martes, 2 de octubre de 2012

SEXORAMA 8. Pueblo chico, sexo grande

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HISTORIA CEDIDA GENTILMENTE POR Mártin Djokovic

Hace casi siete años vivía en un pueblo muy pequeño. Había una sola escuela, ahí no me llevaba muy bien con la mayoría de mis compañeros, éramos 22 en la clase. Con las mujeres me la llevaba un poco mejor, era gay pero no lo sabía o no lo admitía, no sé.

Dos compañeros, Damián y Alejandro,  a veces se burlaban de mí.  Sobretodo Ale, me hacía bromas bastante pesadas. Recuerdo que una vez se burlaba porque me estaba creciendo el bigote -que edad de mierda... acné... pelos indeseados- y comentó delante de otros tres compañeros que generalmente los maricos tenían bigote. Y dió como ejemplo a Freddy Mercury. Todos se rieron de mí y yo pensé que riéndome también, iba a aburrirlos. No fue así. Me pidió disculpas, aún riéndose y me dijo que lo olvidara.

Pero no lo olvidé. Desde que me fui de mi pueblo, lo visité en dos ocasiones, cuando mis compañeros hicieron fiestas para volver a reunirnos. La pase muy bien porque comprobé que ahora vivo en la ciudad y ellos, habíamos cambiado mucho. Nos habíamos relajado. Hace un mes regresé, para celebrar el fin de año, los muchachos organizaron un nuevo encuentro.

Cuando llegué (no hay casi nada que te haga ir a ese pueblucho donde nací...) me sorprendí al ver a Alejandro, estaba muy cambiado. Estaba hermoso. Rubio, de barbita, ojos color miel. Alto y con uan espalda bárbara, aunque se le estaba formando una pancita de bebedor. El bulto entre sus piernas era una cosa fascinante.
Saludé a todos mis excompañeros, tomamos unas cervezas, bailamos, comimos un asado espectacular y nos cagamos de risa toda la noche. Fue la vez que mejor lo pasé. Al terminar, me fui a casa de una señora que había sido amiga de mi mama y que ella había llamado para que pudiera quedarme esa noche en su casa. Sólo quedábamos Alejandro y otros dos compañeros para ese momento (yo había retrasado mi ida porque no quería ir a casa de Gladys, la amiga de mi mamá).

Alejandro me dijo:
-Ey, Manu, ¿ dónde vas a pasar la noche?
-En casa de una amiga de mi mamá
-¿Quieres que te lleve? Me sorprendió.
-Naah, gracias, tranquilo. Queda cerca. En la misma cuadra donde vivía yo antes.
-No, yo te llevo. ¡Chao, chicos!
Me despedí del resto y nos fuimos.

La familia de Alejandro está más que bien económicamente. El coche de Ale estaba como nuevo. Cuando se lo comenté, me explicó:

-Me lo regalaron para mi cumpleaños.
-Ah, ¿es tuyo?
-Sí, sí...¿damos una vuelta o tienes mucho sueño?
-No -dije, sin saber bien qué responder-. No tengo sueño.
Pero tampoco había muchos lugares adónde ir.

Arrancó y dimos una vuelta por la calle principal del pueblo, escuchando la radio y hablando de cosas poco importantes. Después de unos minutos empezó a irse por la zona en la que ya no hay más casas, ni siquiera iluminación en las calles.

-Está excelente esta zona... -me burlé.
-Aah... Sí, es que no sabía dónde ir. ¿quieres quedarte en casa esta noche?
-Ah... Mmh... Si no molesto... Estaría bueno, porque no quiero despertar a esta señora tan tarde, le voy a enviar un mensaje para avisarle que me quedo en tu casa.
-¿Tienes su número?
-Sí.
-¿Y quién es la tipa?
-Gladys...
-Aah... Sí, si está durmiendo no la despiertas con nada a la Gladys.

Paró el auto no sé dónde. Avisé, y enseguida Gladys me respondió y me aseguró que no había ningún problema, pero me pidió que le avisara a mi mamá. Le avisé y guardé el celular.
-Estás cambiado -me dijo Ale, mirándome de arriba abajo.
-Tú también...
Giró para verme mejor.
-Estás lindo -precisó.
Alcé las cejas, haciéndome el desentendido.
-Bueno... Gracias... Supuse que sería el alcohol el que hablaba.
-Te pareces a un actor -me dijo.
-¿A quién? -le pregunté, sorprendido. Era la primera vez que me decían eso.
-No, no lo conoces, es gringo...
-¿Y por qué no lo voy a conocer? Voy al cine...
-Es un actor porno...
-Ah... Ja, ja... ¿Me parezco a un actor porno? Ja, ja... Igual no los conozco por los nombres...
-Sí... Y es gay, así que no creo que sepas quién es...
-¿Ah, no? ¿Por?
-¿Ves porno gay? -me preguntó, incrédulo.
-¿Y tú? -le rematé, desafiante.
-Sí... Qué sé yo... un poco de todo.

