La fatalidad llega sin
avisar.
Pablo dejó a su novio en su casa mucho antes de lo esperado.
–¿De verdad vas a seguir bravo conmigo?
–Gracias por traerme Pablo, hablamos otro día.
Pablo encendió nuevamente el carro y aceleró, quería
regresar al restaurante a ver si encontraba a Jesucristo. Llegó y le lanzó las
llaves al vallet y entró.
Estaba Jesucristo y Esperanza.
–¿Tu vas a seguir con esa cara mijo?
–Es que usted no entiende, el hombre que amo ya tiene novio,
yo quedé excluído y de nada sirvió lo que hemos vivido.
–Ya va, ya va, Cristo que cuando te entra el espíritu de la
loca Luz Carabaño empiezas a decir incongruencias. Primero el carajo este no es
nada tuyo y segundo no has vivido nada con él, solo en sueños que creas en tu cabeza,
mierda, ahí viene el pana hacia acá. -Dijo Esperanza.
–Hola, buenas noches.
–Buenas noches. -Dijeron ambos
–Permiso para sentarme. Chamo, esteeee, ¿qué fue eso que
pasó hace un rato en mi mesa con mi novio? ¿A qué vino ese momento espontáneo?
Me acabas de meter en un peo con mi pareja.
–Es que yo pensé que usted era soltero y como usted y yo ya…
–Cristoooooo…-Le dijo Esperanza –Disculpen, Cristo, voy a
pagar la cuenta y me voy a dar una vuelta, me avisas.
–Tu y yo ¿qué? Te he visto dos veces en mi vida, con esta
tres.
–Hemos hecho el amor.
Pablo sintió como le hubiesen dado una cachetada. Y como un flashback recordó los sueños que ha
tenido con Jesucristo.
–¿Tú estás hablando de un sueño, los sueños que has tenido
conmigo?
–Ha sido todo muy real.
–Ya va chamo, yo he tenido sueños contigo donde tenemos
sexo…mierda esta vaina no puede ser.
Jesucristo le contó como eran los sueños y eran exactamente
como Pablo los había soñado. No podía creer lo que estaba escuchando.
–Chamín esta vaina es una locura.
–Si, pero tiene que acabarse, usted tiene novio y yo ya me
sentía parte de usted.
–Esperaaa, espera mi pana, no te me pongas intenso, vente,
vamos a hablar a otro lado.
Ambos se levantan de la mesa y Jesucristo lo abraza y se
pone a llorar.
–Hey, ya va ¿qué es eso? No te pongas así, ¿qué fue pues?
Vamos deja de llorar. –Se separan. Un hilo entre los dos cae al suelo. Rojo.
–Vamos te invito un helado, dile a tu amiga que te quedas
conmigo.
Suena el celular de Jesucristo y atiende, era su madre.
–<Aló>
El muchacho se queda escuchando todo lo que le dice su madre
y sin moverse, comienza a llorar de nuevo pero sin esfuerzo, su madre seguía
hablando explicándole todo pero Jesucristo solo escuchó que su padre se habia
suicidado.
–¿Todo bien? ¿Jesucristo, estás bien? ¿Y cómo sé el nombre de este niño?.
–Mi papá está muerto. -Dijo colgando la llamada.
–¿Coño que le digo a
este carajito? ¿qué hago?. Te llevo donde me digas, vámonos.
Pablo manejando cogió el celular del muchacho y llamó a
Esperanza para decirle lo que había pasado, Jesucristo seguía en shock.
Llegaron a la funeraria. Había mucha gente, María Corina le había avisado a
la gente durante el proceso de traslado del cuerpo. La acompañaba Fabián y
Yonaikel y un buen grupo de compañeros del trabajo.
Jesucristo al entrar no saludó a nadie sino que se fue
directo a la urna donde estaba su padre para verlo. En ese momento arrancó a
llorar desconsoladamente. María Corina se acercó a su hijo y ambos se abrazaron
–Fue mi culpa mami, fue mi culpa. Yo no debí decirle que era
gay.
–Ya mi amor no diga eso, yo le explico luego todo ahora
quédese aquí conmigo.
Eperanza se acercó a Fabián.
–¿Y tú cómo te enteraste tan rápido que ya estás aquí?
