viernes, 22 de junio de 2018

Y SI ME ENAMORO. Capítulo 25


–Tú vas a dormir aquí y yo en frente.
–Ah ¿pero es en serio?
–Sí Arévalo, es en serio.
–Verga marico llevo toda la noche pensando en esto y ahora me dices que no.
–Las cosas cambiaron y es evidente porque estuviste conmigo en la clínica, ¿crees que estoy de ánimo para meter a un hombre en mi cama?

Orlando le lanzó una toalla y le mostró el baño para que se pudiera bañar y asearse.
–En la cocina hay comida yo no quiero comer, sírvete y cocina lo que quieras yo me voy a acostar.

Arévalo lanzó sus cosas en la cama y comenzó a quitarse la ropa para ir al baño.
Coño solos en un apartamento, dos hombres y no van a tener sexo porque el pana no está de ánimo, no joda, mira este pingón ¿cómo va  a rechazar esto?

Entró al baño, vio un cepillo de dientes y lo agarró, le puso crema dental y entró a la ducha. –Lo voy a usar, que se joda.
Se enjabonó, pasaba el jabón por su pene y lo masajeaba. Su pene se estaba levantando y quitó el agua caliente.
–AAAAAAH COÑOOOOOO QUE FRIA ESTA MIERDAAAA.

Salió de la ducha, se secó y se colocó la toalla a la altura de la cadera tapándose. Fue a la cocina y abrió la nevera, sacó queso, pan, mayonesa y tomate. Se agachó y vio unas cervezas, tomó una.
Puso todo en el mesón de la cocina y buscó un cuchillo, abrió la lata de cerveza y se la bebió de uno solo golpe. Buscó otra.

Tengo un macho en el cuarto y no me lo puedo coger, perdiendo el tiempo aquí, me podía estar cogiendo un culo, pero no, estoy aquí comiendo como un desgraciado para no pensar en un culo pelúo.
Se hizo tres sanduches y se tomó tres cervezas.

Orlando dormía. Su celular volvió a sonar, repicó varias veces hasta que se despertó, vio quien era y se sentó en la cama.
–<Mmmm, aló>.
–<Hola, ¿estabas durmiendo?>
–<Si, ¿Qué pasó?>

Hubo un silencio. –<Aló, Diego, ¿estás ahí?>
–<Si, si, estoy aquí, estaba pensando para que llamé>
–<Si sabes, solo voy a decir eso. Me dijiste que no querías saber de mi y que borrara tu número y otras vainas más. Sé que tu papá te armó un escándalo pero siento que tú un hombre solvente de 30 años, comerciante, con plata, estés más pendiente de lo que piensa tu papá de lo que sientes tú>.
–<No es fácil esto…esto que siento Orlando, estoy confundido, estoy, estoy con un peo en mi cabeza, no sé.>
–<Yo no dejo de pensar en ti a pesar de todo lo que ha pasado, es una vaina loca, pero yo sí estoy claro>
–<¿Nos vemos, te busco ahora?>
–<No Diego, estoy en mi casa pero mi mamá está hospitalizada, mañana temprano voy a la clínica a verla>
–<Ah coño, ¿es grave? Lo siento…pero puedo ir a tu casa y te hago compañía un rato>
–<No estoy solo Diego>
–<aaah ok…entiendo…mala mía>
–<No es lo que piensas, es largo de contar, luego hablamos>
–<Disculpa por la llamada, no te entretengo más>
-<Nada que disculpar, chao>

Arévalo terminó de comer y beber y no hacía más que pensar en Orlando, se acercó a la habitación y movió el pomo lentamente, pero estaba con el pestillo pasado.
Coño, la vaina fue en serio, el carajo se encerró para que no entrara.
Se puso a lavar los platos que habían acumulados de varios días, recogió todo y apagó la luz, estaba ansioso. Se quitó la toalla y comenzó a masturbarse en el sofá de pie. –Voy a acabar encima de esto para que se joda y se acuerde quien estuvo aquí.

Arévalo estaba  masturbándose con los ojos cerrados, estaba sudando, sentía que estaba a punto, comenzó a darle rápido y se descargó sobre un cojín, varios chorros bañaron la tela mientras él gritaba. Se tapó la boca y terminó de sacudirse para sacar el resto.

Se fue a la habitación, desnudo y se lanzó en la cama, no podía dormir, daba vueltas, luego de una hora su pene de nuevo estaba erecto, se levantó y volvió a la habitación donde dormía Orlando, movió el pomo y, molesto, se fue a la sala, fue a otra habitación y vio varias pilas de ropa. Se quedó un rato observando todo.

A las cinco de la mañana Orlando despertaba con la alarma, se levantó directo al baño a orinar. Salió de la habitación y pasó a la suya, no vio al policía. –Arévalo, Arévalo. –Salió de la habitación y fue a la sala.

Vio a Arévalo durmiendo desnudo boca arriba en el sofá. –Coño este carajo tiene el guevo ¿pero este que hace aquí? ¿qué hizo? ¡qué loco!.

En la mesa del comedor, en las sillas y en las butacas había ropa planchada y doblada. La tabla de planchar y la plancha estaban frente al policía que roncaba tirado en el sofá con una pierna afuera.
–Arévalo, Arévalo, despierta, ¡AREVALOOO!
–AAAAAH ¿QUÉ, QUÉ? Coño
–¿Qué es esto marico? ¿qué hiciste?

Arévalo se restregó la cara con las manos y buscó la toalla, se levantó y se la puso.
–Planché, ¿qué hora es?
–Las cinco
–Coño…me acosté a las cuatro.
–¿Y por qué planchaste?
Arévalo que aún estaba dormido se rió. –No joda güevón, no podía dormir, pensaba en ti, en tu culo que no me iba a coger y el güevo no se me bajaba, me hice la paja cuatro veces marico y me puse a planchar hasta que me cansé.
–Planchaste todo. ¿Pero tú estás enfermo chamo ¿qué es eso? Pajeándote y planchando para no pensar en mi.
–Y pensé, a pesar de todo pensé en ti, marico déjame dormir 10 minutos y te llevo.
–Y recogiste la cocina. Estás loco, voy a preparar desayuno y nos vamos.

Arévalo se quedó dormido al sentarse en el sofá. Orlando hablaba mientras buscaba que preparar sin darse cuenta que el policía dormía.

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