No lo podía creer. Era gay. Alejandro, que siempre me había jodido con eso, es marico. Igual que yo, bueno... ¿O sería bisexual?
-¿Y te parezco de cara o de cuerpo?
-No, qué sé yo... De cuerpo... De cara... No sé, a los actores porno lo que más se les ve es el guevo...

Ahí mismo me abrí la bragueta, bajé un poco el pantalón, me bajé el boxer y saqué mi guevo, que empezaba a ponerse duro. Me lo agarró con decisión... Tenía las manos perfectas y muy hábiles. Me bajó el prepucio para contemplar la cabeza de mi verga deleitándose y me miró fijo.

-Sí, creo que es parecida...
-¿Crees?
-No estoy muy seguro. No la tienes parada del todo.
-Claro... Lo que pasa es que necesito un poco de inspiración para eso.
Fue un poco patético lo que dije, pero Ale se encargó de inspirarme. Se acercó tanto a mí que hizo chocar las puntas de nuestras narices.
-¿Tú a las mamadas les dices "inspiración"?

Y dicho eso bajó la cabeza y comenzó a mamarme el guevo. Era verdaderamente inspirador. Tenía una boca rica, unos labios delgados muy diestros y una lengüita juguetona que sumado a su barbita incipiente me producía un sensación electrizante. Pero lo que me ponía a mil era que mamaba con devoción, con un placer que se le notaba en el gesto, gimiendo mientras se llenaba la boca de mi verga.
Me la empezó a chupar cada vez más rápido, tragándosela hasta el fondo, obligándome a mover mi pelvis, acariciándome las bolas. Cuando empezaba a soltar saliva por la comisura de sus labios, abrigaba con su lengua mi verga y se la sacaba de la boca para contemplarla, me saqué la franela porque el calor se estaba volviendo insoportable con el carro parado.
Cuando vió sin la franela comenzó a subir por mi abdomen besándome y mordiéndome las tetillas, chuponeándome el cuello hasta marcarlo y partiendome la boca... Nunca había besado así... Sus labios era perfectos, su saliva era deliciosa, su lengua sabía muy bien a dónde ir y tenía una textura espectacular, además de que transpiraba el sabor de mi propio guevo.
Le fui desabrochando la camisa mientras él reclinaba mi asiento. Cuando pude dejarlo desnudo, me terminó de bajar el pantalón y el bóxer. Se le antojó volver a chuparme el guevo antes de seguir desnudándose, así que aproveché para bajarle el pantalón. Fue dándose vuelta como pudo sobre mí, hasta quedar boca abajo sobre mi cuerpo, sin sacarse ni un segundo mi verga de su boca.
Cuando tuve su verga a mi alcance me la tragué hasta la garganta. Era más larga que la mía y tan clara como el resto de su cuerpo. Aunque se la chupaba con mucho placer, mientras él intercalaba mamada con paja, me la sacó de la boca y se acomodó hasta dejarme su culo a la altura de mis labios. Sonreí, complacido, le mordí las nalgas carnosas, se las masajee un poco y comencé a comerme ese culito espléndido. Tenía un gusto delicioso, estaba bien cuidadito y además, se había afeitado. Supuse que alguien lo atendía regularmente, fuera su pareja o alguien ocasional.
Dilató con facilidad, así que lo lamí y lo penetré con la lengua lleno de placer. Ya sus gemidos me causaba excitación... Había abandonado un poco la mamada pero me chupaba un poco las bolas. Aquel beso negro no que quería que terminara nunca.
Aflojé para verle la cara. Estaba sudado, con los ojos cerrados y mordiéndose el labio inferior. No podía ser tan complaciente, era un gay hermoso.
Empecé a masajearle el hueco, pero comprobé para mi asombro que mis dedos resbalaban hacia el interior con mucha facilidad.

-Cógeme, Manu... ¡Cógeme! Dale, ¡cógeme! exclamó.
Ni siquiera me importó que cualquiera pudiera oirnos. Aunque era bastante improbable. Sacó tres cajas de condones de la guantera, y se acomodó con algo de dificultad. Se puso de cuclillas sobre mí. Me puso el condón, dejó caer algo de saliva y embadurnó el condón con su mano.
Entonces se sentó encima de mi verga, haciéndola entrar en su culo como un profesional. Gimió sin reparos y tuve que hacer fuerza para no acabar. Era demasiado plancetero. Hasta me dolían las tetillas de la excitación. Empezó el sube y baja agarrándose del pasamanos y masturbándose con la mano libre.
Yo hice lo mío: subía intermitentemente, anticipando su bajada, y él volvía a exclamar de placer. Le retorcí suavemente las tetillas, lo abracé y besé en el cuello, hasta subir por su mentón y morderle los labios. Comenzamos a besarnos con desenfreno, arañándonos, pellizcándonos, mientras me lo cogía.

