La vida es dura.
Esperanza
estaba llevando el embarazo de la peor manera; vómitos, mareos, piernas
hinchadas. No estaba en su mejor momento. Ya se había cumplido el plazo para
hacerse la prueba de ADN para saber quien es el padre de su bebé.
Mientras
estaba en la Universidad recibe un mensaje en su celular.
–<Hola
preciosa, ¿cómo estás? Disculpa el
abandono y el haberme ido sin decir nada pero es que he regresado para saber de
ti y del bebé>
–<Hola,
estamos bien, gracias>
–<Quiero
saber si es mi hijo>
–<Hablamos
en otro momento, estoy en la universidad>
–<Yo
también, estoy cerca de la facultad de odontología>
Esperanza se
puso nerviosa, le dijo a Jesucristo que la acompañara hasta donde estaba
Clemente.
–Tenemos que
ir a ver lo del consultorio donde vamos a instalarnos.
–Cancela la
cita por fa, necesito hablar con Clemente, diles si pueden mañana.
Llegaron al
lugar donde estaba Clemente, estaba sentado en una de las mesas del cafetín.
Jesucristo lo saludó y se fue.
–Hablamos
luego para cuadrar Cristo.
–Estas bella,
te sienta bien el embarazo.
–Gracias, no
ha sido fácil pero ahí voy.
–¿Dónde estás
viviendo?
–En el mismo
sitio y con Yovana.
–Ah, ella se
quedó, ¿están empatadas?
–No, ella
quiere saber si es la madre del bebé.
–¿Y si no lo
es? Se va.
–No lo sé
Clemente y ni me importa, este bebé es mío.
–¿Cuándo nos
hacemos la prueba los dos?
–Lo más
pronto que se pueda.
Clemente la
miró a los ojos unos instantes sin decir palabra.
–¿Cómo vas
con la carrera?
–Muy bien,
espero seguir hasta el 8vo mes de embarazo, vamos a montar un consultorio para
comenzar a trabajar con odontólogos con experiencia y que nos sirva de
pasantías.
–Que bueno,
yo trabajando mucho, con nuevas responsabilidades y bueno con mejor sueldo
también.
–Me alegro.
–Quiero
hacerte el amor.
–Bueno, yo me
tengo que ir.
Clemente la
detuvo por el brazo. –No te vayas por fa, hablemos.
–Suéltame
Clemente. ¿Para que volviste? ¿Se te despertó la fibra paterna? Puede que no
seas el padre y te ahorras ese problemón.
–Por eso
quiero hacerme la prueba.
–Me lo
imaginé, no quieres al bebé, me quieres a mi. Chao Clemente, te aviso para ir
al laboratorio.
__________
Yovana no
había conseguido empleo, hacía trabajos a destajo y como community manager
manejando algunas redes sociales de empresas pequeñas de algunos amigos.
Sabía que el
momento de saber la paternidad del bebé era inminente y eso la tenía nerviosa.
La otra
persona alquilada era un hombre, un muchacho estudiante de arte que trabaja en
una galería y es fotógrafo, tiene 30 años, soltero. Sabía de la condición de
Yovana y eso no le molestaba pero estaba un poco reacio a quedarse a vivir ahí
cuando naciera el bebé de Esperanza. Es heterosexual pero le llamaba la atención
Yovana hasta que se acordaba que era transgénero.
El día de
matar la curiosidad llegó, cuando entró al apartamento escuchó la ducha y se
imaginó que era Yovana. Decidió entrar a la habitación y verla ducharse.
Se quedó
parado en la puerta del baño y la abrió, Yovana se duchaba dándole la espalda,
le vió los glúteos y tragó saliva y se pasó la mano por la boca quitándose el
sudor. Yovana se lavaba el cabello, al enjuagarse comenzó a masturbarse. Diego
el inquilino, se impresionó al ver el gesto pero se imaginó que estaría
tocándose, introduciendo los dedos en la vagina.
Yovana se dio
la vuelta y Diego abrió los ojos impresionado al verle el pene y arriba unos
pechos redondos y parados.
–AAAAAH ¿Qué
haces aqui? ¡SAAAAAAL!
–Yo,
yo….perdón, yo no sabía…yo, chao.
Diego salió
de la habitación y se fue a la sala con la imagen del pene en su cabeza.
–Que no se
vuelva a repetir esto Diego, es mi habitación y es privado.
–Discúlpame,
llegué y escuché el agua y debo confesar que me dio morbo ir a verte, pero no
me imaginé que tú…que tuvieras…
–¿Pene? Si,
nací con eso que le vamos a hacer.
–Yo no sabía,
pensé que ya tenías…
–¿Vagina? No,
no me interesa tener vagina.
–¿Pero
entonces que eres? ¿Hombre , mujer?
–Soy un ser
humano que siente, padece, vive y ama como tú o como Esperanza, es todo. Pensé
que no tenías problema que yo fuera trans.
–No, no, no
tengo problema…lo que pasa es que pensé que estabas operada.
–Eso era tu
morbo, verme la vagina.
–No, no vale,
claro que no…es que, bueno, es que …me gustas, pero al verte el guebo, no…no
creo que se pueda.
