Entraban a la habitación Diego y su esposa Beatriz, Orlando
se secaba los labios con sus dedos y se apartó de la cama.
–Joven yo creo que ya es suficiente por hoy, mi hijo tiene
que descansar, ah dígale a mi consuegro
que gracias por el detalle, como le dije mi seguro correrá con los gastos de mi
hijo.
–Le haré llegar sus palabras señor, lamento que los haya
conocido en esta situación. Buenas noches señora, buenas noches Diego.
–Espera…no te vayas, acércate.
Diego vio a Beatriz que tenía cara de no aprobar lo que
pasaba y ella con un gesto hizo que se quedara quieto.
–Anota mi número.
–¿Te puedo llamar?
–Mensajes, cuando me den de alta quiero reunirme contigo.
–Anotado.
–Buenas noches Orlando, ya no siga molestando a mi hijo.
–¡Diego por favor!
Orlando salió de la habitación y se quedó apoyado de la
puerta. –Creo que la cagué besándolo. ¿En que estaba pensando? Acaban de matar
a tu novio y murió tu hermana y tú
pensando en esos ojos azules. –Comenzó a caminar y se abrió la puerta. Era
Diego padre.
–¿Todavía sigues aquí? No te quiero ver cerca de mi hijo.
–Disculpe señor pero no entiendo porqué me dice eso.
–No quiero que mi hijo tenga amigos como tú.
–¿Como yo? ¿y cómo soy yo?
–Así, desviado, gay de esos.
Orlando se sorprendió al ver que el padre de Diego sabía que
era gay. –¿Se me notará la vaina?, mierda Orlando ¿pero que tienes en la
cabeza? Reacciona.
–Disculpe señor no veo cuál es el problema, su hijo se iba a
casar con mi hermana, creo que lo sabe, además lo gay no se pega como la gripe.
–Te voy a pedir que te vayas, aunque sea la clínica de tu
papá no quiero que estés en esta habitación de nuevo.
Orlando se fue consternado y confundido, volvió a entrarle
la tristeza en el cuerpo y, esperando el taxi comenzó a llorar.
–Chamo ¿qué haces aquí? ¿Te piensas ir en taxi o qué? Yo
estoy aquí ¿me ibas a dejar vara’o?
–Disculpa Arévalo, tengo la cabeza que me va a estallar,
tengo muchas cosas encima, tengo que llamar a la familia de Vicente, mierda, no
me acordaba.
–Si quieres los llamo yo y le lanzo la bomba.
–Arévalo no hables así. –Hubo un silencio y el policía le
apretó el hombro.
–¿Ya estás más tranquilo?
–Más o menos. El papá de Diego prácticamente me botó de la
habitación.
–¿Y esa vaina?
–No sé como se enteró que yo era gay y me dijo que no me
acercara a su hijo, cálate esa vaina, un tipo de 30 años y todavía le limpia el
culo el papá.
–Marico, fui yo, la cagué papá, es que confundí las
historias, pensé que tu novio era hermano del enfermo y bueno solté el yoyo de
que eras gay, pensaba que lo sabían, que sabían que su hijo, bueno que no es,
el tal Vicente era gay.
–Aaaaay maricooo ¿qué hiciste? Verga chamo ¿y ahora?
–¿Y ahora qué? A esta gente no la conoces.
–Iban a ser familia, mi papá es el consuegro de este viejo.
–Relájate papá.
Orlando se pasó las manos por la cara y resopló.
–Aaaaaay marico, ya se lo que te pasa a ti. A ti te gusta el
pana y empezaste con mal pie. Guevóóón acaban de matar a tu novio ¿no lo
querías o qué? Chamo más respeto ¿qué fue, este pana lo acabas de conocer y ya
te enamoraste? Verga ustedes los maricos son intensos.
–¿Ustedes los maricos? ¿Y tú qué?
–¿Yo qué de qué?
–Señor, la moto es suya?
–Sí.
–Por favor puede moverla hacia la derecha viene un camión a
descargar.
