lunes, 14 de mayo de 2018

Y SI ME ENAMORO Capítulo 6


Orlando padre se acerca al cuerpo de la muchacha, estaba casi desmembrado le vio el rostro y no pudo aguantar, cerró los ojos y vomitó, se tuvo que agarrar de una camilla. Orlando, el hijo, confirmó lo que ya el padre había visto. Se trataba de su hermana.



El padre del muchacho estaba sentado en una silla esperando que le pasara el mareo, estaba llorando. Jesús, el director de la morgue lo sacó de la sala al igual que a Orlando, su hijo.



Orlando no paraba de temblar, el mismo día moría su pareja y su hermana. Se sentó en el suelo. Arévalo que estaba al lado de él hizo lo mismo.

–Chamo que rudo, lo siento mucho mi pana, no me imagino como te debes estar sintiendo, a mi me mataron a una jeva, pero era un culito que me cogía y ya, no teníamos nada, fue heavy la vaina pero esto es brutal. Chamo lo que necesites usted pida que yo le cumplo.

Orlando se limpió las lágrimas y se levantó del suelo. –¿Me puedes hacer un favor?

–Ya te dije lo que quieras.

–Llévame a la clínica de mi papá.

–¿Ya va chamo, vas a dejar a tu papá aquí solo?

–Está con su amigo, va a estar bien, yo necesito hacer algo.

–Si va, nos vamos en la moto así llegamos chola. Vamos a buscar un casco para ti.

Orlando aún con escalofríos se restregó los ojos. –Yo no sé ir en moto, nunca me he montado.

–Apriete esas piernas contra la moto y se deja llevar pa’ donde vaya la moto, si te da miedo te agarras a mi, no hay peo, yo soy un varón pero no me pongo con guevonadas.



Arévalo se puso el casco, mientras lo hacía Orlando le veía el cuerpo, el pantalón del uniforme le marcaba las nalgas duras y redondas que tenía y una entrepierna abultada, se puso el casco y ambos se montaron en la moto.



–Mosca, ya sabes si no te sientes seguro me agarras por aquí, le señaló la cintura.



Apenas arrancaron Orlando se agarró del policía por la espalda, una vez que se sintió estable se soltó y metió las piernas hacia la moto para sujetarse.



Arévalo acelera, Orlando comienza a llorar recordando a su novio y a su hermana que tenía dos años que no veía. Se abraza a Arévalo rodeándolo por el pecho y apoyando su cabeza en la espalda.

Maaaarico, este pana se me pegó como una lapa, chaamo, esa verga no la sentía desde que…ya ya deja la mariquera eso fue un día y ya, verga pero se siente bien, que no se suelte, que no se suelte –Arévalo iba a toda velocidad esquivando carros con la sirena puesta, su entrepieran estaba tensa. Llegaron.

–Listo papá suéltate que llegamos, te quedaste pega’o.



Orlando sacó sus brazos y le pidió disculpas, el policía se sonrió, se bajó de la moto y el chico no pudo evitar verle el bulto que se le marcaba, Arévalo volteó y se acomodó.



–El roce del asiento, esa vaina me pega ahí y me alborota. Vamos.

Orlando a pesar de lo que cargaba encima, sonrió, Arévalo le pasó la mano por la cabeza.

–Me van a formar un peo cuando vean que no estoy en la morgue.

–Chamo pero vete, no hay rollo luego veo como me voy.

–No vale, no seas gafo, yo te espero y te llevo donde me digas.

–No, no, ya me da pena.

–Ah chico, no seas marico, te dije que te iba ayudar.





–Hola, ¿cómo estás? Soy el hijo del dueño de esto, Orlando Vasquez yo ingresé por emergencia a un chamo que venía con una pierna fracturada.

–¿Cómo se llama?

–Mierda…se me olvidó, ya va. –Orlando se pasó la mano por la cara angustiado, estresado por lo que estaba pasando y no daba con el nombre.

–Epa, cálmate que te va a dar algo describe al pana a lo mejor sabe.

–Es blanco, pelo negro y unos ojos. –Cerró los ojos. –Wao, unos azules claritos. Coño tiene una pierna fracturada pregunta lo traje yo el hijo del dueño.

–Así no puedo saber joven.



Arévalo sacó su arma y la puso en el mostrador. ­Coño mami, te está diciendo que averigües, sabes que te pueden botar por no hacer tu trabajo.

–No…no tiene, que amenzarme con una pistola.

–Mueve ese culo entonces, mucha cara bonita pero…coño, mírale el culo que tiene uuf.



–Espero que esté bien.

–Coño sería muy mala leche que también cruce el páramo.

–Coño Arévalo, no digas esas vainas.

–Disculpa mi pana, mira ahí viene la jeva. ¿Qué pasó?



–Diego Hernández, habitación 202 en el piso dos.

–Ves mami, que preguntando se llega a Roma.

–De nada. –Vio al policía con cara de pocos amigos, ambos se alejaron.



