy a
preparar algo de comer, pero tú no vas a salir de aquí, te quedas encerrado.
–Se llevó la ropa y se puso el pasamnotaña.
A la hora regresa con la comida, luego de
pasar la llave toca para que le abra.
–Ahora puedes encender la luz y el aire.
–Me dijo, estaba con el pasamanotañas puesto. Había hecho 4 sanduches con todo
y trajo 4 cervezas.
–Eso que hiciste hace un rato aquí en
esta cama...¿qué significó?.
–Que yo no soy como los otros que te
tiras, te desnudas, te los coges, te cogen y ya, se van. Lo mio es esto François,
hacerte el amor, conmigo sólo vas a conseguir esto, no te voy a coger por
satisfacer una necesidad.
–Me gusta escuchar eso. Tienes un cuerpo
hermoso.
–Espero que no te lleves sólo eso, mi cuerpo,
ve más allá y verás que te enamoras.
–Eso no es conmigo, pero lo que hicimos
hace un rato no lo voy a olvidar, me encantó.
–Que bueno, yo también lo disfruté y te
disfruté.
–¿Vamos a pasar la noche aquí?
–Así es y esta noche quiero hacerte el
amor de nuevo.
Cuando iba a hablarle de su madre, se fue
a recoger la cocina y lavar los platos,
cuando regresó calló mi boca con un beso y volvió a hacerme el amor. Nos
quedamos dormidos luego de una hora de sexo.
Amaneció. Al abrir los ojos tenía la
ventana abierta y todo el olor a mar entraba al cuarto y se me pegaba en la
piel, sonreí y volteé a un lado y Jack no estaba. Revisé a ver si la puerta
estaba cerrada y no, la abrí y lo busqué. No estaba, por ningún lado. Regresé
al cuarto y en la mesita de noche había
una nota, una bolsa de papel y un jugo.
“Buenos días François, te dejo el
desayuno y la ventana abierta para que disfrutes la vista mientras comes.
Cuando estés listo llama a este número y pasarán a buscarte para llevarte a la
puerta de tu casa. No tienes que pagar nada. Buen provecho.
P.D.
Ayer sacaste de mi a otra persona, más humana, más real, la que quiero
ser contigo, espero me lo permitas cuando sea el momento”.
Se
me hizo un nudo en la garganta y un escalofrío recorrió mi columna. Desayuné
sentado en la ventana viendo el mar. Al rato llamé al número. Cuadré la
hora y el hombre me buscó en punto. Como
no sabía que hacer con el portón pues sencillamente cerré y me monté en la
camioneta negra.
Un hombre negro, gordo, más que gordo,
robusto y con cara de bravo, le di los buenos días y como si hubiese hablado
con el aire.
–Me va a dejar en…
–Ya sé la dirección y sé donde lo voy a
dejar. -Me cortó la inspiración.
–¿Usted conoce a Jack? Le pregunté para
romper el hielo.
–No conozco a nadie con ese nombre.
–El que lo contrató.
–A mi me dieron la información para que lo buscara en la posada y llevarlo a su casa sano y
salvo, no sé más nada.
–Entonces no sabe quien le avisó que
viniera. –El hombre me agarró de la franela por el cuello y la retorció.
–Usted no haga preguntas, yo no tengo las
respuestas, sólo lo llevo a su casa. No hable conmigo.
Decidí echarme a dormir.
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