Decisiones.
Esperanza no podía dormir luego de la
tensión sexual que hubo con Clemente, le costó conciliar el sueño hasta que a
las tres de la mañana cayó profunda.
A la mañana siguiente se levanta con un
propósito; verse y hablar con Yovana.
Desayuna con sus padres.
–¿Cómo te fue con el muchacho de ayer mi
amor? ¿Cómo es que se llama?
–Clemente. -Miró a la mamá diciéndole con un
gesto que estaba su papá escuchando. Jaime leía el periódico sin prestarles
atención. María Antonia le hizo otro gesto de que no le hiciera caso.
–¿Todo bien con Clemente?
–Bueno si, pero…ay mami, es que…estando con
él me entraban unos calores, te confieso que tenía ganas de…hacerlo.
Jaime tosió sin bajar el periódico.
–Es demasiado bello mami, pero, me entró un
desespero y casi dejo todo y me entrego, él se contuvo, debo reconocer que él
se comportó a la altura, pero luego me connfesó que también quería hacerlo.
Esta vez Jaime se ahogó con el café y bajó
el periódico.
–Esperanza, espero que lo siguiente que
digas no sea que te acostaste con ese tipo que ni conozco.
–Noooo, no papi, no pasó nada, nos
comportamos, si me besó pero no pasó de ahí. Bueno, pero que risa mamá,
Clemente tuvo una erección cuando me besó la sentí cuando se acercó.
–BUENO YA BASTA, ¿OK? Con el cuento que
ustedes dos son muy modernas van contándose las intimidades, información que yo
no necesito escuchar. Yo espero María Antonia, espero, que no le estés contando
a tu hija lo que hacemos nosostros en la habitación.
–¿Ustedes todavía lo hacen? ¡Que fuerte!
Papá, Clemente se comportó bien conmigo, no se propasó, más bien yo estaba
ansiosa.
–Ah que bonito, una señorita poniéndose
coqueta con un hombre. Mira Esperanza, te voy a hablar claro, ese tipo quiere
llevarte a la cama y luego olvidarse de ti. Ten cuidado si te estás enamorando
de él y luego quedas peor. Si es seria esa relación tráelo a casa para
conocerlo.
–Jaime definitivamente tu vienes del siglo
antepasado, tu hija no es tonta.
–Exacto papá, deja la angustia. Hoy voy a
hablar con Yovana.
–¿El travesti? ¿tú vas a seguir?
–Papáááá, no es travesti, es transexual,
está en la transición de hombre a mujer y mira que engaña, es hermosa, engaña,
bueno, no engaña, ella es mujer.
–Yo mejor las dejo, me tengo que ir a la
oficina. Voy a investigar a esa muchacha o muchacho, a ver si es hombre o
mujer. –Le dio un beso en la cabeza a su hija. –Estás loca hija y tu madre no
ayuda.
–Ay Jaime, vete al trabajo, dame un beso.
Te llamo luego a ver si almorzamos juntos.
Esperanza llamó a Yovana para verse al
mediodía y ella no pudo estar más emocionada, le dijo que estaría encantadísima
de verla y conversar sobre todo lo que ha pasado.
–Yovana, debo confesar que me tienes
confundida y con esto no quiero decir que te rechazo, que no quiero verte más
ni nada de eso, más bien me parece que eres una chama valiente que quiere
asumir lo que es y siente y eso no puede ser reprochable, te lo aplaudo. Soy yo
que no entiendo algunas cosas y no se lo que siento, estoy entre dos aguas.
–Te entiendo Esperanza, esta situación no
es digerible para muchos y lo ven como una desviación o que queremos vestirnos
de mujeres y somos unos enfermos fenómenos. Yo me siento mujer, nací mujer,
vivo como mujer, pero me dieron este cuerpo, la naturaleza a veces no es tan
sabia. Mi cuerpo como ves ha cambiado, me he hecho algunas cirugías, me puse
tetas, me perfilé el rostro para hacerlo más femenino, pero no me veo del todo
femenina, pero no me quejo. Ha sido un proceso duro, en todos lo sentidos,
físico, mental y social, sobre todo social, hay rechazo solapado.
Tengo que quitarne el maquillaje para la
foto de la cédula o pasaporte o cualquier documento, verme hombrecito, verme
como Juan Carlos, tengo que lidiar en los bancos para cobrar un cheque o hacer
cualquier diligencia. Voy al supermercado y entonces no soy la de la foto y me
ven como una extraterrestre, la gente en la cola murmura y eso aunque algunas
lo nieguen, duele y duele mucho.
Tuve la suerte de estar en una familia que
me apoya y tengo el trabajo que tengo gracias al apoyo de mi familia, nadie
quiere contratar a una transexual, yo no tenía trabajo, hacía cosas, me costó
sacar la carrera de administración, pero lo logré y ahora trabajo con mis
primos.
