martes, 8 de marzo de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 27

 


Castro estaba acostado en la camilla. 

–Sabes que necesito que lo tengas flácido para poder abrir de nuevo la herida.
–Coño es que está mi flaco aquí y me la pone dura
–¿Le decimos que de salga?
–No... ya que estás aquí, mámalo y déjalo dormidito
–¿Aquí? -Agustín vio al tatuador.
–Tranquilo, yo me voy atrás y ustedes hagan su vaina, luego te lo desinfecto.
–¿Tú estás loco? ¿Cómo te lo voy a mamar aqui?
–Flaco lo que quiero es cogerte aqui, pero date con una de esas mamadas ricas y hazme acabar. -Castro se bajó más el pantalón y Agustín se acercó, tomó el pene de su novio y comenzó a mamarle el glande, le pasaba la lengua. Se lo metía en la boca y lo volvía a sacar para luego metérselo todo y volver a repetir. Al fondo, el tatuador veía como Agustín mamaba el enorme pene.
Coño este se mama esa verga...y lo haces rico...no joda mi jeva no lo mama así, tampoco tengo ese palomón pero la pana no se aplica como este.

Agustín se subió a la camilla luego de quitarse los zapatos y el pantalón. Castro le mamaba el culo y, Agustín, en esa posición, se introducía todo el pene en la boca, aunque se ahoga a ratos.
Marico, pero estos van a tirar en mi lugar de trabajo...pero me están dando morbo. ¿Será que les digo que paren? No, déjame ver como termina esto.
Agustín gemía sintiendo la barba de Castro raspar su culo y nalgas mientras el enorme miembro entraba en su boca. Hilos de saliva caían en la entrepierna del hombre, Agustín no paraba de mamar y Castro seguía chupando. Luego de cinco minutos, el hombre le avisa. –Mi falco...aaaah, ahi voy...ya viene...ya viene....aaaaah, aaah, pégateeee AAAAAAAAAAAH, AAAAAAAH, AAAAAAH.
–El tatuador no pudo aguantar las ganas de masturbarse y también acabó. Agustín se tragó el semen, se tumbo unos segundos sobre Castro y luego se bajó.

–Que locura esto, podías haberte hecho la paja y te apretabas las tetillas.
–¿Cómo me voy a a hacer la paja, teniéndote aqui?
–Bueno, ya deben estar listos, escuché gritos y me imaginé que ya habían terminado.
–Si, ya está dormidito.
–Sigues botando leche...tranquilo, yo lo limpio y desinfecto. -El hombre desinfectó todo el pene, se puso unos guantes nuevos y puso cerca todos los instrumentos. –¿Quieres ver como lo coloco?
–No gracias.
–No es tan traumático, ven.
Cogió las pinzas sujetando el pene para hacer la perforación, al hacerlo Castró soltó un gruñido y Agustín se mareó viendo luces blancas, tuvo que sentarse pues se le bajó la tensión y cerró los ojos.
–Ya chico, listo, ya pasó, estoy limpiando, abre los ojos mira como quedó. -Agustín se volvió a  acercar y vio el pene algo inflamado.
–Recuerden que por lo menos 5 semanas sin tener sexo. Bueno, me refiero a penetración o sexo oral.
–Mi flaco me penetrará a mi.
–Bueno, no necesito tanta información.
–Ya sabemos la dinámica, reposo y cura y eso lo sabe mi flaco.
–Yo lo voy a cuidar bien, me conviene.
–Ja ja ja ja ya, ¿Ya decidiste si te vas a poner un piercing?
–Si...bueno...si quiero pero no decido cual y dónde, ¿Puedo venir otro día? -Agustín vio al tatuador y luego a Castro. El tatuador se encogió de hombros, Castro le habló.
–Mi flaco, claro, piénsalo y luego venimos previa cita, si lo quieres hacer o si no quieres, no hay problema mi amor....aaau coño...este pantalón me aprieta el guevo. Nos vemos pronto mi pana. Cualquier vaina te aviso.
Se despidieron, Agustín, le dio la mano al hombre y este le guiñó el ojo apretandole más la mano. El chico sintió algo extraño pero le agradó, quitó ese pensamiento de su cabeza.

–Amor, vi algo extraño con tu amigo.
–¿Extraño? ¿Cómo extraño?
–Como me miraba luego de haber tenido sexo ahí y al despedirse de mi me guiñó el ojo y me recorrió un escalofrio.
–¿Será que quiere contigo? Él está casado con mujer.
–No vale...no.
–Si quieres hacerlo con él, hazlo, eso si que se ponga condón.
–No quiero nada con él.
–Bueno, pero si él quiere algo, sabes que puedes hacerlo.
–¿Entramos entonces en una verdadera relación abierta?
–Si, siempre y cuando sepamos que hace cada quien. Yo igual te amo mi flaco, eso no va a cambiar.
–Yo también te amo y si, quiero que las cosas queden claras.

