Emilio estaba en sus últimos días de vacaciones, no estaba
seguro de volver a dar clases pero necesitaba el trabajo, el arreglo de su
carro salió más caro de lo que pensaba, sumido en el alcohol y las drogas
también, lo tenían casi en bancarrota sin contar con poder equipar su
apartamento nuevamente. Su homosexualidad, la muerte de su esposa, el embarazo,
el rechazo de Jesucristo lo matenían en un abismo.
Como cada día lo único que lo alejaba temporalmente de sus
problemas era la bebida y eso era precisamente lo que haría hoy también.
Se fue a las seis de la tarde a un bar gay en el bulevar de
Sabana Grande. Se fue en transporte público pues aún su carro no estaba listo.
Llegó y en la calle que va al local, un par de tipos
recostados de la pared ofrecían droga a los que pasaban cerca de ellos, uno de
ellos era Emilio que les pidió cocaína.
–Chamo no seas boleta, aquí solo caramelitos, ven pa’ cá.
–¿Cuánto?
–20 palos papá.
–¿20 mil por este poquito nada más?, esa vaina no costaba
eso la semana pasada.
–Exacto, la semana pasada es historia, ¿quieres o no
quieres? Le sacudió la pequeña bolsita que apenas llegaba a 3 grs. –Si quieres
busca más luego.
–No tengo efectivo para pagarte esto, completo quiero decir.
–Tranquilo papá, mira lo que tengo aquí, pasa la tarjeta que
quieras, débito, crédito
Le mostró un punto de venta.
Emilio, estaba nervioso, se pasaba la mano varias veces pora
la boca y la frente, sudaba frío.
–Toma, toma esta, pásala por 10 mil. Y…ya va…esta, los otros
10.
–Si va, ¿ves? Es fino así hacer negocio. Dame 2 mil palos de
comisión papá, me estás pagando con plástico.
–Toma, dame la bolsita.
Emilio cogió la pequeña bolsa y la abrió para meterse un
poco del polvo blanco antes de entrar al bar. Se sentó en la barra y pidió un
whisky con agua. Se lo dieron y se levantó, se puso a caminar, veía a todos,
quería sexo, había poca gente, los que apenas salían del trabajo y entraban
para desestresarse tomando una cerveza y luego irse.
Se bebió el trago de una vez y fue al baño.
–Se puso a orinar y al lado un muchacho vestido de traje
hacía lo mismo.
–¿Qué, pendiente de algo?
–¿Perdón?
–¿Te cojo, quieres? Le damos ahí. -Le señaló la poceta.
–No chamo, aquí no.
–Anda, rapidito, tengo condón, te cojo y ya, anda vale,
tengo ganas.
–No chamo, aquí no. –Se sacudió el pene y se lo guardó.
Emilio le agarró la cabeza para agacharlo. –Mámalo anda, un
ratico, no hay nadie. Lo terminó de agachar y comenzó a hacerle sexo oral.
Luego de unos segundos Emilio lo levantó y lo haló hacia la
poceta.
–Vente quiero cogerte.
–No chamo, no.
–¡Coño que sí entra!
Lo metió y cerró el cubículo. Se bajó el pantalón y el
interior para ponerse el condón.
–Échate saliva en el culo. –Emilio hizo lo mismo en su pene,
le echo hacia delante la espalda al muchacho y lo penetró..
–AAAAAUUU, DUELEEE.
–Cállate que ya entró. –Comenzó a moverse y el muchacho a
gemir cada vez que Emilio empujaba. El espacio era mínimo y el muchacho estaba
incómodo con el torso hacia adelante.
–Luego de un rato el muchacho ya estaba agotado y sudaba
copiosamente. Emilio no acababa. Sus manos se resbalaban sobre las nalgas
mojadas del muchacho.
–Ya, para, estoy cansado me duele.
–Ya va coño, ya voy a acabar. –Lo cogió de los hombros para empujar más duro y correrse.
Emilio retiró el pene y el muchacho salió del cúbiculo, tenía la camisa y el
saco mojados de sudor.
Emilio se sentó en la poceta para que se le pasara el mareo
y volvió a inhalar. Salió y pidió otro trago, luego otro. Pidió el cuarto y
llamó a Jesucristo. El celular repicaba pero el muchacho no lo atendía. Volvió
a llamar y lo mismo. Un tercer intento y el mismo resultado.
–Maldita sea. –<<Hola mi amor, te llamo para hablar
contigo coño, pedirte perdón, yo no te hice nada, solo te toqué, pero no te
penetré mi rey, no te hice nada, respóndeme por favor, por favor>>
Colgó. Fue al baño de nuevo y dentro recibió una llamada.
–Ese es Cristo carajo quiere hablar conmigo.
–<Aló mi amooor, que bueno que llamas>
–<Aló, ¿Emilio? Es Gilberto ¿cómo estás? ¿Estás bien?
–<Hola papá, bien, aqui en un bar bebiendo, ¿quieres
venir?, estoy solito.
–<¿Dónde estás?
–<En Sabana Grande>
–<Ok, ¿en que local estás?>
–<Verga, no me acuerdo, me jodiste, ya va>. Chamo, ¿esto
como es que se llama?
–Las dos barras.
–Ah eso. Las dos barras rey ¿vienes?
–<En una hora estoy allá>.
–<Te espero mi amor>
Emilio pidió el 5to whisky y salió del local.
–Epa mi pana, necesito más de esa vaina.
–Claro papá son 25 palos.
–Coño pero si me
cobraste 20 antes guevón.
