lunes, 14 de marzo de 2022

Pasticho hormonal. Capítulo 31

 Luego de otro agotador entrenamiento reforzando la puntería con distintas armas, Juan Carlos decidió irse con Jorge, ahora su chofer, a comer en la calle. Uno de los escoltas dejó a Gilberto en la casona y se regresó al polígono para quedarse con Juan Carlos.


Comieron en uno de los restaurantes más exclusivos y caros de la ciudad. En el tope de la montaña que domina a la capital.
–Pensar que estoy con una amenza constante si decido irme.
–Jorge, relájate, disfruta el momento, aquí se mueve mucho dinero, mucho y lo gasto en lo que quiera y si sigues trabajando para mi también tendrás mucha plata, yo te la doy.
–¿Tú crees que esto te va a durar toda la vida? Es el narcotráfico Nacho, tarde o temprano cae y primero los guevones, tú entre ellos.
–No quiero pensar en eso. ¿Ahora que lleguemos a la casona, quieres tirar? Yo te cojo ybtu me coges.
–¿Y tu noviecito no se pone bravo? Mira que me tiene ganas y no precisamente de cogerme.
–No somos novios, solo tiramos. -Jorge se rió sabiendo que el sicario estaba enamoradonde Juan Carlos. Luego de comer y tomar dos botellas de vino doeron una vuelta y luego se fueron a la casona.
–Vamos a tu cuarto y tiramos ahí. –Le decía Juan Carlos a Jorge que le dijo que lo esperara ahí mientras saludaba a Carmen. Tocó la puerta del despacho y entró, Carme se levantó, le dio un beso en la boca y vio a Renato sentado frente a ella. Estaba de traje, a pesar que seguía pasado de peso, se notaba que había perdido unos cuantos kilos, producto de los ejercicios que hacía y la alimentación que le estan dando. Carmen tenía planes con él. Le pidió a su esposo esforzarse más en los entrenamientos. Le entregó un fajo de billetes. –Ve a comprarte lo que se te antoje. Déjame a solas con Renato.

Al.salir, Carmen comienza a caminar hasta llegar donde Renato. –Quiero que seas mi escolta, mi mano derecha, mi hombre de confianza, el hombre que va amatar por mi si es necesario. ¿Sabes usar un arma?
–Si, de adolescentes mi papá nos puso a practicar hasta luego de cumplir la mayoria de edad. 
–Bien. Ya que tu hermano está trabajando con mi esposo entrenándolo, quiero que te quedes conmigo. -Lo miró y puso un dedo en la barbilla de Renato mirándolo a los ojos. –Desnúdate.

Juan Carlos, el chico que antes se llamaba Ignacio, entró a la habitación de Jorge. Ninguno de los dos se percató que Gilberto estaba escondido con una vista de la cama perfecta para ver todo lo que iban a hacer.

Comenzaron a besarse y tocarse los penes por encima del pantalón. Sus lenguas chocaban mientras sus labios muy juntos no paraban de besarse. Gilberto apretaba los puños.
–Me da miedo que tu noviecito nos pille.
–Concéntrate en lo que estamos haciendo. -Juan Carlos le desabrochaba el pantalón a Jorge y él hacía lo mismo. Sacó el pene del interior y vio al chico a los ojos. –No recordaba lo grande que lo tienes.
–Renato te cogió, no vengas con que este te oarece grande. Mámalo. -Gilberto escuchó eso y se le revolvió el estómago.

Juan Carlos comenzó a lamerle el glande, su mano sujetaba la base del pene pero Jorge se la quitó. –Te lo vas a meter todo en la boca, no te hagas el vivo. Lo hizo. Una vez que mojó el pene se lo introdujo todo en la boca, Jorge le aprisionó la cabeza hasta que Juan Carlos se ahogó y se echó para atrás volviendo a empezar. Se introducía todo el pene y lo sacaba, le tocaba los testículos, le volvía a pasar la lengua por el glande y lo miraba a los ojos.
–Ahora ponte a mamar tú. -Se puso de pie y se bajó el pantalón hasta las rodillas. Jorge se agachó, el pene de Juan Carlos con una media erección colgaba, Jorge bajó la cabeza y su lengua tocaba el glande. –¿Será que que si lo mamo se pone duro?
–Prueba, hoy te voy a coger. -Jorge se lo introdujo en la boca moviendo su lengua, sintiendo como el pene crecía en su boca.
Movía su cabeza con velocidad, Gilberto los veía, tenía una erección a pesar de la rabia que estaba sintiendo.
–Ponte en cuatro que te voy dar. -Le dice Juan Carlos a su ex mientras este se acomoda en la cama.

Renato de pie, desnudo frente a Carmen. No era el hombre prepotente de hace unos años que ya hubiera dicho o hecho algo sin que alguien le dijera, ahora es un hombre callado y retraido pero con la misma energía sexual de antes.
–¿Hay que estimularte para que tengas una erección o puedo verlo ahora mismo parado y duro? -Renato la miró a los ojos, su pene se iba levantando, Carmen no pudo evitar bajar la mirada, sus ojos se abrieron al ver lo grande y grueso de aquel pene. Se acercó y le agarró el pene con fuerza. –Además de ser todo lo que te dije antes, auiero que seas mi amante.
–Usted está casada.
–Y yo te voy a pagar muy bien por trabajar conmigo y hacerme el amor. A JuanCarlos lo amo y es mi esposo, pero tiene. Que tomar pastillas para que se le pare, algo que a ti se te da natural. -Sin soltarle el pene le dijo que cerrara la puerta con el pestillo, aflojó su mano y lo guió a la cama que tiene oculta en un pequeño cuarto en el despacho.

Juan Carlos comenzó a penetrar a Jorge luego de echarle lubricante. Su pene iba entrando lentamente, acariciaba las nalgas mientras el pene desaparecía dentro del culo. Jorge gemía. Juan Carlos empujó y tomo al muchacho por los hombros para empujar más duro. Ahora Jorge gemía más duro, Juan Carlos le tapó la boca mientras sus embestidas se incrementaban.
Gilberto apretaba el arma, estaba nervioso y a la vez excitado. Juan Carlos gruñía, cogió por las caderas con fuerza a Jorge para luego soltar un grito y comenzar a eyacular dentro del culo. Retiró el pene y se tumbó en la cama.
–No te acuestes mucho que ahora te cojo yo. -Gilberto se incorporó a escuchar a Jorge. Juan Carlos se puso como estaba Jorge mientras este se colocaba lubricante en su pene y en el culo de su ex. –Dale despacio.

Jorge comenzó a penetrarlo, le abría las nalgas. Juan Carlos apretaba los dientes. Gilberto salió del sitio donde se escondía y cogió del cabello a Jorge halándolo hacia atrás, poniéndole el arma en el cuello.
–Que sea la última vez que yo te vea cogiéndote a Nacho. -Siguió jalandolo hasta que el pene salió del culo de su amigo. Comenzó a orinarse mientras el arma le maltrataba el cuello. Gilberto lo golpeó en la cara y lo tiró al piso y apuntó a Juan Carlos.

–¡Que te quede claro que solo yo te va a coger! Ese culo es mio...mio! Yo vuelvo a ver a este cerca de ti y lo mato.
–Me volviste a decir Nacho. -Un fuerte golpe en la cara tumbó a Juan Carlos en la cama. Se volteó y comenzó a llorar de la rabia que sentía. Los nudillos de su mano derecha estaban enrrojecidos.

Se fue de la habitación.

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