La vida no vale la
pena.
–¿Mataste a tus papás?
–Si ellos no me quieren yo no los quiero a ellos,
sencillo
Jorge tragó saliva y estaba visiblemente asustado y
pálido. Retiró los brazos de la mesa.
–¿Vas a matarme a mi también?
Adolfo cogió el arma nuevamente y la escondió debajo de
la mesa.
–Lo más seguro es que sí. Quiero que me ayudes a
desaparecer los cuerpos de mi padres.
–¡Estás loco!
–Te estoy apuntando directo a las bolas, puedo disparar
ahora mismo, no me importa nada.
–Tú no me vas a matar, sigues enamorado de mi y yo de ti.
–Tienes razón, paga y vámonos, hay muchas cosas que hacer.
Jorge pagó la cuenta y salieron de ahí.
Montados en el carro, Adolfo le tenía puesto el arma en
un costado.
–Vamos a comprar bolsas negras, cal y mecate.
Compraron las cosas y llegaron al apartamento. Los
vecinos estaban alborotados con los disparos que habían escuchado hace unas
horas, Adolfo no les prestó atención. Entraron.
Jorge al ver a los padres se impresionó. En el piso
sendos charcos de sangre de cada cuerpo.
–Vamos a meterlos en las bolsas negras y le echamos cal.
Luego de un buen rato para colocar los cuerpos y
llenarlos de cal, se sentaron en el sofá para descansar.
–Mientras preparo algo de comer limpia la sangre. –Jorge
estaba impresionado de la pasividad y tranquilidad de Adolfo mientras hacían
todo el trabajo, desde el restaurante estaba muy tranquilo.
Adolfo se puso a hacer unos sanduches y unas papas
fritas. Jorge limpiaba la sangre con unos tobos llenos de agua y cloro. Cuando
terminó de preparar la comida se acercó a la sala quedándose detrás de Jorge.
Se desvistió por completo.
–Quiero hacer el amor contigo ahora. Será la última vez
que lo hagamos.
Jorge se volteó y lo vio desnudo, dejó el trapo en el
piso y se levantó.
–Adolfo, no tenemos que hacer todo esto, es una locura lo
que vamos a hacer, entrégate…
Adolfo le puso un dedo en los labios. –Quítate el
pantalón y tengamos sexo ahora.
Jorge se desabrochó el pantalón y lo dejó caer. Adolfo se
agachó para hacerle sexo oral. Varios segundos pasaron hasta que el pene de
Jorge comenzó a tener una erección.
–Hoy quiero cogerte. Acuéstate en el sofá.
Jorge lo hizo. –Te voy a coger sin condón, que maravilla
¿verdad? No tenemos vih.
Le escupió el culo y le levantó las piernas hasta
llevárselas al pecho de Eduardo. Lo penetró.
–Me jodiste la vida y aún así te amo, me quitaste las
ganas de ser feliz y te estoy cogiendo.
–Adolfo vamos a detener esto, te pido perdón, perdóname.
Se agachó para darle un beso en la boca a Eduardo y así estuvieron un rato
mientras lo seguía penetrando. Movió dos veces con fuerza sus caderas y se
corrió dentro.
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–Perdóname Adolfo, hice cosas muy horribles y te pido
perdón. –Adolfo se levantó y fue a la cocina, cogió el arma y la cargó
apuntándolo.
–No me sirve tu arrepentimiento, me hace falta tu fuerza,
vamos a meter a estos 2 en la maleta de tu carro.
Luego de 45 minutos para bajar los cuerpos en la noche,
se fueron a las afueras de la ciudad al vertedero de basura para dejar ahí los
cuerpos. Ambos arrastraron los cadáveres hasta una de las montañas de basura,
los taparon con otras bolsas. El olor era penetrante y nauseabundo lo que hizo
que Jorge vomitara varias veces. Cuando se levantó luego de vomitar vio a
Adolfo apuntándolo de nuevo.
–Después que te ayudé ¿ahora si me vas a matar?.
Adolfo apretó el gatillo disparando 6 veces. Las balas
que quedaban.