jueves, 10 de mayo de 2018

Y SI ME ENAMORO Capítulo 4


–Hola hermanita, ¿cómo has estado?

–Bien mi amor, si no es así no vienes, tiene que ocurrir un acontecimiento para que vengas.

–Si hablas tonterias vale, ¿dónde está mi sobrino? DIEGOOOO, le compré ropa, no sabía que regalarle ustedes le han comprado todos los juguetes.

–Acaba de cumplir seis años Alonso, espero que no la hayas comprado para dos añitos, erez capaz.



Diego llegaba a la entrada corriendo cuando vio a su tío, este lo cargó y se sentaron en el sofá. Lo sentó en sus piernas bien pegado a su abdómen.

–Toma ábrelo a ver si te gusta mi amor.

Alonso se movía rozando su entrepierna en el pequeño cuerpo de su sobrino mientras este abría su regalo.

–Me gusta, me lo quiero poner. –Diego se empezó a quitar la ropa pero lo detuvo la mamá.

–No, no, no, aquí no te vas a quitar la ropa, te la pones después.

–Déjalo que se la ponga vale, yo lo cambio, vamos Diego a tu cuarto.

–Deja esa ropa en la cama, este niño no puede ver ropa porque se emociona y quiere ponerse todo.



Subieron a la habitación y Alonso le quita la franela, lo monta en la cama. Al verle sin ropa lo toca.

–Has emocionado a tu tío, cada vez que te veo me emocionas, mira como me tienes, toca.

Diego le pone su pequeña mano en la entrepierna y siente algo duro.

–¿Por qué esta duro?

–Cuando me emociono se pone eso duro y tú me emocionas, quítate el pantalón.

El niño se quitó el pantalón quedando en interiores.

–Uuff, mira que lindo, ahora mira lo emocionado que me tienes ¿quieres ver?

–No.

–¿Por qué?

–No quiero tío.

–Ven mira. –Alonso se baja el cierre y en eso se escucha la puerta.

­–¿Ya están listos?

Alonso se asusta pegando un brinco y se acomoda el pantalón subiendo el cierre.

–Mira mamí me queda bien ¿verdad? Mi tio está emocionado porque me vio.

–Claro mi amor, tenía tiempo sin verte y se emociona.

–Bueno, bueno, vamos a bajar que el cumpleañero tiene que estar con sus amiguitos.

–¿Estás bien? Tienes la frente sudada.

–Si, creo que se me bajó la tensión.

–Ve a la cocina y toma agua con azúcar.



Luego de un rato Alonso vuelve a cargar a su sobrino para jugar con él. Lo sostiene aguantándolo en la cadera y ahí lo deja moviéndolo, el roce de las telas hace que el hombre vuelva a tener una erección. Alonso se le eriza la piel pero su cuñado lo ve y se detiene, da la vuelta y baja a Diego que sale corriendo riéndose a buscar a sus amigos.



–Mosca con mi hijo, esos juegos no me gustan, puede golpearse y vamos a tener un disgusto.

–Tranquilo cuñado, no soy un loco.

–No lo sé, no lo sé…



_________



A sus ocho años Diego era un niño tímido aunque tenía muchos amiguitos tanto del colegio como en la urbanización donde vive. Cada vez que venía su tío se emocionaba y tenía miedo a la vez.



–Si quieres me das el récipe y yo compro la medicina y de paso me llevo al chamo así sale.

La mamá de Diego ve a su hermano y ve a Diego padre.

–Bueno tampoco es que me lo voy a llevar de viaje coño, voy a la farmacia.



Se montaron en el carro que estaba en el estacionamiento del edificio.

–¿Te acuerdas que te he dicho que cada vez que te veo me emociono? Mira, esto lo tengo duro, toca.

El niño puso su mano y vio a su tio a los ojos.

–Te lo voy a mostrar. –Diego sacó la mano inmediatamente y volteó, Alonso se bajó el cierre y desabrochó el pantalón.

–Míralo, no muerde, tócalo, siente lo duro que está.

Diego, temeroso acercaba lentamente su mano, pero su tío se la agarró y la puso justo arriba.

–Está mojado.

–Si, está babeando, dale un besito.

–No, ¿pero eso qué es?

–Babita, como saliva, mira, lo limpio para que le des un beso.

