viernes, 7 de abril de 2017

DE REPENTE TU 3. Capítulo 5


La resaca y no del alcohol.



El sol de la mañana bañaba la ciudad y el cielo azul sin nubes. El vehículo era una olla de presión. El calor externo se intensificaba en el interior de aquella máquina de hierro y vidrio.



La camisa de Emilio estaba mojada, el aire dentro del pequeño espacio estaba enviciado con la mezcla del alcohol y sudor, El cuerpo de Yonaikel no estaba muy distinto, hasta sus pantalones estaban mojados. El sol penetraba los vidrios esparciendo los rayos en todas las direcciones.

Emilio abrió los ojos con dificultad, el dolor de cabeza le impedía levantarse. Su pene amenazaba con reventar su pantalón. Se movió a hacia un lado y todo le comenzó a dar vueltas hasta que vomitó. Aún no había caído en cuenta donde estaba. Unos  minutos más tendido en el asiento y volvió a abrir los ojos.

–¿Dónde estoy? ¿qué es esto?. –Se asomó a los asientos delanteros y vio a Yonaikel que roncaba muy fuerte.

–Epa, epa pana, hey despierta, ¡CHAMO! –Sacudió a Yonaikel y este se movió bruscamente dándose un golpe con la palanca de cambios y luego un estruendo. Emilio pegó la barbilla al asiento y calló en el piso del carro, el motorizado se clavó de nuevo la palanca y se dio un golpe con el volante.



Emilio salió del carro, puso los pies en el piso y dio la vuelta. Se llevó las manos a la cabeza que estaba a punto de estallarle.

–Noooo, mierda, mierda, no, ¿qué es esto?

El carro lo habían dejado en cuatro bloques y se llevaron los cauchos.

–Coño que carajazo me dí guevón, ¿qué coño fue eso? Naguevoná marico, te bailaron los cauchos, au, verga y no nos enteramos, senda pea ¿oyó? Mierrrda, tengo un rinoceronte montao en la cabeza. ¿Y mi moto? ¡Mi moto coño, me robaron la moto, coñoesumadre la moto!

Buscó en sus bolsillos y sacó su celular.

–<Epa bichito, ¿que más?

–<Diablo, ¿que dice el Yonaikel? Mi pana usted llamando un domingo a las nueve de la mañana es que le pasó algo. ¿Eche pa’ fuera, que le acontece?

–<Marico, ayer agarre senda pea con ron y me borré pal coño, esa verga estaba pinchá. Estoy en la Solano y se llevaron mi moto y a un pana le llevaron los cauchos, necesito una grúa y que aparezca mi moto>.

–<Ya me monto en eso, ya sabes como es todo ¿no?, dame el modelo del carro>.

 Yonaikel le dio la información y colgó la llamada.



–Ta listo mi pana, me mandan una grúa. Pa mañana me das 40 palos por la grúa y 70 por los cauchos.

–¿70 mil? Pero que cauchos son esos, chinos?

–No conejo, los tuyos, mañana los tienes de vuelta. Esta gente va a encontrá a los choros que nos robaron. No te estoy cobrando yo porque bueno, eres pana y estaba contigo, yo resuelvo con este carajo.

–Me imagino que son otros choros con los que hablaste.

–Bueno, si, se podría decir, es un Pran de El Rodeo.

Emilio se volteó a verlo.

–Marico, ¿un pran? ¿En serio? No me jodas, yo no quiero peos chamo.

–Deja el cague papá, usté está conmigo. Vamos a buscar que comer y algo pal dolor.



Sonó el celular de Emilio. Era Gilberto

–<Hola Emilio, ¿cómo estas?

–<Hola me acabas de llamar en el peor momento chamo, me robaron los cuatro cauchos del carro, estoy en la Solano esperando un grúa y la resaca que tengo no es normal.

–<Mierda que vaina, que cagada. ¿Supongo que no nos veremos?>

–<Supones bien, ando destruído y resolviendo para sacar el carro de aquí

–<Bueno, igual avísame cualquier cosa, si más tarde nos vemos, igual si resolviste y estás en casa>

–<Ahorita no estoy de ánimo ni para conversar, ni menos para lo otro, hablamos>



Cerró la llamada y a Emilio se le despertó el dolor de atrás.

–Verga marico me está doliendo el culo que jode, me arde.

–Querías llevar guevo ¿no? tú sabías lo que te ibas a meté.

–Vamos a comer, está todo cerrado por aquí.

–Vamos pa’ Mcdonalds eso si está abierto.



Llegaron hasta el local.

–Chamo dame par de desayunos ahí.

El cajero arrugó la nariz al llegarle el aliento de Yonaikel.

–Estamos amanecidos pana y andamos en el filo así que muévela.

–¿Empanadas, arepas, cachitos o sandwich criollo?

–Cualquier verga mi pana, tenemos hambre. ¡Bicho, ven a pagar!



–A ti te arde el culo pero a mi me duele el guevo, me apretaste esa vaina no joda, sabrosa esa cogida.

–¿Esta gente es de fiar? No vaya a ser que luego me sigan y me roben de nuevo.

–Bueno de fiar no son papá, están presos y es un Pran. ¿Cuándo te cojo de nuevo?

–Ahora llevar ese carro a que lo arreglen porque con el coñazo que se dio se debe haber jodido toda vaina.

–Vamos a cuadrar y estamos los tres y nos cogemos a tu primo.

–¿Yo puedo cuadrar esta grúa para mañana? Tengo que meter el carro al taller.

–¿Sabes que me pone burda de quesúo? Tener a una caraja y aun tipo en la cama y cogérmelos a los dos, veeeerga ya se me paró y todo.

–Últimamente todo me está saliendo mal.

 Sonó el celular de Yonaikel.

–<Muévete becerro ¿dónde estás? Ya llegó el gruero>.

–<Voy> Vámonos, llegaron.



Luego de casi 4 horas entre montar el carro, llevar a Yonaikel a su casa y luego dejar a Emilio en la suya con su carro, por fin estaba tumbado en su cama, veía todo vacío y se puso a llorar.

Eran las 2:30 de la tarde, se echó un baño, comió algo y volvió a la cama. Llamó a Gilberto para decirle si quería ir a su casa.

Una hora después tocaba el timbre.



Emilio le abrió la puerta.

–Traje helado de chocolate y galletas, esto es lo mejor para subir el ánimo.

–Gracias. -Emilio abrazó a Gilberto y volvió a llorar.

–¿Qué pasó? Cálmate, tranquilo.

–Aay chamo…fue contarle a mi esposa el motivo por el cual me quería divorciar y comenzaron mis desgracias. Y no han parado.

–Vente, voy a servir el helado y nos sentamos a conversar, ¿tienes café?

–Si, pero no me sirvas café, dame un whisky, la botella está en la despensa, la vas a ver, está vacía la despensa…



Luego de cinco whiskys, se terminaron los potes de helado y las galletas, Emilio volvía a estar como hace casi 24 horas. Lloró, rió, se molestó con el mundo, se besaron, terminaron en la cama desnudos.



Emilio totalmente borracho y Gilberto con ganas de aprovecharse de eso. Cuando Emilio se dormía, aprovechaba y le hacía sexo oral hasta que el pene se levantaba. Cuando intentaba montarse encima se bajaba y así estuvieron hasta que se masturbaron los dos y correrse. Se abrazaron y se quedaron dormidos por 20 minutos, hasta que Gilberto se levantó de golpe y vio el reloj.

–Emilio, Emilio, me tengo que ir, son las nueve de la noche.



Con toda la parsimonia, se estiró y se levantó sentándose en la cama.

–No quiero dormir solo esta noche, ¿por qué no te quedas ¿si? Quédate conmigo en mi cama, necesito que me abracen.

–No puedo bebé.

–Por favor, anda, no quiero quedarme solo en esta casa por favor. -Sus ojos se llenaron de lágrimas y Gilberto volvió a abrazar a Emilio. –Esta bien, me quedo contigo, pero me voy temprano.



Luego de cenar y beberse otro whisky, se acostaron. Emilio no dejó de abrazar a Gilberto en toda la noche.

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