Reorganizando
la vida.
María Corina estaba revisando todos los papeles
concernientes a Diógenes; documentos, contratos, cuentas, hipotecas.
Estaba reunida en el apartamento de Fabián
con su abogado y el de Diógenes.
Las deudas sobrepasaban el capital actual
de María Corina, estaba visiblemente angustiada y nerviosa. Los abogados se
encargarían de arreglar varios asuntos así que se llevaron copias de los
documentos para agilizar todo. Se fueron y ellos quedaron solos.
–Hoy mismo ponemos al día lo de la
hipoteca, no te vas a quedar sin casa, pago la deuda y te pago el mes que
corre, tranquila.
–No Fabián usted ya ha hecho mucho por mi,
no se procupe yo veré como pago, pido un préstamo en la empresa, pido mis
prestaciones pero yo pago.
–No seas tonta, yo te voy a ayudar, te
quiero ayudar.
Luego de quedarse unos segundos callada,
volvió a hablar.
–Gracias Fabián, gracias por todo. No
quiero que Jesuscristo se entere de todo
esto, aunque lo leyó en la carta de su padre no quiero que vea lo que realmente
pasa.
–De mi boca no saldrá ni una palabra. Te invito
a cenar.
–Muero de hambre, pero es que Cristo debe
estar en la casa y no tendrá que comer.
–Ese niño es inteligente, sabrá que comer.
Los llevaba el chofer a un restaurante
pequeño y acogedor donde podrían hablar sin interrupciones.
–La otra vez Cristo me preguntó que
significaba soplar el bistec, me hizo gracia pero me angustié. Yonaikel el
motorizado de la empresa le dijo que a Diógenes le estaban soplando el bistec.
–¿Y como el motorizado sabe eso?
–Vio la tarjeta de el ramo de flores.
–Ah, caramba, discúlpame esa mi amor, no
quería meterte en problemas.
–Tranquilo. El caso es que se fue de imprudente
y le dijo a Cristo eso, él no sabe que significa pero en cualquier momento lo
sabrá.
–¿Y si hablamos con él? Lo entenderá.
–¿Qué? ¡Usted está loco! Será para que nos
odie.
–Ya va María Corina, Cristo les contó que
era gay y la gran mayoría lo tomó bien, ahora que tú estás nuevamente
ilusionada, amándome, porque me amas, como lo estoy yo, ¿se va a molestar? Es
preferible que sea yo a que sea un extraño, ¿no crees?
–No es una buena idea.
–¿Vamos a ocultarnos entonces? A vernos a escondidads como dos adolescentes,
como Romeo y Julieta.
–No diga tonterías, usted y yo no somos
nada, apenas unos besos y… -Recordo aquella noche en la playa y cerró los ojos.
–Y nos entregamos María, esa noche fue
inolvidable y no, todavía no somos nada. –Fabián volteó hacia la barra y le
hizo una seña a alguien. Se encendieron las luces y aparecieron caminando 3
personas tocando unos violines y una cuarta persona trayendo un pequeño cojín
con una cajita.
Los demás comensales dejaron de comer para
levantarse y acercarse
Le entregó el cojín a María Corina y
sosteniendo ella el pequeño cojín, él abrió la cajita.
–¿Usted quiere ser mi novia? Ahora que nada
ni nadie la ata, que es una mujer soltera.
–Anda di que sí. –dijo una de los tantos
comensales y comenzó replicarse entre todos y hasta que todas a la vez lo
dijeron con música.
–Diiiiileeeeeeee queeeeeee sííííí.
Se cayaron y María Corina comenzó a llorar.
–¿Qué estoy haciendo? Te volviste loco.
–Responde y no me dejes como un tonto.
–Si, seré tu novia, aunque esto me parece
una total locura.
Todos aplaudieron y apareció confeti por todos lados.
–Si todo esto lo hizo solo para pedirme que
seamos novios no me quiero imaginar cuando me pida…-Se detuvo antes de decir la
palabra, sabía que iba a hablar demasiado y su rostro se ruborizó.
–¿Pedirte que te cases conmigo? Eso son
palabras mayores, pero me encantaría, de momento no va a suceder mi bella dama,
quiero ser su novio de momento.
Cenaron, pidieron una botella de champán
para celebrar y antes de irse, Fabián le dio un beso en la boca como nunca se
lo había dado. María Corina estaba petrificada y erizada.
–Fabián aquí hay gente.
–Gente contratada que está en lo suyo.
Tengo ganas de besar a mi novia ¿no puedo?