–Ya subió ¿lo tomas o lo dejas?
–Lo tomo, lo tomo. Pasa las dos tarjetas mitad y mitad
El hombre se llevó las tarjetas y pasó cada una por 30 mil
Bs. Y le entregó una bolsita de puro talco de bebé.
–Listo toma tus recibos.
–Verga aqui dice 30.
–La comisión.
–Ah vale, vale, gracias.
Entró y se sentó en la barra, se estaba poniendo
inpertinente con algunas personas que estaban sentadas y le pidieron que
abandonara el local.
–No joda, yo estoy pagando carajo a mi me atiendes, tú no me
botas.
–Señor aquí está su cuenta, pague y se va, le llamamos un
taxi.
En eso llegó Gilberto, al verlo en ese estado lo sujeta por
la espalda y lo sienta.
–Emilio, pero cómo estás en ese estado.
–Eeepa, ¿qué haces aquí? ¿Vienes a tomarte unos tragos conmigo?
–Te llamé y te dije que venía, ¿no te acuerdas? Mira como
estás ¿que ha estado tomando?
–Whisky, pero creo que también está drogado. -Le susurró el
bartender.
–Yo no te llamé a ti mamaguevo, yo llamé a Cristo y luego me
llamó que venía para acá, lo voy a esperar allá afuera, me están botando.
–Señor aquí está su cuenta.
–¿25 mil? ¿qué tomaste?
–Whisky, como 5, no sé, toma la tarjeta.
–Rechazada.
–¿Cómo es la vaina?
–No tiene fondos señor.
–Toma esta.
–Negada.
–Mierda, es que compré unos postrecitos allá afuera y me
quedé sin plata.
–Tome señor, cóbrese de aquí. Adiós mercado. -Pensaba Gilberto.
Le pidieron un taxi en el local y lo esperaron una cuadra
mas abajo.
Llegaron al apartamento.
–Que bolas tienes tú de ponerte en ese estado. ¿de cuándo
acá tú te drogas?.
–Desde que mi mujer se suicidó porque le dije que era
marico. Aquí me quedó, ¿quieres?.
Gilberto le tumbó la bolsita de un manotón.
–Vamos a ducharte.
–Pero no abuses de mi ¿ok? Mira que yo no me dejo coger por
el culo jejeje.
–Anda, camina.
Lo duchó, lo sacó del baño, como pudo lo secó y lo tumbó en
la cama. Preparó un café bien cargado y lo obligó a tomárselo.
Quedó dormido.
Gilberto se fue a duchar y se quedó desnudo, se preparó un
sandwich y llamó a su casa para decir que no iba esa noche.
Se sentó al borde de la cama y se puso a pensar en Pablo,
Jesucristo, en la relación extraña que tiene con Emilio.
–Me gusta este tipo
pero tiene problemas con alcohol y las drogas, ¿me voy a meter en este peo? Y
para completar la vaina enamoradito del carajito ese, ahora novio de mi ex, que
tormento.
Buscando un boxer en las gavetas consiguió un fajo de
billetes, contó lo que había y se cobró lo del local. –Mañana le digo, esta plata la necesito.
A las 10 de la mañana Emilio abre los ojos y el dolor de cabeza
era insoportable. En la mesita de noche le había dejado Gilberto una bebida
Rehidratante y un par de ibuprofenos con una nota. <<Tómate todo esto con
las pastillas y sales para desayunar>>
Emilio se tomó la bebida junto a las pastillas, se quedó
cinco minutos más y luego se fue al baño.
Desnudo como estaba, salió del cuarto.
–Buenos días.
–Buenos días borrachito.
–La cabeza me iba a estallar, todavía me duele pero el dolor
es menos, gracias. No recuerdo nada de ayer.
–No voy a ponerme a contarte, no vale la pena, siéntate que
te caliento el desayuno.
Emilio insistió para sabe que había pasado pero Gilberto no
le dijo nada, solo que salió borracho del local.
–¿Tú y yo estamos saliendo? Digo, ¿somos novios, es algo
serio? -Preguntó Emilio.
–No sé, dímelo tú, sigues malpegado con el gochito ese, y no
has superado lo de… -se detuvo.
–¿Lo de qué? Habla, ¿lo de mi esposa?. Eso ya pasó, está en
el pasado y lo de Cristo eso no va para ningún lado, ese carajito está con
otro.
–Si, con mi ex.
–Creo que deberíamos formalizar lo nuestro, yo te di hasta
las llaves de mi apartamento casi que conociéndonos, pero creo que podríamos
ponerle un nombre a esto que tenemos.
–No hay que ponerle nombre, simplemente estar juntos,
compartir, tener sexo. -Le dio un beso en la boca.
–Yo quiero un novio.
–Yo no quiero ser tu tabla de salvación Emilio, no quiero
ser imprescindible para ti, quiero que nos complementemos. –Me llega escuchar Pablo y no me reconoce, ni
yo me reconozco con lo que estoy diciendo, ¿será que he madurado o es que no me
gusta tanto este tipo?.
–Yo no quiero que
me salves, quiero estar contigo. Si no es
Jesucristo pues será él, no pienso estar solo más tiempo, necesito liberarme,
ver otras cosas. Gilberto es muy de pinga, es guapo, agradable, trabajador, uno
así es que yo necesito, no que me chuleen.
–Entonces seamos
novios. –Tiene apartamento propio, así
que en cualquier momento me mudo apenas me asome la posibilidad, pero me mudo
de una sin pensarlo.
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