–Cuantas ganas tenía de conocerte mijo, no
sabes lo feliz que era mi hijo contigo.
Orlando escuchó esas palabras y se le hizo
un nudo en la garganta, se sentía cupable, aunque fue feliz con Vicente no
estuvo enamorado de él, Vicente sí.
–Y yo señora, y yo.
–Dime Adela. Mira, el abogado de mi hijo me
comentó ayer que hizo testamento y tú tienes que venir pues algo dejó para ti, no sé lo que es.
–Ay señora Adela, perdón Adela, que pena
con ustedes pero yo no quiero nada, quédeselo usted, yo recibí en vida todo lo
que quería, el amor, la compañía y el respeto de Vicente, no me hace falta nada
material.
–Yo te aviso cuando esté listo eso, es un
papeleo ahí que yo no entiendo pero hay que esperar unas semanas, te vienes y
luego conversamos sobre eso.
–Ok Adela.
Conversaron un rato más, se tomaron otro
café juntos y salió toda la familia a la funeraria.
Estando en el funeral llegó Arévalo con unos lentes oscuros.
–Verga chamo, me cayeron fatal esas
cervezas, me quedé dormido y no me despertaste.
–Coño me tenía que venir, me estaban
esperando, te dejé la dirección para que vinieras directo.
–Si, gracias, llegué bien. ¿El pana tiene
la tapa abierta? Es para verlo.
–Deja el morbo chico.
–Acompáñame.
Orlando no quiso acercarse a la urna, no
quería recordar a Vicente así y se quedó sentado, Arévalo se acercó.
–Verga el pana era guapo. Marico tu novio
me encanta, yo sé que decirte estas vainas contigo muerto es como estúpido,
pero es que Orlando me gusta burda y yo quiero cuidarlo y si tú me das la
bendición lo haré, lo cuidaré, lo amaré y no le haré daño.
–Disculpe, ¿usted quién es y de qué está
hablando?
–Mucho gusto, soy Arévalo Gómez, policía
técnico, soy amigo de Orlando.
–Usted estaba diciendo que quiere cuidar a
Orlando.
–Si, seré su novio.
–¿Su novio? El novio de Orlando es mi hijo
Vicente.
–Ah coño…usted es… ¿la suegra de Orlando?
–¡Sí! –Adela se dio media vuelta y se fue a
buscar a Orlando.
–Mieeeerdaaa creo que la volví a cagar,
marico tú eres excelente policía pero en tu vida personal eres un desastre,
pégate un tiro.
Adela se le acercó a Orlando, movía las
manos y señalaba hacia atrás donde estaba Arévalo que veía desde la distancia
la conversación. Orlando la tomaba de los hombros, la mujer se puso las
manos en la cara. El chico le pasó la
mano por el cabello, levantó la mirada y vio a Arévalo y le mostró un puño. El
policía se encogió de hombros.
Orlando abrazó a la mujer y se calmó, le
explicó todo y quedó tranquila, se fue donde estaba su esposo.
–Chamo pero
¿por qué no mantienes tu boca cerrada? Me estás metiendo en peos, desde
que te conocí no haces otra cosa.
–Verga mi pana disculpa es que soy
torpe, abro la boca y la cago.
–Menos mal que lo reconoces. Por favor no
hables con nadie, pareces un quinceañero. Y además hablando con…Vicente, ¿qué
es eso? ¿tú te volviste loco?.
–Mejor voy a buscar un café, me duele la
cabeza, ¿quieres algo?
–Quiero que te quedes tranquilo, y si de
verdad quieres ser mi novio, que de momento no será, vas por mal camino.
Orlando dejó a Arévalo y se fue con sus
suegros. Comenzaba la misa y Adela y su yerno se acercaron a la urna a pesar
que el chico no quería. Ambos se pusieron a llorar, en silencio.
Arévalo pidió un café y se fue al baño,
entró al cubículo del indodoro y se sentó para revisar su celular.
–Verga estoy pasado de bobo vale, este pana
me va a dar una patada cuando regresemos.
Buscó el número de Carolina, la prostituta
y la llamó.
