Desde cero.
–<Gilberto yo estoy en Chile trabajando, cuando regrese
hablamos>
–<Pablo, sólo cuento contigo préstame ese dinero, lo
necesito, son 400 mil>
–<¿Para que quieres ese dinero?, no son 3 centavos>
–<Tengo que resolver unas cosas>
–<¿Qué cosas?>
–<Luego te explico, ¿me lo vas a prestar o no?>
–<No chamo, hasta que no me digas no lo voy a hacer>
Gilberto se quedó viendo el celular por unos segundos sin
responder.
–<Voy a Cuba a ver a Emilio, está allá en rehabilitación
y se fue con ahora su novio>
Pablo abrió los ojos leyendo lo que ponía su ex sin dar
crédito mientras se reía de indignación.
–<Chamo, ¿en serio me estás pidiendo el dinero para eso?
Vas a a ver a ese pana que está con otro tipo y además está recluído. Ni de
vaina te doy esa plata y no tienes ni con qué pagarme eso>.
–<Por favor Pablo, eres el único que me lo puede prestar
ya, anda, tenemos el mismo banco, se me hace efectivo ahora mismo>.
Pablo no escribió más. Gilberto le dio una patada a la
silla.
_________
Emilio estaba encerrado, la abstinencia le estaba pasando
factura. El cuerpo le temblaba, sudaba frío, los nervios lo atacaban pero era
un proceso que tenía que pasar.
Ernesto se hospedaba cerca del centro.
Tenía prohibida las visitas pero él se las arregló para
poder verlo los días que lo dejaban salir al pequeño jardín.
–Necesito irme de aquei Ernesto, sácame, sácame por favor.
–No se puede, sabes que tienes que estar aquí para que te recuperes
por completo.
Emilio lo agarró por los hombros con fuerza.
–¡Sácame de aquí, quiero regresar a mi país, ahí me
recupero, coño, no quiero estar aquí!.
–¡Emilio! Moví cielo y tierra para poder verte aunque está
prohibido y no fue para esto, creo que no volveré más, esto te hace daño.
–Quiero tirar, sexo, sexo, eso me calma ¿si? Ven vamos acá y
tiramos, mira, mira allá, allá, ven. -Le mostró un enorme árbol donde una pared
en L era el refugio perfecto.
–Emilio estás loco, no.
–Vente, vamos, no hay nadie, no nos van a ver.
___________
Gilberto estaba revisando sus tarjetas de crédito para solicitar un préstamo rápido pero no cumplía
con los requisitos. Le dio un golpe a la mesa y abrió la página de su banco
nuevamente.
Estaba el dinero depositado en su cuenta, buscó su celular y
tenía un mensaje.
–<Ya tienes el dinero, no te preocupes por devolverlo yo
sé que eso no va a ocurrir. Es una estupidez lo que vas a hacer pero bueno>
–<Gracias Pablo, tranquilo que te lo devuelvo>
Se sonrió y se fue a la agencia a comprar el pasaje.
Emilio estaba apoyado del árbol de pie con la cabeza apoyada
y los ojos cerrados mientras su mano la tenía puesta en la cabeza de Ernesto
que estaba agachado haciéndole sexo oral.
Enesto se introducía todo el pene en su boca mientras el
exceso de saliva escurría por los lados de su boca, levantaba la mirada para
ver a su novio pero este continuaba con los ojos cerrados.
–Cristo, sigue Cristo mi amor, mámalo anda rico Cristo ah,
ah, ah.
Ernesto se puso de pie mientras Emilio se masturbaba aún con
los ojos cerrados. Seguía masturbándose hasta que tres chorros de semen cruzaron
el espacio entre Emilio y Ernesto.
Abrió los ojos, su sonrisa iluminó su cara había bajado la
tensión y sus nervios y angustia se habían desaparecido momentáneamente.
–Gracias, me hacía falta esto.
–Me llamaste Cristo mientras te lo mamaba.
–No…¿si? No, ¿en serio? No puede ser, no.
–Si, si, si, me dijiste “Cristo mi amor” ¿Hasta cuándo
Emilio, hasta cuándo? No vuelvo más esta es la última vez que me vas a ver aquí
hasta que salgas, no me voy de Cuba pero no te voy a visitar.
–Espera Cristo… -Cerró los ojos apretando los labios. –Perdón,
perdón…
–Adiós Emilio, espero que cumplas con las normas del centro
y te cures para salir de aquí pronto.
__________
Dos días después llegaba a la isla Gilberto, había comprado
el pasaje con regreso en 30 días aunque solo tenía 200 dólares en efectivo y
muy poco dinero disponible en la tarjeta de crédito.
Se hospedó en una casa de familia pagando apenas unos
cuántos dólares. Dejó las cosas ahí y se fue al centro de rehabilitación.
Cuando llegaba se consiguió con Ernesto.
–¿Qué coño haces tú aquí?
–Vine a ver a Emilio que es mi novio.
–Chamo de verdad que tú estás tocado de la cabeza, perdiste
tu dinero viniendo para acá. Primero no lo vas a ver porque a mi no me da la
gana y segundo tiene prohibida las visitas.
–Yo igual voy a entrar a hablar con alguien.
–Dale, ve, el centro está a tres cuadras, allá, anda.
Gilberto se fue caminando. Ernesto se fue a un edificio
cercano y habló con unos niños que estaban jugando con una pelota hecha de
hilos y gomas. Los llamó.
A cada uno le dió un dólar, eran 5 chicos. Se fueron
corriendo del edificio.
Cuando le quedaba media cuadra para llegar, Gilberto se
detiene para tomar agua, sacó de su morral una botella y bebió.
5 niños lo rodearon, entre 8 y 11 años.
–Hola, ¿este es el centro de salud de rehabilitación?
dos navajas cruzaban el aire mientras los chico que las
sotenían la levantaban.
–Suelta la mochila.
Gilbero la dejó caer, los dos chicos agarraron el morral
mientras los otros tres le cayeron encima a Gilberto golpeándolo, tumbándolo al
piso. Los otros se fueron corriendo con el morral.
Le quitaron el reloj y los zapatos. Unos segundos después se
levantaba del piso sacudiéndose el sucio de la camisa.
–¡El coñísimo de su madre! Se llevaron los dólares, ¿cómo
hago para regresar a la casa?
Se tocó la cabeza justo donde se dio un golpe y se limpió el
cabello, no sabía si ir al centro o regresarse, estaba sin dinero y sin
zapatos. Caminó hacia el centro a pedir ayuda, en el corto trayecto se le
acercó por detrás Ernesto.
–Coño que vaina, apenas llegando a la isla y te asaltan,
¿estás bien? ¿Te hicieron algo?
–No, sólo me robaron, bueno me tumbaron al piso.
–Que vaina vale.
–¿Te preocupa lo que me pase?
–En realidad no, me da igual.
–Me puedes prestar dinero para regresar donde me estoy
quedando?.
–No, tengo los dólares contados. ¿pero dónde vives?
–Estoy cerca de aquí pero caminando no puedo llegar, en la
calle 264. ¿Emilio tendrá dinero?
–Chamo ¿qué clase de pregunta es esa? Toma tres dólares no
puedo prestarte más.
–Gracias.
–No te quiero cerca de aquí.
–Vine a eso chamo, tranquilo que estos dólares te los
devuelvo, pero vine a ver a Emilio y lo haré.
–Para verlo tienes que pagar, aquí no dejan ver a los
pacientes por lo menos en las primeras semanas.
Gilberto se fue a buscar un taxi.
–Vaya esto no te alcanza para llevarte hasta donde vives.
–Es lo único que tengo. ¿hay otra manera de poder pagarte?
–Claro que hay otra manera y te va a gustar. –Le guiñó el ojo
mientras se apretaba el pantalón en la entrepierna.
No hay comentarios:
Publicar un comentario