lunes, 21 de mayo de 2018

SEXORAMA: Mi primera vez. Primera parte


Me llamo Eduardo tengo 20 años no tengo amigos gais llevo vida hetero y necesito contarle a alguien aunque sea desconocido lo que me pasó. Fue hace dos años cuando llegué al lugar donde trabajaba, soy diseñador gráfico y estaba necesitado de empleo, en la entrevista me fue muy bien, después de unos días me llamaron y por la situación que vivimos no lo pensé dos veces y me fui hasta allá, conocí a alguien a quien llamaré Víctor, el estaba en el área administrativa, Víctor tenía en ese entonces 44 años pero que clase de hombre, era tan corpulento que la camisa le quedaba ajustada, era un hombre que tenía que pasar horas en el gimnasio, aun así los años se le veían en la cara pero encantado con ese compañero de trabajo.
Si ya iba nervioso por el primer día verlo a él me puso peor.

Desafortunadamente mi encanto duró poco, el venía llegando y saludó a todo el mundo menos a mi, alguien le dijo “Él es el nuevo” pero él me ignoró por completo y fue a su oficina, me dije a mi mismo “Todos los que están buenos son arrogantes” (Lo cual no es del todo cierto) y seguí a mi puesto de trabajo, la primera semana iba entusiasmado no solo por el empleo si no por hablar con él pero eso no pasaba, él me pasaba por un lado como si yo no existiera, seguía llegando sin saludar, entraba a mi oficina sin pedir permiso, si le decía buen provecho era como hablar con la pared.


Toda la imagen que tuve al principio se convirtió en decepción y algo de frustración yo ni siquiera conocía a ese tipo ¿por qué coño me ignoraba tan feo? Cuando por fin cruzamos palabras no fue en los mejores términos, en una reunión alguien me felicitó por los diseños y él comentó:

–¿Eso se estudia? ¿Para diseñar hay que estudiar?
 –Por supuesto, lo que no se estudia es la arrogancia

Le respondí sin pensar en que ahí estaban mis jefes y yo era el nuevo, si habían problemas el que saldría perdiendo sería yo. No recuerdo que más nos dijimos pero fueron varias indirectas, ya no era frustración lo que sentía si no también arrechera como decimos acá, el tipo era un pedante total y se reía de mi arrechera, hacía cosas a propósito para hacerme enojar, me respondía mal, criticaba lo que yo hacia, menospreciaba mi carrera y mi trabajo, nuestra relación laboral era un bombardeo de indirectas constantes, así estuvimos casi tres meses.
Entre indirectas, insultos, malas miradas, comentarios de pasillo, llegué a un punto en que quería renunciar pero la situación del país se ponía peor y yo necesitaba el trabajo. Nunca había lidiado con una persona así en mi vida por lo que no sabia como reaccionar a eso.
La frustración era tan grande que confieso que más de una vez lloré de rabia, ya no quería ir a trabajar no quería verlo. Me decidí por buscar otro empleo y mientras me llamaban de otra parte seguiría allí. Hubo un aumento de sueldo por parte del gobierno y había que botar a parte del personal para pagarle a los demás, yo deseaba de alguna forma que me botaran pero eso no pasó, al contrario me aumentaron. El recorte de gastos no era suficiente porque hubo que cambiar de local, nos mudaron a otro más pequeño con solo dos oficinas, una era de mi jefe y la otra seria de nosotros dos. Tendríamos que compartir la oficina ¡Me cago en 10! aquello no podía ser peor.
En casa estaban contentos por el aumento pero yo disimulaba lo que pasaba con ese animal.

EL PRIMER SUCESO:

Hubo un día no fui a trabajar, tenía que hacer diligencias en el banco pero terminé todo antes de tiempo lo cual fue raro, podía ir a trabajar medio día al menos, llegué al trabajo poco pasado medio día, serían la una y algo, la puerta del local estaba abierta estaban descargando un material yo subí al segundo piso donde estaba nuestra oficina y lo primero que noté fue la concentración que tenía en lo que hacía pues ni siquiera notó que yo me acercaba, ni siquiera escuchó mis pasos en las escaleras, fui a la puerta y abrí, el pegó un brinco del susto, se puso pálido y acto seguido escuché a lo lejos un gemido de hombre era claro que estaba viendo pornografía, se apresuro a cerrar lo que estaba viendo y ¡Me saludó!, por primera vez en quién sabe cuánto tiempo me dijo “Hola Eduardo ¿qué haces aquí? pensé que no venias” Yo estaba tan concentrado en su cara de vergüenza que olvidé por completo lo imbécil que era y le respondí cordialmente que había terminado antes y que no me gustaba faltar al trabajo. No podía dejar de mirar como sudaba y le temblaba la voz, lo miré con malicia y sin querer sonreí mientras me sentaba en mi puesto que estaba justo en frente de él, alguien entró a la oficina a entregarle la factura de lo que estaban descargando y ni siquiera se levantó, o era por su arrogancia o era por su erección, una de dos.
Después de un rato finalmente se levanteo y pude ver como estaba mojado, el estuvo lubricando. Eso me dio mucho morbo yo en ese entonces nunca había estado con alguien, vivía entre pornografía y pajas muy a menudo. Él no comentó nada más ni yo tampoco pero de vez en cuando cruzábamos miradas y sonreíamos. Esa noche debo confesar que no pude quitar ese momento de mi cabeza, solo pensar en que estaría viendo me puso a mil y tuve que pajearme.

