Teodoro caminó varias cuadras hasta llegar al lugar. Se puso frente al edificio y marcó el apartamento,
–<¿Quién?>
–<Soy yo papá.> -Miró al vigilante <Teodoro, ábreme
pero no le digas a mi mamá que estoy aquí>
Le abrió la puerta y el chico entró al ascensor a esperar
que Francisco le marcara el botón.
–¿Qué haces tu aquí, estás loco? Tu mamá me llamó diciéndome
que tu vendrías para acá, que le avisara.
–No le digas nada, dile que no vine ella me pegó.
–Porqué me dijo mocoso insolente y yo le dije maldita y me
lanzó una cachetada, mira, la llamaron del colegio pero no porque hice nada
malo.
Teodoro le explicó lo que había sucedido sin darle mayores
detalles.
–Pero tengo que avisarle a tu mamá.
–No, que sufra, ojalá mi papá le pegue.
–Hace un momento me dijiste papá. –Francisco se sonrió.
–Era para que el vigilante no me viera raro.
Francisco no tenía ganas de salir asi que le djo a Teodoro
que se quedara viendo televisión o jugando con la tablet. Él se acostó en la
cama y se quedó dormido
Teodoro dejó la televisión encendida y buscó su celular para
llamar a Lucas.
–<Hola, estoy en casa de Francisco, ¿te puedes escapar y
nos vemos en el centro comercial?>
–<Estoy con la señora que me cuida>
–<Cuando se distraiga te vas>
–<Me van a regañar y no tengo plata>
–<Yo si tengo, yo te invito. Son las tres de la tarde, a
las cuatro nos vemos.>
Teodoro entró a la habitación de Francisco y revisó su
pantalón para buscar la billetera, la cogió y sacó los billetes que habían ahí
y revisó las gavetas de la mesita de noche. Se sorprendió al ver varias pacas
de billetes de 1.000, cogió uno y se lo metió en el bolsillo.
Buscó las llaves de la casa, abrió la puerta y las dejó de
nuevo colgadas. Tuvo que bajar por las escaleras 10 pisos.
Llegó al centro comercial y esperó a Lucas que ya tenía 15
minutos de retraso. Sonó su celular –Debe ser Lucas. -Era Ricardo, no atendió.
–¿Dónde coño está este carajito? Ricardo me va a matar ¿que
le digo? Si le digo que no estaba en el
colegio me va a decir porqué no puse la denuncia o lo llamé, ay Rebeca piensa,
piensa. -Rebeca estaba desesperada aunque Ricardo no llegaría sino hasta la
noche, ya se imaginaba todo lo que iba a suceder.
Lucas llegó. –Verga chamo ¿por qué tardaste?
–No podía salir, le dije a la señora que estabas abajo que
te iba a abrir.
–¿Estás loco?, va a
pensar que pasó algo.
–Ya , ya deja el fastidio, vamos a comer postres trajiste
plata.
–Siii, una paca de billetes de mil, mira. -Le mostró el
bolsillo. –Creo que podremos comprarnos algo, unos juegos y tal. Apaga tu
celular, yo lo apagué.
–Mi papá me va a matar.
–Tranquilo yo me echo la culpa. -Le dijo Teodoro
Entraron a una heladería y pidieron las copas más grandes,
luego se fueron a comer hamburguesas.
Cuando salieron de comer pasaron por una licorería.
–Espérame aquí.
Teodoro entró, dio varias vueltas y se fue a una nevera del
fondo y sacó cuatro latas de cerveza, se las metió en los bolsillos y dentro
del pantalón y salió corriendo sin que lo vieran.
–Corre corre corre.
Se fueron a la feria a la terraza donde habían unas mesas,
se sentaron en las últimas de una esquina y Teodoro sacó las latas.
–Dos para ti y dos para mi
–Yo nunca he tomado cerveza
–Pruébala gafo
Cuando se bebían la segunada lata cada uno se acercaron dos
vigilantes.
–Ustedes dos, ¿de dónde sacaron esas cervezas?
–¡Corre! –Teodoro jaló a Lucas y salieron corriendo hacia
las escaleras mecánicas y no pararon hasta llegar a la entrada y salir
corriendo. Cuatro cuadras más allá del centro comercial se detuvieron cansados
y con la respiración acelerada.
–No me vuelvas a hacer eso, no me gustan ess cosas. -Le dijo
Lucas.
Teodoro se le acercó y le dio un beso en la boca metiéndole
la lengua.
–Tu boca sabe a cerveza jajajaja
Teodoro eructó y ambos rieron escandalosamente. Caminaron y
llegaron a otro centro comercial más pequeño.