Luego de la misa, comenzaron a recoger las
flores y coronas. Se disponían a cremar el ataúd, algo que no sabía Orlando,
pensaba que lo enterrarían. Sonó su celular. Era Diego, se apartó de la gente
se limpió la nariz y los ojos.
–<Hola Carolina, ¿cómo estás? Es Arévalo
el de anoche, las cervezas>
–<Hola cariño, me agarras saliendo para
la calle a hacer mercado, ¿cómo estás?
–<Bien, bueno, más o menos, la volví a cagar con este pana>
–<¿Y ahora qué hiciste? Hola ¿cómo
estás?...bueno yo tengo una vida más allá de mi trabajo mi amor….ok, besos>
–<¿Qué? No entendí>
–<Disculpa, me conseguí con un cliente en
el mercado y me preguntó que que hacía ahí, ¿tú has visto? Como si uno solo es
puta 24/7 >
–<Ah ok, bueno, nada es que…me puse
hablar con el novio de Orlando, el que se murió, o sea me puse a hablar con el
muertico en la urna y me escuchó la madre del muerto y le solté el yoyo que me
gusta Orlando y quiero ser su novio, bueno, la vieja se fue con el chisme a
Orlando y me formó mi peo>
–<Ay cariño, mida sus palabras, estás en
un sitio que en este momento es muy sensible para ambas partes, tú estás ahí de
prestado, tienes que mantenerte neutral, luego con el niño este hablas en
privado. Tranquilo, deja que pase todo y cuando estén de regreso para Caracas
le pides disculpas>
–<Si, eso haré, ay Carolina ese carajito
me gusta y mientras más me gusta más la cago>
–<Bájale cuatro mi amor y piense antes
de actuar, te dejo, besos y gracias por llamar>
-<Gracias a ti mi reina, un beso>
–<¿Cómo estás Orlando? Supongo que estás
en el funeral>.
–<Hola, si, bueno, estoy bien, con los
sentimientos revueltos, no es fácil…lloro aquí y mientras estoy pensando en
Vicente se viene a mi mente mi hermana…y…vuelvo a llorar…en fin, estoy agotado,
en la tarde me regreso a Caracas.
–<Te entiendo mi pana. ¿Tienes como
venirte? ¿Quieres que te busque?> –Diego dijo eso y cerró los ojos, quería
recoger las palabras pero ya lo había dicho.
–<No vale, tranquilo, vine con un amigo,
él me dio la cola, está conmigo> -Orlando comenzó a mirar a todos lados
buscando a Arévalo pero no lo vio.
–<Quiero verte chamo…> hubo un
silencio largo <Disculpa, no se lo que digo, no sé ni para que te dije
eso>
–<Porque es lo que sientes, no le
busques más explcación. Diego, tenemos que sentarnos a hablar.
–<Me siento culpable cada vez que pienso
en verte o te lo digo, porque, porque…no es que quiero verte como de
amigo…mierda…quiero verte porque…es muy arrecho Orlando, marico no te conozco y
me volteaste la vida…yo no sé que hacer, no sé como manejar esto, yo no quiero
sentir estas cosas, pero a la vez me quiero lanzar y que sea lo que tenga que
ser…pero quiero verte, llega.
Orlando se le hizo un nudo en la garganta y
apenas pudo emitir palabra. <Nos vamos a ver Diego, seguro…te dejo que vamos
al crematorio, cuídate, chao.>
–<Un beso> colgó la llamada. Diego
dejó caer su cabeza sobre su brazo apoyado en el escritorio y comenzó a llorar.
Arévalo terminó de revisar su celular,
envió unos mensajes y salió del baño.
–Bueno ¿y esta gente? Dejaron el pelero,
¿pa’ donde fueron, pal cementerio? Disculpe señor, la gente que estaba aquí,
los del señor Vicente…no sé el apellido.
–Ah sí, se fueron hace 15 minutos, se hizo
la cremación y se fueron.
–Ah, lo cremaron, coño ¿y cuánto tiempo
estuve en el baño? Gracias señor. Y este fue incapaz de llamarme para decirme,
anda arrecho conmigo, me sacó el culo, nojoda no lo voy a llevar a Caracas, me
voy yo. No vale, ¿cómo le voy a hacer eso? ¿vas a seguir cagándola? Llámalo y
pregunta dónde está.
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