–Hola hermanita, ¿cómo has estado?
–Bien mi amor, si no es así no vienes, tiene que ocurrir un
acontecimiento para que vengas.
–Si hablas tonterias vale, ¿dónde está mi sobrino? DIEGOOOO,
le compré ropa, no sabía que regalarle ustedes le han comprado todos los
juguetes.
–Acaba de cumplir seis años Alonso, espero que no la hayas
comprado para dos añitos, erez capaz.
Diego llegaba a la entrada corriendo cuando vio a su tío,
este lo cargó y se sentaron en el sofá. Lo sentó en sus piernas bien pegado a
su abdómen.
–Toma ábrelo a ver si te gusta mi amor.
Alonso se movía rozando su entrepierna en el pequeño cuerpo
de su sobrino mientras este abría su regalo.
–Me gusta, me lo quiero poner. –Diego se empezó a quitar la
ropa pero lo detuvo la mamá.
–No, no, no, aquí no te vas a quitar la ropa, te la pones
después.
–Déjalo que se la ponga vale, yo lo cambio, vamos Diego a tu
cuarto.
–Deja esa ropa en la cama, este niño no puede ver ropa
porque se emociona y quiere ponerse todo.
Subieron a la habitación y Alonso le quita la franela, lo
monta en la cama. Al verle sin ropa lo toca.
–Has emocionado a tu tío, cada vez que te veo me emocionas,
mira como me tienes, toca.
Diego le pone su pequeña mano en la entrepierna y siente
algo duro.
–¿Por qué esta duro?
–Cuando me emociono se pone eso duro y tú me emocionas,
quítate el pantalón.
El niño se quitó el pantalón quedando en interiores.
–Uuff, mira que lindo, ahora mira lo emocionado que me
tienes ¿quieres ver?
–No.
–¿Por qué?
–No quiero tío.
–Ven mira. –Alonso se baja el cierre y en eso se escucha la
puerta.
–¿Ya están listos?
Alonso se asusta pegando un brinco y se acomoda el pantalón
subiendo el cierre.
–Mira mamí me queda bien ¿verdad? Mi tio está emocionado
porque me vio.
–Claro mi amor, tenía tiempo sin verte y se emociona.
–Bueno, bueno, vamos a bajar que el cumpleañero tiene que estar
con sus amiguitos.
–¿Estás bien? Tienes la frente sudada.
–Si, creo que se me bajó la tensión.
–Ve a la cocina y toma agua con azúcar.
Luego de un rato Alonso vuelve a cargar a su sobrino para
jugar con él. Lo sostiene aguantándolo en la cadera y ahí lo deja moviéndolo,
el roce de las telas hace que el hombre vuelva a tener una erección. Alonso se
le eriza la piel pero su cuñado lo ve y se detiene, da la vuelta y baja a Diego
que sale corriendo riéndose a buscar a sus amigos.
–Mosca con mi hijo, esos juegos no me gustan, puede
golpearse y vamos a tener un disgusto.
–Tranquilo cuñado, no soy un loco.
–No lo sé, no lo sé…
_________
A sus ocho años Diego era un niño tímido aunque tenía muchos
amiguitos tanto del colegio como en la urbanización donde vive. Cada vez que
venía su tío se emocionaba y tenía miedo a la vez.
–Si quieres me das el récipe y yo compro la medicina y de
paso me llevo al chamo así sale.
La mamá de Diego ve a su hermano y ve a Diego padre.
–Bueno tampoco es que me lo voy a llevar de viaje coño, voy
a la farmacia.
Se montaron en el carro que estaba en el estacionamiento del
edificio.
–¿Te acuerdas que te he dicho que cada vez que te veo me
emociono? Mira, esto lo tengo duro, toca.
El niño puso su mano y vio a su tio a los ojos.
–Te lo voy a mostrar. –Diego sacó la mano inmediatamente y
volteó, Alonso se bajó el cierre y desabrochó el pantalón.
–Míralo, no muerde, tócalo, siente lo duro que está.
Diego, temeroso acercaba lentamente su mano, pero su tío se
la agarró y la puso justo arriba.
–Está mojado.
–Si, está babeando, dale un besito.
–No, ¿pero eso qué es?
–Babita, como saliva, mira, lo limpio para que le des un
beso.
Diego se acercó y con su boca cerrada le dio un beso y se
alejó
–Si quieres pruébalo, es como una chupeta, anda, estamos
solos, no tengas miedo.