–Vamos a comprarnos algo aquí.
Ya eran pasadas las siete de la noche, se compraron unos
juegos, volvieron a comer y se robaron otras cervezas. Teodoro encendió su
celular y entraron llamadas perdidas y mensajes
Ambos estaban atontados por el alcohol.
Sonó el celular de Teodoro. Ya pasaban de las ocho de la
noche.
–<Aló>
–<¿Dónde coño estás?
–<Holaaa…papá…estoy, estamos…estoy con Lucas, Lucas está
conmigo…>
–<Dónde y los busco ¿les pasó algo? Están con alguien?
–<No…no…no, estamos Lucas y yo, aquí...en… ¿dónde
estamos? Marico que mareo tengo>
–<¿Teo Teo que te pasa? ¿Te drogaron? ¿Dónde están?>
–Estamos en el centro San Isidro.
–<Ah si, si…papá estamos en el centro… San…¿San? Isidro,
Isidro. –La llamada se cortó y Ricardo salió enseguida a buscarlos no sin antes
llamar al director de operaciones del centro comercial y advertirle.
Teodoro se sostenía de Lucas que estaba en las mismas
condicoones que él. Se acercaron dos vigilantes.
–Disculpen niños, ¿ustedes están perdidos?
–Coño marico corre que nos pillaron. –Salieron corriendo y
se cayeron pero se levantaron y
siguieron, se fueron por detrás del centro comercial.
–Chamo, ya por fa, no te vayas a robar más nada.
–Estoy mareado, esto debe ser cuando uno está rascado ¿no?
que los adultos beben y hacen estupideces.
Se sentaron en unas escaleras y apoyaron sus cabezas en las
piernas. De repente comenzaron a escuchar sus nombres.
–LUCAAAAAS, TEODOROOOOO. LUCAAAAAS, TEODOROOO
Volteraon y vieron a sus papás pero no podían caminar, ellos
se acercaron y los abrazaron.
–Hueles a cerveza ¿Qué estaban haciendo?.
–Me robé unas cervezas para beberlas. Yo tuve las culpa
señor, yo obligué a Lucas a irse de la casa.
–Ya tú y yo hablaremos. -Le decía Ricardo a Teodoro.
–Gracias por todo Ricardo.
–De nada vale, por los chamos uno hace lo que sea y estos
bandidos juntos pues teníamos que venir los dos. ¿Que tienes en el bolsillo?
–Ricardo le metió la mano en los bolsillos y sacó varios billetes arrugados.
–¿De donde sacaron esta vaina?
Lucas se aferró a la pierna de su papá.
–Se lo quité a mi papá Francisco lo tenía en una gaveta y me
lo llevé.
–¿Papá Francisco? Coño carajito te voy a llevar a la clínica
estás intoxicado.
–NOOOOO PAPÁ, llévame a casa, no quiero ir a la clinica, yo
me acuesto y se me pasa.
Entraron al carro y Ricardo comenzó a interrogar a su hijo.
Le contó exactamente lo que había ocurrido, desde el
problema en el colegio hasta el robo de
las últimas cervezas.
Ricardo estaba enfurecido y le daba golpes al volante.
–Tú estás castigado no vas a ir a clases de fútbol, ni
tenis, ni natación, te jodiste pero a tu mamá, coño, a tu mamá la voy a poner
en cintura por dejarte ir. ¿Y desde cuándo te ves con ese tipo?
–Uuuuf hace aaaños todos los mediodías me buscaba al colegio
y me quedaba con él hasta las cuatro de la tarde que me dejaba en casa.
–¿Y por qué. Para qué?.
–No sé que te explique mi mamá. Odio a mi mamá, ¿por qué no
te divorcias de ella y nos quedamos nosotros solos?
–Déjala quieta, no le diré nada ahora, la agarró cuando esté
mansita y descuidada, la perra esa se va a enterar de quien es el que manda.
–¿Le vas a pegar?
–Eso es lo más sano que le haré.
–Me gustará ver eso.
Ricardo frenó el carro y vio a su hijo, se había quedado
dormido en el asiento.
–¿”En que estoy convirtiendo a este carajito? Será un
monstruo cuando sea grande”
Llegaron a la casa y Ricardo entró con su hijo en brazos.
–¿Está bien? ¿dónde estaba?
–Está bien, ebrio pero bien, pero conmigo no te hagas la
preocupada hija de puta. Hoy no será pero vamos a hablar y a ponerte en los
palitos, así que será mejor que pienses muy bien lo que vas a decir y sin
mentiras. Voy a acostar a mi hijo.
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