¿Te
gusta o no te gusta?.
Ocho de la noche. Un candelabro de cuatro
velas, el yesquero en la mano, intentaba encenderlas pero estaba casi sin gas
el dimunto artefacto. Lo logró. Un par de copas para degustar el vino blanco
que se estaba enfriando. Ya estaba todo listo,
rissoto de champiñones y medallones de lomito en salsa de ciruelas. Solo
esperaba que llegara el invitado.
Seis horas antes…
–<Mami, mami, maaaami, déjame hablar,
veeerga yo pensé que con la cárcel le habías bajado cuatro a tu histeria pero
ya veo que no>.
–<No estaba presa, estaba detenida en el
módulo mamaguevo. Te quiero hoy temprano en casa, estoy remamada de atender a
estos dos carajitos, también son tus hijos, no te hagas el guevón hoy
también>.
–<No mami, a las 5 arranco pa’l rancho,
no te me engoriles>
–Como que tu mujercita no está de humor
hoy.
–No belleza, está en modo cuaima y no sabes
como me baja el palo eso.
–Si quieres yo te lo levanto.
–Uf, me lo dices con esa vocecita y te lo
empotro en el baño.
–¿Cuando repetimos?.
–La semana que viene le damos.
Sonó el celular. Era Fernando.
–<¿Qué pasó bicho? ¿qué me tienes?>
–<Hola Yon, ¿cómo estás?>
Se alejó de la recepción y salió de la oficina.
–<Ay vale, cuando me llamas Yon es que
me vas a pedir un favor o quieres que te empuje los pelos urgentemente>
–<No es eso, quiero pedirte disculpas
por lo de la otra vez, y que mejor manera que invitarte a cenar, hoy>
–<¿Hoy? Ta dificil papá, tengo toque de
queda en casa>.
–<Anda chico, te tengo mercancía y te
voy a dar culito y aparte te vas cenado. Ya te mando una foto de la
mercancía>.
–<Mándame foto del culo>
–<Ahora te mando. ¿Vas a venir?>
–<Claro que sí, a que hora voy?>
–<A las ocho>
–<Si va>
Habló con su jefa para irse a las cuatro d
ela tarde para luego escaparse de su casa.
A las 4:30 pm ya estaba en casa.
–Mamiiiii, llegué, me le escapé a la jefa.
–Menos mal, toma cámbiale el pañal mientras vigilo al otro cuando se bañe.
Cambió a su hijo menor y le puso el piyama,
le preparó el tetero y se lo dio. Cuando Jessica terminó con el otro hijo, Yonaikel
se le acercó.
–Mami, dame cuquita que me tienes pasando
hambre, anda.
–Tengo que lavar los platos.
–¿Prefieres lavar los platos que emburrarte
esto? –Se agarró el pene sobre el bluyín y luego se lo sacó.
–Dale cariñito, ponlo babita, anda.
Jessica se agachó para hacerle sexo oral
hasta que el pene se puso rígido, la alzó y se la llevó al cuarto.
–Ábreme esas piernas que voy a dejarte
boquiando.
Se montó sobre ella y comenzó a penetrarla,
con fuerza, tanto que ella gritaba. Los vecinos cuando escuchaban esos gritos sabían
que eran Yonaikel y su mujer.
Yonaikel tenía sexo la mayoría de las veces
con Jessica con rudeza, lo suficiente para que ella quedara agotada luego de la
sesión y los orgasmos. Yonaikel sabía que se quedaría dormida. Era el momento
de escaparse.
Cuando sonó el timbre en casa de Fernando
ya la comida estaba recién servida.
–Adelante, bienvenido.
–Verga chamo enciende una luz esta vaina no
se ve.
–Camina y calla, ve al comedor.
–¿Y esta mariquera? Con velitas y todo,
bien bello, ¿quién viene, tu principe azul?
–Tú Yonaikel, siéntate, que poco tacto
tienes.