–¿Qué se
pueda qué?
–Eso…pues,
este…estar contigo, ser novios. Yo no soy gay.
Yovana cerró
los ojos y repiró profundo.
–Mira Diego,
yo estoy AGOTADA de explicar lo mismo, así que búscate a una mujer “normal” -Le
hizo el gesto de las comillas con los dedos.
Diego se fue
a su cuarto muerto de la vergüenza.
En la tarde,
llegaba Esperanza al apartamento y vio a Diego.
–Hola, ¿cómo
estás? ¿Está Yovana?
–Si, pero
bajó al quiosco a comprar unas cosas, debe estar por llegar. Oye, ¿tú sabías
que Yovana tiene pipí?
Esperanza lo
vio con extrañeza. –Mmmm si…¿por?
–Es que hoy
la vi desnuda y me impresionó verle el pene y con tetas, me chocó un poco,
bueno, un poco no, que jode.
–Conociéndola
y al ver tu cara debe estar arrecha contigo.
–Bueno, sí,
se molestó.
Entraba Yovana y Diego se fue a su habitación.
–Hola.
–Hola
Esperanza ¿cómo sigues?
–Ahí, ahí.
Hoy se apareció Clemente en la universidad, quiere hacerse la prueba.
-¿Ah si? ¿y
eso?
–No sé, pero
no es porque quiera ser el padre, quiere saber que no es el padre y si lo es lo
más seguro es que se vaya y no vuelva.
–Así es.
Esperanza la
vio frunciendo el ceño. –¿Cómo sabes?
–Me he visto
con él en estos meses, estamos saliendo.
–Ah vaya…él
preguntó por ti, así como si no supiera. ¿él te dijo que no quiere hacerse
cargo del bebé si resulta ser el padre?
–Si…
–¿Y tú?
Hubo un
silencio solo interrumpido por Diego que salió de la habitación para darle el
recibo de pago del alquiler a Esperanza.
–Gracias
Diego. El lunes Clemente, tú y yo, vamos al laboratorio para saber quien de
ustedes dos es el padre de mi hijo o hija.
–¿QUÉÉÉ?
Perdón, ya va el hijo que estás esperando es de Yovana.
–Es probable
o de otra persona, me acosté con ambos.
–¿Qué vaina
es esta pero tú no eres…?
–MIRA DIEGO
VETE A TU CUARTO ANTES QUE TE CAIGA A GOLPES AQUI MISMO. ¿tú para que andas
diciendo esto delante de Diego?
–Porque me da
la gana, además no sabía que era algo que había que ocultar ¿o sí? independientemente
de los resultados quiero que dentro de un mes te mudes.
Luego de
haber madrugado para estar en el laboratorio, les tocó esperar 10 días para
saber los resultados.
Esperanza
estaba nerviosa. Tenía el sobre en sus manos. Estaba sola en un café, no quería
estar con nadie, sólo le dijo a Jesucristo que llegó al rato al lugar.
–Abra eso de
una vez y salga de dudas.
–¿Tú crees
que deba decirles antes a los involucrados?
–Ábralo y
luego le dice, deje el suspenso.
Esperanza
abrió el sobre y leyó. Sus ojos se inundaron
y tenía un nudo en la garganta. Una punzada en el vientre le hizo soltar
el llanto y soltó el examen. Lo recogió Jesucristo.
Coincidencia
genética con el paciente Clemente 0,01%
Jesucristo
dejó el papel en la mesa.
–Yovana es el
padre, la madre, bueno usted me entiende.
Esperanza no
paraba de llorar.
–¿Y usted por
qué llora? Uno de los dos tenía que ser o usted se acostó con otro y no ha
dicho nada?
La muchacha
se limpió las lágrimas con las manos. –Quería que el padre fuese Clemente.
–¿Para qué si
le dijo que no quería ser padre? Además a ese niño no le faltará nada sea quien
sea el padre.
Esperanza los
reunió en su casa para decirles el resultado de los exámenes.
–Estos
exámenes tienen un margen de error de 0,9% así que el resultado que ven ahí es
el correcto.
–¡Coño BINGO!
Preciosa, yo sabía que no podía ser yo, yo no nací para eso.
Yovana aún no
salía de su asombro, la mano le temblaba.
–Bueno yo me voy
bellezas, ya sabes si decides volver conmigo, ya sabes donde ubicarme siempre y
cuando sea después de dar a luz.
–¡Vete a la
mierda Clemente! ¡Púdrete!
Desde su
habitación Diego escuchaba la conversación, estaba impresionado de lo
desinteresado de ambos con el embarazo.
–No me
esperaba esto, de verdad, no imaginé que sería yo la madre de ese niño.
–¿Tú también
te vas a ir y dejarme sola?
–Tú me
botaste de aquí.
–Sabes a que
me refiero.
–Me haré
responsable, tranquila.
Esperanza se
fue a su habitación, en el camino estaba Diego que salió y la detuvo. La
abrazó.
–Tranquila,
no estás sola, yo voy a estar aquí para lo que necesites.
–Pero si me dijiste
que te irías apenas naciera el bebé.
–Si, pero
cambié de opinión.
Volvió a
abrazarla y le dio un beso en la frente.
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