–Es que mis tíos estaban con él en Barquisimeto reunidos.
–Ah, que horrible esto, no puedo creer que el señor Diógenes
esté muerto.
–Se suicidó Esperanza, se ahorcó.
Esperanza se tapó la boca y se le aguaron los ojos.
–¿Quién es ese tipo que vino con Cristo?
–Es un cuento largo, pero el tipo lo conoció en una torre,
se tropezaron y la vaina fue un flechazo, Cristo no hace más que soñar con el
pana, tiran, comparten, viven juntos, toda una historia y volvieron a
encontarrse hoy.
–¿Qué vaina es esa?
–Si, Cristo se cree que son novios.
–¿Y qué, el pana le sigue el juego y tal?
–No, es Cristo que se montó la novela.
Pablo se acercó a la urna para darle las condolencias a
María Corina.
–Permiso, buenas noches, mi más sentido pésame Señora.
–Gracias joven, perdone, ¿lo conozco? ¿Es amigo de la
familia de mi esposo?
–Mami, el es Pablo, mi novio.
–Lamento conocerla en estas circustancias, yo traje a
Jesucristo para acá, estaba con él cuando recibió su llamada.
–No entiendo, ¿su novio?
–¿Quiere un café, un consomé, algo para tomar?
–Gracias joven, un café estará bien.
–Mami yo no te he contado, bueno no es el momento…pero… él
es mi novio, yo ya he estado con él, se aparece en mis sueños y hemos tenido
intimidad, pero hoy descubrí que tiene novio.
–No sé de que me habla Cristo, tenemos que hablar de su
papá, vamos a sentarnos.
En unas sillas apartadas de la gente se sentaron para que
María le contara lo que había sucedido.
–Lea la carta que dejó su papá.
<<Nunca pensé
llegar a esto, pero la situación económica
me acorraló y llegó a mi familia, hemos sobrevivido de manera artificial
durante casi un año pidiendo préstamos, hipotequé la casa y recorté gastos pero
aún así no lo logré, las deudas me sobrepasaron y les fallé a ambos y a mi. Ya
estaba desesperado pero quería seguir, habían salido trabajos y buenos
proyectos pero mi gran anhelo y proyecto era ver crecer a mis nietos y eso
también desapareció.
Hijo, no quiero que
pienses que te odio por eso o guardo un resentimiento. Te amo mucho, muchísimo,
fuiste un hijo muy deseado, siempre quise tener un varón y lo tuve eres todo un hombre ahora y te toca dar la cara
por mi y cuidar de tu madre, una gran mujer que amé y sigo amando aunque sé que
ella no me ama a mi como yo quisiera
pero sé que me quiere muchísimo y se quedó conmigo construyendo un futuro
juntos, futuro que yo no supe construir y ahora los dejo desamparados.
Perdónenme, no sé como verlos a la cara.
Los amo>>
Diógenes.
Con lágrimas en los ojos Jesucristo arrugó el papel y se
abrazó a su madre.
–Vamos a salir de esto mami, yo voy a estar con usted, no la
voy a abandonar, no voy a ser un cobarde como mi padre.
–¡No hable así de su padre Cristo!
–¿Y por qué no nos dijo nada y esperar a suicidarse y dejar
una nota? Muy valiente ¿no?
–Cállese Cristo, es su papá haya hecho lo que haya hecho,
¿me oyó?
–Si, igual yo no la voy a dejar sola.
–¿Desde cuando ese hombre es novio suyo?
–María, acompáñame a la oficina para que me des unos datos
por favor. Cristo, ven acá. –Fabián abrazó al muchacho que comenzó a llorar de
nuevo.
–Tranquilo, tranquilo que yo no los voy a dejar solos, ¿ok?
Ya venimos que vamos a resolver unas cosas.
–¿Qué cosas?
–El pago Cristo, yo me estoy encargando.
–Gracias amigo, por estar aquí.
Jesucristo fue a buscar a su amiga para estar con ella.
Pablo iba al baño, pero antes de llegar había un pasillo que da a los baños y a
las oficinas. Escuchó unas voces, se
detuvo y se asomó.
–Te dije que iba a estar contigo, no te voy a dejar sola mi
amor.
–Ay Fabián que pena con usted pagando todo esto y además
echarle a perder el viaje a la playa.