El niño se volvió a acercar y abrió su boca, con miedo,
Alonso le bajaba la cabeza. Sentir la tibia boca de su sobrino hizo que se
corriera.
Salpicó en la cara a Diego y cayó en el pantalón de Alonso.
–¿Qué es eso?
–Coño carajito viste lo que hiciste, de la emoción exploté,
eso es como leche condensada, prueba. –Alonsó mojó su dedo y lo posó en los
labios de su sobrino.
–Guácala, no me gusta, sabe mal.
–Ven para limpiarte. Mira esto es un secreto entre tú y yo,
no puede saberlo nadie, un juego de tío y sobrino ¿ok?
–Si, pero no me gusta esa leche condensada.
–Te va a gustar.
_______
–Tío no, no, me duele coño, dale despacio.
–Coño aguanta nojoda, ponte flojo.
Diego de 11 años, estaba en su habitación cambiándose para
ir a un partido de béisbol que Alonso lo llevaría.
Su tío con el pantalón por debajo de sus nalgas y el
interior puesto intentaba penetrar a Diego.
–Dieeegoooo, Alonso ya es taaaarde ¿qué haaa…cen..? –La mamá
de Diego vio a su hijo con el pantalón abajo de rodillas en el borde de la
cama. Alonso detrás de él.
–Bertha, Bertha, ya va no es lo que tú piensas, ven por
favor, te explico
–¿Qué me vas a explicar? ¿Qué cochinada estabas haciendo con
mi hijo? ¿Y si te hubiese visto Diego?
–No, no, no tiene porque enterarse de esto que tampoco estaba
pasando nada malo. Diego me dijo que tenía una molestia atrás y me dijo que le
revisara.
–¿Y tú que hacías con el pantalón abajo?
–Salía del baño cuando me dijo eso, más nada no te estés haciendo
una película ni contando nada a nadie.
–Mamá, no estaba pasando nada malo
Luego de un rato de hablar con ambos, Bertha se calmó y
comprendió todo. Pero a partir de ese momento Alonso no volvió a pisar el
apartamento y Bertha, aunque comprendió lo que había pasado, en silencio
soportó las pesadillas que tenía, entró en depresión pero no le dijo nada a
nadie, fue a psicólogos en secreto, no podía dormir. La relación con su hijo
era distante pero se hablaban. Diego no asociaba lo que había pasado con la
depresión de su mamá pues ocurrió mucho tiempo después.
Un años después del aquel incidente, una tarde cuando Bertha
estaba sola en casa, se tomó unas pastillas para dormir y luego, en una
alcayata que había en el balcón del apartamento, colgó una cuerda, se montó en
una silla, rodeo su cuello con la cuerda y con lágrimas en los ojos, le dio una
patada en la silla. Quedó colgando mientras su cuerpo se sacudía y orinaba.
Nadie supo que pasaba, nadie supo porque tomó esa decisión.
Diego volvió a ver a su tío en el entierro.
–Todo esto es culpa tuya, no quiero verte más nunca tío, más
nunca. Yo no soy gay, no voy a serlo, me casaré y tendré hijos y esto lo voy
a a olvidar, mataste a mi mamá.
Alonso lo abrazó y ambos lloraron pero con las mismas se
alejó hasta su carro y se fue del funeral sin despedirse de nadie. Diego se
acercó a su papá y lo abrazó.
–No quiero verte más nunca cerca de Alonso, ¿está claro?
–Si papá.
–Bien, dame un abrazo, tenemos que estar más unidos que
nunca, somos tú y yo.
Luego del entierro más nunca se habló de eso, más nadie
habló del suicidio y más nadie supo de Alonso.
–Yo no soy gay, yo no soy gay, yo no soy gay. –Se repetía
una y otra vez Diego cada vez que venían a su mente imágenes de su tío y
aquellas masturbaciones en grupo con sus amigos del colegio. – Yo no soy gay,
yo no soy gay, yo no soy gay.
Tuvo algunas novias en bachillerato y en la Universidad
hasta que conoció a Carlota su novia por cinco años, ella era la indicada para
casarse y formar una familia.
Desde el primer año de relación dos de las amigas de Carlota le decían que
Diego era gay, pero a ella nunca le dio motivos o razones para pensar eso, les
dejó de hablar y su relación iba viento en popa. Diego nunca supo de ese
comentario de las amigas de su novia.
No hay comentarios:
Publicar un comentario