–Tú vas a dormir aquí y
yo en frente.
–Ah ¿pero es en serio?
–Sí Arévalo, es en serio.
–Verga marico llevo toda
la noche pensando en esto y ahora me dices que no.
–Las cosas cambiaron y es
evidente porque estuviste conmigo en la clínica, ¿crees que estoy de ánimo para
meter a un hombre en mi cama?
Orlando le lanzó una
toalla y le mostró el baño para que se pudiera bañar y asearse.
–En la cocina hay comida
yo no quiero comer, sírvete y cocina lo que quieras yo me voy a acostar.
Arévalo lanzó sus cosas
en la cama y comenzó a quitarse la ropa para ir al baño.
–Coño solos en un apartamento, dos hombres y no van a tener sexo porque
el pana no está de ánimo, no joda, mira este pingón ¿cómo va a rechazar esto?
Entró al baño, vio un
cepillo de dientes y lo agarró, le puso crema dental y entró a la ducha. –Lo
voy a usar, que se joda.
Se enjabonó, pasaba el
jabón por su pene y lo masajeaba. Su pene se estaba levantando y quitó el agua
caliente.
–AAAAAAH COÑOOOOOO QUE
FRIA ESTA MIERDAAAA.
Salió de la ducha, se
secó y se colocó la toalla a la altura de la cadera tapándose. Fue a la cocina
y abrió la nevera, sacó queso, pan, mayonesa y tomate. Se agachó y vio unas
cervezas, tomó una.
Puso todo en el mesón de
la cocina y buscó un cuchillo, abrió la lata de cerveza y se la bebió de uno
solo golpe. Buscó otra.
–Tengo un macho en el cuarto y no me lo puedo coger, perdiendo el tiempo
aquí, me podía estar cogiendo un culo, pero no, estoy aquí comiendo como un
desgraciado para no pensar en un culo pelúo.
Se hizo tres sanduches y
se tomó tres cervezas.
Orlando dormía. Su celular
volvió a sonar, repicó varias veces hasta que se despertó, vio quien era y se
sentó en la cama.
–<Mmmm, aló>.
–<Hola, ¿estabas
durmiendo?>
–<Si, ¿Qué pasó?>
Hubo un silencio.
–<Aló, Diego, ¿estás ahí?>
–<Si, si, estoy aquí,
estaba pensando para que llamé>
–<Si sabes, solo voy a
decir eso. Me dijiste que no querías saber de mi y que borrara tu número y
otras vainas más. Sé que tu papá te armó un escándalo pero siento que tú un
hombre solvente de 30 años, comerciante, con plata, estés más pendiente de lo
que piensa tu papá de lo que sientes tú>.
–<No es fácil
esto…esto que siento Orlando, estoy confundido, estoy, estoy con un peo en mi
cabeza, no sé.>
–<Yo no dejo de pensar
en ti a pesar de todo lo que ha pasado, es una vaina loca, pero yo sí estoy claro>
–<¿Nos vemos, te busco
ahora?>
–<No Diego, estoy en
mi casa pero mi mamá está hospitalizada, mañana temprano voy a la clínica a
verla>
–<Ah coño, ¿es grave?
Lo siento…pero puedo ir a tu casa y te hago compañía un rato>
–<No estoy solo
Diego>
–<aaah ok…entiendo…mala
mía>
–<No es lo que
piensas, es largo de contar, luego hablamos>
–<Disculpa por la
llamada, no te entretengo más>
-<Nada que disculpar,
chao>
Arévalo terminó de comer
y beber y no hacía más que pensar en Orlando, se acercó a la habitación y
movió el pomo lentamente, pero estaba con el pestillo pasado.
–Coño, la vaina fue en serio, el carajo se encerró para que no entrara.
Se puso a lavar los
platos que habían acumulados de varios días, recogió todo y apagó la luz,
estaba ansioso. Se quitó la toalla y comenzó a masturbarse en el sofá de pie.
–Voy a acabar encima de esto para que se joda y se acuerde quien estuvo aquí.
Arévalo estaba masturbándose con los ojos cerrados, estaba
sudando, sentía que estaba a punto, comenzó a darle rápido y se descargó sobre
un cojín, varios chorros bañaron la tela mientras él gritaba. Se tapó la boca y
terminó de sacudirse para sacar el resto.
Se fue a la habitación,
desnudo y se lanzó en la cama, no podía dormir, daba vueltas, luego de una hora
su pene de nuevo estaba erecto, se levantó y volvió a la habitación donde
dormía Orlando, movió el pomo y, molesto, se fue a la sala, fue a otra
habitación y vio varias pilas de ropa. Se quedó un rato observando todo.
A las cinco de la mañana
Orlando despertaba con la alarma, se levantó directo al baño a orinar. Salió de
la habitación y pasó a la suya, no vio al policía. –Arévalo, Arévalo. –Salió de
la habitación y fue a la sala.
Vio a Arévalo durmiendo
desnudo boca arriba en el sofá. –Coño
este carajo tiene el guevo ¿pero este que hace aquí? ¿qué hizo? ¡qué loco!.
En la mesa del comedor,
en las sillas y en las butacas había ropa planchada y doblada. La tabla de
planchar y la plancha estaban frente al policía que roncaba tirado en el sofá
con una pierna afuera.
–Arévalo, Arévalo,
despierta, ¡AREVALOOO!
–AAAAAH ¿QUÉ, QUÉ? Coño
–¿Qué es esto marico?
¿qué hiciste?
Arévalo se restregó la
cara con las manos y buscó la toalla, se levantó y se la puso.
–Planché, ¿qué hora es?
–Las cinco
–Coño…me acosté a las
cuatro.
–¿Y por qué planchaste?
Arévalo que aún estaba
dormido se rió. –No joda güevón, no podía dormir, pensaba en ti, en tu culo que
no me iba a coger y el güevo no se me bajaba, me hice la paja cuatro veces
marico y me puse a planchar hasta que me cansé.
–Planchaste todo. ¿Pero
tú estás enfermo chamo ¿qué es eso? Pajeándote y planchando para no pensar en
mi.
–Y pensé, a pesar de todo
pensé en ti, marico déjame dormir 10 minutos y te llevo.
–Y recogiste la cocina.
Estás loco, voy a preparar desayuno y nos vamos.
Arévalo se quedó dormido
al sentarse en el sofá. Orlando hablaba mientras buscaba que preparar sin darse
cuenta que el policía dormía.
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