Un par de días después llegue más temprano y estaba solo mi jefe, nos saludamos y fui a la oficina, Víctor no había llegado y mi curiosidad no era normal encendí el monitor de su computadora y estaba encendida no tenía contraseña, no sé por qué no apagaba su computadora pero gracias a Dios lo primero que hice fue ver que nadie viniera a la oficina y en efecto mi jefe estaba hablando por teléfono en el comedor, volví a la oficina y vi su historial, Víctor no lo borró, y no solo confirmé que estuvo viendo porno si no que para mi sorpresa todo estaba lleno de porno gay entre hombres casados y de muchachos de mi edad, incluso había porno los días que estaba yo ahí, era un adicto a la pornografía. Esta bien que una persona mire porno pero él estuvo viéndola todos los días a toda hora, algo que me llamó la atención era que la mayoría de los videos eran de Lluvia dorada yo no sabía que demonios era eso, ya había visto suficiente y no quería ser descubierto, cerré todo y menos mal mi jefe entró a la oficina en ese momento ya no recuerdo a qué. Apenas salió yo no esperé y busqué que era eso de lluvia dorada cuando abrí un video era un muchacho al que le orinaban en la boca, cerré la ventana pero no me di cuenta que al hacer click en ese maldito video se abrió una ventana emergente, una de esas páginas que se abren múltiples y era pornográfica, en ese momento llegó él y me vio tratando de cerrar esa pestaña y en efecto la cerré pero había otra más, ¡Coño de la mdre!. Me congelé, me puse rojo y empecé a sudar justo como le pasó a él, los nervios me hicieron reír yo no iba a negar lo que estaba viendo y él se rió también, le dije:

 -Eso se abrió solo
-Tranquilo, tranquilo


SEGUNDO SUCESO:

Después de eso se inició entre nosotros una especie de complicidad, recuerdo que ese mismo día estando solos me habló, cada vez que me hablaba había mucho contacto visual pues usualmente nunca hablábamos. Recuerdo bien lo que me dijo:

–Que ojos, no los había detallado (tengo ojos grises)
–Gracias son para verte mejor. Le dije bromeando
–¿Y que más te gustaría ver de mi?

Miré a su bulto pero no dije nada, solo volteé la mirada y me reí, en eso nos interrumpió alguien. Al rato, después de almorzar nos lavábamos las manos en el baño, cerró la puerta y empezó a orinar en el cubículo, me volvió a decir:

–No me dijiste que te gustaría ver de mi
–¿Cómo así?

Me volteé y estaba orinando con la puerta del cubículo abierta, se volteeo y lo tenía afuera estaba medio erecto yo no sabía si se lo sacudía o se estaba haciendo la paja frente a mi. El corazón me latió muy fuerte, se me secó la garganta, en el local éramos solo tres hombres y dos mujeres y mi jefe casi nunca salía de su oficina, y las dos mujeres no entrarían al baño de hombres, él estaba muy confiado, se acercaba a mi hasta que estuvo bien cerca, se lo agarré y me agaché, cuando noté lo grande que era ya era tarde, lo tenía frente a mi a punto de llevármelo a la boca, yo nunca había hecho sexo oral pero no quería interrumpir el momento, si le decía algo tal vez se arrepentiría y nunca volvería a pasar.
Lo pelé, vi como lubricaba y me lo llevé a la boca sin pensar que acaba de orinar ni nada de nada, él me tomó por el cabello y me lo metió más, yo me estaba ahogando pero tampoco podía parar, me di cuenta que en el fondo eso era lo que yo quería que pasara desde hace tiempo, Dios mío ¿estuve obsesionado con ese hombre todo ese tiempo? Mientras cerraba los ojos y lo sentía entrar y salir, escuchaba el chorro abierto del lava manos, la tv encendida arriba en el comedor, las muchachas comentando el noticiero, pero sobre todo lo escuchaba a él como gemía, soltaba esos suspiros cortos y me decía “así mámamelo así” me hablaba con ese morbo que me excitaba, me lo saqué, lo pajeaba, lo lamía y me lo volvía a meter en la boca, no sabía si lo estaba haciendo bien yo pensaba en tantas cosas en ese momento, recordaba el cruce de insultos, las malas caras, los malos ratos que me hizo pasar, y también pensaba en no morderlo y lastimarlo cuando me lo metía tan violentamente, él me estaba penetrando por la boca yo no podía respirar, me levantó me tocaba por todas partes, sentía sus manos en mis nalgas las apretaba con fuerza incluso dolía, yo también iba al gimnasio y sabia lo que era el dolor muscular pero él me tomaba con tanta fuerza, me besaba me decía “Dejame ver a que sabe mi guevo” me metía la lengua y me hacía que lo masturbara, me besó hasta que sentí como se venía en mis manos, sentía sus gemidos en mi boca, quedo cansado y yo aún con el corazón agitado, ni siquiera me dio tiempo de sacármelo y pajearme él salió del baño mientras yo me limpiaba y me lavaba las manos. ¿Qué acababa de pasar? ¿Era posible? ¿Se iba a repetir? ¿Tenía yo que decirle algo? Por mi mente pasaban muchas cosas no dejaba de pensar en Víctor y lo único que sabía de él era su nombre y su profesión, como es que la historia cambio de repente si hace días me detestaba o eso creía yo. 


Continúa el miércoles 

  1. Relato cedido gentilmente por Luis Orsini. 

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