–Está bien, está bien, si lo pasaron a una habitaión es que ya lo operaron.

–Chamo quien te ve parece que al que vas a ver es a tu novio o familiar y no conoces al pana, ¿o sí?

–Bueno, sí, lo conocí ese día en el parque.

–Ah coño, así sin más epa, epa y los más panas.

–Nos tropezamos.

–Ay bien bello, cual novela, ¿se vieron a los ojos y saltaron chispas?

–No estoy para chistes, mira allá es.



Entraron en la habitación sin tocar la puerta y de golpe, habían dos personas.

–Perdón, perdón.

–Pasen, pasen.

–Disculpen, soy Orlando Vasquez y él es…

–Mucho gusto Arévalo Gomez policía técnico.



–Mucho gusto, somos los papás de Diego, Diego, Beatriz.

–Encantado, ¿cómo sigue?

–Bien, salió bien de la operación de la pierna, tiene una costilla fracturada pero no es grave, es un milagro que no fue peor la caída.

–Yo traje a su hijo aquí, soy el hijo…

–Sí, lo sé, el hijo del dueño de la clínica, y te lo agradezco pero pagaremos por esto, yo tengo seguro.



Diego dormía pero con la conversación se despertó y Orlando se acercó.

–¿Puedo?

–Si, claro, ha preguntado por ti.

Cuando estuvo al lado de la cama volvió a ver los ojos azules claros que lo estremecieron la primera vez y esta vez no fue diferente. Diego vio a los ojos a Orlando y no pudo aguantar las ganas de llorar.

–Eres….mi cuñado…tú eres…

Orlando comenzó a llorar y Arévalo se dio la vuelta para evitar hacer lo mismo.



Diego padre se abrazó a la esposa.

–¿Me pueden dejar solo con Orlando por favor?

–Si hijo, vamos a estar en la cafetería.



Ambos salieron de la habitación pero se quedó el policía.

–¿Quién es él?

–Un policía de la morgue…me ha estado ayudando.

–Dile que salga por fa.



Orlando se acercó al policía y le pidió que saliera.

–Bueno, pero voy a estar allá afuera cualquier cosa ¿oíste?

–Si, gracias mi pana.



Arévalo salió de la habitación y se fue a la cafetería y vio a los papás de Diego.



–Mi sentido pésame a ambos.

–Gracias joven.

–Debe ser duro perder a un hijo.

–Si…terrible…no me lo imagino.

–Bueno, ¿su hijo no falleció? Un asalto. Orlando era el novio, bueno, El chamo este le dijo que eran cuñados. Orlando como que no conocía a su cuñado.

–Ya va, no, no estoy entendiendo ¿quién murió y de que cuñado me habla?

–¿Orlando y Diego no son cuñados?

–Si…señor. –hablaba Beatriz. –Diego estaba comprometido con la hermana de Orlando, nosotros no conocíamos a Orlando.

–Uy creo que me confundí.

–¿Orlando es gay?

–Bueno ya la embarré…si, su pareja murió en un atraco, entonces la chama del parque es la hermana que a la vez es novia de Diego el de la habitación, que lío, bueno yo los dejo.



–El Doctor Vasquez nunca nos había hablado de Orlando en todos estos años, que estuvo casado con otra mujer sí, que raro esto.

–Y es gay. –Dijo Diego.

–Bueno eso es lo de menos amor.

–Si pero está con Diego en el cuarto, solos.

Beatriz comenzó a reirse. –¿Tú te estás escuchando? ¿qué tonterías dices?



Diego se puso a pensar  y recordó a su cuñado muy pegado a su hijo. Con los años se supo que era gay pero había desaparecido, nadie más supo de él.

–Vamos a la habitación, pide la cuenta.



–Te conozco hoy y resulta que eres mi cuñado. Yo me iba a casar con tu hermana.

–No puedo verte a los ojos chamo, algo me hipnotiza.

–Se murió tu hermana, mi prometida. Mi vida está jodida, yo quería armar una familia con ella, normal, una familia normal como la de todo el mundo y ahora…



Orlando lo vio  a los ojos. –Y ahora caes en cuenta que lo tuyo no son las mujeres. Tuvo que pasar algo tan trágico para que abrieras los ojos y no cometieras una estupidez. ¡Pero Dios mio! ¡Hay mil maneras de hacerlo, no matando a mi hermana coño! –Orlando miraba al techo.



–Yo no soy gay chamo, yo me niego a eso, yo no lo soy, yo me iba a casar con mi novia, ya teníamos apartamento comprado.

–Hoy perdí a mi novio y a mi hermana chamo, la vida me dio una voltereta. Yo sí, soy gay, yo lo asumo con todas las letras

–Yo te vi en el parque más nada, no te imagines lo que no es.

–Yo no me estoy imaginando nada Diego, yo te vi y sentí y supe



Orlando se acercó a los labios de Diego y le dio un beso en la boca. Tocaron la puerta.

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