Decisiones.
Fabián se sonrió al ver al bebé en la cama y se acercó para
acariciarlo. Lo iba a cargar.
–No lo cargues que duerme.
Fabián se volteó y su sonrisa se esfumó. –¿Quién me dice que
este bebé es mio?.
–Te lo digo yo, fui con el único que no me protegí.
–Eso no es garantía.
–Estoy dispuesta a hacerme todos los exámenes que quieras
para comprobarlo.
Fabián se levantó de la cama.
–Lo haremos, aunque no hace falta se parece a mi.
–Me quiero casar contigo, mi hijo necesita un padre.
–¿Qué? Ya va, no creas que porque me pariste un hijo tengo
que casarme contigo.
–Necesito dinero y ese niño será el que me lo haga llegar,
vas a pagar por él, lo vas a mantener.
–Eso no lo pongas en duda, pero el dinero es para él no para
ti.
–En todo caso quiero que pagues. -El bebé se despertó. –Ya
lo puedes cargar, voy a buscar una cerveza.
–¿Pero tú no estás amamantando?
–Si, pero me provoca.
–¡Estás loca, no vas
beber alcohol!
Carolina salió de la habitación y se fue a la cocina, Fabián
la persiguió.
Cambia al bebé, por cierto, tu mujercita estaba aquí cuando
llegué pero se fue cuando le dije quien era.
–¿Cómo se te ocurre decirle eso? ¿cómo supiste dónde vivía,
cómo llegaste?
–Preguntando mi amor, no eres ningún desconocido.
Carolina se quedó unos días en casa de Fabián mientras el convencía
a María Corina para que regresara pero ella no iba a dar su brazo a torcer.
La muchacha prostituta no desaprovechó la oportunidad para
acostarse con Fabián en medio de una borrachera despechado por la negativa de María
Corina.
____________
Tom ya tenía tres días en casa de María Corina, a pesar que
Jesucristo no le gustaba no podía hacer nada, ya no vivía ahí.
Ambos en la cama desnudos, apenas amanecía. Tom deslizó su
mano hasta la entrepierna de su amada, hasta que ella se despertó y le cogió la
mano para que no la apartara. Tom se montó sobre ella besándola.
–Te amo, te amo y no pienso dejarte nunca más. -La penetró,
María Corina se estremeció, cerró los ojos y su piel se erizó. Tres
moviemientos fueron suficientes para que Tom se corriera dentro de ella y justo
en ese momento lloró Fabiana.
Se levantaron de la cama y así desnudos fueron a la
habitación de la bebé. Tom la cargó y le dio un beso en la frente y luego a
ella en la boca.
–Usted se ve hermoso con la niña en brazos.
–¿Te quieres casar conmigo?
María Corina abrió los ojos. –¿Qué?
_________
Carolina apenas llevaba una semana en casa de Fabián y ya
estaba instalada, se trajo una maleta que tenía en casa de una amiga con ropa
de ella y del niño. A pesar de estar de gratis no se molestaba en limpiar,
recoger o cocinar. Con el dinero que le daba Fabián compraba comida en la
calle.
Al mes Fabián la intentó echar de la casa pero ella comenzó
a llorar y decirle que no tenía donde ir y temía por su vida –Me pueden estar
buscando, sé muchas cosas de esa gente–.
–Te vas a quedar en esta casa hasta que resolvamos eso, pero
tienes que colaborar, no puedes estar todo el día echada sin hacer nada, apenas
atendiendo al niño y tampoco es que lo atiendes mucho. Voy a traer a alguien
que te ayude, pero no quiero que te apoltrones.
–Ok, ok, voy a buscar trabajo.
–Puedo conseguirte en la empresa. Ya hablaremos de eso, voy
a visitar a mi hija.
–¿Otra vez?
–Si, hace un mes que no la veo y quiero pasar el día con
ella.
–¿Y mi hijo?
–Nuestro hijo, ya los exámenes dieron positivo. Chao.
Fabián llegó a casa de María Corina, ver el edificio y
recordadr todo lo que había vivido en ese apartamento lo llenaba de tristeza y
nostalgia. Estacionó y subió.
–Hola, ¿está Tom?
–Si, pero no va a salir.
–No quiero verlo.
–Tranquilo, no lo verá, ¿cómo está usted, y su hijo?
–Bien, yo mal. Vuelve conmigo por favor, ¿por qué me
dejaste, yo te amo.
–Me voy a casar con Tom.
Como si una lanza le atravesara el corazón, Fabián se
paralizó sintiendo un dolor en el pecho. Cerró los ojos.
–Veo que ya no hay más nada que hacer…perdí…
–Usted no perdió Fabián, fue muy lindo lo que vivimos, corto
pero bonito y de eso nació nuestra hermosa hija.
–La traigo en la tarde, quiero estar con ella. -una pausa
larga y…–que seas muy feliz María Corina.
–Eso intentaré, gracias, cuídela.
María Corina cerró la puerta y un nudo en la garganta no la
dejaba respirar, sus ojos se inundaron.
Unos brazos la rodearon. –Tranquila mi amor, llora,
desahogate, no tienes porque reprimir lo que sientes.
–Me siento mal Tom, Fabián no se merece esto.
–No lo amas, ¿se merece que estés con él sin amarlo?
María Corina, abrazó a Tom.
–Vamos a almorzar en la calle, necesitas despejarte.
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