–Y por supuesto no puedes cambiarte
legalmente el nombre.
–No y eso facilitaría mucho las cosas pero
no se puede, en este país no se puede.
–Entiendo, que duro, no me imagino en los
zapatos de ninguna de ustedes, uno lo ve todo tan normal, yo mujer, el otro
hombre que no nos detenemos a pensar en que hay gente distinta a nosotros pero
a la vez son como nosotros. Tú eres una mujer como yo, te veo y eres hermosa,
claro uno te detalla y tienes rasgos fuertes pero a simple vista eres una mujer
como otra, como debe ser en tu caso.
¿Puedo preguntarte algo?
–Sobre el pene, sé que por ahí viene tu
pregunta, primero quiero pedirte disculpas por la manera invasiva como te dije
que era transexual, no debí hacerlo de esa manera. Pues sí, tengo pene, es lo
que me hace recordar que alguna vez fui Juan Carlos.
–Pero te vas a operar en algún momento.
–La operación es costosa. –Hubo un gran
suspiro -Pero en este momento independientemente de eso no quiero operarme, no
me interesa hacerlo, el pene no me molesta para nada, más bien ha sido un plus
en mis relaciones sexuales.
–Maaaricaaaaa,
no le estorba el pipí, osea que lo usa, se coje a las mujeres, ¿y también a
hombres? Ay dios mio, ¿le pregunto?. Ah, ok…pero…¿tú, eres heterosexual,
bisexual, lesbiana? ¿qué eres?
–Soy una mujer que disfruta el sexo.
–Pero eso no reponde mi pregunta.
–Tú no sabes que etiqueta ponerte, yo no me
pongo etiquetas, yo lo disfruto y ya, en este momento me gusta estar con
mujeres y tú me gustas mucho.
–Yo no sé lo que quiero, ni que me gusta,
bueno, más bien me gustan ambas cosas.
–¿Ambas cosas? ¿qué cosas?
–Quiero decir me gustan los hombres y me
gustan las mujeres, en este caso tú, pero tú eres distinta, tienes lo que me
gusta que eres mujer y tienes que tiene un hombre, su pipí.
–¿No te parece eso maravilloso?
–Me parece loco y eso que no conoces a mi
papá, te quemaría en la hoguera jajaja, hablando en serio, te voy a confesar
algo, he estado viendo a un muchacho y me gusta muchísimo, es encantador y
anoche estuvimos a punto de hacerlo pero nos detuvimos, soy virgen, pero estaba
desesperada y él bueno, con el amigo despierto te podrás imaginar.
–Jajajajaja, disfruta eso, sal con él, sal
conmigo, luego ves lo que quieres, a lo mejor disfrutas tanto de hombres como
de mujeres, yo te ofrezco este extra nada despreciable.
–Que complicado es todo esto.
–Lo complicas tú, déjate llevar. Acompáñame
a la tienda.
Llegaron a la tienda pero Yovana aun no
colgaba el cartel de abierto.
–Vamos al depósito un momento, Anoche
llegaste al límite con ese muchacho pero no pasó nada, acompáñame.
Yovana la tomó de la cintura, la acercó y
le dio un beso en la boca, comenzó a meterle la mano por el bluyín hasta llegar
a su vagina.
–¿Qué sientes?
–Nervios. –Le metió un par de dedos.
–¿Y ahora?
–No pares.
Yovana le desabrochó el pantalón con la
otra mano y se lo bajó junto con la pantaleta, se agachó y comenzó a lamer sus
labios introduciendo la lengua en la vulva. Esperanza no sabía donde poner sus
manos y las colocó en los hombros de Yovana apretándolos.
Yovana movía su lengua lentamente moviendo
la piel de aquella frágil zona, cada lamida era una fuente de flujo que
Esperanza soltaba. Comenzó a mover la lengua rápidamente introduciéndola lo más
profundo que podía, Esperanza se contraía, apretaba, soltaba, aruñaba,
pellizcaba.
–¿Me detengo?
–Mmmm, no, no.
Siguió, sentía como la chica lubricaba, le
agarró al cara para que no saliera de ahí, pero Yovana se detuvo.
–¿Qué pasó?
–Ya, suficiente por hoy.
–No me puedes dejar así.
–Quiero que te quedes con esto que pasó y
luego me dices. Yo también quería seguir, mira lo que provocaste, yo también tengo
una erección.
Esa imagen la descolocó, pero seguía
excitada. Yovana la besó en la boca con el aroma de su vagina en sus labios.
–Gracias por venir y escucharme, Yo no sé
que vas a hacer luego de esto, si te vas con él o conmigo, pero lo que te hice
hoy no lo vas a olvidar.
Esperanza salió de la tienda acalorada,
excitada y como si hubiese corrido seis cuadras, estaba agotada.
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