–Sí, sí, ya nos vamos. Toma, ponte el casco que te llevo
donde me digas.
–No me respondiste.
–Móntate que tengo que reportarme en la morgue, mierda mira
la hora, las 7:30, vámonos.
Se montaron en la moto, esta vez Orlando no se sujetó a
Arévalo. El policía estaba extrañado. –Este pana se dio cuenta, verga pero es
que soy demasiado boleta, no me controlo, se me para el guevo, luego me pongo
así tipo celoso por el tal Diego y me lanza eso que me dijo. –Sonó su celular.
Era su jefe.
–<Aló
–<¿Se puede saber dónde coño estás?, te he estado
llamando toda la tarde
–<Jefe estaba en comisión.
–<¿Qué carajo de comisión hoy estabas de guardia aquí en
la morgue, ¡vente ya!
–<Jefe, ando con el hijo de Orlando Vásquez por lo de la
muerte de la hermana, el parque, la vaina, lo estoy ayudando con unas cosas,
pero ya voy para allá.
–<Ok, ok, te salvas porque se trata del doctor Vásquez,
mosca te quiero antes de las 10 de la noche aquí.
–<Si jefe.
–¿TE REGAÑARON?
–SIIII, PERO TRANQUILO.
–CRUZA A LA DERECHA EN LA PRÓXIMA Y HASTA EL FINAL.
Frenó la moto y se bajaron, Arévalo ayudó al muchacho a
quitarse el casco, la calle estaba solitaria a pesar que era sábado.
–Ven, ajá, dame acá. ¿Viniste bien? Ahora no te agarraste a
mi.
–No, ya vi como es la cosa. No me respondiste.
–¿El qué? ¿cuál es tu edificio?
–Ese, el gris. Que si tú eres gay.
Arévalo miró hacia el frente y luego volteó la cabeza hacia
atrás, corroboró que no había nadie y vio a Orlando. Le puso las manos en las
mejillas y se acercó dándole un beso en la boca por varios segundos. Se separó.
–Ya va, ya va, ¿qué estás haciendo chamo?
–¿No te gustó?
–No, bueno, no se trata de eso, sí me gustó, pero…
–¿Pero qué marico? Me gustas. ¡Mosca, no le digas a nadie de
esta vaina mira que me jodes!
–Jajajaja eres gay.
–No, no, no mi pana, o sea, rico besar un carajo un sexo,
unas pajas, mamaítas pero hasta ahí.
–¿Hasta ahí? ¿qué más quieres?
–Verga no debí besarte chamo disculpa.
–Mira Arévalo, yo me tengo que ir, hoy fue el peor día de mi
vida y no ha terminado, necesito llegar a mi casa, necesito dormir y levantarme
dentro de una semana, no estoy para tus confesiones homosexuales. Chao. Gracias
por todo y estamos en contacto.
–¿Te acompaño?
–No, de verdad que no chamo.
–Tengo 33 años, no me llames chamo, soy policía técnico, con
todo en mi curriculum mi pana, no soy ningún guevón.
–No lo dudo Arévalo pero ya, hasta aquí, necesito llegar a
casa. Chao.
–Mierda, mierda, la volví a cagar, coño yo siempre de atora’o,
no puedo relajarme, -Arévalo caminaba hacia todas direcciones. –Por eso es que
cuando conozco a un tipo huyen, me pongo burda de intenso. Maaarico, coño la
cagué con el carajito y me gusta.
Se montó en la moto y se fue.
Orlando abría la reja y la puerta de la casa, al entrar se
consigue con sus tres amigos, su mamá estaba en el sofá sentada fumando con un
vaso lleno de whisky.
–Coño hasta que por fin el niño se dignó a aparecer, una
aquí preocupada y tú feliz. –Se levantó del sofá y se fue a la cocina.
–Chaaamo marico ¿dónde coño estabas, te hemos estado
llamando hasta que caía la contestadora.
Orlando se abrazó a Nelson y comenzó a llorar
desconsoladamente.
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