–¿Tú crees eso? ¿que lo echaste a perder? Ha sido la mejor
noche de mi vida, tenerte tan cerca, ser tuyo y tu mía, no puedes echar a
perder eso.
–Gracias, estoy tan destrozada con lo de Diógenes, hasta me
siento culpable por todo lo que hicimos.
Pablo estaba pegado a la pared escuchando, quería pasar
hacia el baño pero quería que seguir escuchando.
–Recuerda a Diógenes bonito, feliz, él te hizo feliz, ambos
fueron felices, ahora me toca a mi hacerte la mujer más feliz del mundo, no te
olvides de eso.
Hubo un silencio y Pablo estaba esperando. Volvió a asomarse
y los vio besándose apasionadamente. Tragó grueso pero dobló la esquina.
–Permiso.
Pablo siguió hacia los baños sin verles la cara. Se fue al
urinaro.
–Qué bolas, la mamá de
Cristo besándose con ese chamo. –Al lado de su urinario estaba un tipo que
lo miraba.
–Este es un sifrinito,
déjame verle la verga. No joda la mía es más grande, le voy a mostrar la mía pa
que se cague.
Giró un poco hacia Pablo. –¿qué? ¿Vas pendiente?
Pablo le vió el pene y no pudo evitar arquear las cejas pero
levantó la mirada.
–No mi pana, tas equivocado. -Terminó de orinar y fue a
lavarse las manos.
–Jajaja ¿Equivocao? pero me viste la macana y te gustó
sifrinito. –Se acomodó el pantalón y salió.
–Yonaikel, menos mal que te veo, mañana te necesito
tempranito en mi casa, ¿puedes?.
–Claro mi jefa pa’ usted lo que me pida y más en esta
terrible situación. Que vaina con el pana Diógenes vale, ese era un tipo burda
de legal.
Pablo se acercó a Jesucristo y lo abrazó. –¿ya más
tranquilo?
–Si, gracias por quedarse.
–No chico, no hay problema.
–Espero que no le traiga problemas con su novio el estar
aquí.
–Ya provocaste un problema hace unas horas, ¿no te acuerdas?
–Que desilusión enterarme que ya tiene novio, yo pensé que
usted estaba conmigo.
–Yo no sé que historia te has montado tú en tu cabeza pero
te voy a pedir que no estés diciendo por ahí que somos novios, eres como
loquito.
–Yo lo siento así y así quiero que sea, que usted sea mi
novio.
–Hola buenas noches, mucho gusto Fabián Silva.
–Encantado Pablo Villate.
–Él es mi mejor amigo, Pablo, es como mi hermano.
–Que bien, un gusto entonces conocerte. -Lo miró a los ojos
y Fabián supo que Pablo lo vio besando a María Corina.
–Voy un momento al baño, ¿dónde queda? –Preguntó Jesucristo
–En esa pared blanca del fondo a la derecha.
–Yo no sé si tú eres el novio o el amigo de Cristo, pero por
favor, no le comentes nada de lo que viste u oiste en ese pasillo.
–Tranquilo chamo, ese asunto no es mi problema, eso lo
tienes que resolver tú con él. Yo no soy ni amigo de Cristo, apenas lo conozco
de vista.
–Según él ya son novios y todo lo que eso conlleva.
–Si, algo he escuchado, nada de eso es cierto. Bueno, me
despido, tengo que irme, espero a Cristo y me voy.
Pablo se fue hacia el baño a esperar a Jesucristo.
–Jesucristo, abre, soy
Pablo, sal de ahí.
Jesucristo pasó el pestillo sin abrir la puerta, Pablo entró
y cerró.
–Ven, levántate. ¿sabes algo? En mis sueños eres excelente
con la boca. Besas bien así que debe ser cierto eso que vi en los sueños.
Le agarró la cara con sus manos y lo besó en la boca.
Jesucristo le metió la mano en el bolsillo derecho delantero. Tocó su pene.
–Hoy no es el momento de eso chamito, no te apresures, yo me
tengo que ir. -Volvió a besarlo. El muchacho sacó la mano del bolsillo, abrió
los ojos y en la palma tenía un hilo rojo enrrollado en círculo. Pablo se había
ido.
Esta vez Jesucristo dudó si había sido un sueño o no.
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