La pesada reja que dividiá el área administrativa de las
celdas se abría con un ruido estruendoso.
–Pase, ya sabe el camino.
Ese día Victor iba vestido de traje, algo que nunca había
hecho. Mientras pasaba por las celdas de los presos comunes, no paraban los
gritos, silbidos y piropos.
–Esooo papi, ven pa devestirte.
–Ven pa darte guevo, aqui es la fiesta.
–Hueles rico mi amor ven pa ensuciarte.
Victor cerraba los ojos y seguía caminando sin mirar a los
lados.
Llegó al final del pasillo y cruzó a la derecha. El pequeño
cuarto que usaban para sus encuentros íntimos ahora tenía una puerta.
Victor le dio vuelta al pomo y abrió. Entró y cerró la
puerta.
–Dale al botón. -Le dijo Carlos
Victor se aflojó la corbata y comenzó a desabotonarse la
camisa mientras que veía a Carlos que ya estaba desnudo tocándose el pene. Se
desabrochó el pantalón, lo dejó caer y ayudándose con los pies se quitó el
pantalón y los zapatos.
Se acercó y comenzó a mamarle el pene a Carlos que lo tenía
en extremo erecto y se le marcaban las venas. Victor dejaba caer saliva mientras
pasaba su mano y la boca por todo el pene, veía a Carlos que echaba la cabeza
hacia atrás cerrando los ojos. Se detuvo, buscó un preservativo y lubricante y
se lo colocó a Carlos.
Victor se montó sobre Carlos y fue bajando mientras sostenía
el pene. Se lo fue metiendo poco a poco hasta sentarse por completo y ahí
comezar a moverse. Victor bajaba subía gimiendo, sus pantorrillas estaban
duras, los músculos tensos mientras seguía moviéndose, comenzó masturbarse.
Carlos veía como entraba su pene dentro de Victor y se excitaba.
Victor seguía moviéndose mientras se masturbaba y no aguantó
más. Acabó soltando el semen frente a Carlos, en su cara, algo que lo excitó
más y comenzó a moverse él para correrse.
Victor se bajó de la cama un poco mareado y se fue a
limpiar.
–Maaarico, que divina esa acabada y en mi cara uf, verga te
moviste como una perra.
Victor estaba callado.
–En tres años sales de aquí si sigues portándote bien como
hasta ahora.
–Coño que bien vale, aunque desde aquí tengo varios
negocios, sería una lástima dejar esto. ¿Estás arrecho?
–No, estoy cansado y con un trabajón.
–Mmmmm pero eso no te ha impedido salir con tipos.
–¿Perdón? –Victor se colocaba el pantalón
–No te hagas el guevón que estás saliendo con un ingeniero
amigo de Ricardo. Papi yo lo sé todo aunque esté encerrado.
Victor volvió a quedarse callado y terminó por vestirse.
–¿Debo despedirme de él hoy porque en cualquier momento lo
mandas a matar?
Carlos se rió unos segundos. –Tranquilo, sal con él, tíratelo
pero si cuando yo salga de aquí si sigues con él, lo mato yo.
Victor se restregó la cara y se veía visiblemente agotado,
se despidió de Carlos sin volver a tocar el tema.
Salió de la cárcel y lo esperaban los dos escoltas que le
puso Ricardo.
–Ahora vamos a la cárcel de mujeres.
Llegó a la cárcel para ver a Yolanda, iría al salón de
visitas para hablar con ella, mientras cruzaba la el pasillo las mujeres le
gritaban.
–Papi, hazme la visita conyugal.
–Ando quesúa, quítame este calor
–¿Que te pasa? Si a ti lo que te gusta es chupar almejas
tortillera?
–¡Perra!
–Puta
Comenzaron los gritos y una pelea, Victor apuró el paso y
llegó al salón donde estaba Yolanda que ya le habían avisado.
–Esto es una locura, yo me quiero ir de aquí, ¿Cuánto hay
que pagar para que agilicen las cosas? Yo no puedo seguir aquí, me quieren
matar me tiene fichada.
–Cálmate Yolanda, se están haciendo todas las gestiones para
que salga lo más rápido posible pero menos de tres años no será.
–¿Qué? Aquí me van a matar, me la tienen jurada por
sifrinita ¿Tu has visto? Tráme un chuzo o un arma, yo la escondo.
–¿Estás loca? No te metas en problemas, pórtate bien.
–En problemas ya estoy. Victor, vamos a tener sexo, anda, habla para que te dejen
entrar a la vista conyugal, por favor, me estoy volviendo loca. La otra vez me
agarraron dos tipas y bueno, sabes lo que pasó, no es que me desagradó pero yo
quiero a un hombre.
Yolanda agarró por el cuello de la camisa a Victor. –Por
favor hazme el amor, lo necesito.
–¡Ya Yolanda Cálmate! –Le quitó las manos de su camisa y se
la acomodó.
–¿No te gustó estar conmigo? ¿Estoy vieja, arrugada no te
gusto?
–No es eso, Yolanda, no quiero, no me gustan las mujeres.
Hubo un silencio mientras Yolanda ocultaba su cabeza entre
sus brazos apoyados de la mesa.
–Me van a matar Victor, me van a matar, pide un traslado a
otra celda, hay celdas vacías quiero estar sola, por favor Victor hazme ese
favor.
–Voy a hablar con el director de la planta, no te prometo
nada
–Yo creo que es gay. Tíratelo si es necesario, yo te pago.
–Yolanda le tomó las manos a Victor casi suplicándole que la ayudara.
–Voy a hablar con él y te estoy avisando, por favor no
cometas ninguna tontería aquí adentro.
Victor se fue de la cárcel, al entrar al carro, antes de
encenderlo llamó a Cristóbal para cuadrar y verse en la noche.
–Préstame el celular para hacer una llamada.
–Bájate de la mula reina, sabes como es.
Yolanda le dio un billete de 5 mil y le dieron el celular
–Minutos ilimitados mami, toma
–<Hola Juanita ¿cómo estás? Es Yolanda, ¿cuéntame que hay
de nuevo? Háblame de Catire y la mocosa, Renata>
–<Hola señora, la niña bien, estudiosa, se porta bien,
saca buenas notas. El señor Fabio pues trabajando en la televisión, creo que
está en teatro.
–No, no, no me interesan esas cosas, a ese niño yo lo mantengo
no me interesa sus hobbies. Dime si está saliendo con alguien.
–<Ay señora…bueno…si, casi siempre viene con una chica,
no se quién es>.
–<Pues averigua todo. Haz una cosa, compra veneno para
ratas y el día que vaya a comer le pones
en su comida y que se envenene tú me dices el día que lo vas a hacer y cuadramos para que te vayas a tu
tierra y te pierdas pero me la matas yo te pago bien.
–Ay señora, ¿cómo voy
matar a alguien?
–<Matándola, ya te dije como, es fácil, no te va a pasar
nada, ni se te ocurra matar a Catire porque voy y te mato yo. Te llamo la
semana que viene.>
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