-Más fuerte... -dijo de pronto.
Me desconcertó... Tratando de no abandonar los besos le pregunté a qué se refería con "más fuerte". Quería que lo bombeara con violencia. Intenté complacerlo, pero no podía en esa pose. Tampoco quería decírselo, pero debió haberse dado cuenta porque abrió la puerta de mi lado y giró. Eso casi me hizo explotar de placer.
-Párate ahí afuera. Muévete despacio, por favor no me la saques...
No pude hacer eso. Para bajar del auto no tenía otra alternativa que sacarle por un ratito mi pene. Pareció disgustarle porque se metió dos dedos, con fuerza.
Se puso en cuatro aprovechando los dos asientos delanteros y sin más reparos comencé a cogerlo otra vez, con más fuerza, casi como si lo violara. Estaba en medias, sobre la tierra, habíamos ido a parar a un camino de tierra sin que me diera cuenta.
Me lo cogí con todo el placer del mundo. Él no paraba de gemir, y de moverse, así que en cuestión de pocos minutos le avise que iba a acabar. No pensé que fuera a hacer lo que hizo: Se acomodó muy rápido, giro, me sacó el condón de un tirón, lo dejó en el camino y pajeándose con fuerza, me chupó la verga de manera desesperada, produciendo un sonido de succión de lo mejor.

Acabamos juntos. Su eyaculación avanzó un metro entre mis piernas, mientras se agitaba y se quebraba en su magnífico orgasmo. No dejó de sacudirse y soltar semen a chorros. Mi verga le lanzó un líquido blanco y espeso que casi lo ahoga. Abrió la boca. Tenía la lengua llena de mi semen, y ahora le estaba cubriendo los labios y la barba. Gemí como un condenado. Fue espectacular. Se paró, limpiándose con el revés de la mano la leche que le quedaba en la cara, sin desperdiciar una gota. Se tragó hasta la propia leche que le colgaba de su guevo, ahora flácido.

Nos vestimos en un segundo. Ahí quedó el condón y la leche de Alejandro. Me besó, con un gusto a leche que me enloqueció, y volvimos a subir al auto.

-Pensar que te burlabas de mí en el colegio y ahora... -No sé por qué me salió decirle eso.
-Perdóname, Manu. Yo...
-¿Perdóname? ¡No hay nada que perdonar! Éramos pendejos... Igual, después de esta cogida házme lo que quieras. Sonrió.
-Es que siempre supe que era gay y me molestaba mucho. Yo...
No quería que después de tan buena tirada empezara con una charla sentimentalista.
-Yo siempre quise que tú también fueras gay para hacer el amor contigo.

Lo miré sin saber qué decir.
-¿Vamos a casa?
-Dale...
Llegamos a su casa, un chalet enorme. Tratamos de no hacer ruido. Ya eran las 5 am. Su cuarto estaba en el primer piso. Al llegar, cerró con llave y se sacó toda la ropa.
-Tengo un colchón para tirar en el piso -me dijo-, pero tu duermes conmigo esta noche, guevón.
-Je, je... Ok.
-Me voy a bañar... Pero antes...
-¿Qué? ¿Quieres que nos bañemos juntos?
-Sí, pero antes... Me gustaría volver a ensuciarnos.

Sonreí y me saqué toda la ropa. Esta vez dejamos la mamada en segundo plano; prefirió chuparme el culo Se la mamé, eso sí, antes de que empezara a cojerme. Después, tratamos de no gemir más. Aunque empezamos a tirar en su cama, me levantó y terminarmos parados, yo colgado de él, en el medio de su habitación. No dilataba tanto como él y su verga era más grande que la mía. No me dolió, ya tengo experiencia y unas cuantas cogidas encima; fue muy rico. Quise devolverle el favor, así que cuando estuvo por acabar le pedí que me la diera en la boca. Me dijo que no me la tragara. Me acabó... Su leche tenía un gusto fuerte, pero riquísimo. Me besó antes de que la tragara. Su adicción al semen era más fuerte que él. Después nos bañamos.

Al final, nos acostamos, y después del mediodía, cuando su mamá tocó la puerta, para llamarlo, tiró el colchón en el piso, puso un sábana, nos pusimos los boxers...

3 comentarios:

  1. Amigo, me honrra estar en tu blog, excelente trabajo de edision.
    Te felicito!!! Ya te colaboraré con mas historias llenas de pasion y mucho sexo....

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  2. Muchas gracias!!!!! me alegra que te guste mi blog Un abrazo

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  3. Gracias a ti amigo.
    Estamos para apoyarnos....

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