martes, 30 de octubre de 2012

SexoRama 9. VOY DE PETARE RUMBO A LA PASTORA. parte 1

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Era de noche y volvía a mi casa en autobus. Como estaba muy cansado no me di cuenta y me quede dormido. Llegué a mi parada dormido. Quedé muy lejos de casa y el chofer, que ya conocía de antes, me propuso que le haga compañía un rato y después me llevaba gratis en la próxima vuelta que le tocaba en media hora.

Todos los choferes de la línea sabían que yo era gay pero nunca hubo una confirmación de mi parte. A mi me gusta viajar en autobus más que nada para verlos a ellos. Hay algo en estos hombres que me atrae mucho. Tal vez sea la camisa verde pastel que tan bien les queda, los lentes oscuros que usan para que no los encandile el sol o que cada día están más guapos porque se preocupan en arreglarse, ponerse gel y estar prolijos, sobretodo los más jóvenes.

Nos quedamos esperando en el autobus y para hacer más corto el tiempo me puse a hablar con Enrique, el chofer. No perdió tiempo y se decidió preguntarme directamente si yo era gay. Yo lo negué por precaución, él solo es un conocido y no sabía como iba a reaccionar.

- Que lastima. La habríamos pasado muy bien.
-¿Bien?

En ese momento se dio cuenta que le había mentido. Y cuando comenzó a hablarme puso la mano en la nuca y me acariciaba.

- Claro, me habrías hecho olvidar que hace mucho tiempo no tiro con mi esposa. No tienes idea de cuanta leche tengo acumulada. –dijo mirándome a los ojos un buen rato y como yo no reaccionaba, aprovechó-.

- Si no me crees compruébalo tú mismo. –me agarró la mano y la puso sobre su entrepierna. Sentí algo duro bajo esos pantalones y de muy buen tamaño 
       – ¿Viste? Esta durísima. Siempre me pasa, ¿será el movimiento del autobus? No se, pero siempre estoy encarpado.

Después de decir eso comenzó a reírse y me dijo.

- Yo tengo las manos arriba y tú sigues tocándo el bulto. ¿No que eras hétero? ¿Qué paso? ¿Te vino las ganas de agarrarme el guevo? Por mi está bien, toca tranquilo.

No sabía que decir, solo disfrutaba el momento. Mi sueño de tener la verga de un chofer entre mis manos se estaba cumpliendo. Enrique se relajó y se desabrochó la camisa dejando a la vista su cuerpo. Sacó un cigarrillo y lo encendió. Yo aproveché que tenía sus tetillas a la vista y me abalance para chuparlas y calentarlo aún más.

- ¡Carajo! Se te salió el marico que llevas dentro. –dijo Enrique entre risas. Siguió fumando su cigarrillo y dijo.– Sigue que me encanta que hagas eso mariconsito.

Estuve un buen rato chupando esas tetillas grandes y peludas, hasta que me apartó y comenzó a quitarse el cinturón. Se paso a la fila de asientos individuales y terminó de abrirse la bragueta, sacó su verga y comenzó a masturbarse. Le dio un jalón al cigarro y mientras lanzaba el humo por la nariz. Con la mano que tenía el cigarrillo me hizo señas para que me acercara.

- Vamos a apurarnos porque dentro de un rato tengo que salir de nuevo a dar otra vuelta. Arrodíllate y chúpamela un rato así terminas con lo que empezaste. –Apoyó su espalda contra la ventanilla y estiró su entrepierna para adelante.

Cuando estaba ya arrodillado a sus pies puso una de sus manos en mi cabeza y con la otra se agarró la base del pene. Me acercó la cara a su verga y me la restregó por los cachetes y por los labios sin metérmela todavía en la boca. Me dijo que primero se la besara y fue lo que hice. Le bese la cabeza, pegándole pequeñas lamidas, me quedé un buen rato ahí hasta que no aguante más y me la metí en la boca.

- Siiii, así mi putica! Trágatela entera que es toda tuya. – cuando dijo eso me agarró la cabeza con sus dos manos y empezó a forzarme.
¡Dale glotona, hasta el fondo!

Yo seguía disfrutando ese pedazo de carne que tenía en mi boca. Lo recorría con mi lengua y presionaba con mis labios. Lo miraba a los ojos y le saboreaba la cabeza de su verga con la punta de mi lengua. En sus ojos se veía que lo estaba disfrutando. Me hacía sentir poca cosa y yo disfrutaba por eso.

Mientras yo se lo mamaba él se tocaba, se apretaba las tetillas y gemía de placer. Me insultaba entre dientes y yo lo mamaba con mas fuerza. Me sacó el pene de la boca, apoyó su pie sobre mi pecho, me empujó e hizo que me cayera al suelo del autobus. Se paró y puso su pie en mi garganta para asfixiarme y agarrándose la verga me dijo:

- Maricón, eres una basura. Como te gusta que te humille. -Se sentó sobre mi pecho poniendo sus piernas a ambos lados de mi cara. Levantó mi cabeza con su mano y me puso a mamar de nuevo.
– Dale que ya voy a acabar.

Me agarró la cabeza con las dos manos y ahora era él quien guiaba la mamada. No era una posición cómoda ni para mi ni para el, así que me la sacó de nuevo de la boca y empezó a pajearse sobre mi cara. Comencé a chuparle las bolas, se acomodó las bolas para que se me hiciera más fácil. Eran grandes y peludas, me encantaba atragantarme con sus pelos. Cuando mamé las bolas sentía el olor a hombre que emana de esa zona, el placer al máximo.

- Uhhhhhh ... ya me vengo. Abre la boca que tengo tu premio. – Dijo eso dándome una cachetada, dejo de pajearse y apoyó su verga en mis labios
-       ¡Abre la boca coño! Trágatelo todo. –y volvió a darme una cachetada
 
Abrí la boca justo a tiempo para recibir el primer chorro de esperma. Su leche me llenó la
boca y chorreaba por mis comisuras. Se tiro sobre mi clavándome nuevamente su verga hasta
el fondo de mi garganta.
 
- Dale putica, esto era lo que querías, disfrutalo. ¡Aaaaaaaah, maricón de mierda! –Se doblaba
de placer, mantuvo su pene dentro de mi boca un buen rato-. Nuevamente se sentó sobre mi
pecho y me paso el pene por los labios.
– Límpiamela que no puedo guardármela así como está, toda pegajosa. Pote a lamer nene, que no quede ni un solo rastro de mi leche.

Su verga se ponía flácida en mi boca, una sensación única. Quería descansar pero su pene volvió a despertar pero no completamente.

- ¡Abre la boca!. – yo abrí la boca – Tengo un regalo más, pero esta vez te lo tragas. – en ese momento comencé a sentir algo caliente en mi garganta. Me estaba meando. Sus ojos daban vueltas, era como una segunda acabada, disfrutaba muchísimo el vaciar su vejiga en mi garganta.
– Siempre me dan ganas de mear cuando acabo. ¿Será para limpiarme del todo el guevo? Yo que se. –se, subió sus calzoncillos, la bragueta y abrocho su cinturón.

Yo quede alucinado por lo que acababa de pasar y tarde en reaccionar, seguía acostado en el piso con mis labios llenos de una mezcla de semen y orina. Desde esa posición lo miraba como estaba parado arreglándose el pantalón y me encantaba.

-  Pareces una puta satisfecha así tirado en el piso. Levántate que tengo que salir a dar la otra vuelta. ¿Me vas a acompañar? Porque si lo haces te tengo una sorpresita.

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