Diego se acercó y con su boca cerrada le dio un beso y se alejó

–Si quieres pruébalo, es como una chupeta, anda, estamos solos, no tengas miedo.



El niño se volvió a acercar y abrió su boca, con miedo, Alonso le bajaba la cabeza. Sentir la tibia boca de su sobrino hizo que se corriera.

Salpicó en la cara a Diego y cayó en el pantalón de Alonso.

–¿Qué es eso?

–Coño carajito viste lo que hiciste, de la emoción exploté, eso es como leche condensada, prueba. –Alonsó mojó su dedo y lo posó en los labios de su sobrino.

–Guácala, no me gusta, sabe mal.

–Ven para limpiarte. Mira esto es un secreto entre tú y yo, no puede saberlo nadie, un juego de tío y sobrino ¿ok?

–Si, pero no me gusta esa leche condensada.

–Te va a gustar.



_______



–Tío no, no, me duele coño, dale despacio.

–Coño aguanta nojoda, ponte flojo.

Diego de 11 años, estaba en su habitación cambiándose para ir a un partido de béisbol que Alonso lo llevaría.

Su tío con el pantalón por debajo de sus nalgas y el interior puesto intentaba penetrar a Diego.



–Dieeegoooo, Alonso ya es taaaarde ¿qué haaa…cen..? –La mamá de Diego vio a su hijo con el pantalón abajo de rodillas en el borde de la cama. Alonso detrás de él.



–Bertha, Bertha, ya va no es lo que tú piensas, ven por favor, te explico

–¿Qué me vas a explicar? ¿Qué cochinada estabas haciendo con mi hijo? ¿Y si te hubiese visto Diego?

–No, no, no tiene porque enterarse de esto que tampoco estaba pasando nada malo. Diego me dijo que tenía una molestia atrás y me dijo que le revisara.

–¿Y tú que hacías con el pantalón abajo?

–Salía del baño cuando me dijo eso, más nada no te estés haciendo una película ni contando nada a nadie.

–Mamá, no estaba pasando nada malo



Luego de un rato de hablar con ambos, Bertha se calmó y comprendió todo. Pero a partir de ese momento Alonso no volvió a pisar el apartamento y Bertha, aunque comprendió lo que había pasado, en silencio soportó las pesadillas que tenía, entró en depresión pero no le dijo nada a nadie, fue a psicólogos en secreto, no podía dormir. La relación con su hijo era distante pero se hablaban. Diego no asociaba lo que había pasado con la depresión de su mamá pues ocurrió mucho tiempo después.



Un años después del aquel incidente, una tarde cuando Bertha estaba sola en casa, se tomó unas pastillas para dormir y luego, en una alcayata que había en el balcón del apartamento, colgó una cuerda, se montó en una silla, rodeo su cuello con la cuerda y con lágrimas en los ojos, le dio una patada en la silla. Quedó colgando mientras su cuerpo se sacudía y orinaba.



Nadie supo que pasaba, nadie supo porque tomó esa decisión. Diego volvió a ver a su tío en el entierro.

–Todo esto es culpa tuya, no quiero verte más nunca tío, más nunca. Yo no soy gay, no voy a serlo, me casaré y tendré hijos y esto lo voy a a olvidar, mataste a mi mamá.

Alonso lo abrazó y ambos lloraron pero con las mismas se alejó hasta su carro y se fue del funeral sin despedirse de nadie. Diego se acercó a su papá y lo abrazó.



–No quiero verte más nunca cerca de Alonso, ¿está claro?

–Si papá.

–Bien, dame un abrazo, tenemos que estar más unidos que nunca, somos tú y yo.



Luego del entierro más nunca se habló de eso, más nadie habló del suicidio y más nadie supo de Alonso.



–Yo no soy gay, yo no soy gay, yo no soy gay. –Se repetía una y otra vez Diego cada vez que venían a su mente imágenes de su tío y aquellas masturbaciones en grupo con sus amigos del colegio. – Yo no soy gay, yo no soy gay, yo no soy gay.



Tuvo algunas novias en bachillerato y en la Universidad hasta que conoció a Carlota su novia por cinco años, ella era la indicada para casarse y formar una familia.



Desde el primer año de relación  dos de las amigas de Carlota le decían que Diego era gay, pero a ella nunca le dio motivos o razones para pensar eso, les dejó de hablar y su relación iba viento en popa. Diego nunca supo de ese comentario de las amigas de su novia.

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