Francisco volvía a chatear con Diego, la pareja de Alberto, amigo de Teodoro.
–Creo que ya hemos chateado lo suficiente como para saber las ganas que tenemos de follar. Deberíamos cuadrar una fecha y probar ese cuerpito.
–¿Puedes este viernes? En la mañana.
–Si, yo cuadro y nos vemos, vamos a un hotel.
–Perfecto. Entonces el viernes nos vemos. Yo estoy libre hasta depues de la una de la tarde.
–Buenísimo, podemos estar una cuantas horas tirando.

Francisco siguió trabajando pero de vez en cuando se escribía con Diego, paralelamente conversaba con Guillermo para ver cuando se veían.
–¿Cuando nos vemos? No me refiero para tener sexo, que quiero, pero no sé, cenar juntos.
–Yo quiero verte y tener sexo contigo. Recuerda que ambos estamos casados, yo no puedo desaparecerme a cada rato.
–Pareciera que no estoy hablando con Francisco Vegas el hombre que hace y deshace a su antojo.
–Ay carajito. El viernes cenamos y dormimos juntos ¿Te parece?
–Ok, voy a cuadrar todo.

Diego le envio las fotos de los cuadros que Francisco le compró.
–Buenísimo, envíamelos y yo pago el flete. Coño carajo, quiero verte, me tienes con la verga tiesa, ¿Nos vemos hoy?
–Ahora estoy ocupado, en la tarde Alberto me lleva a Los Ruices para tomar el autobus que me llava a casa, eso es a las cuatro de la tarde. O sea a las cuatro arranca el transporte.
–Dile que te deje antes y te busco y damos una vuelta ahí mismo.
–Ok, déjame cuadrar y te aviso.
–Dale.

Siguió trabajando, habló con Teodoro que le preguntó si llegaría tenprano a casa. –Después de las cuatro de la tarde. -Le dijo Francisco. Guillermo, al rato también le escribió diciéndole que ya habia cuadrado todo para verse el viernes y quedarse juntos.

Tres de la tarde.
–Estoy en la esquina del cubo negro. Te espero aqui-
–Ya estoy cerca y ya te vi. Se enviaban notas de voz hasta que Diego se montó en el carro.
–Cooooño carajito hasta que por fin nos vemos. Lo despeinó y aprovechando el semaforo rojo...–Dame un beso.
Comenzaron a besarse tan apasionadamente que Diego se acercó lo más que pudo a Francisco, sus lenguas chocaban en la boca, Francisco se la mordía al igual que el labio inferior. Cambió la luz.
–Coño...buen comienzo. Vamos a ver donde nos paramos para que me lo mames.
–¿Te lo mame? ¿Aqui en la calle?
–Si coño...no me voy a quedar solo con el beso.
Dieron par de vueltas y se estacionaron. Volvieron a besarse, esta vez con más entrega, Diego se desabrochaba el pantalón y Francisco hacía lo mismo.
Se mordían los labios, sus lenguas mojaban sus bocas, Diego le tocaba el pene ya erecto.
–Mámate ese guevo.

Diego se agachó y comenzó a lamerle el glande y apoyaba su boca, Francisco echaba la cabeza hacia atrás suspirando, cuando sintió que Diego lo introdujo en su boca le empujó la cabeza. El hombre se lo metía todo  llegando hasta su garganta, movía su lengua. –Coooñoooo que rico, sigue no joda, trágatelo todo. -Diego seguía, cada vez que le llegaba a la garganta, lo sacaba, hilos de saliva caían sobre el pene.
Diego se bajó el pantalon en un intento de montarse sobre Francisco para que lo penetrarara, pero no lo hizo. 
–Tengo ganas que me lo metas carajo.
–No hay tiempo y aqui es incómodo, sigue mamándolo, sácame la leche. -Diego volvía a meterse todo el pene, tocaba el pecho de Francisco, este le empujaba la cabeza, chupó sus testículos y volvia a mamarlo. Francisco jadeaba y hablaba y le pedía más, se ponía mas intenso todo, Francisco empujando la cabeza de Diego y este tragando todo el pene. Diego alternaba, lo masturbaba y lo mamaba hasta que Francisco lo apartó y comenzó a masturbarse pero antes que acabara, Diego lo introdujo en su boca nuevamente mamando con rapidez hasta que sintió los chorros de semen tibios inundar su boca, iba tragando mientras Francisco gritaba y Diego con el pene aun en su boca gemía disfrutando el sabor del líquido.

–Coooñooo...que mamada. Chamo pero usted se aplica, que manera de acabar
–Pero soltaste un lechero, por cierto, sabe divino. Es que cuando me gusta algo y alguien lo disfruto mucho.
–Me dejaste seco...
–Estuve a punto de montarme encima y me cogieras.
–Lo se, yo también quería, pero no hay tiempo y el espacio es pequeño. Mi camioneta está en el taller.
–Tranquilo el viernes le damos con furia.
–Claro...ese dia te doy donde es.

Francisco lo dejó en la parada, volvieron a besarse. Se fue con una sonrisa en la cara.

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