lunes, 21 de marzo de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 34

 


Victoria había bebido toda la mañana en su casa, no fue a la tienda. A pesar que Gerardo, el chico que conoció en el avión de regreso de su luna de miel, le dijo que él de haría cargo de los gastos del bebé, ella estaba decidida a decirle a su esposo, Guillermo, que estaba embarazada.


Gonzalo y Guillermo se comían a besos en el ascensor, le tocaba el pene sobre el pantalón mientras Guillermo le metía la mano tocándole las nalgas. Le desabrochó el pantalón, le bajó el cierre y comenzó a mamarle el pene. Tocó el botón de parar. –No me hagas acabar. -Gonzalo se introducía todo el pene moviendo su cabeza con rapidez y se detuvo, le lamió el glande y se puso de pie.
–Te amo.
–Vamos a poner a funcionar esto para llegar al apartamento.
–Ya...
Llegaron al piso y Guillermo salió sacando las llaves para abrir, destrás de él, Gonzalo aguantaba las ganas de llorar. Entraron.
–¿Quieres tomar algo?
–Quiero otras cosas de ti Guillermo.
–No empecemos.
–Ese es el peo que no hemos empezado nada en nuestras vidas.
–Hoooola esposo mio, llegando con tu amanteeee.
–¿Otra vez estás borracha?
–¡Borracha y embarazada!
–¿Qué? ¿Estás embarazada? ¿Qué coño es esto Guillermo?
–Mi amor, somos marido y mujer, hacemos el amor y estas cosas suceden.
Guillermo se quedó inmóvil viendo a Victoria...
–Mi amor, reacciona, vamos a hacer papás. -Guillermo se abalanzó sobre su esposa y la abrazó.
–¿Me estás hablando en serio?
–¿Y tú le vas a creer a esta perra que se acuesta con tu hermano y tu padre? Ponte a pensar Guillermo.
–Vete de mi casa Gonzalo.
–¿Me vas a botar a mi? Me vine en tu carro ¿Que pretendes, que me vaya en taxi?
–Llama al uner desde tu celular.
–¿No me voy a quedar contigo?
–No somos novios Gonzalo, somos amigos.
–Te acabo de mamar...
–Maricón, ¿No estás escuchando que te vayas? Aqui vivimos mi marido y yo, vamos a ser padres. -Guillermo le insistió a Gonzalo que se fuera. Salió del apartamento llorando. Guillermo se fue a la habitación con Victoria para hablar sobre su embarazo.

Gonzalo llegó a planta bajo llorando desconsoladamente, se sentó en el piso hasta que se calmó. Respiró hondo y entró en la aplicación del Uber.
–Me vas a dejar aquí, aaaquí, eso, en esa esquina. Gracias. -Se bajó del uber y caminó hacia el edificio donde había un sauna para hombres.

Agustín llegaba al local del tatuador para colocarse el piercing que le dijo Castro.
–Caramba, en la lengua.
–Si, si Castro se lo puso en el guevo, yo en la lengua.
–Tómate tres shot de tequila para que te relajes. -Luego de beberse los tres vasitos, cerró los ojos, respiró y los volvió a abrir.
–¿Estás preparado?
–No, primero quiero que me cojas, luego me pones el piercing.
–Pana, mi jeva, está por venir.
–¿Te asusta que te vea cogiéndote a un carajo? Dame otro shot. -Dijo eso y se quitó la ropa y se acostó en la silla de tatuar, boca abajo. El hombre se quitó la ropa y sirvió el shot. Su pene era grueso y no tal largo, el prepucio le cubría el glande, lo retrajo y pasó su dedo por el glande mojando toda la cabeza. Buscó un condón y Agustín se abría las nalagas para recibir el grueso pene.
–No es el de tu marido pero algo sentiras....coñoooo, ¿Que te metieron por aquí, un brazo? Tienes ese culo abierto y rooojoo.
–Coño...tú le has visto la verga a Castro, no te hagas el pendejo, dame otro shot. -Se lo bebió y el hombre se puso el condón. Se acercó al culo y fue introduciendo el pene que entraba con facilidad.
Esta vaina no debe ni sentirla, el culonlo tiene dilatadísimo. -Pensaba el tatuador mientras movía sus caderas sin sentir ni un suspiro de Agustín que estaba tumbado en la silla connlos ojos abiertos mirando a la nada. El hombre seguía moviéndose y pensando que estaba haciendo perdiendo el tiempo. –Este pana es una vaca muerta. -Siguió por varios minutos más, cogió a Agustín por los hombros y acabo dentro del condón. Sacó el pene y se quitó el látex.
–Agustín, Agustín, párate para ponerte el piercing. Verga este pana se rascó. -Comenzó a vestirse cuando recibe una llamada. Era Castro.
–Aló.
–Ábreme la puerta o la tumbo de un coñazo. -El hombré corrió a la entrada y le abrió a Castro.
–Castro yo...espera, te explico. -Castro comenzó a tumbar al suelo todo lo que veía a.su paso. Vio a su novio en la silla desnudo, tumbó varias cosas más, se acercó al tatuador y lo golpeó.
–Te lo tiraste. -Otro golpe y otro y otro hasta que la sangre corría por su naríz y boca, cargó a Agustín y lo sacó de ahí.
–La.novia del tatuador llegaba sin entender a quién sacaban desnudos del local. Comenzó a gritar y el hombre se levanta.
–Llama a la policía, dile que esto lo hizo este hombre. -Le mostró el celular.

Castro lo montó en la parte de atrás del carro.
–Este si es arrecho. No le bastó la cogida que le di para venir y se lo coja este mamaguevo. Voy a tener que ponerme más bruto a ver si se te quitan las ganas de tirar con otro.

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