–Disculpa puessss, perdone el señorito.
–Vamos a comer un rissoto y medallones de
lomito.
–¿Qué esa vaina? Aaaah arroz con hongos,
¿qué fue lo que dijiste?
–Pruébalo a ver si te gusta Yon.
–Chaaamo esta vaina te quedó legal, que
bien sabe esto el rissoto, el arroz este.
Probó los medallones y le sabían a
mermelada de fresa. Fernando le explicó. Toamaron una copa de vino pero
Yonaikel prefirió seguir con –Unas
birras papá para pasar el arró.
Mientras Yonaikel estaba concentrado
terminando la carne preguntó que había de postre. Fernando comennzó a
desabrocharse el pantalón cuando estaba sentado. Se lo quitó.
–Cuando termines, te sirvo el postre.
–¡Listo! ¿Qué es? ¿Torta, bienmesabe, majarete,
jalea de mango?
Fernando se levantó y se acercó a Yonaikel.
–Esto, se dio la vuelta y le mostró las nalgas.
–Te voy a coger aquí mismo.
–¿Dónde?
–Yonaikel echó todo lo que había en la mesa
al piso y lo montó en la mesa.
–Quédate boca abajo, que quiero emburarrte
así, pa que lo sientas completico.
Se montó sobre la mesa. Comenzó a derramar
saliva entre las nalgas de Fernando para luego penetrarlo.
–Mira como entra papá, suavecito, ese
culito está entrenadito, uy, uy, uy como lo aprietas, perrita, dale.
–¿Te gusta? Ese culo es tuyo papi.
–Mío, te lo voy a abrir. -Se acostó sobre él
para que entrara completo y luego sacarlo y volverlo a meter, esta vez un poco
más dificil pues Fernando contraía el esfinter.
–Me va a hacer acabar, espera, ay, ay uf,
coooooñoooooo, AAAAH, AAAAHHH, AAAH. MARICO, MARICO, COÑO QUE RICOOOOOOOO.
Se bajaron de la mesa y se fueron al
cuarto.
–Naguevoná primera vez que tiro depués de
comer, creo que voy a vomitar.
–No chico, échate aquí.
–Marico que rico cogerte. En cambio a tu
primo no joda no tiene culo, tiene un muro de contensión, costó que me lo
cogiera.
–¿Perdón? ¿Te cogiste a Emilio?.
–Sí pues. Eso quería.
–Yo le di tu número para que le resolvieras
unas cosas por su atraco, no que te lo tiraras.
–Ya va mi pana, tu primo me llamó pa que me
lo cogiera y yo no le dije que no puej Yo le di lo que quería.
–¡Que bolas tienes tú! Y encima vengo yo de
imbécil a hacerte una cena.
–Ay papá pero que tanto, fue una cogida
como las que te doy a ti.
–Vístete y te vas, que bolas vale. Me tengo
que calar a la cuiama de tu mujer porque no me queda más remedio para que tú
ahora te quieras coger a todos.
–Bien bello pues, me salió otra cuaima, si
te vas a poner como la Jessica me lo avisas y no te cojo más.
–Vete.
–Pero dame la merca.
–¡Coño descarado, arranca, chao! –Le cerró
al puerta.
–Fernando, Fernando abre papá, quiero
decirte algo, coño papá no me dejes hablando con la reja, abre.
–¿Qué? – Abrió la puerta.
–Gracias por la cena, estuvo calidad.
–Volvió a cerrar la puerta.
–Papá coño no te pongas así deja la
mariquera, no me hagas gritar que los vecinos van a escuchar.
–Tranquilo ya escuchamos. -Gritó una de las
vecinas chismosas.
Fernando abrió la puerta y le dio el bulto
de harina de maíz. –Vete.
–Este pana es calidad, por eso es que lo
quiero burda. –Ah vaina mariquito, ahora
poniendote mansito con Fernando, sé un varón diablo, nada de mariqueras.
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