miércoles, 9 de agosto de 2017

NOVENA TEMPORADA. De RepenteTú. Capítulo 3


¿Realmente es amor?.



Fabián sobre María Corina. Sus manos recorrían su piel, tocaba sus pechos, lamía sus pezones y volvía a besarla.

Mientras él recorría su abdómen besándolo, María Corina cerraba los ojos sus brazos inquietos no sabía donde ponerlos, no se hallaba en la cama, los bajó apoyándolos en la cama. Fabían bajó su mano hacia su vulva e introdujo sus dedos para luego llevar su pene a la entrepierna y comenzar a penetrarla.



María Corina no lubricaba, sus gemidos eran de queja, a pesar de eso Fabián entró en ella. Un par de movimientos de cadera y cuando fue a besarla, Fabiana, la bebé rompía con el silencio de aquella incómoda tarde.

María Corina agradeció el agudo llanto de su hija. -Voy a ver que le pasa.

–Dale, te espero.

La espera ya llevaba 20 minutos, Fabián comenzó a masturbarse, por su cabeza pasaba María Corina en el momento que se entregó a él por primera vez, luego llegaban imágenes de Carolina, la prostituta con la que mantuvo una relación mientras estuvo en cautiverio y su hija. Se detuvo, su pene perdió la erección y se tapó con las sábanas.

María Corina entraba con su hija en brazos.

–Mira bebé, es papá, es papá, ¿quieres ir con él?

–Pásamela. ¿Qué tenía?

–Hambre, le di pecho, por eso me tardé, disculpa

Fabián la miró pero su gesto fue de comprensión. –Tranquila, esto nos va a suceder a menudo.



Entró a ducharse mientras María Corina cambiaba a la niña. Fabián iba a salir para arreglar unos asuntos de la empresa y sus dividendos.

–No se tarde mucho, no me quiero quedar sola con la niña.

–Tranquila vuelvo pronto pero ahí está la muchacha para que te ayude.

–Si lo sé, pero no es lo mismo, además se va ahora en un rato.

–Ok, yo vuelvo enseguida. Me da gusto que te quedes conmigo.

Se despidió con un beso en la boca y un beso en la frente a su hija.



Una vez que la muchacha se fue y quedó sola, volvió a acostar a la niña.

Levantó el teléfono, vio el auricular y volvió a colgarlo. Lo levantó de nuevo y marcó el número.

–<<Aló…aló>>

María Corina se quedó callada.

–<<Aló, ¿quién es?>>

Cerró los ojos y aguantó un grito ahogado.

–<<Eres tú María Corina, háblame, dime>>

Colgó la llamada. Unos segundos después sonaba su celular.

Era Tom.

–<<Aló>>

–<<Mi vida, ¿por qué te quedas callada?>>

–<<No lo sé, quiero verlo, ¿puede venir?>>

–<<Ahora, ¿en casa de Fabián? ¿estás segura?>>

–<<Sí, él no va a estar por un buen rato, venga en moto>>

Tom, emocionado, tomó el casco y las llaves y se fue enseguida a ver a la mujer que ama.



Tocó el timbre, María Corina, cerca de la puerta le abrió inmediatamente.

–Gracias por venir. –Tom entró y la tomó por la cintura y besándola apasionadamente.

–Quiero hacer el amor con usted.

–Sabía que me amabas, lo sabía, lo noto.

–Hágame el amor.

–Sabes que no se puede, aquí no María, no es tu apartamento, es el de tu novio el padre de tu hija.

Se separaron, María Corina pasó sus manos por la cara y se echó el cabello hacia atrás.

–Hoy no pude hacer el amor con él, no pude, deseaba que se saliera de encima. Fabiana lloró y agradecí ese momento. Me siento muy mal.

Tom se sonrió pero sabía que ella lo estaba pasando mal. –No te angusties, habla con él, dile lo que sientes y luego toma la decisión más conveniente, sabes que yo estaré aquí para lo que sea y respetaré lo que decidas.

–Me quiero ir con usted.

–Sabes que no podemos. Fabián merece respeto. Deja las ansias, yo también quiero estar contigo, amarte, pero hay que esperar. Cuida a tu beba, dale un beso de mi parte.

Tom la abrazó y le dio otro beso para luego irse.



María Corina se quedó en la sala llorando, fue a la habitacion de la niña para ver que todo estaba bien. Al entrar y ver a Fabiana, volvió a sonar el timbre, salió despacio del cuarto y cerró la puerta.

Se asoma por la mirilla y ve a una muchacha con un bebé en brazos, se imagina que es alguien pidiendo dinero pero igual decide abrir la puerta sin abrir la reja.

–Buenas tardes, ¿qué desea?

–Buenas tardes señora, disculpe que la moleste, estoy buscando a Fabián Silva, ¿él vive aquí?

–Si…pero…¿usted quién es?

–Soy Carolina y este es su hijo.

María Corina se le eriza la piel un frío le recorre la espalda, sorprendida se queda inmóvil mientras la muchacha ve a su hijo que recién despierta.

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