–Sí, si puede. ¿Tú crees que Diógenes esté
molesto conmigo? y con usted claro.
–Si estás feliz no veo porque tendría que
estar molesto. Pero ya se enteró que ambos estuvimos juntos estando tu aún
casada con él, eso sí que no debe estar muy bien.
–Me siento culpable.
–Eso se te quita haciendo el amor conmigo.
–Estoy algo borracha y como usted siga
diciéndome esas cosas caeré.
–¿Pido una botella para llevar?
–No, lléveme a la casa, ya es tarde.
–Apenas las 10 de la noche, vamos a mi casa
y luego te llevo.
–No, no, no Fabián, es tarde.
–Entonces me quedo contigo en tu casa.
–No, menos, usted quiere meterme en
problemas.
–Esperamos que Cristo se acueste y yo me
voy bien temprano.
–Bueno ya veremos.
–Subo contigo para saludarlo y decirle lo
que estábamos haciendo.
Llegaron al apartamento y Jesucristo estaba
aún despierto así que los vio llegar.
–Hola ¿y ustedes que hacen juntos todavía?
–Hola bro, bueno es que la jornada con los
abogados fue larga e invité a tu mamá a cenar.
–¿Qué, mi papá dejó muchos pendientes?
–Digamos que si, nada grave lo que pasa es
que hay un desorden, hay que ver las cuentas, hay miles de papeles, le dije a
tu mamá que ponía a mi abogado a la orden y así ayudar al de Diógenes.
–Muchas gracias amigo por ayudar a mami, yo
con todo esto d ela universidad no he podido, pero lo haré.
–Tranquilo chamo que aquí estoy yo para
ayudarlos, seré tu nuevo papá.
María Corina abrió los ojos como platos y
Jesucristo arrugó la cara.
–¿Y usted de que habla? ¿Acaso se va a
casar con mi mamá o qué? Jajajajajaja que loquito.
Fabián vio a María Corina. –No chico
jajajaja lo digo por la ayuda y bueno estaré pendiente de ambos.
–Esta bien, me voy a acostar, quisiera
quedarme con usted y hablar de muchas cosas Fabián pero estoy cansado.
–Tranquilo que nos vemos pronto, yo reviso
un par de cosas con María y me voy que el chofer anda asustado allá abajo.
Jesucristo se asomó por la ventana.
–Allá abajo no está Bruno.
Fabián vio a María Corina. –Debe ser que
fue a dar una vuelta o echar gasolina.
–Hasta mañana.
–Le dije que esto no estaba bien, que ganas
de compicar las cosas, es mejor que se hubiese ido caramba. –Hablaba en voz
baja.
–Tranquila mi bella dama. –La volvió a
besar. –Vamos al cuarto que le prometí algo para celebrar el noviazgo.
Entraron a la habitación y comenzaron a
besarse y Fabián a desvestirla y hacer lo mismo él. Una vez desnudos el
muchacho comenzó a acariciar a María Corina pasando su mano lentamente por el
pecho y el abdómen, luego por el costado, rozar una nalga y con la otra mano
acariciar su vagina para luego juguetear con la vulva e introducir unos dedos
que ya se humedecían.
–No se que tiene usted pero me deja sin
voluntad, haga conmigo lo que quiera.
La llevó a la cama y la empujó para luego
colocarse encima de ella y comenzar a lamer los pezones y bajar a su abdómen,
detenerse en el ombligo y seguir bajando lentamente hacia su vagina para
quedarse ahí y disfrutarla con su boca.
Su lengua recorría cada rincón de aquella
cálida y húmeda vulva. Mordía los labios con suavidad y se atrevía a meter un
par de dedos que se chocaban con su lengua. Cada vez que los dedos se sacudían
para excitarla, lubricaba. María Corina no paraba de gemir y soltar gritos
ahogados, estaba en un momento que no sabía donde estaba y si la escuchaban. Su
alma se había separado del cuerpo, su mente volaba por algún recoveco. Su
cuerpo brillaba por el sudor, erizado y enrrojecido.
Llegó un momento que la mujer no pudos más,
su cuerpo ya se retorcía de placer pero se separó de Fabián. Excitada y agotada
le pidió que se detuviera.
Fabian lo hizo y acercó su boca a la de
ella y disfrutar del aroma que despide su sexo.
–Buenas noches mi amor, voy a dormir a tu
lado abrazados. Descansa y sueña conmigo.
Fabián la dejó dormir y se fue al baño a
ducharse. Su pene erecto no lo iba a dejar dormir, así que se masturbó para
liberar la tensión acumulada.
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