No
sé si me contacto él a mi o yo a él. Cuando vi su foto en la app quedé
cautivado y deseoso. De 30 cortos, esbelto, barba cuidada, calva
prematura. todo un majete como se describe en su perfil. Es demasiado
para mi, pensé, pero algo le ha debido resultarle atractivo de mi porque
por allí tengo un chat donde me pide, me manda fotos. Cada una mejor
que la anterior (las de él, no las mías🙄). Mucho pa’ mi, me repetía a
mi mismo para aminorar el golpe del rechazo cuando se diera. Al
contrario, esa noche, 2 am, me dijo: vente, te abro la puerta desnudo.
Aaaaaay! Me lo decía aquella belleza, la que había soñado encontrar en
Madrid y en la vida (mejorando lo presente). Era la consumación de un
deseo altamente improbable! Por la hora, los 3 grados de temperatura,
la distancia, pero, sobre todo, por los hermanos durmiendo cerquita y yo
escapando, furtivamente, en la madrugada, dije que NO y casi me pongo a
llorar. Insólito: insistió. Y como insistí en que no, propuso chateo
morboso y paja. Entonces, fue el cansancio lo que me hizo decirle
después de varios chats: no puedo y para ser más enfático y cortante (a
pesar de mi), agregué: a mi lado duerme mi mujer. Craso error si lo que
quería era dormir; eso lo enloqueció de morbo y empezó con una
preguntadera al respecto. Lo que quería era excitarse más. Jugué un
rato con él calentándolo, le pedí taima, mantener contacto y me dispuse a
dormir. Imposible, el sobreexcitado era yo con tanta belleza
tentándome. Al otro día amanecí igual y, por la tarde, me fui a un
cuarto oscuro - el Hot- donde labios ardorosos y frenéticos me relajan
cada vez que voy desde que lo descubrí el año pasado en Madrid.
Mientras, me relajaba, pensaba en él. Para no frustrarme no quise
contactarlo por mas ganas que tenía. En compensación, contemplaba su
imagen, leía el caliente chat. Dos o
tres días después reapareció a plena luz del día y me dijo: vente. De
inmediato, de nuevo, dije: no puedo. Ah, insensato yo! Junto a la
insensatez active el atrevimiento y pedí esperar hasta caer la tarde.
No me respondió y asumí mi merecido. Triste tarde la mía. Pero como lo
que es del cura va pa’ la iglesia, a la hora del angelus, llegó un
mensaje: te vienes? Y si, me fui. La dirección me era conocida,
demasiado. Temía que me pasara lo de días anteriores: un
tipo me envió la dirección después de un largo chateo, me fui, toqué el
intercomunicador, repiqué el teléfono. Nada. Volví al app y me había
bloqueado. Casi que lloro. Esta vez, por el contrario, me dijo por WA:
sube, toqué la puerta y me abrió el mismo que había visto en la app,
desnudo, bello, con una erección fortísima, unos ojos deseosos y
cerrando la puerta, se me abalanzó. Omito los detalles porque son
previsibles, solo mi sensación de incredulidad, de goce por lo que
estaba pasando y pasó como durante una hora de infinitas caricias en la
que me deleité con el cuerpo, la cara, el pene más bello que he tenido
cerca (solo mejorado por lo presente). Él, comiéndome sin parar sobre
el sofá. Mis fantasías cumplidas. Me invitó a su cama para estar mejor.
Allí se dio una dinámica en fantasías que te contaré verbalmente y
acabamos. Después de intensos besos post orgásmicos, me ofreció su
espalda desnuda que acaricié, besé, por un largo rato, se durmió y
cuando me iba, levantó la cabeza, me besó y dijo, para mi mayor
felicidad: nos vemos. A lo mejor una cortesía. Cerré la puerta y al
estar en la calle, confirmé: muy cerca está el Hot, el sitio donde más
placer y morbo he conseguido en Madrid. No en vano, él vive allí.
Caminé hacia la casa, levité, mejor dicho, con un
sentimiento de felicidad que no se me ha apagado.
Anónimo
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