martes, 8 de mayo de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 2


–Muchas gracias.

–A usted, cuando quiera se puede mudar. Bienvenido.



Cerraba la negociación de su nuevo apartamento.

–<Listo papá, ya tengo las llaves. ¡De nuevo gracias!>

–<De nada hijo, para eso estamos los padres para apoyar a nuestros hijos. Vente a la casa y celebramos, estoy con Beatriz>

–<Ay papá, pensé que estabas solo>

–<Hijooo, es tu madrastra, ¿cuándo vas a aceptarlo?>

–<Bueno, esta bien, déjame ir para allá a celebrar>



Diego Hernandez tiene 30 años, es socio con tres personas más de unos locales de comida rápida, cuatro establecimientos repartidos por la ciudad. Es huérfano de madre, murió cuando tenía 12 años. Todo un misterio su muerte que aún no se aclara. Vive con su padre, pero pronto la nueva mujer, su madrastra vivirá con ellos a pesar que tienen 10 años de relación con su padre.



–Hola Beatriz , ¿cómo estas?.

–Bien ¿y tú? Que guapo estás. –Le susurró al oído pasándole la mano por el pecho y le pellizcó la tetilla.

–Por favor ya.

–Chico pero lo que tuvimos fue hace cinco años, deja la angustia, aunque si por mi fuera repetiría.

–Eres la esposa de mi papá.

–Eso no te impidió acostarte conmigo

–¿Dónde está mi papá?

–En el estudio, tranquilo no va a salir hasta que lo llames, está trabajando.

–¡Papá, ya estoy aquí!



Beatriz le dio una nalgada y se fue a la cocina.



–Hijo, ven para acá, dame un abrazo.

–Gracias papá.

–¡Beaaaa, trae la botella de champaña que está en la nevera!. ¿Saludaste a Beatriz?

–Si papá, la saludé.



Sirvieron tres copas, brindaron y Beatriz fue la primera en darle un beso y un apretón en la espalda.

–Me alegra verlos así juntos y en armonía.

–¿Por qué íbamos a estar peleados? Yo quiero mucho a Diego.

–Si, pero estuvieron alejados un tiempo, pero bueno ya pasó eso, ahora a celebrar lo de tu apartamento.

–Bueno papá es tuyo, ahora lo iré pagando.

–Cuando los negocios den ganancia me pagas, deja la angustia, estás empezando.



–Cuéntanos Diego, tienes pensado pedirle matrimonio a tu novia. –Beatriz se pasaba los dedos por entre sus senos mientras lo veía.

–Si, mañana vamos a un parque de atracciones y le voy a pedir matrimonio cuando nos montemos en la rueda.

–Aaaay que romántico y que original.

–Hijo pero ella llegó al país hace unos días, ¿se piensa quedar? Van a vivir aquí.

–Si claro papá, luego veremos como va la situación, pero nos casaremos y viviremos aquí.



Se sirvieron más champaña y sacaron unos quesos y jamón serrano. Luego de un rato Diego, el papá del joven, se retiró a trabajar. Beatriz se quedó con su hijastro.

–Así que ya vas a vivir aquí.

–Si, es justo y necesario.

–Ya.

–Tu papá se va el domingo de viaje, nos vamos a quedar tú y yo solos en casa, podemos recordar viejos tiempos.

–No Beatriz, para mi eso quedó en el pasado.

–¿Estás seguro? –Se le acercó a centímetros de la boca. –Todavía recuerdo tu pene grueso dentro de mi y como me tomabas con fueza, estábamos borrachos y tu papá de viaje.

–Ya basta Beatriz, déjame en paz, lo que pasó hace cinco años no se va a repetir. Chao.

–Chao hijo.





Era sábado y Diego buscaba a su novia por su casa.

–Buenos días señor Orlando, ¿cómo está?

–Bien hijo, ¿tú papá?

–Bien bien como siempre trabajando.

–Eso es lo que queda hijo, si uno quiere mantener el estilo de vida de uno y el de sus hijos.

–¿Y Carlota?

–Debe estar vistiéndose, sabes como es, las mujeres se tardan en vestirse, maquillarse y todas esas pajas. Su mamá está en las mismas, vamos a salir a almorzar y  ahora es que se va a vestir, y ya yo estoy listo.

–Jejeje.

–¿Hoy es el día?

–Hoy suegro, hoy.

–Mi niña es lo más sagrado carajito cuídamela.

–Llevamos dos años separados ahora no quiero alejarme de ella.

–Pero tú fuiste a visitarla.

–Si, pero no es lo mismo.



–Perdón, perdón mi amor, me estaba probando varias cosas.

–¿Coño pero para que te pusiste vestido? Vamos al parque.

–Aaaaaay ya me cambio.

No, no, no, nos vamos así, chao suegro, despídame de la suegra.

–CHAAAAO MAMÁÁÁ.

–¡Chao hijaaa, besos Diego!





Llegaron al parque, estaba lleno, pagaron la entrada, le pusieron la pulsera y entraron.

–Ay voy a comprar algodón de azúcar, aaaños sin comer eso.

–Te espero aquí.

Diego se puso a caminar cerca del lugar y se tropezó con un muchacho.



–Ay, disculpa mi pana, ¿te pegué?

–No, no tranquilo, no te vi, perdón.

–Dale.

Diego se le queda viendo, siente como su corazón late más rápido, se pasa la mano por el pecho y sigue caminando, ve a Carlota en la cola y la abraza por detrás dándole un beso en la boca cuando ella voltea.

–Ya me toca comprar, ¿quieres uno?

–No, yo como un poquito del tuyo

Diego miraba a todos lados buscando de nuevo aquel chico que tropezó.

–Mijo ¿estás buscando a alguien?–No, no, es que estoy buscando a ver donde nos montamos. ¿Nos montamos en la rueda?

–Ay no, no, primero en las sillas voladoras, esas de allá, anda, cuando era carajita me encantaban.

–Pero después a la rueda.

–Sí, sí, vamos a hacer cola



Antes de ir a la cola de las sillas Carlota fue al baño. Diego se puso a buscar al muchacho hasta que lo vio y se acercó.

–Hola.

–Hola, ¿qué tal? Disculpa el tropiezo.

–Tranquilo, no te vi. Pero ahora si te estoy viendo bien.

–Ya vi que tienes novia.

–Sí, por ahí anda, fue al baño. Hoy le pido matrimonio.

–Aaah que bien ¿no? fino.

–Si, anota mi número.

–¿Para? ¿tú numero? No, no sé.

Llamaron al muchacho y se puso más nerviso

–Chao, te dejo, hablamos ¿ahora? No sé.

–Sí, será. –Diego lo miraba alejarse con un dejo de frustración al no poder concretar nada, dio la vuelta y se fue a hacer la cola.



–Disculpa, estaba full el baño.

–Tranquila, la cola no está larga, ya nos montamos en el próximo bloque.

–Muero por montarme aquí. –Decía eso mientras veía las sillas volar y la gente gritaba.

–¿De verdad te gusta eso?

–Jajaja si. Ay amor se me olvidaba decirte, creo que el martes te presento a mi hermano.

–Por fin, ya era hora, tenemos cinco anõs de novios y no lo conozco.

–Es que yo no tengo contacto con él pero ahora que regresé mi papá empeñado en que retomemos nuestra relación.

–¿Te la llevas bien con él?

–Si vale, lo que pasa es que la madre es un vómito, pero bueno, es mi hermano y el que me interesa es él. Ya nos toca, ¡que emoción!



–Amárrate bien, estas vainas  tienen como 40 años.

–Cagón jajajaja, vamos a esas, ven, ven.

1 comentario: